lunes, abril 30, 2007

Con piezas de Mecano






Para mi sobrina Eloísa y su amiga Ana Torroja,
la voz del grupo que se llamó Mecano



Siempre seguí, en su día, los avatares y los éxitos del grupo Mecano, contagiado, en cierta medida, por una de sus fans más entusiastas: mi sobrina Eloísa Arnés. Los componentes del célebre y recordado grupo musical tenían en la hija de mi hermana una de sus más fervientes y fieles admiradoras, y el cuarto de mi sobrina era la prueba más fehaciente de esa admiración: una fonoteca de lo más completo acerca del grupo, álbumes de discos, cassetes, CDs, videos, carátulas, carteles… fotos dedicadas, etc. etc.
Hasta tal punto me sabía yo los títulos y las canciones de Mecano que un día se me ocurrió la humorada de componer un pequeño relato, ensartando los títulos de esas canciones, componiendo con ellos (como si se tratase del conocido juego que lleva el nombre que para sí adoptó el conjunto musical) un texto, a la manera de los antiguos centones. Por estar compuesto con las piezas exitosas del célebre grupo, mi artículo llevaba el título de “Concierto de Mecano” y se publicó en el diario HOY, de Badajoz, con fecha 15 de agosto de 1995. Por cierto que el título del artículo apareció alterado por el tipógrafo de turno que se tragó por descuido la preposición: Concierto Mecano (sic)

Reproduzco aquí la parte más lúdica de aquel relato:
(…)
La “fan” a la que me refiero (la destinataria de este artículo) ha convertido su habitación en lo que yo llamo “el santuario de Mecano”. Posters de la trinidad musical tapizan las paredes, souvenirs por doquier, fotos dedicadas y, sobre todo, la más completa fonoteca monográfica de Mecano jamás vista: versiones en LP, en microsurco, en compact disc, en cassette... Mecano en inglés, en francés, en italiano. Mecano por activa y por pasiva.
Es un empacho, diría cualquier incrédulo; pero el devoto, el entusiasta, el “fan”, tiene que reconocer: es una gozada.
Puedes escuchar varias versiones de cada canción, puedes apreciar matices, puedes, en fin, “mecanizarte” a placer.
Yo, aunque Me río de Janeiro y hasta de mi propia sombra, me he tomado muy en serio esto de Mecano. Por fin, en estas vacaciones, creo que estoy haciendo algo de provecho: ponerme al día sobre uno de los grupos musicales más importantes de este siglo en España.
Así que Nada tiene de particular que, fascinado por los temas y las melodías del exitoso grupo, intente ahora componer, con piezas de Mecano, la clave de un pequeño cuento veraniego que podría “sonar”, más o menos, así:
Cuando llega La estación calurosa (es decir, cuando Ya viene el sol pegando fuerte) en nuestra tierra extremeña se alcanzan temperaturas sofocantes. En casa no hay quien pare y tienes que estar todo el tiempo echándote Aire con el abanico. Llega un momento en que dices Ya no aguanto más. Se acabó. Ahora mismo Me voy de casa. Tan desesperado estás que en ese momento te irías a El fin del mundo, incluso a vivir, como Los héroes de la Antártida, en compañía de las Focas.
Claro que lo que a mí me gustaría de verdad es visitar Japón, pero el presupuesto no me da para tanto. Así que Busco algo más barato. Echándole imaginación al asunto, procuro montarme mis paraísos artificiales sin salir de mi propio piso. Me lo paso Bomba y es como si estuviera en Hawai.
Pero como no es cosa de estar todo el día Perdido en mi habitación, a veces salgo para echar una cana al aire. Así que, para variar, me meto en El cine o, si se tercia, me voy de marcha. Sobre todo, los fines de semana. Anoche, sin ir más lejos, Me colé en una fiesta, Por la cara, y estuve toda la noche Bailando salsa. Así que, claro, Hoy no me puedo levantar. La verdad es que, a cierta edad, uno no está ya para muchos trotes. Hay que reconocer que uno toma ya, cada vez más de tarde en tarde, El barco a Venus. Y apenas te interesas por La extraña posición.
Y no es que uno sea insensible a Las curvas de esa chica. Lo que pasa es que para esa chica ni siquiera cuentas. En el mejor de los casos te toma como una Naturaleza muerta. Y es que, cuando vamos siendo viejos, para ciertas cosas ya No pintamos nada.
Hay quien dirá que estoy Un poco loco. Desde luego, tengo que reconocer que no soy un Ángel. Yo Sólo soy una persona que tiene sus fallos, como todo el mundo. Lo importante es que cada uno de esos fallos se vea como El fallo positivo que enriquece nuestra experiencia.
De momento lo que más me fastidia es que se están acabando las vacaciones. Para antes de El 7 de septiembre me veo currando de nuevo. O sea, entonando, Un año más, El blues del esclavo:
— Tu - ru - ru - rú

martes, abril 24, 2007

EN POS DE LA "RUTA 66" (I)

El deseo de tender puentes con una derecha cada vez más arisca y recalcitrante, en lo que a “crispación” se refiere, me lleva a saludar, con fundadas esperanzas de entendimiento mutuo, el artículo recientemente aparecido en HOY (18 de abril de 2007) titulado “Ira, memoria, Ruta 66”, cuyo autor es el concejal de Zafra, Juan Carlos Fernández:

http://www.hoy.es/prensa/20070418/articulos_opinion/memoria-ruta_20070418.html



Quiero, antes de nada, felicitar sinceramente a su autor porque creo apreciar en su escrito tres cosas que considero importantes y que son, en el presente caso, objetividad, veracidad e inteligencia.


La política de mano tendida, si bien en tiempos de guerra es, cuando menos, imprudente y nada recomendable (véase el artículo precedente en este mismo blog, titulado PUNICA FIDES) es, por el contrario, muy recomendable en tiempos de paz y de convivencia democrática.El concejal zafrense trae a colación algunas analogías que él aprecia entre ciertos episodios de la novela de Steinbeck titulada Las uvas de la ira y el contencioso, de “rabiosa actualidad”, (valga el tópico, no por manido menos exacto) que se conoce con el nombre de “Recuperación de la Memoria Histórica”.


Juan Carlos es joven y quiere comenzar su andadura política desde el presente, sin ese fardo oneroso del pasado. Siguiendo su paralelismo, al hilo del relato del autor norteamericano, Juan Carlos considera estéril aferrarse a la tierra calcinada del pasado, para colonizar el presente y el futuro, sembrando nuevas esperanzas. Y establece este bello aserto que suscribo: “las cenizas de antaño deberían servir de abono a la convivencia de hogaño”. Y, en un breve repaso de la denominada Transición (que sería el equivalente de la primera etapa de la Ruta 66, que nos sirve de símbolo) recuerda los gozos y las sombras de nuestra, todavía corta, andadura democrática: el referendum del 76 (el del “Habla, pueblo, habla”) , la legalización del partido comunista, el susto del 23-F y otros hitos memorables de esta puesta de largo de nuestra ciudadanía, de nuestra mayoría de edad, inútilmente prolongada por el paterfamilias del Pardo:


Todos los sepultados (dice el edil zafrense) fueron víctimas de la misma no-España.Y justo será que a todos se llore. A todos. Pero al llanto de familiares (…) se suman plañideras indeseables (…) con rencor y ansia de revancha…


Bueno, es posible que haya plañideras, parece inevitable. También las hay que hacen ruido junto a las víctimas del terrorismo. Y que agitan banderas inconstitucionales en solidaridad interesada con esas víctimas. (Indeseables, honesto Juan Carlos, los hay en todas partes)


Yo le agradezco sinceramente el que usted reconozca el derecho de los familiares de los vencidos en aquella guerra a buscar y honrar los huesos de los suyos. Ese derecho no les fue reconocido durante los años de la Dictadura. Y en la Transición hubo que dar preferencia a otros asuntos más acuciantes, al objeto de afianzar la todavía débil democracia.Pero la herida estaba ahí. Y había que restañarla para inaugurar de una vez por todas una convivencia no basada en el recelo. No es, créame, ganas de incordiar a la derecha, sino de restablecer la concordia, depurar la convivencia de todo rescoldo de amargura. La izquierda (lo que ella simboliza) necesitaba una catarsis, es una norma saludable de la convivencia echar fuera el veneno de esa amargura (permítame decírselo, sin petulancia, en el viejo latín de Cicerón: evómere virus acerbitatis)


Pero esto requiere ser tratado más pormenorizadamente. Abrigo la esperanza (y con esto termino por hoy) de que usted y yo podamos ponernos de acuerdo, puesto que ambos parecemos estar bien dispuestos para lograr el mutuo entendimiento. Se trata de alcanzar un consenso básico respecto a ciertos aspectos innegociables de la verdad. Algo en lo que, necesariamente, tenemos que coincidir, por ser el resultado de una deslumbradora evidencia, como, por ejemplo, convenir que en este momento en que escribo (las diez de la mañana) es de día.Por supuesto que, respecto a lo opinable, vamos a fomentar la bio-diversidad de opiniones. Es otro de los preceptos saludables de la higiene democrática.




(continuará)

EN POS DE LA "RUTA 66" (II)

Por fortuna, ya no hay Zona Roja y Zona Nacional: Hablar de eso suena ya a un anacronismo afortunadamente superado. Hay Zona Democrática común. Pero nuestra confluencia en la democracia parece provenir de distintos caminos. Y lo que su Partido Político nos trae a la memoria, aunque en la actualidad circule correctamente por la vía democrática, es que nació, como el ave fénix, de las cenizas del franquismo, es decir, de la antidemocracia. Creo que no tendrá usted mucha dificultad en reconocerlo. En cambio, la vieja República, fue un primer esfuerzo, si bien tosco e imperfecto, por tomar el rumbo hacia la verdadera Democracia. En esta caravana popular hacia el santuario de la Democracia ideal, en la que usted y yo parecemos estar empeñados, hemos venido a confluir con la opinión del viejo mandatario inglés, Mr. Churchill, de que “la democracia es el menos malo de todos los sistemas de gobierno” (el premier británico lo decía de una forma más ingeniosa y paradójica, al estilo de aquel Wilde que fue contemporáneo suyo)


Como ve, escribo solemnemente Democracia con mayúscula. No es mi pretensión ‘santificar’ la democracia, con minúscula, aunque, verá: ‘santificar’ o ‘canonizar’ viene a ser a ser lo mismo. Ambas palabras provienen de nuestros comunes manantíos léxicos, el Latín y el Griego. ‘Santificar’ viene de ‘sancire’, sanctum, y ‘facere’, hacer. Digamos ‘elevar a rango de acuerdo o pacto venerable algo que creemos digno de respeto’. Y ‘canonizar’, del Griego ‘kanon’, viene a ser casi lo mismo. La Iglesia santifica o canoniza a algunas personas, reconociendo que son ejemplares.La Democracia se sanciona (se ratifica) mediante lo que se conoce con el nombre de Constitución. Consiste en convertir en regla o norma (‘kanon’) de nuestras vidas una serie de pactos ratificados de mutuo acuerdo.Las normas de convivencia, ratificadas, conforman lo que llamamos la Constitución. Esos acuerdos pactados nos garantizan que vamos por el buen camino de la Democracia. Los santos se han preocupado siempre por encontrar el buen camino. Santa Teresa de Jesús, nuestra santa más castiza, escribió su Camino de perfección. Y un santo de relativamente reciente canonización escribió un libro titulado, simplemente, Camino. Un conjunto de normas que sirvan de guía espiritual, pensado para hombres destinados a ser líderes. Hay libros destinados a guiar (ejemplo, la Guía de pecadores, de Fray Luis de Granada, la Guía de perplejos, de Maimónides…) Y hay otros libros destinados a guiar a los guiadores. Tal parece ser el libro de Monseñor Escrivá de Balaguer, San José María, al que acabamos de referirnos.


La incomprendida Memoria Histórica tiene una razón de ser más profunda, no la mezquina que se le atribuye de atizar rencores pretéritos y reavivar heridas. Se trata de fundamentar la convivencia sobre bases más estables, consolidando el firme sobre el que pisamos, para que no se llene de baches. Ese camino provisional hacia la democracia llamado Transición no fue (ahora lo vemos con claridad meridiana) más que una etapa del camino hacia la Democracia con mayúscula, la anhelada meta a la que usted y yo aspiramos, como compañeros de viaje. La razón de ser de la Memoria Histórica surge de la necesidad de elaborar un mapa del territorio que hemos recorrido, para no volver a equivocar la ruta. Y eso implica razones más importantes, de mayor calado que la de exhumar huesos putrefactos de unos y de otros. Sí, es verdad que los unos fueron celebrados y honrados, sin censura, por los poetas azules (¡aristocrático Foxá!) y los otros silenciados ignominiosamente. Reparemos también esta iniquidad (‘in-aequitas´, ‘desigualdad’ = in-justicia) en la medida de lo razonable.


La Memoria Histórica demanda otro modo de revisar el pasado, otra forma de puesta en común, de verificar que anduvimos errados, cuando, para atajar atentados menores, nos metimos en el Gran Atentado de la Guerra Civil. Los promotores de este Gran Atentado están actualmente siendo juzgados por la Historia, como los de la yihad islámica lo están siendo estos días por la justicia ordinaria. La justicia, a secas. Fíjese cómo van encajando las piezas: hubo tribunales de justicia cuyos vere-dictos fueron, más bien, falsi-dictos, que ahora están siendo invalidados por la justicia, a secas. La Justicia verdadera, la de la Edad de Oro, a la que siempre ha aspirado la Humanidad; la mitológica Astrea, que emigró al Cielo cuando vio que en la Tierra no tenía nada que hacer, vuelve, por fin, por sus fueros. Los añorantes de la “dichosa edad” queremos convencerla para que se quede con nosotros.La Memoria Histórica demanda, exige, reparar los viejos errores. Reconocer los pasos en falso y proclamar con sinceridad y valentía: aquí anduvimos errados. La confrontación bélica entre españoles fue un formidable error y no existe razón histórica que lo justifique.


Pero, si le parece, hacemos un alto en el camino para tomarnos un respiro

EN POS DE LA "RUTA 66" (III)

La mirada retrospectiva, crítica, de la situación política dejada atrás, trata de revisar la etapa de la Dictadura a la luz de la experiencia democrática. Si la Memoria Histórica plantea esta revisión no es, como algunos piensan, con la finalidad de “renovar heridas”, sino con la de dejar bien clara la ilegitimidad de un sistema opuesto a la democracia, desmontando así, uno a uno, los mitos (es decir, las falsedades) en las que basó su presunta legitimidad el franquismo.Desde luego que esa revisión crítica implica también el reconocimiento de errores por parte de los herederos ideológicos de la 2ª República. Las deficiencias de ese primer intento de implantar la democracia eran, en gran medida, consecuencia de uno de los males que la República intentaba corregir: la falta de cultura, como resultado de una situación económica que no facilitaba, precisamente, a quienes carecían de recursos, el acceso a esa cultura. Hubo intentos de remediar tales carencias, como los que ensayaron las llamadas Misiones Pedagógicas, o las Universidades Populares (que no son, como pudiera creerse, un invento de hoy día) En esos proyectos colaboraron poetas como García Lorca, o Miguel Hernández, hondamente comprometidos con la causa popular.Pero la cultura, más allá de lo meramente ‘folklórico’, no estaba al alcance del pueblo llano, sin recursos para realizar estudios superiores. Y, sin cultura, una democracia nunca puede prosperar (Un texto mío, en Latín, cuyo título en español podría ser “Una democracia inculta no puede subsistir”, puede verse en DEMOCRATIA INDOCTA


El inconveniente principal de los ensayos de democracia sin cultura es que, como decía Cicerón, las masas se embriagan fácilmente con el vino de la libertad (R.P. I, 43) El diagnóstico ciceroniano parece aplicable a la 2ª República española:


De este exceso de libertinaje que ellos creen que es la única libertad, dice él 〔Platón〕que brota y nace, como de su raíz, el tirano (Cic., R.P. 1.68.


3-5)*


Las torpezas cometidas por quienes, ayunos de cultura, se embriagaron de libertad, se fueron anotando en la cuenta de la República.Los desheredados de la cultura se asilvestraron. Y, al parecer, no hubo un gobierno que pudiera controlarlos y lograra meterlos en cintura. Los ‘dipsómanos de la libertad’ cometieron algunos excesos contra el estamento religioso, quizá influenciados por aquel punto doctrinal del marxismo que se refiere a la religión como ‘el opio del pueblo’. Y se produjeron sabotajes y estragos contra establecimientos religiosos: las conocidas quemas de iglesias y conventos.


Por otro lado, los terratenientes (los ricos de entonces) temían verse privados de sus posesiones, por los planes de expropiación de tierras, para repartirlas entre jornaleros y gañanes. Se comprende que los ricos hicieran causa común con los intereses de la Iglesia, igualmente amenazada.


Y, por fin, la solución drástica de la sublevación militar. ¡La salvación!Franco fue jubilosamente recibido por los ricos y el estamento religioso como el salvador de la patria en peligro. La jerarquía eclesástica vio en el caudillo el hombre providencial y no tuvo ningún reparo en bendecir la sublevación, calificando de ‘Cruzada’ el golpe militar.Había que atajar los desórdenes particulares de una democracia errónea (la República) con una enérgica intervención militar que implantara el orden por la fuerza.


Pero, señores, ¿cómo se pueden atajar los errores particulares mediante ese Desorden General que es la guerra? Séneca, el Viejo (que sabía más por viejo que por Séneca) había dejado constancia, en sus Controversias, del carácter contradictorio, absurdo, de una medida como esa: Quis, ut seditiones leniret, turbavit rem publicam? (Contr. 2.6.4.23) (Adaptando el sentido de esta pregunta a nuestra particular circunstancia, traduciríamos: “¿Quién, para atajar revueltas, trastornó el orden constitucional?”)


Pues hubo quien lo hizo, y fue nuestro ‘invicto’ caudillo. Que, además, frustró la implantación de la democracia en España durante ocho lustros.La revisión crítica de la dictadura, la demolición de sus viejos tópicos, es necesaria para cimentar la nueva casa común que hemos de habitar los españoles. Esa revisión presenta, entre otras reivindicaciones, la de la condena explícita de la Dictadura, como antítesis de la Democracia. Y esa fue la prueba del algodón que en 2002, el partido entonces en la oposición, recabó del PP, entonces en el gobierno. Cogido entre la espada y la pared, el partido que había obtenido el poder en virtud de las reglas democráticas, aceptó condenar la dictadura (so pena de incoherencia política) ¿Por qué después, en el Parlamento Europeo (4 de julio de 2006) el diputado Sr. Mayor Oreja, inconsecuentemente con lo aceptado por su partido en el Parlamento Español, no condenó el franquismo? ¿No es eso dar marcha atrás?


En efecto, la condena de la dictadura (y, en consecuencia, del franquismo) que tuvo lugar en el Parlamento Español (20 de noviembre de 2002) con la unanimidad de todos los partidos politicos, era una señal esperanzadora de que íbamos por el buen camino, la “Ruta 66” de la Democracia. Andarse ahora con reticencias y resabios en este punto es de muy mal pronóstico.Y es que la deseable pluralidad y la bio-diversidad de opiniones, propia del sistema democrático, resulta incompatible con cualquier tipo de concesiones a la dictadura, y menos a la franquista, que consistió en


a) Una traición al pueblo español legítimamente representado por el gobierno de la República (aun admitiendo posibles fallos e incompetencias de estos representantes legales)


b) Una traición al resto del estamento militar que no secundó la sublevación


c) Un delito de parricidio, perpetrado principalmente contra una población inerme e indefensa, cuyo único delito fue profesar unas ideas que aspiraban a mejorar las condiciones sociales de los españoles.


d) Una prolongada usurpación del poder, obtenido por la fuerza, que retrasó de manera exasperante la mayoría de edad de los españoles y el disfrute de las libertades (de prensa, de culto, etc.) a que tienen derecho las naciones ‘civilizadas’


e) Una rémora, en fin, de la incorporación de España a la modernidad y el bienestar.





Estos y otros daños trajo al país la dictadura franquista.No es de recibo que un representante de un partido español, que se supone democrático, rehúse condenar lo que su mismo partido ya había condenado con anterioridad (quizás a regañadientes)





Ahora bien, si el PP no reitera esa condena es una señal inequívoca de que su propia credibilidad democrática está en entredicho. Y de que no va en la dirección de la democrática "Ruta 66", sino que tiende ‘a volver grupas’, hacia la vieja querencia.


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* La cita de Platón pertenece su Rep. VIII, 562c-563e)






lunes, abril 23, 2007

¡Ah, los matemáticos!





A mi ex–alumna Inmaculada P. de G. Molina



Lo que son las cosas… Si mi exclamación del epígrafe hubiera cambiado del masculino al femenino (¡ah, las matemáticas!) nadie la hubiera interpretado como referida a las mujeres, sino a las ciencias llamadas matemáticas. Claro que, entonces, en la escritura, la correcta grafía de la expresión hubiera requerido el empleo de la mayúscula inicial del sustantivo. Pero eso no sería percibido en la frase oral, sino en la escrita: ¡Ah, las Matemáticas!
Si opto por la forma masculina se entiende que me estoy refiriendo a las personas (¡de ambos sexos!) que cultivan esas ciencias tan peculiares como son las que, de entrada, ya se enuncian en plural, a diferencia de otras ciencias (la Filosofía, la Medicina, la Astronomía…) que habitualmente se nombran en singular.
Si digo las Matemáticas se entenderá, seguramente, que me refiero a las ciencias, no a las personas del sexo femenino que las cultivan. Si, en cambio, digo “los matemáticos”, está claro que mi expresión se entenderá referida a los seres humanos, mayoritariamente masculinos, claro, que cultivan esas ciencias.
Ellas, las Matemáticas, son maravillosas; y ellos (los matemáticos y las matemáticas) unos seres maravillosos, como la mente del personaje que encarna el actor Russell Crowe, de modo maravilloso, por cierto.
Si el saber produce deleite, el que producen las Matemáticas (y algunas matemáticas, probablemente) consiste, según afirman ellos/ellas, en un deleite muy señalado, muy sui generis, casi inefable. Descartes lo explicó en alguna ocasión, tratando de razonar la causa que lo producía:
Je me plaisais sourtout aux Mathématiques, à cause de la certitude et de l’évidence de leur raisons. (Yo me deleitaba, sobre todo, con las Matemáticas, debido a la certeza y la evidencia de sus razonamientos)
¿Y los matemáticos? ¡Ah, eso depende de los gustos de cada cual! A mí, personalmente me atraen más las matemáticas de líneas curvas, pero, según dicen, “sobre gustos no hay nada escrito”, cosa que tampoco es verdad.
Tanto admiro a los matemáticos que hace ya bastantes años me compré los dos tomitos publicados por Penguin Books, que tratan de las vidas maravillosas de esos cerebros privilegiados. Me refiero al libro titulado Men of Mathematics, de E.T. Bell.
Allí leí cosas muy interesantes acerca de esos seres admirables, anécdotas de sus vidas, a veces trágicas, como la muerte en duelo del famoso algebrista Èvariste Galois; o sorprendentes, como la prodigiosa precocidad de un Gauss, descubriendo, intuitivamente, hacia los nueve años, el procedimiento de la suma rápida, casi instantánea, de los términos de una progresión aritmética…
Sí, me hubiera gustado enamorarme, hasta las cachas, de las Matemáticas. Y, por supuesto, te envidio, querida ex–alumna, Inma Pérez de Guzmán, profesora de esta disciplina en la Universidad malagueña. Pero,¡ay!, non omnia possumus omnes, no todo se puede. Hay, menos mal, otros puros placeres en la tierra, a los que, por fortuna, yo he tenido acceso. Leer a Virgilio en su idioma es también un placer muy estimable. Y otro tanto puede decirse de quienes tienen la suerte de saborear la incomparable sinfonía dactílica de los versos homéricos. Alguna experiencia, aunque muy modesta, tengo del asunto.
Por estos espirituales deleites, barrunto que me perdí algo extraordinario por no haber estudiado a fondo las Matemáticas. Pero, de haberlas estudiado, me hubiera gustado escalar esas cimas gloriosas que escalaron los más audaces. Me gustaría haber compartido con Fermat el secreto del célebre teorema que él se llevó a la tumba y que sólo hace unos años, con métodos posiblemente más sofisticados pero menos sutiles, logró descifrar Andrew Wiles, un matemático anglosajón, profesor en Princeton. O conseguir elevar al rango de teorema el atisbo genial de otro gran matemático francés, Henri Poincaré, la llamada conjetura de Poincaré, sólo recientemente resuelta por otro genial matemático, esta vez de origen ruso, Gregor Perelman.
Todos estos inmarcesibles secretos de las Matemáticas podrían sernos más accesibles, de haber estudiado más a fondo las llamadas ciencias exactas. Por más que hay matemáticos que rehúsan el calificativo de ‘exactas’, aplicado a las Matemáticas, lo mismo que hay filósofos que rechazan para su ciencia el epíteto de ‘pura’, que hasta hace 30 ó 40 años (cuando yo acudía por la Complutense) se solía aplicar a la Filosofía
.

jueves, abril 19, 2007

PUNICA FIDES

La memoria histórica sirve, entre otras cosas, para desenmascarar las viejas trapisondas que puso en marcha la propaganda del régimen franquista, a fin de disfrazar de celo por la causa pública y el mantenimiento del orden lo que era en realidad una añagaza para hacer salir de sus escondrijos a los obreros afectos al socialismo y, una vez localizados, tenerlos bajo control y, eventualmente, hacerlos desaparecer para siempre.
Lo sé porque la estratagema enemiga dio resultado en el caso de mi familia. El contenido del bando que aquí se reproduce es idéntico al que movió a un tío carnal mío (hermano de mi padre) a ir a buscar a su hermano a un escondite para trasmitirle las garantías recibidas de que no tenía por qué temer, ya que no tenía delitos de sangre y bla, bla, bla…
Mi tío (20 años entonces) incurrió en la candidez de dar crédito a semejante faramalla y allá se fue en un carro, a unas cuantas leguas del pueblo, en busca de su hermano.
Todo fue una añagaza marrullera. No bien hubo vuelto al pueblo, mi padre fue llevado preso a la cárcel que se había habilitado al efecto en el que luego sería (si es que no lo era ya) el Bar de Nicolás, en el rincón junto al Casino. De allí saldría en la madrugada del 10 de septiembre del 36, para ser asesinado junto a las tapias del cementerio, en compañía de otros presos, entre ellos una mujer apodada La tenienta.
Unas reflexiones al hilo del contenido de este bando, que se conserva en el archivo propiedad de la familia Salazar, de Zafra, y que el historiador José María Lama reproduce con el nº 135 entre los documentos que aporta en su libro La amargura de la memoria (Ed. Diputación de Badajoz, 2004) :
La primera reflexión es la que aconseja no fiarse jamás del enemigo. Es la moraleja de aquella conocida fábula de Samaniego titulada “El perro y el cocodrilo”. Dice la moraleja:
¡Oh, taimado perro viejo!:
Yo venero tu sentir
en eso de no seguir
del enemigo el consejo
.


Esa desconfianza sistemática hacia el enemigo es lo que entre los romanos se conocía con el nombre de Punica fides. La proverbial alevosía cartaginesa se conocía entre los romanos con el irónico mote de lealtad cartaginesa. Ese recurso tropológico llamado antífrasis, que consiste en dar a algo el nombre más opuesto al que en realidad le cuadra. Esa lealtad era, justamente, todo lo contario de la auténtica lealtad. Bien lo sabía Laocoonte cuando aconsejaba a sus compatriotas desconfiar del caballo de Troya:
Timeo Danaos et dona ferentes
(Temo a los griegos incluso cuando nos traen regalos)

Y, por último, una ojeada sobre el fementido y pestífero texto del bando, sobre sus abominables muletillas, simulando preocuparse del bienestar de los obreros y protegerlos de los abusos del explotador, en este caso, naturalmente, los líderes rojos. Se refiere a la insurrección como un “movimiento salvador de España”, lo que es flagrantemente contradictorio y falso. Y pretende ganar, con el halago doloso, la confianza del obrero. Este tipo de soflamas estaba a la orden del día.
De paso conmina a la entrega de las armas, so pena de ser pasados por ellas, a quienes no lo hicieren (se sobreentiende: a menos que pertenezcan, o sean adictos, a la gloriosa causa del Movimiento Nacional, en cuyo caso, la tenencia de armas resulta totalmente lícita; ya que en algunos lugares, los propios militares han suministrado armas a los mandamases de la derecha para que contribuyan a limpiar a España del rojerío, el enemigo común)
Y termina el bando con el preceptivo y patriótico “¡Viva España!”
La España suya, naturalmente, no esa otra España sobre la que ellos sembraban diariamente la muerte.
_____

* Transcribo el texto del bando, por no estar legible en la fotocopia que se adjunta a esta entrada. Falta algún que otro acento y sobra alguna que otra coma. Pero no iba encima a suministrarle ortografía al comandante. Faltaría más.
Don Carlos Blond Mesa
Comandante Militar de esta Plaza

HAGO SABER: Todos los obreros que estén ausentes de su domicilio pueden volver tranquilamente a sus casas en la seguridad de que nada han de temer, ya que el movimiento salvador de España no va ni ha ido nunca contra el obrero, sino todo lo contrario, puesto que solo quiere su bienestar, la paz entre todos y la salvación de la Patria que estaba en peligro de derrumbarse.

El ejército salvador viene a los pueblos en son de paz, no de guerra como traidoramente os querían hacer ver los dirigentes a costa de vuestras cotizaciones, pan que quitabais a vuestros hijos, vivían y querían seguir viviendo en el lujo y el bienestar de los potentados, y esto por fortuna para vosotros ha terminado para siempre.

Por tanto el que no haya sido dirigente ni tenga sobre su conciencia delitos de sangre, puede regresar tranquilamente a su lugar, entregando previamente el arma que tenga como prueba de lealtad a su patria, y promesa de que no incurrirá nuevamente en los errores a que le llevó su ignorancia o buena fe al seguir a unos traidores a su nación.

En cumplimiento de bandos publicados anteriormente y que ya conoceis, advierto a todos que los registros domiciliarios se llevarán a cabo con todo detalle y energía, por tanto, el que aún conserve algún arma y no se atreva a entregarla, que la deposite en la vía pública de donde por las fuerzas a mis órdenes serán recogidas, bien entendido que a los inquilinos de las casas en donde se encuentre alguna sin la debida autorización, serán pasados por las armas con arreglo al bando de declaración de Estado de guerra.

Espero de todo el pueblo de Zafra el más exacto cumplimiento a las órdenes dadas y no dudo que todos sabrán portarse como buenos españoles cooperando con las autoridades a la salvación de nuestra Patria.

¡Viva España!

Zafra, 27 de Agosto de 1936

Carlos Blond

domingo, abril 15, 2007

Pensar con los pies...

"El sastre", por G. Battista Moroni (1529-1578) National Gallery

Entre los poetas antiguos, griegos y romanos, los poemas nacían con un traje a la medida, con el verso puesto. El lenguaje poético era de Corte y Confección y las musas impartían lecciones de sastrería, de modo que los pupilos aprendían a pensar directamente en verso. Y esto era factible, en gran medida, porque los alumnos aprendían antes a cantar que a hablar, mejor dicho, cantar era la forma habitual del habla, por lo que a hablar se aprendía cantando, y de ahí los nombres prosodia y acento, griego y latino, respectivamente, palabras relacionadas con el canto (pros odé / ad-cantus) El hablar era una suerte de música y ‘música’ era, propiamente, el lenguaje de las musas. Griegos y latinos percibían de una forma natural las cantidades breves o largas de las sílabas y equivocar estas cantidades era como desafinar, de ahí que riesen cuando denotaban en los forasteros la falta de precisión en las cantidades. Así los poemas griegos y latinos brotaban espontáneamente cubiertos con el traje a la medida del verso. La armonía innata era su ropaje natural. Claro que algo semejante se podría decir de muchos grandes poetas que no fueron griegos o latinos. Rubén Darío es el ejemplo más preclaro de una aptitud innata para expresarse en verso. Y esto se puede afirmar, en general, de los grandes poetas, sea cualquiera el idioma en que escriban.
Pero la ciencia de las cantidades silábicas en la poesía grecolatina se aprendía de forma natural en el habla. El canturreo, el sonsonete, el acento, se asimilaban de viva voz. Los versos se ajustaban a ritmo y medida, susceptibles de ser marcados por movimientos de cabeza, o, más frecuentemente, marcando el compás mediante la elevación y depresión alternativa de la punta del pie (arsis y tesis). Por eso a un griego, o a un romano, les resultaba relativamente fácil versificar y, en cambio, a nosotros nos resulta muy difícil hacerlo, aun habiendo estudiado las reglas de la cantidad en esos idiomas.
La prosodia, con sus matices musicales, era algo connatural con el aprendizaje del habla viva de las lenguas clásicas y por eso decimos que los poemas nacían ya trajeados de un lenguaje a la medida, sílaba por sílaba. El verso nacía revestido de manera natural por la prosodia asimilada en el habla.
Los poetas, empero, hablan de poesía desnuda y aun de poesía inefable. Bécquer afirmaba conocer “un himno gigante y extraño”, que él quisiera escribir
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas
.
Es decir, un lenguaje incluso exento del vehículo normal que es la palabra.
Juan Ramón postulaba una poesía ‘desnuda’, bien que admitiendo una única vestidura decorosa para su poesía: la túnica de la inocencia:
Vino, primero, pura,
vestida de inocencia
y la amé como un niño
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Pero en la alegoría juanramoniana la poesía se hace adulta y, despues de pasar por una etapa sofisticada, de perifollos y atavíos verbales, inicia un strip-tease en el que se va progresivamente despojando de sus vestiduras:
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua
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Hasta que se despoja incluso de esa túnica. Porque hasta la inocencia puede ser considerada como una ‘fermosa cobertura’. La naturalidad es la desnudez. Por más que el cínico Henry Woton, del wildeano El retrato de Dorian Gray, dijese que “la naturalidad no es más que una pose, y la más irritante de las que conozco” (cap.I)
Por suerte o por desgracia, se perdió para la Poesía esa ciencia de la alta costura por la cual los poetas engendraban versos, a veces con más pies que cabeza: dáctilos, espondeos, yambos, troqueos, pirriquios, anapestos, proceleusmáticos…
Perdido ese arte de vestir el verso ‘a la medida’, arte de sastrería, le resulta muy ardua tarea, al que quiere versificar en versos clásicos, someter su inspiración a las pautas rítmicas marcadas por las cantidades. Es como el tormento de Procusto: estira aquí, corta allá…una tarea enojosa. Cuesta trabajo incluso a quien se ha preparado a conciencia para ello. Quizás por eso nuestro gran humanista Arias Montano componía versos latinos como quien hace penitencia. Casi todos los poemas que componen su colección dedicada a los profetas menores son el resultado de una promesa (Carmen ex voto) Se promete, en religión, aquello cuya realización comporta sacrificio. Montano se sacrificaba componiendo versos latinos. Era esta su disciplina y este su tormento en el potro, como un Procusto voluntario.
A mí me cuesta mucho versificar, someterme a la tortura de las largas y las breves. Y es que no hemos sido educados en esta naturaleza prosódica de manera natural, como los griegos y los romanos. Desconocemos la cadencia prosódica con que ellos aprendían a hablar desde la infancia o, si aprendían a hablar ya desde adultos, por ser extranjeros, desconocemos el acento peculiar de esas lenguas, tal como se aprendía de viva voz. De modo que versificar, que era para ellos relativamente sencillo porque partían de un conocimiento vivo de la prosodia, resulta para nosotros una tarea ardua. Como si sometiéramos nuestra inspiración a un corsé insoportable.
Estas reflexiones se me ocurren tras arduos esfuerzos por componer en latín unas cuantas estrofas en versos alcaicos. La llamada estrofa alcaica consta, en efecto, de dos endecasílabos, un eneasílabo y un decasílabo, según el esquema:

‾ ‾ ˘ ‾ ‾ ‾ ˘˘ ˉ ˘ x / (bis)
‾ ‾ ˘ ‾ ‾ ‾ ˘ ‾ x /
‾ ˘ ˘ ‾ ˘ ˘ ‾ ˘ ‾ x.
He conseguido pergeñar algunas estrofas, pero a costa de un esfuerzo ímprobo. He aquí una de esas estrofas:
O digne luctu, care pater meus,
erepte vita morte nefaria!
avulsus uxori benignae
et genitae genitoque parvo!

Teóricamente, deben seguir siete u ocho estrofas más, pero de momento, están en el telar.Ya veremos si tengo paciencia para terminarlas. Espero que las musas me instruyan con sus lecciones de alta costura.