sábado, septiembre 22, 2012

A VUELTAS CON CERNUDA


Días atrás publicábamos en este mismo blog una entrada en la que tratamos de verter al latín unos versos de Cernuda. Con razón, un lector nos puntualizó que nuestra versión adolecía de una imprecisión, puesto que lo que se comparaba en esos versos era el destino (fatum) de los dioses y el de los mortales. El carácter de inmortales es precisamente lo que marca, según el poeta, la desventaja de los dioses con respecto a los hombres: para éstos las penalidades (dolor y placer) terminan con la muerte. Aquéllos, en cambio, deben soportar su sino por toda una eternidad. En el fondo, según este sentir, los hombres resultarían más afortunados que los dioses.

Tras estas aclaraciones, retomamos nuestra versión latina de los versos de Cernuda, introduciendo los cambios que hemos considerado pertinentes:

Voluptas, dominatio, cogitatio
hic quiescunt. Iam febris evanuit.
Veritatem quaesierunt sed inventae
non crediderunt ei.

Nunc terra mulcet desideria eorum 
et denique satiantur. Misereri
mortalis fati noli, beatioris
quam quod Superis manet sempiternis.

Nota: Acompañamos nueva foto de Cernuda, tomada de la revista NUEVO ÍNDICE  que fundó y  dirigió mi buen amigo, ya fallecido, Juan Fernández Figueroa.

jueves, septiembre 20, 2012

AVISO AL LECTOR

Por causas ajenas a mi voluntad, han pasado desapercibidos algunos comentarios enviados a determinadas entradas de este blog por lectores amigos y, en general, gente bienintencionada. El principal motivo de esta aparente indiferencia hacia las opiniones ajenas se debe a que, hasta ahora, los comentarios enviados los recibía a través de los e-mails de mi correspondencia. Luego dejaron de aparecer allí y yo creí que, efectivamente, no había comentarios, ni favorables ni adversos, ni, sobre todo, incordiantes, como eran los de cierto Anónimo que, desde hace bastante tiempo, me ha enviado incoherentes misivas, a menudo en mal inglés, como alguien que quiere decirme: "Estoy aquí y te molesto".  Últimamente ni siquiera me llegaban los comentarios de este lector insidioso y yo llegué a pensar que, por fin, se había cansado.

Pues, no. Seguían llegando comentarios a mis entradas, tanto de gente bienintencionada como de incordiantes como el que acabo de mencionar. Lo que pasa es que, debido a mi falta de pericia en el manejo de este tipo de técnicas, yo no me ocupaba en explorar las 'entrañas'  (también llamadas 'tripas') de este blog y allí figura un apartado titulado 'comentarios en espera de moderación'. Tenía un buen número de ellos. Y otros, como los del cretino de marras, que figuraban ya en el apartado correspondiente a la correspondencia llamada SPAM.  Ahí continuarán en proceso de putrefacción hasta que por sí solos desaparezcan.

En cuanto a los demás, espero que hayan aparecido (pido disculpas por la tardanza) junto a las correspondientes entradas que motivaron los respectivos comentarios.

Aclarado, pues, el motivo de mi silencio.Agradezco esos comentarios bienintencionados, aunque vengan firmados por Anónimo. Claro que, según vea la intención que me demuestre el susodicho 'anónimo', decidiré si lo envío al pudridero del SPAM, para lo sucesivo, o le doy acogida entre las misivas amigables.

Saludos y gracias a mis muy apreciables lectores.

miércoles, septiembre 19, 2012

A PROPÓSITO DE LA MUERTE DE SANTIAGO CARRILLO

Apunte del gesto típico de Carrillo, fumador habitual.
* Para evitarme problemas con la propiedad de la imagen, he preferido ese esbozo de la figura de D. Santiago, con su inseparable pitillo característico. La figura del político desaparecido resulta así más fácilmente identificable.

"Dios te libre del día de las alabanzas", dice el refrán popular, en referencia al día de la muerte; cuando todo, o casi todo, el mundo está dispuesto a juzgarte con benevolencia. Este es el caso del dirigente histórico del partido comunista, Santiago Carrillo, fallecido en el día de ayer. Incluso desde el PP, se han escuchado juicios respetuosos, positivos, sobre el papel conciliador del líder comunista en la etapa de la llamada Transición. En particular se ha hablado elogiosamente de su fidelidad a las propias ideas y de su lucidez mental, demostrada hasta casi  el final de su vida. El diario ABC de hoy, al dar cuenta de la noticia del fallecimiento, alude a la  sombra del comunismo, para que quede claro que, para ese órgano de opinión, Carrillo ha sido y será, por siempre, una persona nefasta en la historia política de España (en contraposición a Franco, por ejemplo).  Esta tacha despectiva aparece en la portada del citado diario. No he visto en el interior: no he tenido ganas de mirar más allá de la primera página. Es probable que, una vez más, haya salido a relucir lo de Paracuellos. Pero, con ser  lo de Paracuellos un episodio sin duda reprobable de aquella diabólica lógica de represalias que había instituido la rebelión franquista; hay que considerarlo como una consecuencia de la institucionalización del terror que pusieron en práctica los responsables del mando rebelde, en coordinación con la Falange (no la doctrinal, sino la que vistió ocasionalmente la camisa azul, el uniforme paramilitar de la derecha) Paracuellos tuvo su desencadenante previo en las matanzas de Badajoz y en las que se siguieron en las diversas poblaciones de toda España; y el éxodo de Paracuellos tuvo su antecedente en sucesos previos en los que se había procedido contra la población en desbandada, que procuraba ponerse a salvo, como en el caso de la llamada 'columna de los 8.000'. En Paracuellos se aplicó la lógica del exterminio que habían implantado los rebeldes. Así de claro, bien que, también, así de triste. Se habló mucho del asesinato alevoso de Calvo Sotelo (y se dijo que había sido uno de los sucesos que 'precipitaron' el golpe de Estado, que ya venía fraguándose en las altas esferas del mando militar). Sin mencionar que ese asesinato (alevoso, desde luego) fue réplica del previo asesinato cometido en la persona del teniente Castillo. Fue la ciega lógica del 'golpe por golpe', contra la que no supo imponerse eficazmente el gobierno de la República, que no atajó a tiempo la llamada 'espiral de la violencia'.

El nombre de Santiago Carrillo siempre irá asociado a la ignominia cruel de Paracuellos, sin considerar que la espiral de la violencia se había extendido, con ferocidad implacable, en la táctica de exterminio sistemático del enemigo político, táctica que fue la clave de la guerra sucia implantada por  los mandos militares rebeldes, coordinados con la derecha política.

De esos mandos y de sus conmilitones y compinches se podía decir lo que el jefe Calgaco decía de los romanos, según Tácito: "a despojar, asesinar y desposeer lo llaman, con falsos nombres, Imperio. Y llaman Paz al asolamiento que han implantado" (Tac. Agr. 30.6 ss.)
______ 

Recomiendo leer en El País, el artículo "Puntualizaciones sobre Paracuellos", publicado con fecha 21-9-2012. Ver enlace aquí

IDEAS DE CICERÓN SOBRE LAS GUERRAS CIVILES

La correspondencia epistolar entre Cicerón y Bruto, uno de los conjurados que participaron en el asesinato de César, nos revela facetas insospechadas acerca del modo de pensar del orador y nos descubre aspectos y puntos de vista que no cuadran bien con los que deberían corresponder a un hombre de talante republicano. Si trasladamos el esquema mental de su pensamiento a la situación vivida en España durante la guerra civil, asociamos, de inmediato, inevitablemente, esos esquemas de conducta a los que sirvieron de pauta a los militares sublevados y, en general, a la derecha más reaccionaria. Tras la guerra civil entre César y Pompeyo, la situación política de Roma equivalía a la de una dictadura: César acaparaba todo el poder personal. Lo que los conjurados pretendían era fortalecer el sistema republicano, devolviendo al senado su antigua influencia. Sabemos que Cicerón era partidario de Pompeyo, derrotado en esa confrontación civil, en la que César se alzó con la victoria. Se da por supuesto que la causa republicana habría resultado favorecida, de haber sido Pompeyo el vencedor. Ahora bien, según la experiencia del propio Cicerón, la facción derrotada, fuese la que fuese, quedaría privada de toda forma de república. Cicerón resumía su propia experiencia así:

Pues de todas [las guerras civiles] que yo recuerdo, ninguna hubo en nuestra república en la que, cualquiera que fuese la facción vencedora, subsistiera alguna forma de república. No sabría yo decir qué clase de república tendremos los que salgamos vencedores de esta guerra. De una cosa estoy seguro y es que, para los vencidos, no habrá ninguna república. (Cic. Ep. ad Brut. 23.10.6-11)

La convicción de Cicerón no da lugar a dudas: del resultado de cualquier enfrentamiento civil no puede esperarse otra cosa más que una dictadura y una dictadura que habría de ser especialmente intransigente y dura con los vencidos, ya que de éstos, en el caso de resultar ganadores, cabría esperar una intransigencia igual o mayor respecto a sus oponentes:

¿De qué se puede quejar mi enemigo si, en el caso de que fuese él el que hubiese ganado, por fuerza tendría que reconocer que hubiera sido bastante más cruel conmigo? (ib. 23.11.7-8)

Pero donde mejor se echa de ver el talante totalitario del orador y, concretamente, su actitud poco humanitaria, es respecto al trato que debe seguirse con los vencidos. La conducta a seguir con el enemigo político derrotado se asemeja a la que pusieron en práctica los militares golpistas de la España del 36. Bruto, por el contrario, aboga por ejercer la generosidad y la clemencia con los vencidos. Es, en este sentido, más genuinamente republicano que Cicerón. Véase el siguiente pasaje de la correspondencia entre el uno y el otro:

Dices en tu carta que habría que prohibir con todo el rigor posible las guerras civiles, antes que ejercitar la crueldad contra los vencidos. Disiento sobremanera, Bruto, y no estoy de acuerdo con tu idea de la clemencia; pues, si queremos ser clementes, nunca faltarán guerras civiles. Créeme, Bruto, os veréis en un aprieto si no tomáis precauciones. (ib. 8.2 y 8.3)

El político y hombre público que fue Cicerón era partidario de aplicar la mano dura como la única manera de asegurarse la victoria. La misma receta que siguieron los militares y la derecha golpista, apoyada por la jerarquía eclesiástica, en nuestra guerra civil. Hasta se aplica, en este caso, el mismo argumento de la religión amenazada, como se hizo en el caso español:

Veo que te deleitas en la compasión y que piensas que ese deleite es la máxima recompensa. Ciertamente, es magnífica cosa, pero en otras circunstancias, en otro momento, suele y debe haber lugar para la clemencia.
Ahora, ¿de qué se trata, Bruto? Es la aspiración de unos hombres indigentes y sin nada que perder la que amenaza a los templos de los dioses inmortales; y no está en juego otra cosa en esta guerra sino nuestra propia supervivencia. ¿A quiénes perdonamos y qué hacemos? ¿Tendremos consideración con unas personas que, de resultar vencedores, harán que no quede ni rastro de nosotros?
(ib. 5.5. 2-9)

Bruto se vio en el caso de pedir a Cicerón que no se tomaran represalias contra los hijos de Lépido, casado con una hermana del primero:

Te ruego y te suplico, Cicerón, apelando a nuestra amistad y a tu benevolencia hacia mí, que olvides que los hijos de mi hermana son hijos de Lépido; y hazte la cuenta de que yo he asumido el oficio de padre para con ellos (ib. 21.1.3-6)

Y es que tampoco podía llamarse propiamente humanitaria una república que aprobaba leyes tan inhumanas como la de hacer recaer sobre los hijos el castigo de las culpas que sus padres hubieran cometido contra el Estado. En este sentido, escribe Cicerón a Bruto:

No dejo de reconocer cuán amargo es que los crímenes de los padres sean expiados con el castigo de los hijos, pero así lo disponen con toda claridad las leyes, a fin de que el amor de los hijos haga a los padres más afectos a la república. De manera que es Lépido el que es cruel con sus hijos, no aquel que juzga enemigo a Lépido. (ib.20.2. 1-5)

Confieso que los argumentos de Cicerón, en este sentido, hacen que disminuya, en gran medida, mi admiración y mi aprecio hacia la figura del célebre orador y filósofo romano. Ante una ley tan manifiestamente inicua como esa, el ilustre abogado romano debería de haber propuesto su derogación de inmediato y haber manifestado su disconformidad con la misma, en lugar de invocar la dicha ley para justificar una medida a todas luces injusta.

Tras la muerte de César, Cicerón pondría sus esperanzas en el joven Octavio, sobrino del político y general asesinado. Las componendas políticas entre éste y Marco Antonio dejaron a Cicerón a merced de éste último, quien se vengaría del orador, enviando contra él a unos esbirros que lo decapitaron. La cabeza del tribuno fue expuesta en el foro y la lengua que había pronunciado las Filípicas fue atravesada con una aguja.

jueves, septiembre 06, 2012

"ELEGÍA MEDIA DEL TORO" (y VIII)

Por el combo marfil de tu bigote,
te arrastran a segunda ejecutoria.
¡Entre el crimen airoso del capote,

para ti fue el dolor, para él la gloria!






Las mulillas arrastran al toro muerto para su traslad0 a la sala de despiece ('segunda ejecutoria') Las sogas que sirven para el arrastre se sujetan a los cuernos, significados aquí en la palabra 'bigote'. Miguel Hernández dispone de un amplio repertorio de equivalencias sinonímicas para referirse a la cornamenta del toro: sólo en el poema que estamos glosando encontramos: 'arco', 'inquiridor de sangre, hueso y remo', 'rabo primero' y, por último, 'bigote'. Si revisamos las octavas de Perito en lunas, encontraremos algunas equivalencias más: 'luna menos cuarto', 'lira', 'áncora', 'vínculos de hueso'...


El colofón de la fiesta es que el toro lleva siempre, o casi siempre, las de perder. Sólo en muy raras ocasiones se hace esa excepción que llaman el 'indulto'. Pero, en la mayoría de los casos, todo acaba de la manera que resume el verso final de esta 'elegía':









¡Para ti fue el dolor, para él la gloria!

"ELEGÍA MEDIA DEL TORO" (VII)

Un datilado y blanco movimiento
mancos pide un sentido y el azote
al juez balcón de tu final sangriento.





En la imagen podemos apreciar lo que el poeta llama 'un datilado y blanco movimiento'. 'Datilado' porque intervienen los 'dedos' ('dátiles', del griego 'dactylos') 'Dátiles' es una forma popular de llamar a los 'dedos'. El poeta la utiliza en otros contextos suyos. Así, las ubres de las cabras son 'trojes de la blancura puesta en veta / por la palma de dátiles pastores' (octava XXXIII de Perito)



Más alambicada resulta la forma de expresar que lo que el público pide y da a entender con ese gesto de agitar los pañuelos es que el presidente de la corrida conceda al torero los máximos trofeos: la oreja y el rabo del cornúpeta. Lo de dejar 'manco' al toro con respecto a un sentido (el del oído) es, en cierto modo, 'confundir el polifemo con las témporas' (para utilizar el nombre del legendario cíclope en el sentido que le dio, jocosamente, Miguel Hernández a esta palabra) Pues la oreja no es, exactamente, el oído; sino sólo el apéndice externo del órgano auditivo.


Y el rabo es el 'azote' ('el miembro que aventó moscas un día', CORRIDA- real, v. 112)



En cuanto a lo que el poeta llama, en virtud de la figura conocida con el nombre de metonimia, 'el juez balcón' , es el palco de la presidencia.



El terceto final seguido del verso adicional se convierte en la estrofa conocida con el nombre de serventesio (ABAB) Lo glosaremos en la entrada siguiente, poniendo con ella el final a este comentario ilustrado.

miércoles, septiembre 05, 2012

"ELEGIA MEDIA DEL TORO (VI)



Arrodilla sus iluminaciones
y, mientras todos creen que es por valiente,

por lo bajo te pide mil perdones.
El desplante de arrodillarse ante el toro, aunque parezca un acto de valentía y de arrojo temerario, lo ve el poeta como un reconocimiento de la superioridad física y moral del toro, al que el torero pide perdón por todas las burlas que hace con él, incluida esa del arrodillamiento. Se da la figura metonimia, por utilizar lo abstracto,'iluminaciones', por lo concreto, 'el traje de luces'.





Suspenso tú, te mira por el lente
del acero y coincide tu momento

de arrancar con su punta, mortalmente


Por último, llega la suerte de matar. El torero procura 'cuadrar al toro' y, cuando lo ha conseguido, apunta con el estoque a la crucera del astado. La acción de hundir el estoque se ve ayudada por la propia embestida del animal. Si la estocada ha sido acertada, el toro no tardará en doblar, sin necesidad de aplicarle la 'puntilla'. Y, en este caso, se producirá la secuencia que se describe en el penúltimo terceto:

















Un datilado y blanco movimiento

mancos pide un sentido y el azote

al juez balcón de tu final sangriento.


La plaza pide unánimemente, agitando los blancos pañuelos sostenidos por los dedos, que la presidencia conceda al torero los máximos trofeos: las orejas y el rabo del toro.

De nuevo la figura retórica llamada hipálage se da en este terceto. Se aplican los adjetivos de 'datilado' y 'blanco' al movimiento, en vez de a los pañuelos y a los 'dedos' que los agitan ('datilado' , en el sentido de que a los 'dedos' se les llaman 'dátiles' . Pero continuaremos en la próxima entrada la glosa de esta estrofa y la final.

"ELEGÍA MEDIA DEL TORO" (V)

Gallardía de rubio y amaranto,
con la muerte en las manos, larga y fina,
oculto su fulgor, visible al canto;





con tu rabia sus gracias origina.





¡Cuántas manos se dan de bofetones















cuando la suya junta con tu esquina



El torero, vestido de oro y grana, ha tomado ya los trastos de matar. Pero antes ejecuta una serie de pases, en el llamado toreo de muleta. Es en esta fase del toreo cuando tienen lugar los llamados 'adornos' y 'desplantes'. Entre los primeros está el que muestra la figura: el torero toca con su mano uno de los cuernos del toro. Este tipo de 'adornos' suele estar premiado con los aplausos del público ('bofetones recíprocos de manos'). La del torero se posa en la 'esquina' (es decir, el cuerno) del toro.

martes, septiembre 04, 2012

"ELEGÍA MEDIA DEL TORO" (IV)



Invitación de palo y papelillo


en los medios citándote, te apena


de colorines altos el morrillo.



Pasado el tercio de varas, en el que el toro recibe su primer 'castigo', se procede al llamado 'tercio de banderillas'. Consiste en clavar hasta tres pares de rehiletes en la zona del 'morrillo' del toro. De nuevo la hipálage atribuye el adjetivo ('altos' en este caso) a los colores del papel que envuelve los rehiletes. En vez de a la grupa del toro, en su parte más elevada, lo que se conoce con el nombre del 'morrillo'.




Como tambor tu piel batida suena


y tu pata anterior posterioriza


el desprecio rascado de la arena.



Las banderillas golpean sobre los flancos del toro como los palillos de un tambor. El animal exterioriza su furia y su ira ante tan irracional y sádico castigo, echando hacia atrás la arena con una u otra de las patas delanteras. Se da aquí el neologismo 'posteriorizar', por analogía con las formas canónicas de 'exteriorizar' e 'interiorizar'. Esta reacción del toro se interpreta como un desprecio de la crueldad y la insensibilidad de la que es víctima. Se repite en otros pasajes, como en la octava IV ("Por el lugar mejor de tu persona...") de Perito en lunas. Véase la entrada correspondiente aquí)



Por tu nobleza se musicaliza


el saturno de sol y piedra, en tanto


que tu rabo primero penas iza.



La apostilla musical subraya, en la mayoría de los casos, la buena faena del torero; pero aquí se entiende que lo que la provoca es la casta y el trapío del toro. Dice el poeta, en otro lugar, refiriéndose a la buena faena del torero:



Heroicidad ya tanta


música necesita


y la pide la múltiple garganta


y el juzgador balcón la facilita.



Es decir, la presidencia ('el juzgador balcón'). En cuanto a lo que el poeta llama 'el saturno de sol y piedra', se trata de la plaza de toros. 'Saturno' no tanto por evocar al dios del tiempo, sino por los 'anillos' a los que antes ha aludido y que evocan los que tiene el planeta Saturno.



Finalmente, el 'rabo primero' es ... el cuerno. El toro trata de enganchar con su cuerna los molestos y dolorosos rehiletes, pero sólo consigue levantarlos, no despegarlos de su cuerpo.



El contexto por el que sabemos que el poeta se refiere al 'cuerno' del toro está en una de las octavas excluidas de Perito en lunas, concretamente, la 32:



¡Qué a pulso os sube el toro, picadores,


en el pozo a la luz de la alegría;


Hasta el mismo brocal os subiría


si fueran más sus rabos anteriores!



Lo bueno de esta etapa de la poesía enigmática hernandiana es que podemos adivinar muchas de las claves de sus acertijos poéticos por el método de las correspondencias textuales. Esto ayuda mucho a entender mejor y a descifrar esas poéticas adivinanzas que el autor nos plantea.

"ELEGÍA MEDIA DEL TORO" (III)




Su miedo luminoso a la torera


salta y por paladiones en anillo


solicita refugios de madera.


"Saltar a la torera" es, por excelencia, la acción de saltar las tablas el torero para situarse en el callejón, poniéndose a salvo de la embestida del toro. A esta acción se llama en el argot taurino "tomar el olivo".

Se da aquí la figura conocida con el nombre de hipálage, que atribuye la cualidad de 'luminoso' al 'miedo', en lugar de al 'traje de luces'. Y la acción de saltar, que propiamente ejecuta el torero, se atribuye al 'miedo' (en realidad, el miedo es la causa que hace al torero saltar la valla) Por el callejón, o sea, el espacio situado entre las tablas y la barrera) el torero se dirige al burladero más próximo para disponerse de nuevo a entrar en el ruedo.

Los 'paladiones en anillo' son propiamente los círculos concéntricos que forman la valla y la barrera. (Paladión es un cultismo que significa defensa)








"ELEGÍA MEDIA DEL TORO", (II)

Heraldos anunciaron tu prevista

presencia, como anuncian a la aurora,
en cuanto la pidieron a la vista.





El auténtico rey de la fiesta nacional es el toro: el protagonista. Por eso tiene el privilegio de ser anunciado por los heraldos, que son los clarineros. Y lo mismo que los clarines de los gallos anuncian la salida del astro rey, así anuncian la salida del toro los clarineros, tan pronto como se oyen en la plaza los gritos de "¡Que salga el toro"!





Tu presteza de Júpiter raptora
europas cabalgadas acomete
y, a pesar de la que alzan picadora

oposición de bríos y bonete,
tu inquiridor de sangre, hueso y remo,
dolorosas las hace de Albacete.
El toro es uno de los varios disfraces zoomórficos que adoptó el Padre de los Dioses, Zeus o Júpiter, para sus conquistas amorosas. Zeus es el gran transformista que adopta diversas apariencias: disfrazado de toro, raptó a Europa, hija de Agenor, rey de Fenicia. En este caso, el papel de Europa le corresponde a la jaca del picador. Si Júpiter-toro cargó sobre sus espaldas a Europa, ahora cargará a esa 'europa cabalgada' que es la jaca del picador. Éste representa la "oposición de bríos y bonete", armado con la vara y tocado con el castoreño.

El vientre de la jaca (en los tiempos en los que el peto aún no era obligatorio) quedaba convertido en el corazón de una Virgen Dolorosa.

Miguel Hernández desmitifica la mitología, convirtiendo a los dioses y demás personajes míticos en instrumentos y sus nombres propios en nombres comunes. Lo cotidiano se dignifica con esta instrumentalización de lo mitológico. Hay que notar que algunos de estos nombres instrumentalizados adquieren valor polisémico.






Inquiridor de sangre, hueso y remo ( = el cuerno)
Así, Europa puede significar la jaca del picador, pero, en otros contextos significa la taza del inodoro. Polifemo puede significar el trasero, pero también la cabeza del cura con la coronilla afeitada

En la siguiente estrofa, donde se describe la acción de echar un capote, o hacer un quite, la palabra Polifemo es, precisamente, un eufemismo para referirse al trasero:

Una capa te imanta con su extremo
y el que por un instante la batiera
te vuelve con temor su polifemo.

lunes, septiembre 03, 2012

"ELEGÍA MEDIA DEL TORO", EN IMÁGENES



Cupido es un dios arquero


Con los medios audiovisuales a nuestro alcance podemos explicar más cómodamente el poema de Miguel Hernández titulado "Elegía media del toro". El poeta se sirvió en su día, para comentar este poema suyo, de unos dibujos que le prepararon al efecto dos amigos pintores. Los dibujos estaban en dos cartelones, al estilo de los que servían para explicar los antiguos romances de ciego. Al menos en dos ocasiones, el poeta explicó a través de esas imágenes su poema: una en el casino de Orihuela y otra en la Universidad Popular de Cartagena. Al regreso de esta última ciudad, el poeta dejó olvidado en el tren su precioso material visual.
El material que aquí emplearemos está menos expuesto a este tipo de contingencias. Y, además, puede llegar a un mayor número de personas que las que caben en una sala de proyecciones.



Con la ayuda de las imágenes, los poemas de difícil comprensión que el poeta compuso en su etapa más oscura y enrevesada (la de Perito en lunas) se tornan fáciles de entender. Vamos a verlo, de inmediato. Iremos explicando los tercetos a razón de uno o dos por día. En total son 15 tercetos, más un verso 'de pico'. Este verso final convierte al terceto décimo quinto en un serventesio.


Comenzamos:

Aunque no amor ni ciego, dios arquero,
te disparas de ti, si comunista
vas al partido rojo del torero.

El poeta habla al toro en estos versos y en los restantes del poema. El toro es el interlocutor mudo en este diálogo entre poeta y toro.
Las imágenes que nos sirven para explicar estos versos son: la que representa a Cupido, dios del amor. El toro tiene, como Cupido, un arco en su propia cornamenta. Pero, por lo demás, el toro se diferencia de Cupido en que ni es el Amor, ni es ciego, como dicen que lo es el amor.
El partido rojo del torero
El poeta imagina que el toro se proyecta, o se impulsa, desde su propia cornamenta, hacia aquello que lo provoca, en este caso, el capote ("el partido rojo del torero") Esa atracción hacia el 'trapo rojo' hace al toro una especie de adicto al partido comunista.
La imagen de la flecha que se dispara desde el 'arco del cuerno' la repite el poeta como un estereotipo. Así en el poema en verso corto titulado 'Toro' se ve al cornúpeta 'En la plaza, / disparándose / siempre / por el arco / del cuerno'. Y en la octava III de Perito en lunas (también titulada 'Toro') vuelve a repetirse la imagen del arco-cornamenta y la flecha-toro: Por el arco, contra los picadores, / del cuerno, flecha, a dispararme parto (con el hipérbaton que disloca el sintagma 'el arco del cuerno')

Seguiremos, en próximas entregas, explicando las restantes estrofas del poema, ilustrándolas con las imágenes correspondientes.