sábado, marzo 30, 2013

ASUNTOS DE LA LIRA

“Mientras haya esperanzas y recuerdos  
¡ habrá poesía !”  (Bécquer)


Bécquer auguraba la permanencia de la poesía, vinculándola a una serie de motivaciones que se pueden reducir a cuatro principalmente: el espectáculo de la naturaleza, la tendencia natural del ser humano a desvelar los misterios que esa naturaleza encierra, la existencia de los sentimientos y las emociones y, por último, los dos principales estímulos de esos sentimientos, que son el amor y la belleza.
La ‘lira’ es la personificación del instrumento, puesto en el lugar del que lo maneja (se llama a esta figura metonimia) Naturalmente, ‘enmudecer’ es propio de las personas, no de las cosas. Pero Bécquer dice “enmudeció la lira”, desplazando hacia el instrumento lo que es propio de las personas. Rubén Darío también ‘personifica’ el instrumento musical que es el clavicordio de la princesa melancólica:“está mudo el teclado de su clave sonoro”.

Para Bécquer ‘habrá poesía’ en tanto que siga habiendo esas cosas bellas, que despierten los sentimientos que menciona. Entre ellos están los recuerdos y las esperanzas. Si éstas miran hacia el futuro, aquéllos miran hacia el pasado. Al recuerdo querencioso del pasado se le puede llamar también nostalgia. Era el dolor que experimentaba, especialmente, el que estaba alejado de su patria y deseaba el regreso. (Según los ‘étimos’ griegos de esta palabra, ‘nóstos’ es, en griego, el ‘regreso’, la vuelta; y ‘álgeon’ es el dolor) .Cuando se es joven priman las esperanzas sobre los recuerdos. Cuando se es ‘mayor’ (o, para decirlo sin eufemismo, ‘viejo’) priman los recuerdos sobre las esperanzas. Pero tanto aquéllas como éstos actúan, invariablemente, como estimuladores de la actividad poética.

Así pues, tenemos una actividad, el recuerdo, proyectado hacia el pasado y, otra, la esperanza, proyectada hacia el futuro. Eventualmente, puede ocurrir que el recuerdo se proyecte hacia el futuro y, en cambio, la esperanza se retrotraiga, en cierto modo, al pasado. En poesía no faltan ejemplos de este tipo de trascordamientos. Por ejemplo, Juan Ramón Jiménez, en algún momento de su vida, desea vivir...

...con los recuerdos, nada más,
de lo que no ha pasado todavía,
de lo que va a venir seguramente.
                         (Piedra y Cielo, 46)
De este modo se podría definir el recuerdo como una esperanza retrospectiva y, viceversa, la esperanza como el recuerdo prospectivo.
Hay una memoria que trasciende el recuerdo personal, y es la ‘reminiscencia’. Así Alberti pudo trascender esa memoria, que sólo alcanza los confines del tiempo, y alcanzar a rebasar esos confines por la reminiscencia. Y en su libro Sobre los ángeles, nos habla de “tres recuerdos del cielo”. En el ‘prólogo’ de este tríptico, el poeta evoca un estado de conciencia en el que era “todo anterior al cuerpo, al hombre y al tiempo”. Se trata de ese lugar de la memoria colectiva en el que se ubica lo que se llama la ‘reminiscencia’. Platón ha teorizado sobre esa experiencia, en alguno de sus diálogos, especialmente, en el titulado Fedro. Muchos son los poetas que, a lo largo de diversas épocas y países, han hablado de ese recuerdo ‘anterior al tiempo’, que se ha llamado ‘reminiscencia’, para distinguirlo del recuerdo, siempre ligado al tiempo; siendo la reminiscencia algo intemporal. Dice Camões, distinguiendo netamente la memoria de la reminiscencia:


Mas ó tú, terra de glória,
se eu nunca vi tua essência,
cómo me lembras na ausência?
Não me lembras na memória,
senão na reminiscência.


Esa reminiscencia consiste en el recuerdo del lugar ‘supraceleste’ del que habla Platón. El recuerdo del Cielo. La nostalgia de ese ‘lugar supraceleste’, tiene en los poetas a los principales testigos de su existencia. Los estudiosos de esa nostalgia (que en Portugal se denomina saudade) saben a quiénes han de llamar como testigos a la hora de explicar el origen de ese sentimiento: “os testemunhos literários da vivência da saudade, principalmente de poetas”, dice el estudioso portugués Joaquim Carvalho, son de dos clases: unos se refieren a la repercusión del fenómeno propiamente dicho, a su modo de afectarnos; y, otros, a la causa que los produce: la pérdida de un bien del que ya se tuvo conocimiento en alguna forma de existencia anterior. Tal vez por eso es por lo que Aleixandre dice de los poetas que son:

Ángeles desterrados de su celeste origen.

La reminiscencia, ya bien conocida por Platón y de la que se habla en los versos que citamos más arriba, es, según el teólogo José Mª Cabodevilla, no la memoria personal, sino la memoria de la especie, “esa que guarda el recuerdo de un paraíso anterior a toda historia y prehistoria. ¿En qué vida astral, en qué remotísimas entrañas maternas supimos que existe la felicidad?” (Feria de utopías, p. 199)

La interacción entre el recuerdo y la esperanza se verifica de modo especial en la saudade. Ella realiza el milagro de transmutar el recuerdo (la reminiscencia) en esperanza. Respecto a esa interferencia recíproca que se da entre el recuerdo y la esperanza (en el caso concreto de la saudade), se ha dicho alguna vez que "a esperança é saudade do futuro, a saudade é esperança no passado", según esa especie de viaje de ida y vuelta que se da entre el recuerdo y la esperanza, como apuntábamos más arriba.


Bécquer sentía que la Poesía tenía asegurado el futuro. Y que, en gran manera, ese futuro consistía en recorrer el puente que nos trae y nos lleva del recuerdo a la esperanza, y viceversa.

domingo, marzo 24, 2013

A VUELTAS CON LAS COPLAS DE MAMÁ

No es la primera vez (ni, probablemente, será la última) que el recuerdo de mi madre asoma a estas páginas. Su presencia en mi memoria se actualiza con el recuerdo de sus coplas favoritas, las que ella canturreaba cuando estaba atareada en el trajín diario de la casa, ya fuese el propio de su oficio, la costura, o bien en las tareas hogareñas, que fue asumiendo cuando ya su madre, mi abuela, no estaba en disposición de desempeñarlas como cuando era más joven.

En estos pasados días he vuelto a evocar dos de aquellas viejas canciones que le escuchaba cantar, no sin complacencia por mi parte, pues a decir verdad, tenía muy buen oído y era grato oírla cantar. Y recordando estas canciones, como a trechos la letra de las mismas se me borraba de la memoria, tuve la idea de buscarlas en ese moderno Supermercado del Saber que es Google. Y sí que encontré, por lo menos, la letra completa de una de esas canciones. Debió ser una adaptación que hiciera Sara Montiel de la versión más antigua de la canción, cuya primer intérprete debió de ser alguna cupletista de los años 20 ó 30 ¿Quién? Este detalle no lo consigna Google. Pero deduzco que debió ser Raquel Meller, ya que de ella tomó Sarita Montiel los mejores éxitos que su modelo había popularizado años atrás. La canción con la letra completa la transcribo aquí, tomándola de Google:

Doña Mariquita de mi corazón

Cuando voy a los bailes
del duque de Osuna
con el miriñaque de rico muaré,
oigo que murmuran, no existe ninguna
que tenga más breve, ni tan lindo pie.

Y si bajo al Prado, sobre el raso vivo
de mi carretela, que luce un blasón,
dicen los jinetes que van a mi estribo:
Doña Mariquita de mi corazón

En el Madrid romántico
no se oye otra canción:
Mariquita, Mariquita, doña Mariquita,
Doña Mariquita de mi corazón.

Si al volver del Retiro
cuando acaba el día
me encuentro con Larra,
le causo placer.     (según la canción de mi madre:  me causa placer)

Y cuando visito la botillería
viejos y galanes me vienen a ver.

Espronceda me suele
decir madrigales,
que expresan el fuego
de su admiración.

Y todos repiten, muy sentimentales,
Doña Mariquita de mi corazón.

En el Madrid romántico
no se oye otra canción:
Mariquita, Mariquita,
Doña Mariquita,
Doña Mariquita de mi corazón.
                      ___

¿Y la otra canción? Pues no he conseguido encontrarla en Google. Sólo recuerdo a trechos la letra (y, desde luego, la música) que oía cantar a mi madre:

Como eres princesa y usas corona y usas corona,
capitanes son poco pa tu persona, pa tu persona...
(...)

Con el ay, ay, ay, ay, caray qué vida,
ay, ay, ay, San Antonio de la Florida.
Con el ay, ay, ay, ay, sal y pimienta,
y guindilla picante con mucha menta...
(...)

Pues aquí les hago partícipes de estas memorias, en las que me complazco recordando a uno de esos seres maravillosos que, además de traernos al mundo, procuran, con el mayor empeño, que seamos felices. Seres que merecen siempre nuestro agradecimiento y nuestro homenaje.____ 

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jueves, marzo 07, 2013

EN EL NOMBRE DEL PADRE

“Yo supe del dolor desde mi infancia”
(Rubén Darío)

Yo supe de la orfandad desde muy temprano en la vida. Aún no había cumplido los cuatro años cuando me quitaron a mi padre. El "autor de mis días", como solía decir, un tanto solemnemente, mi abuela paterna. Ella, como la Níobe mitológica, perdió también a diez de sus hijos, de los 14 que engendró.
Quedé, pues, con poco más de tres años, huérfano de padre. A merced de ese padre común que llaman la Providencia, y al cuidado de mi madre, viuda, y de mis abuelas, paterna y materna. La primera de éstas falleció nueve años después de su hijo Eloy, mi padre.


Yo, que no disfruté mucho tiempo de la compañía de mi progenitor (ni él disfrutó de la mía) pienso ahora que mi padre vive en el seno del Padre, integrado en su eón. Mi padre, asumido en la paternidad de Dios, es para mí, Dios. Dios es mi padre y mi padre es Dios. Creo estar más cerca de la protección divina a través de mi padre. Y a él me encomiendo, como espíritu puro, que conserva eternamente su cariño por mí y su afán de protección. Él reside ya en “esas aulas donde el saber se aprende de una sola mirada”. Y a él (a Él) atribuyo las motivaciones que me animan a seguir, a vivir y a esperar. Creo que él me inspira cuando escribo, especialmente pensando en él. Así cuando le dediqué una oda en latín, escrita en las estrofas que el poeta griego Alceo inventó, me siento especialmente inspirado por mi padre. Él no tuvo la oportunidad de estudiar latín, pero estoy seguro de que ahora lo sabe. Eso y mucho más, porque como espíritu puro el saber le es accesible. Él no pudo desarrollar sus capacidades intelectuales, que tenía en alto grado. Le hubiera gustado ser arquitecto, pero sólo pudo ser albañil (‘alarife’, dice la nota del juzgado local donde consta su fallecimiento). El acta de defunción, por cierto, se levantó seis años después, en 1942, a instancias de mi madre. En dicha acta se consignó que la causa del fallecimiento fue “a consecuencia de la pasada guerra”, por donde se ve que los asesinatos se cargaron a cuenta de la guerra: los presuntos combatientes, inermes, se consideraron como enemigos potenciales. Esta era la opinión de Yagüe, quien daría en este sentido instrucciones muy precisas a los municipios correspondientes, comandados por la derecha. No obstante, la aplicación estricta de la norma se dejó a la interpretación de los capitostes locales. Ellos fueron quienes, en última instancia, determinaron quiénes debían morir y quiénes no.

El sueño de mi padre, ser arquitecto, se ha visto realizado en la persona de una de sus nietas: mi hija María José. Tiene, además, otras nietas: mi hija Mercedes, que es médico, y mi hija Marielo, que es profesora de Enseñanza Secundaria. Y un nieto economista: mi hijo Juan Gabriel. De mi hermana (hija póstuma a quien no pudo conocer) tiene otra nieta, María Eloísa, licenciada en Ciencias de la Información.


Por todo lo cual, cuando me encomiendo a mi Padre, le digo: ¡Enhorabuena, Padre, hemos triunfado! Y esto lo debemos, en gran medida, a tu amor paterno y a tu sacrificio.



miércoles, marzo 06, 2013

ANTONIO MACHADO EN LATÍN (III)

(“Anoche, cuando dormía…”)

Heri noctu, dum dormirem,
(o fictionem benedictam!)
Somniavi fontem manare
Interius in corde meo.
Quali, dic, abdita vena,
aqua, pervenis ad me?
Vitae novae iugis fons
Ex quo prius numquam bibi ?
Heri noctu, dum dormirem,
(o fictionem benedictam!)
Somniavi me habere favum
Interius in corde meo.
Et aureas apes in illo
Fabricare laborasse
Ex amaroribus priscis
Mollem ceram melque dulce.

Heri noctu, dum dormirem,
(o fictionem benedictam!)
Somniavi solem ardentem
conditum me habere in corde.
Ardens erat quia praebebat
Foci rubentis calores,
Et sol erat quia fulgebat
Et flere interdum cogebat.

Heri noctu, dum dormirem,
(o fictionem benedictam!)
Esse Deum, id quod haberem
Somniavi, cor intra meum.

NO CAERÁ ESA BREVA



Con esa frase solemos referirnos a algo apetecible, que nos gustaría que sucediera, pero que no albergamos demasiadas esperanzas de que vaya a ocurrir. Digo esto porque este año he presentado un artículo al premio de Periodismo “César González Ruano”, que patrocina la Institución Cultural MAPFRE. Allá por los años 80 del siglo pasado concurrí repetidas veces al citado premio, sin resultado positivo en ninguna de las ocasiones que lo hice.

Convencido de que era inútil por mi parte el querer competir con firmas tan ilustres como la de Manuel Vicent, Emilio Romero o José García Nieto (por citar sólo tres nombres de los que obtuvieron el codiciado galardón) dejé de concurrir al premio. No obstante, los del Instituto Cultural MAPFRE han seguido enviándome su invitación puntualmente a cada nueva edición del premio, así como invitándome a los numerosos actos culturales que organiza la Institución a lo largo del año.

En la presente edición el premio recaerá sobre algún artículo publicado en algún periódico o revista española durante el año 2012. Busqué entre mis publicaciones de ese año y encontré un artículo que podría valer para la ocasión. Así que he resuelto volver a probar suerte y presentarme, una vez más, tras un intervalo de más de una década, al premio periodístico mencionado. Lo hago con un artículo de divulgación, aunque con algunos toques eruditos, que versa sobre un determinado tópico literario: el motivo del ángulo, o también, del rincón. Se publicó en la Revista de Estudios Extremeños, t. 68, nº 2, pp. 601-608. Les incluyo aquí el correspondiente enlace para aquellas personas que puedan evaluar los posibles méritos del trabajo.

Sé de antemano que tengo pocas probabilidades de éxito: ya lo doy a entender en el título de esta entrada. Recordando la letra de una añeja canción, diré que “yo tengo casi, casi, la seguridad” de que los resultados también van a ser negativos esta vez. Pero ese casi, casi, abre una rendija a la esperanza. Además, cuando veo entre los nombres de algunos de los agraciados con el premio en ediciones anteriores ciertos nombres (que me abstendré de citar) me digo “Pues, si lo ha conseguido éste, ¿por qué no podría conseguirlo yo? Hablando con toda franqueza, yo me considero tan merecedor, o más aún, que el sujeto o los sujetos en cuestión.
De modo que a esperar acontecimientos. A ver si, definitivamente,  dejo de concurrir al “González Ruano” de periodismo.