miércoles, diciembre 30, 2015

UN EPIGRAMA DE MARCIAL (el 10.55)

      El nombre latino del instrumento que sirve para ilustrar esta entrada es statera  (= balanza). Su fina-lidad, como ya sabemos, es la de determinar el peso de algo. En el epigrama de Marcial que aquí me propongo comentar se compara a este instrumento las manos de una tal Marulla, que, según se desprende del contenido del epigrama en cuestión, tenía la habilidad de sopesar el miembro viril con una sorprendente aproximación de libras y submúltiplos de libra. Voy a copiar a continuación el texto de Marcial, para seguidamente dar una traducción lo más fiel posible del mismo:

Arrectum quotiens Marulla penem 
pensavit digitis diuque mensa est,  
libras scripula sextulasque dicit;  
idem post opus et suas palaestras  
loro cum similis iacet remisso,  
quanto sit levior Marulla dicit. 
Non ergo est manus ista, sed statera.

Traduzco:
Cuantas veces Marulla ha sopesado y calibrado largo rato con sus dedos un pene en erección, dice a continuación cuántas libras, cuartillos y cuarterones pesa el mismo. Y cuando éste, tras haber realizado su trabajo y sus ejercicios, cuelga flácido, semejante a una badana, Marulla dice con exactitud en cuánto ha disminuido el peso.
        Por consiguiente, eso no es una mano, sino una balanza de precisión.

        El poema en cuestión está escrito en endecasílabos falecios, el verso preferido de Catulo. Cada verso consta de cinco pies que son:
un espondeo, un dáctilo y tres troqueos.

domingo, diciembre 27, 2015

LOS SEMINARISTAS CLASIFICADOS SEGÚN SU ASEO PERSONAL


Circulaba en los viejos tiempos del Seminario un relato festivo a propósito de la higiene de los seminaristas. Según fuesen más o menos cuidadosos de su aseo personal, o más o menos descuidados en este aspecto, existía una norma para clasificar a los seminaristas, aplicando a los diversos tipos una especie de etiqueta sacada de los textos bíblicos. A los más aseados se les aplicaba la primera palabra del salmo 15.6 (Lavabo inter innocentes manus meas...). Eran los seminaristas del "lavabo".

A aquellos que se limitaban a mojarse un poco la cara salpicándose y pasándose a continuación la toalla, se les aplicaba, también la primera palabra de otro salmo (el 50.9) que reza "Asperges me, Domine, hyssopo..." ('Rocíame, Señor, con el hisopo y quedaré limpio...') Estos eran los seminaristas del "asperges".

Finalmente, había quienes se conformaban con abrir un poco el grifo para ver si salía agua. Estos últimos eran los seminaristas del "Vidi aquam egredientem...(Ps. 117) ('Vi el agua que salía...')

Otra serie de citas bíblicas reflejaba el proceso por el que un grupo de personas que beben en el bar pasan del mutismo a la más animada de las conversaciones. Antes de comenzar la libación apenas hablan: "Non sunt loquelae" .(Ps. 16.3) ('No hay conversación')

Pero, después de haber tomado las primeras copas brota ya, incontenible, la cháchara: "Exit sermo inter fratres"...(Ioan. 21.23) ('Brota el coloquio entre los hermanos')

Siguen bebiendo y sigue animándose el cotarro. La locuacidad aumenta hasta confundirse las lenguas: "Loquebantur variis linguis"...(Act.Apost.2.4) ('Hablaban en varias lenguas')

Llega un momento en que el estómago comienza a dar señales de su repleción, lo que se manifiesta al liberar los gases sobrantes en el mismo: "Eructavit cor meum..." (Ps. 45.2). ('Expelió mi corazón  la  buena  palabra')

Eso si el exceso de alcohol no produce otros desarreglos más graves tales como el que describe Cicerón (Phil.2.63.10-13):  "vomens frustis esculentis vinum redolentibus gremium suum et totum tribunal implevit" ('vomitando restos de comida que olían a vino, se llenó su delantera y todo el estrado) (Se refiere Cicerón a una de las borracheras de Antonio, su enemigo político)

Tras los primeros síntomas de embriaguez, algunos comienzan a retirarse. Pero hay quienes no pueden hacerlo por estar demasiado 'bebidos'. "Ibant qui poterant"... (Iban los que podían...) No he podido referenciar esta última cita, ni estoy seguro si se halla en la Biblia o se ha tomado de alguna otra parte.
(El título de esta pintura es 'Ibant qui poterant'.Cuadro de Cornelis Troost  que se guarda en el museo de Amsterdam)

domingo, diciembre 06, 2015

VIRGILIO Y LOS REYES MAGOS

"Reges Tharsis et insulae munera offerent, reges Arabum et Sabae dona adducent" (Ps.71.10)
 (Los reyes de Tharsis y las islas le ofrecerán regalos; los reyes de Arabia y de Saba  le traerán presentes)
 
¿Quién lo diría? ¡Los tres reyes Magos y la estrella de Belén, junto con los regalos que tradicionalmente se dice que le trajeron al Niño-Dios, el oro, el incienso y la mirra, ya están prefigurados en Virgilio, que, según la Historia, había muerto el año 19, antes del nacimiento de Cristo! Por algo se cree que el poeta de Mantua es uno de los profetas que intuyó la venida del Mesías y que el nacimiento de Jesús es el suceso que, más o menos vagamente, se intuye en la égloga IV del mantuano.
 
 Pero es que a lo largo de las otras dos obras más extensas de Virgilio, la Eneida y las Geórgicas, se pretende ver alusiones a diversos episodios de la vida de Cristo, como son, por ejemplo, la venida de los Reyes Magos, la estrella de oriente que, según se cree, les guió, y la mención expresa e inequívoca de los regalos que le trajeron: oro, incienso y mirra. Y, finalmente, el hecho de regresar a sus respectivos países de origen por un itinerario distinto al que trajeron, para no dar pistas a Herodes, que intentaba matar al futuro rey de los judíos.
 Todos estos detalles se pueden rastrear en los versos virgilianos que a continuación procederemos a referenciar:

 a) La estrella que guió a los Magos: stella facem ducens multa cum luce cucurrit (Aen. II.694)

b) y les señaló el camino desde le región del cielo en calma  (signavitque viam caeli in regione serena (Aen. V.526 y VIII.528)

c) Entonces unos reyes...vienen de fuera, trayendo regalos (tum reges...externi veniunt...munera portantes (Aen. 8.330, 7.98, 11.333). Así los refinados Sabeos, su incienso (molles sua thura Sabaei (G. I.57), y también el regalo del oro (dona dehinc auro gravi) y el aroma de la mirra líquida (murraque madentes) (Aen. III.464 y XII.100). Así "reconocieron a su Dios, rey y padre de los reyes" (agnovere deum / regem regumque parentem) (Aen. IX.659 y VI.765)  Seguidamente regresaron "cambiando el camino de retorno; y, tras haber cumplido sus promesas, se marcharon por un camino inusual, cada uno a su país (mutavere vias, perfectisque ordine votis / insuetum per iter /spatia in sua quisque recessit) (G. I.418 y Aen. III.548, ib. VI.16, ib. XII.129)

 De esta ingeniosa manera se hace a Virgilio partícipe de los principales acontecimientos de la vida de Cristo.