martes, abril 17, 2012

SVB TVVM PRAESIDIVM CONFVGIMVS




La devoción popular a la Virgen del Rocío, en Almonte (Huelva) tiene su monumento, inaugurado hace un año, o poco más, en la llamada Plaza del Punto, de la citada ciudad andaluza. En él, el artista ha acertado a plasmar ese instante de fervor en el culto a la Virgen que se conoce por el nombre del ‘salto a la verja’. Marca el momento en el que la devoción alcanza su punto culminante, donde la exaltación se confunde con el fanatismo: una enardecida piña de devotos-fanáticos se lanza a la procura de la protección de la Virgen, como poseídos por una necesidad imperiosa. El apiñamiento genera una situación de peligro que se refleja, de modo eminente, en dos de las figuras del grupo escultórico: la del niño, con cara de susto, que es izado por su padre, deseoso de alcanzar para él la protección y el amparo de la Madre del Cielo; y, por otro lado, la necesidad apremiante de escapar al aplastamiento, que se refleja en las figuras de quienes pugnan por salir de la ‘piña’ asfixiante. Es dramático el gesto de quienes se ven atrapados en el tumulto y luchan por su salvación temporal, dejando a un lado la eterna. Me acude a la memoria cierta oración en latín que recitábamos en el Seminario de Badajoz, en nuestros años de estudiantes en ese centro. Decía, si no recuerdo mal: “Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios. No desprecies nuestras súplicas en nuestras necesidades, sino líbranos siempre de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita”. Era también un motete musical.
Sí, líbranos, Señora, de todos los peligros y, en particular, del de morir aplastados por este terremoto o tsunami de espiritual exaltación. Porque la devoción puede poner en riesgo nuestra integridad física.
Líbranos, Señora nuestra, de los desmesurados excesos de esta devoción.
Sub tuum praesidium confugimus.

Hasta ahora parece que la Virgen ha hecho el milagro (repetido cada año) de que ninguno de los romeros que han participado en el peligroso 'salto de la verja' haya perecido en el intento. Porque es verdaderamente milagroso que no se tenga noticia (no la tengo yo, por lo menos) de que alguien haya sucumbido en esos apretones que se producen durante esta especie de frenesí de los fans de la Virgen del Rocío.