martes, diciembre 29, 2009

EL ÚLTIMO OTOÑO



La Asociación Literaria Huebra, de Aracena, ha editado recientemente un libro del poeta Carlos Sánchez Rodríguez, poeta del que ya nos hemos ocupado anteriormente en las páginas de este blog. El título del libro es El último otoño, y en él se nos ofrece una especie de relato novelado de la última etapa de Arias Montano en su retiro de Aracena, de la Peña, concretamente. Ese último otoño se refiere, sin duda, al del año anterior al de su muerte, ocurrida en julio del 1598. La placidez del retiro de la Peña, tan grata a nuestro biblista, hubo de verse turbada por el requerimiento del Rey, que pidió al arzobispo de Granada, Don Pedro de Castro, que se tuviese en cuenta la opinión de Arias Montano acerca de la autenticidad de los llamados Plomos del Sacromonte; y que no se tomase ninguna decisión sobre los referidos documentos sin que el sabio de Fregenal hubiese dado su veredicto. Sabía muy bien Felipe II que en tal coyuntura sólo podría fiarse de la sabiduría y la honradez de nuestro políglota.
El relato está alternativamente protagonizado por un narrador (capítulos pares) y por el propio Benito Arias Montano (capítulos impares) como únicas dramatis personae que intervienen en la narración. Hay que destacar, en este punto, el acierto del autor, que se mete en la piel del personaje y le da la máxima veracidad, en el tono comedido y prudente de las palabras que pone en boca de él.

Todo el relato está apoyado en datos con base histórica, en su mayoría. Y desfilan por sus páginas personajes de probada honradez e integridad moral, como el propio Arias Montano y, también, sus amigos como Pedro de Valencia, el arzobispo Méndez, natural de Salvatierra de los Barros; frente a ellos, los inevitables antagonistas, el contrapunto de los personajes intrigantes, que no actúan sino en provecho propio. Los que han preparado, seguramente, el fraude del que esperan obtener grandes beneficios. Los que, en definitiva, nunca perdonarán a Montano que haya impugnado la autenticidad de los Plomos, declarando que se trata, lisa y llanamente, de una falsificación.

El relato se lee con gusto, porque sabe urdir una historia interesante y refleja con todo acierto la honradez de unas almas nobles; todo ello sin demasiadas concesiones a lo fantástico, para lo que sirve de contrapunto el apoyo en el dato histórico. No sé de dónde toma el narrador algunos detalles de los numerosos que aporta y que contribuyen a dar veracidad a su relato. Pero, por ejemplo, los versos de Montano que aparecen reproducidos en la página 60, son auténticos sáficos, en los que el tercer verso, el sáfico, va seguido del adónico, tal como se consideraba en la antigüedad.

En fin, una gozada leer este libro de Carlos Sánchez. Desde aquí mi enhorabuena al autor y a los editores.

domingo, diciembre 20, 2009

LA ESPINA DE LOS ROSALES

El escritor Manuel Vicent publica hoy en EL PAÍS, en su columna dominical, un artículo con el título de “Niebla”, que puede consultarse aquí , en el que relata una anécdota de la que fue testigo en su época de estudiante en la Facultad de Derecho de Granada. El nombre de García Lorca era entonces tabú todavía en esa ciudad. No tan tabú, si la referencia al poeta era para ir contra sus méritos literarios a cuenta de su homosexualidad. Lo que cuenta Vicent es el caso de uno de los hermanos Rosales, José, más conocido por Pepiniqui, quien se dejaba caer por las tascas, siempre bien trajeado pero, a menudo, achispado y un sí es no es etílico, y pidiendo en voz alta perdón a Federico: in vino veritas. La beodez dejaba hablar libremente a su conciencia y ésta se convertía en delatora del delito latente: era la venganza de las Erinias, las Furias atormentadoras. Los cargos de conciencia referidos a la muerte de Lorca debieron de ser las espinas de los Rosales. Ya veíamos, hace unos días ("La fosa de García Lorca") la referencia a otro escrito, aparecido días atrás en el mencionado diario, cómo la hija de Ruiz Alonso, Emma Penella, contó haberle oído decir a su padre que quien reveló a éste dónde estaba Lorca escondido fue otro de los Rosales, de nombre Miguel. No sabemos si éste también experimentaría los mismos cargos de conciencia que su hermano. En todo caso, por una razón u otra, parece que la muerte de Lorca fue la espina que durante su vida atormentó a la familia de los Rosales. Hubo, posiblemente, transacciones y paripés, con tal de guardar las apariencias.

Viene, en ese mismo número de EL PAÍS, copia de la partida de defunción del poeta. Y la muletilla de siempre, cuando se trataba de ocultar los crímenes de estas ejecuciones: "murió a consecuencia de heridas recibidas en hechos de guerra" (la cursiva es nuestra). La susodicha muletilla nos es familiar por cuanto en la partida de defunción (asentada en el Juzgado de Aceuchal) hacia 1942 y que tuvo que presentar mi madre para solicitar una mísera pensión de viudedad, decía poco más o menos: "fallecido a consecuencia de la pasada guerra". La guerra era la tapadera de los asesinatos con los que la derecha se fue deshaciendo de sus enemigos políticos.

martes, diciembre 15, 2009

LARREY, CARICATURISTA DE LEY

No sé si voy a descubrir el Mediterráneo si digo que José Larrey, el humorista gráfico habitual de nuestro diario regional HOY, además de dibujante de monigotes impersonales, es un formidable caricaturista, capaz de realizar síntesis fisonómicas que encierran, en unos pocos trazos, las facciones que nos hacen reconocer a una persona en sus rasgos fisonómicos esenciales. Esta habilidad se hizo patente a sus convecinos de Usagre en la exposición de caricaturas de personajes típicos del pueblo, pero se puede comprobar a diario en la representación de rostros conocidos de la política u otras actividades que suelen implicar cierta popularidad en los que las ejercen. Voy a reproducir (si me lo permiten el autor, amigo, y el diario que suelo leer a diario) la que hoy se publica en la página 24 correspondiente al día de la fecha en el mencionado periódico. Son perfectamente identificables los personajes que en la actualidad lideran, respectivamente, las agrupaciones sindicales que se denominan CCOO y UGT, Fernández Toxo y Cándido Méndez.
Como yo practico también la caricatura, si bien no con la habilidad y el dominio con que me gustaría hacerlo, creo estar en condiciones de calibrar estas extraordinarias aptitudes para hacer síntesis fisonómicas que demuestra nuestro popular colaborador del HOY. Mi presunta aptitud para la caricatura es, más bien, fruto del subconsciente, pero no algo que pueda dominar y dirigir a mi arbitrio. De pronto, sin que haya un propósito explícito, brota del lápiz una fisonomía que estaba siendo tratada de forma subliminal por el subconsciente. No me lo propuse: salió por sí sola la síntesis. Sólo recuerdo haber logrado una vez una caricatura por encargo. Los rasgos decantan por sí solos, sin que medie la voluntad, y sólo a partir de ese alumbramiento involuntario (o sólo subconscientemente voluntario) podemos hacernos con la fórmula fisonómica de ese rostro. Otro día pondré algunos ejemplos de esta imprevisible manera de actuar el subconsciente.

LA CRUZ Y EL LÁBARO

"Detrás de la cruz está el diablo", ilustración por Apeles Mestres


La consigna “Por Dios y por España” está herrumbrosa, orinienta y, sobre todo, manchada de sangre. Si yo la saco ahora a relucir aquí es para delatar la enorme estafa, religiosa y patriótica, con la que defraudaron paritariamente a la Religión y a la Patria quienes la enarbolaron como consigna para defender no unos intereses comunes, patrióticos y/o religiosos, sino unos intereses propios, de partido o de bandería.
La derecha vio una inmejorable oportunidad de abortar un movimiento que trataba de subvertir, por injusto e insolidario, el statu quo social (antisocial, más bien) basado en la propiedad abusiva de los medios de produción y en la explotación sistemática del económicamente débil.
A la Falange se la utilizó como ‘tonto útil’, como idealista ‘compañero de viaje’ al que había que cortar las alas tan pronto como se consiguiera parar la marea socialista. Inmovilizado en la cárcel José Antonio, aislado, no se movió un dedo para salvarlo. La Falange de José Antonio fue la gran defraudada. Por eso lo de la Falange Auténtica (a buenas horas, mangas … azules) no ha ‘colado’ después. Hubiera sido preciso ‘cambiar de camisa’: la azul estaba teñida de ‘rojo’ sangre.
Los falangistas aristócratas, que se habían olido ciertos ‘tufos’ de la ideología joseantoniana, barruntaban ya en la misma sospechosos resabios marxistas. Foxá lo decía como bromeando, pero sin rebozo: “La Falange es la hija adulterina de Isabel la Católica y de Carlos Marx”.


La polémica actual del crucifijo NO SE PLANTEA COMO UN DILEMA CRISTIANISMO SÍ, O CRISTIANISMO NO; SINO COMO UN DILEMA LIBERTAD RELIGIOSA SÍ O LIBERTAD RELIGIOSA NO.


En nombre de Dios y de Cristo se han cometido muchas tropelías. En muchos casos (y en el de nuestra Guerra Civil tenemos el más sangrante) se les ha llamado Cruzadas. Son genocidios, matanzas perpetradas en nombre de Cristo.

Desde Constantino el Grande, el lábaro (es decir, la cruz) ha sido el estandarte que ha servido para ocultar y, sobre todo, cohonestar, intereses distintos de los puramente religiosos.


Porque es verdad que, a veces, detrás de la cruz está el diablo.

sábado, diciembre 12, 2009

LA FOSA DE GARCÍA LORCA

Porque amé a este poeta desde mi niñez, porque lo descubrí por mí mismo, porque contagié de mi entusiasmo por su poesía a varios compañeros de estudios en el Seminario de Badajoz, porque supe, desde muy joven, que Lorca había sido víctima de la misma represión que acabó con la vida de mi padre…porque Federico fue mi poeta predilecto desde que tomé contacto con su poesía, porque su magia y su duende me cautivaron hasta la exaltación, me duele ahora que se esté a punto de renunciar, o de tirar la toalla, en el asunto de la localización de sus huesos, tras el resultado infructuoso de las excavaciones que se están llevando a cabo en el barranco de Víznar, donde, hasta ahora, se había creído que estaban enterrados los huesos del poeta, junto a los de sus compañeros de fusilamiento. Las declaraciones de alguno de los responsables de las excavaciones nos producen tristeza y rechazo: “No llenaremos Granada de agujeros”, parece que ha dicho uno de los representantes del Ayuntamiento granadino. Hipérbole se llama esa figura. Si se abren agujeros, con volverlos a tapar otra vez, en paz.
Probablemente, no aparecerán los restos de Lorca. El franquismo tuvo tiempo de sobra para trasladar esos restos, para destruirlos incluso, haciendo desaparecer todas las huellas físicas del crimen más odioso.
Y una revelación, con todas las trazas de ser verosímil, por parte de una de las hijas del abominable Ruiz Alonso, Emma Penella, una de sus hijas (¡qué terrible oprobio el de ser hijo, o hija, del que dirigió la operación de prender a García Lorca!) quien ha revelado que fue uno de los Rosales, Miguel de nombre, quien en un desfile falangista le contó a Ruiz Alonso que Federico estaba escondido en el domicilio de los Rosales y que por eso él, el delator, no quería ir por casa de sus padres, para no encontrarse con el poeta. Si esto es verdad (y tiene pinta de serlo) la perdición le vino al poeta por traición de la propia familia Rosales: vino a refugiarse en la boca del lobo.
Ya resultaba bastante sospechoso el ajetreo de los falangistas hermanos Rosales, todo el día fuera de casa, afanándose en los frentes fascistas, que no tuvieron tiempo de acudir a casa a interesarse por el huésped prisionero, a buen recaudo en la ratonera del presunto refugio.
¡Pobre Federico! Mucho me temo que no podremos besar tus huesos, “tu noble calavera”, reliquias venerandas para todo amante de la poesía.

domingo, diciembre 06, 2009

LA ULTRARREALIDAD DEL SUEÑO

Goya, El sueño de la razón

Este blog, desde su nacimiento mismo, ha estado vinculado al sueño y al mundo onírico. De ello da cuenta el título mismo “La materia del sueño”, porque su visión del mundo y de la llamada realidad encaja de lleno en la concepción barroca de la vida como sueño. Es la misma intuición que hace exclamar a Próspero, el personaje shakespeariano de La tempestad:

Somos de la misma materia de los sueños
y nuestra breve vida rodeada está por un sueño.
(Acto IV, vv.156-7)

Suelo volver, recurrentemente, sobre el tema, pues también ciertos sueños se repiten. A veces, nuestras experiencias del mundo onírico se entremezclan y confunden con las de la vida real. Recuerdo, a este propósito, cierto pareado de Campoamor:

Te he visto no sé dónde ni sé cuándo.
¡Ah!, sí, ya lo recuerdo; fue soñando

(Humoradas, II, X)

Nuestro siempre recordado Bécquer, que aunque pertenece al Romanticismo conserva un trasfondo de signo barroco, nos habla de ciertas escapadas del espíritu a la otra dimensión, la de la ultra-realidad, representada principalmente por el mundo de los sueños. En él tiene amigos y conocidos, que nunca vio en la realidad y que, sin embargo, le son familiares:

Pero sé que conozco a muchas gentes
a quienes no conozco
(Rimas, LXXV)

Recuerdo que, entre las lecturas que distraían del ruido de las cucharas y los vasos en el comedor del Seminario, un lector de turno (también a mí me tocó hacerlo alguna vez) nos leía un interesante artículo sobre el mundo de los sueños (creo que era de la revista Razón y Fe) En este artículo afirmaba el autor que se dan recuerdos “de sueño a sueño”. Esto es, se recuerdan algunos sueños que ya se han tenido en una o más ocasiones anteriores. Esta experiencia se ve confirmada por el testimonio de algunos escritores y uno de éstos es Luciano de Samósata. Esto es lo que viene a decir el autor en un breve relato que narra la visita a la Isla de los Sueños, y que forma parte de sus relatos fantásticos titulados, irónicamente, “Historias verdaderas” (Verae historiae, II, 34):

Reconocíamos a muchos [de los sueños] porque los habíamos visto tiempo ha en nuestras casas, y ellos mismos nos salían al paso y nos saludaban con abrazos, como si fuéramos conocidos e íntimos…



(Relatos fantásticos, Luciano de Samósata, trad. de C. García Gual y otros, Alianza Editorial, 1998, pp. 79-80)

Uno de estos personajes, que debía ser conocido de un sueño anterior, fue el que anoche volví a ver yo en sueños. Nos encontrábamos en un lugar oscuro, de manera que yo no podía distinguir claramente su rostro. Estrechó mis manos muy amigablemente, con unas manazas grandes y fuertes. Deduje, puesto que en la oscuridad no podía apreciar bien su estatura, que debía tratarse de un individuo más bien alto, a tenor de aquellas manos que estrechaban las mías. Cuando, por fin, pude divisar su rostro a la claridad del día (todavía en el sueño) vi que sus facciones no me resultaban del todo desconocidas, por más que no recordaba bien dónde lo había visto anteriormente. Tampoco era tan alto como yo me había figurado.
Nos despedimos amigablemente y yo estuve muy solícito en demostrarle que lo apreciaba y lo recordaba bien, por más que en mi fuero interno me preguntaba a mí mismo quién sería aquel individuo.