El fecundo ingenio de Serrano Mangas (¡lástima que se extinguiera tan pronto!) ideó dos nuevas denominaciones para la clasificación zoológica. Una de ellas serviría para denominar una variedad del homo sapiens, apta para definir a un subtipo de docente, o enseñante, que él llama cathedraticulus foramineus. Su principal caracterísca consiste, al parecer, en haberse 'colado en la enseñanza' por un agujero (foramen) La otra nueva especie zoológica, también es una subespecie del homo sapiens, a la que es connatural la astucia propia de la zorra, pero con la particularidad de que esta zorra ha sido alimentada no con la dieta natural de los carnívoros, sino con arroz. Se trata de la vulpes oryzata (oryza = arroz). Esta zorra, o vulpeja (= vulpécula) es una zorra amaestrada por un abad. Es la famosa zorra a la que amaestrara el abad Caramuel, muy diestro en fabricar palíndromos y bustrofedones, habilidad que consiste en leer de derecha a izquierda (lectura analéxica en el idioma cifrado de Mangas) Esta viene a ser la vulpes oryzata de Caramuel, abad del Císter. La denominación le viene al pelo a su creador, Serrano Mangas. La prueba de que aprovechó bien las enseñanzas del abad está en su 'bienintencionado discurso' acerca de "la cronología y el sentido de la Asafrae Descriptio, de Enrique Cock"*. En esta pieza maestra de la ciencia del palíndromo, propia de Caramuel, el autor trata de explicar al lector en qué consiste lo que él llama la "liliácea inteligencia": es una especie de inteligencia inferior, propia de los nativos de Aceuchal (este es mi caso). inteligencia que ha sido condimentada (o más bien contaminada) con el producto específico de este pueblo: el ajo. La más eficaz manera de que el lector se entere de lo que es la 'liliácea inteligencia' es repetir en el discurso la interjección 'ojalá'. Esta palabra guiará al lector de manera subconsciente, a una lectura inversa (de derecha a izquierda) que remeda... el pregón del ajero. Ingenioso de veras, ¿no?
Ya he propuesto, en una ocasión anterior, que cuando contemplemos el monumento dedicado al ajero, en Aceuchal, imaginemos en boca del personaje representado, el pregón '¡ojalá!' que, leído en clave caramuelesca, quiere decir: ¡Al ajo!
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* Publicado en la Revista de Estudios Extremeños, vol.56, nº1, pp. 147-160