viernes, diciembre 31, 2010

"CONTAD SI SON CATORCE..."

Estamos en el último día del año del Señor (A.D.) 2010. La cosa va de cuento y de cómputo. Estamos en la Era de las calculadoras, las computadoras y los PC (Personal Computers). Hay máquinas que calculan por nosotros, por más que todavía, en determinadas coyunturas, algunos prefiramos echar mano de la cuenta [de] la vieja y contar con los dátiles, o sea, con los dedos. Lo que en rigurosa etimología sería también ‘digitalizar’.

Con esta entrada me propongo conseguir lo que me pareció una redonda cifra para completar las entradas correspondientes a un año: 60. Lo que supone una media de 5 entradas por mes (5 ∙12 = 60)

Tenía que aprovechar este día para que el plan surtiera efecto. Mañana será otro día y otro año. Pero lo que hoy escriba pertenecerá todavía al año que hoy recibe, precisamente, el título de “viejo”. Hoy es el día de Nochevieja. Y es una ocasión única para escribir una sexagésima entrada. Sobre todo cuando se han escrito hasta la fecha 59 entradas en lo que va de año.

¿Es este un escrito de trámite? Puede. ¿De ocasión? Desde luego. La ocasión la pintan calva, pero aquí vamos a cogerla por los pelos. Ergo no es tan calva. He escogido para título de esta entrada el verso final del famoso soneto que, según Lope de Vega, le mandó hacer Violante.

Hay en ese soneto mucho trámite, es casi todo él un puro trámite, puro cuento y recuento, puro embeleco para ver cómo se consigue reunir los catorce versos que se necesitan para cumplir el encargo, para salir del paso. Lope está obsesionado por el cómputo y se detiene a recontar cuántos versos lleva ya y cuántos le faltan para completar el soneto que le han pedido:
...“burla burlando van los tres delante”..., “estoy en la mitad de otro cuarteto”..., “por el primer terceto voy entrando”... Y, por último, “
estoy los trece versos acabando,/ contad si son catorce y ya está hecho”.

En fin, la regla de los 14 versos no siempre es respetada. Rubén Darío escribió un “Soneto de trece versos”. Y hay sonetos que rebasan, a propósito aquella cifra reglamentaria. Son los llamados sonetos “estrambóticos”, o con estrambote. Ejemplo, el famoso de Cervantes “Al túmulo de Felipe II”, que comienza “Voto a Dios que me espanta esta grandeza...”.

Bueno, pero ¿es éste un artículo de relleno? Su finalidad ¿es, simplemente, colmar una cifra, redondear un número?

No, como veremos. La cosa va de cómputos, ciertamente. Ando por estos días ocupado en una traducción de una especie de biografía de Fray Elías, de la orden franciscana, que fue contemporáneo del santo fundador de la orden. En la época en que se redacta el escrito se computan los años p. C. (después de Cristo, no “personal computer”, en este caso) y se añade una curiosa connotación conocida con el nombre de ‘indictio’ (Indicción) por la cual el tiempo transcurrido desde el nacimiento de Cristo se divide en períodos de 15 años. Pero se considera que Cristo nació tres años antes de lo que reflejan los cómputos que señalan los respectivos A.D. (Anni Domini) De ahí que a la fecha que señala cada uno de estos años se añada el guarismo 3. Si a esta suma se la divide por 15 obtendremos los números ordinales que corresponden a las diversas indictiones transcurridas y a las que corresponde cada A.D. en particular.

En el Glossarium infimae et mediae latinitatis, la inapreciable obra de Du Cange, se nos da una regla para calcular la correspondiente indictio a la que hay que asignar el año del Señor. Dice (traduzco del latín):

Dividiendo los correspondientes años del Señor en períodos de 15 años, si sobra algo de esos quindecenios, debe añadirse la cifra 3; y cuantos fueren esos años que sobran, una vez que a esa cantidad se añade la cifra 3, esa será la ‘indictio’ que le corresponde al año en cuestión”.

A continuación pone un ejemplo práctico. “
Pongamos –dice– que el A.D. fuese el 61. Si esta cantidad se divide por 15 resulta en el cociente 4 y el resto es 1. Sumando a este 1 la cifra 3 tenemos 1 + 3 = 4 Por tanto, 4 señala el ordinal IV que es la ‘Indicción’ que corresponde al año 61 p. C.

No tengo muy claro el funcionamiento de este cálculo de las indictiones que corresponden a los A.D. (años del Señor) sucesivos hasta la fecha. Si se trata de averiguar cuántos quindecenios se contienen en los sucesivos años, pienso que habrá que dividir por 15 el año en cuestión, aumentado en 3 (pues, según parece, Cristo nació 3 años antes del comienzo del calendario de César Octaviano. El cociente de esa división dará un resto, o no. En este último caso, el número del cociente corresponderá al ordinal que indica la Indicción. Si hay un resto, significa que se está dentro de la Indicción siguiente al número ordinal que está indicado por el cociente.
¿Cuál sería la 'indicción' que corresponde al año que termina a las 12 de esta noche? Si he calculado bien será 2010 : 15 = 134 Habrá concluido la Indicción CXXXIV. Pero estamos en la CXXXV, si consideramos que la fecha del nacimiento de Cristo se adelanta en 3 años a la fecha de la que parte el cómputo de los A.D. (años del Señor)



Como quiera que sea, no lo tengo muy claro. Puede que alguien me haga ver mi error, ya que no hay unanimidad en el método a seguir para calcular la Indictio.De todos modos espero seguir informando de lo que averigüe a partir de ahora acerca del particular.

viernes, diciembre 24, 2010

ELOGIO Y REPROBACIÓN DEL MADRUGADOR

Hay quien piensa que madrugar es bueno y quien piensa lo contrario. A mi madre no le gustaba madrugar y, sin embargo, fue toda su vida una gran trabajadora. Mi madre solía referir una anécdota que resumía su filosofía sobre el particular:
Al que madruga Dios le ayuda. Uno, por mucho madrugar, se encontró un costal.
Más madrugó el que lo perdió.
Los partidarios del madrugón siempre encontraban objeciones por parte de quienes sentenciaban:
No por mucho madrugar amanece más temprano.
Prudencio, el poeta latino cristiano de Calahorra, tiene un himno “Ad galli cantum” (‘Al canto del gallo’) elogiando a los madrugadores o, caso de no madrugar, a quienes tratan de compensar con algo del tiempo nocturno el horario laboral:

Post solis ortum fulgidi
serum est cubile spernere,
ni parte noctis addita
tempus labori adieceris
(Cath. 1.9-12)

(Es tarde dejar la cama
tras el orto del sol fúlgido,
si no añades al trabajo
parte del tiempo nocturno)

Sin embargo, en la Biblia, el autor de los Salmos reprende a los que se afanan en madrugar o en trasnochar, puesto que vanum est vobis ante lucem surgere, sedere in multam noctem, qui manducatis panem laboris: quoniam largitur dilectis suis in somno. (Ps. 126, 2) (‘es inútil que os levantéis antes de salir el sol, o que permanezcáis en vuestros talleres hasta bien entrada la noche; vosotros que coméis el pan del trabajo: porque [Dios] recompensa con largueza a los suyos con el sueño’) (Podemos aventurar que no sólo sea el sueño, sino las representaciones oníricas, o sea, los sueños, con los que premia Dios a sus elegidos, la recompensa de que aquí se habla)
Quien no tenga que madrugar por obligación hace bien en quedarse en la cama si le apetece. Porque también en otro lugar del libro sagrado se dice: Bástale a cada día su afán (Mat., 6. 34) Hay, no obstante, quienes prefieren quitarse trabajo del medio cuanto antes, para librarse así de la preocupación de tener que hacerlo. Su lema es: trabajo hecho quita cuidado. Los que piensan así también suelen aconsejar aquello de no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy.
Frente a esta opinión está la de los que prefieren aplazar las cosas, dar largas a los asuntos. Son los partidarios de la ‘procrastinación’. Los que corrigen el lema anterior diciendo: No dejes para mañana lo que puedes hacer pasado mañana. Los del ‘vuelva usted mañana’, que Larra abominaba. Los que satiriza el humorista José Mota con su conocido latiguillo:
Hoy, no...¡MAÑANA!
Entre los pecados capitales, el antiguo catecismo Ripalda enumeraba siete: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza. Ya hubo quien consideró alguno de estos pecados como una virtud. Así el humorista gallego Julio Camba, contestando a cierta encuesta en la que se le preguntaba cuál era su mayor defecto, contestaba:
No sé cuál es mi mayor defecto, pero si me preguntasen cuál es mi mayor virtud diría que la pereza.
Y otro humorista, también gallego, pero de más calado filosófico, como fue Wenceslao Fernández Flórez (uno de los autores más admirados en mi juventud) consideraba los siete pecados capitales nada menos que como los basamentos del entramado social: Las siete columnas, se titula el libro (novela) donde se trata de exponer esta peregrina tesis.
De todos modos, el hecho de que a alguien no le apetezca madrugar no debe necesariamente identificarse con la pereza. O con la inacción. El reposo físico es compatible con una intensa actividad mental. En la fábula titulada “La encorvada y la altiva”, el poeta vasco Ramón Basterra personificaba, respectivamente, en la grúa y la chimenea, al atareado y al desocupado. Así aquélla reprendía a ésta:

¡Qué bien se ve de lejos al ocioso que fuma
mientras yo peno encorvada!

A lo que la chimenea replicaba:

Mis entrañas son brasa -dijo- y siembro en surcos de humo
un trigo de centellas
.

La fábula concluía con la siguiente moraleja:

No se engañen los ojos
por la ajena postura:
bajo el vertical ocio
hay congojas de fuego
.

No es, por tanto, la disyuntiva ‘madrugar o no madrugar’ sino ‘trabajar o no trabajar’.
La necesidad de trabajar, la conveniencia, incluso, de hacerlo, forma parte de un plan divino. Según la Biblia, el trabajo fue un castigo de institución divina, debido al pecado de desobediencia por parte de Adán y Eva, nuestros primeros progenitores. Pero según Virgilio (Georg. 1.121 ss.) el pecado original fue la pereza. Zeus no consintió que su reino fuese un reino de vagos:

...pater ipse colendi
haud facilem esse viam voluit primusque per artem
movit agros curis acuens mortalia corda
nec torpere passus gravi sua regna veterno
(vv. 121-4)

(el mismo padre de los dioses no permitió que fuese fácil
el camino de cultivar la tierra y fue el primero que, por medio
del arte de la agricultura, activó el campo, aguzando el ingenio
de los humanos corazones, al crearles inquietudes, sin que
consintiera que sus reinos se vieran entorpecidos por la pereza)


En resumen, el que a uno no le apetezca madrugar no debe necesariamente tomarse como indicio de que no le guste trabajar.

Não acham? (¿no les parece?). Como dicen nuestros vecinos portugueses
.

miércoles, diciembre 22, 2010

DEL FRANQUISMO RESIDUAL Y SUS AD-HERENCIAS







Un artículo del exconcejal del PP y director del Foro Zafrense, Juan Carlos Fernández Calderón, publicado recientemente en “El Mensajero” (Revista de Zafra y su comarca, nº 110, pág. 9) plantea una cuestión interesante, por cuanto puede contribuir a acercar posiciones y aclarar conceptos en lo referente a la homologación de las opciones conservadoras en la política europea. En efecto, la dualidad correspondiente a las posiciones políticas en oposición, que se conocen tradicionalmente con los nombres de izquierda y derecha, suele darse, de hecho, en el resto de las democracias europeas. Lo que provoca la protesta del autor del artículo es que el partido representante de la derecha española sea descalificado por ser “heredero del franquismo”. Esto le resulta una especie de tópico insoportable, cargante, que le parece tan incongruente como si tachásemos al PSOE de marxista, o de felipista, marcado por los asuntos inicuos en los que estuvo implicado el partido socialista en esa etapa (ya se sabe: el GAL, los fondos reservados y otras trapisondas por el estilo) Olvida reseñar que el pueblo español y, en particular, los votantes del PSOE, castigaron en las urnas esas conductas como merecían. Ahora bien, tanto el actual PP como el PSOE tienen unos antecedentes políticos. Podríamos evocar líderes de uno y otro lado, desde Pablo Iglesias a Lerroux; Azaña o Gil Robles. Republicanos y antirrepublicanos. La derecha española actual está políticamente, se quiera o no, entroncada con el franquismo, y con sus herederos y depositarios ideológicos tuvo que negociar y pactar la Transición a la democracia el bando perdedor de la Guerra Civil. Guste o no, la derecha actual es la heredera directa del franquismo, el entramado político resultante de

a) Un golpe militar contra el Estado de derecho que fue el sistema democrático de la 2ª República, refrendado por las urnas en febrero del 36.

b) Una traición a la patria, consistente en permitir que los fascismos europeos en alza intervinieran militarmente a favor del fascismo nacional.

Con todo, se puede argumentar que el actual partido representativo de la derecha, el PP, se atiene fundamentalmente a las normas del estado democrático: respeto a la Constitución (la de 1978, en este caso), acatamiento de la voluntad popular manifestada en las urnas, etc. Estamos, pues, ante una formación política que (¡no faltaba más!) se atiene a las reglas del juego democrático. Si desde las filas de la izquierda particularmente se les sigue echando en cara, como algo ominoso, su condición de herederos del franquismo, es en virtud de una irrefragable connotación histórica. Y, sobre todo, porque ellos mismos no han hecho nada para convencernos de lo contrario. Mejor dicho, hicieron, sí, algo plausible que nos produjo el placer de sentirnos afines en algo básico para iniciar la andadura democrática: la condena del franquismo en el Parlamento en la memorable fecha de 20-N-02. ¿Por qué hubo retractación y palinodia en el Parlamento europeo por parte del representante del PP, Sr. Mayor Oreja? ¿Se decide adir la herencia del franquismo, o no? Y, si se admite dicha herencia, ¿por qué incomodarse cuando nos la denota alguien todavía?

No, amigo Juan Carlos: la sinceridad democrática del PP se pone a sí misma en entredicho cuando, por boca de su representante en el parlamento europeo, se opone a la condena del franquismo.

Esa herencia del franquismo es un lastre del que debéis intentar desprenderos en un futuro próximo, si queréis que el electorado (un electorado más numeroso del que ahora disponéis, a pesar de que las encuestas os son favorables, gracias, en parte, a las circunstancias adversas en las que se debate el gobierno del PSOE en la actualidad) os vote sin reservas.

Si la ‘herencia franquista’ no hubiese actuado a través de algunos de los integrantes del grupo llamado los “Padres de la Constitución” (Fraga, Gabriel Cisneros y alguno más que ahora no recuerdo) la condena explícita del Régimen debería haber figurado en la misma Constitución de 1978.

Pero interesaba más prescindir de ese formalismo para no irritar a los ‘presuntos herederos’.

Si el PP no recupera su condena del franquismo es que no quiere de verdad renunciar a su ‘herencia franquista’. Porque, por desgracia, una gran parte de su electorado sigue sin querer reconocer el irreparable daño que la dictadura franquista ocasionó a este país.

domingo, diciembre 19, 2010

La transición española y el síndrome de Peter Pan

*Estatua de Peter Pan en Kensington Park


Más que por analistas políticos, el fenómeno de la transición española debería ser analizado por psicoanalistas.
Aparte de los traumas de la Guerra Civil que, lógicamente, han debido afectar en mayor medida a los familiares de quienes perdieron la guerra, hay una parte de la sociedad española que vivió aquella etapa de la dictadura tan plácida y ricamente (según el testimonio personal de un niño de derechas que, en este caso, fue el señor Mayor Oreja) que no ve razón alguna para condenar esa dictadura que, durante cuatro decenios, obligó a vivir en minoría de edad a todos los españoles. Es el complejo de Peter Pan, que los antiguos niños de derechas (hoy hombres ‘hechos y derechos’) desearían prolongar, de manera indefinida, en el seno de la sociedad española.
Muerto el dictador, comenzó la andadura democrática, con pasos débiles y entumecidos a causa del prolongado inmovilismo. La sociedad española inició el rodaje de la democracia y el vehículo nuevo fue llamado Transición. Teníamos que adaptarnos a su manejo, conducirnos con prudencia y cautela para no rompernos la crisma en el recodo de cualquier revuelta.
La Transición fue la democracia en rodaje, la única que hemos conocido hasta el momento. El problema es que un sector de la sociedad española desea prolongar indefinidamente esa etapa de rodaje, que es y que ha sido hasta hoy, la Transición. Se habla de ella elogiosamente como modélica, y acaso lo fuera como Transición, pero ya no lo es como democracia homologable al resto de las democracias europeas, ni siquiera a las democracias del cono sur americano que han logrado sacudirse sus más sanguinarias dictaduras. Hablo, naturalmente, de Argentina y Chile.
La democracia española demuestra su condición de vehículo en rodaje (¡todavía!) porque su maquinaria no termina por acoplarse de manera adecuada al sistema de libertades: chirría a cada nuevo avance hacia la plena normalidad democrática: no acaba de encajar la aceptación de la libertad religiosa, o de la opción sexual, o el derecho a una muerte digna, o al aborto bajo determinadas circunstancias y condiciones que puedan justificar su aplicación, siempre con carácter excepcional.
En particular, esta democracia inmadura, afectada por el complejo de Peter Pan, ha llevado con una torpeza y una falta de comprensión superlativas el tema de la reconciliación entre los españoles. Y esta es la más importante de las asignaturas pendientes que tiene la sociedad española.
La democracia en perpetuo rodaje acaba por resultar un anacronismo. La sociedad democrática adulta no puede cancelar el pasado así como así, no puede resignarse al “Borbón y cuenta nueva”, por mucha simpatía que le tengamos al rey Don Juan Carlos I (cuya postura a favor de la democracia quedó patente a raíz del 23F de 1981) La democracia en rodaje, que es la Transición Permanente, no ha abordado todavía de manera firme y decidida el asunto de la reconciliación pendiente. La oposición actual, que es la misma que suscribió en el Parlamento la condena del franquismo en 2002, se desdijo de lo dicho y dio marcha atrás en el Parlamento europeo en 2006. Esto constituye un serio handicap y una contradicción democrática denotativa de incompatibilidades, por demás irreductibles, para que la convivencia democrática funcione. Sabemos que los crímenes del franquismo van a quedar prácticamente impunes. Han prescrito en cuanto a la posibilidad de su penalización. Pero debe quedar clara toda la trama delictiva del golpe, la criminal represión de los 40 años de dictadura, la ilegalidad de los juicios y las condenas, etc.

Se debe sustanciar también, en aras de la convivencia democrática, a qué organismo del Estado de Derecho compete la condena de los crímenes de lesa humanidad perpetrados por el régimen franquista. Y si no es a la Audiencia Nacional, determinar a qué organismo del Estado corresponde enjuiciar esos crímenes de lesa patria. En todo caso, creemos que se debiera revocar el encausamiento de Garzón, por creerse competente para investigar esos crímenes de lesa Humanidad. Justificar ante el pueblo, presuntamente soberano, cuáles son las razones para dictaminar que la investigación de tales delitos no era competencia del juez, que entonces actuaba en nombre de la Audiencia Nacional.

Si los organismos judiciales no resuelven satisfactoriamente estos problemas, nuestra democracia habrá perdido credibilidad y habrá sufrido un descalabro del que le será muy difícil reponerse.

jueves, diciembre 16, 2010

EL PRECIO DE LA TRANSICIÓN

Lo que todavía resulta escandaloso para un observador de la realidad política española desde fuera (y para, al menos, una parte de los que la contemplamos desde dentro) es que, cuando en aras de la normalización democrática se pretende hacer un balance de la Guerra Civil española, de su génesis y sus resultados; y evaluar los estragos, daños, injusticias y atropellos desde un criterio jurídico; levantar acta de las ignominias cometidas y condenar, siquiera moralmente, a los responsables de esas calamidades; cuando un juez como Garzón quiere aplicar en España esa justicia reivindicativa contra los crímenes de lesa humanidad (justicia que ha sido puesta en marcha con éxito por el mismo juez a nivel internacional, en los casos de otras dictaduras, como la de Argentina y la de Chile) al aplicarse al caso español, se tope con una facción de la sociedad que, todavía, representa los intereses de esa dictadura, que se supone superada en virtud de la presunta adopción del sistema democrático por el conjunto de la sociedad española.

De esta antinomia se hacía eco muy recientemente en El País un artículo de Leandro Despouy, auditor general de la República Argentina. Lo que motiva su asombro es que lo que se ha visto bien de la actuación de Garzón en el caso de las dictaduras chilena y argentina se considere no aplicable al caso español; y que el mismo juez que ha evitado con éxito la impunidad de los crímenes de lesa humanidad y de lesa patria en otras naciones sea encausado y apartado de su cargo por tratar de hacer lo mismo en España. Ya sabemos que el juez está pendiente de una posible condena por ‘presunta’ prevaricación. El juez está a la espera de ser juzgado por otros dos cargos más. Pero el relacionado con la investigación de los crímenes de la dictadura está aparcado, a la espera de juicio, contrastando la lentitud de éste con la diligencia con que se le encausó al efecto de apartarlo de la judicatura.

En resumen, ese es el estancamiento de la democracia española, su perpetua clavada en la Transición (‘clavada’, como se sabe, es la jugada táctica en ajedrez que te impide mover una ficha clave) Este impasse, esta ‘clavada’, hace que en España la democracia tenga virtualmente perdida la partida.

La alegoría del ajedrez ilustra con bastante precisión la función de las piezas clave de esta dramática partida de ajedrez que es la democracia en España. De momento hay una inquietante actividad de los álfiles, representados en la COPE. Las torres de la extrema derecha juegan sus bazas a diario desde las posiciones de Intereconomía. Las jugadas de la reina Economía, con sus maniobras especulativas, pueden resultar decisivas en esta partida. Y el rey, por su parte, a verlas venir, confiando en que los peones hagan su trabajo. En este ajedrez democrático los peones hemos de proteger al rey si no queremos perder definitivamente la partida.

Resulta que alguien (desde el bando ganador de la Guerra Civil) quiso ponerle un precio a la democracia en España y ese precio se llamó Impunidad. De hecho, esa impunidad se ha conseguido ya en lo fundamental: no es posible la acción retroactiva de la justicia cuando los principales culpables (pongamos que los hubo en ambos bandos) están muertos. No se trata de meter en la cárcel a ningún anciano.

No se trata de equiparar episodios y crueldades por ambas partes: la Plaza de Toros de Badajoz y Paracuellos, por poner dos ejemplos tópicos.

El balance, de todos modos, sigue siendo enormemente desequilibrado, desigual. Pero los muertos de ambos lados, en el frente, serán, en todo caso, responsabilidad de quienes se alzaron en guerra contra el gobierno legítimamente elegido por sufragio popular.

La llamada guerra civil fue, ante todo, una guerra sucia, practicada en la retaguardia, con la aprobación de la cúpula militar levantisca y el auxilio de los civiles y paramilitares del bando franquista que se ensañaron con la población indefensa. Y en el plano internacional una conspiración de los fascismos europeos contra España, con la pasividad de las demás repúblicas o monarquías europeas.

Lo que aquí cabe condenar es, sobre todo, la ilegitimidad de aquella dictadura que exterminó al rival político, al paso que se presentaba a sí misma como defensora de los valores patrióticos y de la Iglesia católica: “Por Dios y por España”, como proclamaba la propaganda del régimen. La antidemocracia se arrogó entonces la defensa
a ultranza de los valores cristianos.




domingo, noviembre 21, 2010

¡NO TOQUÉIS CUELGAMUROS!

Imagen tomada de Internet


¡Insensatos, no toquéis Cuelgamuros!
No le toquéis los cataplines a Paco Jones Franco. Después del Cid, nadie ha ganado batallas póstumas (jurídicas, sobre todo) más que él. (No sé si escribir con mayúscula este pronombre personal: Él). Pero, entonces, Franco sería Dios. (Pues claro: a eso vamos. ¿Crees tú que pensaban lo contrario quienes le colocaban bajo palio?) Ni la Virgen, vaya. Porque a ésta se le cantaba en una loa, en las manifestaciones populares de las procesiones:

¡más que tú solo Dios, solo Dios! *

mientras que a aquél se le podía aplicar el latiguillo de

¡tú vives como Dios, como Dios!

No. No toquéis Cuelgamuros, el sueño faraónico del Caudillo. Allí está el trabajo de cientos, de miles de esclavos. Tantus labor non sit cassus: que no sea en vano tanto trabajo. ¿Quién sabe si el Valle de los Caídos será el Valle de Josafat, el de los resurrectos que esperan la justicia que nunca les llegó?

Fijaos bien: esta cruz del Norte mira hacia el Sur. En esta posición, lo que para nosotros es la derecha es para Dios la izquierda. Si el Hijo está a la derecha del Padre, el Padre está a la izquierda del Hijo. ¿Dónde estarán, pues, los buenos? A la izquierda del Hijo. No nos liemos con la izquierda y la derecha.

Cuelgamuros debe permanecer. En su explanada hay áforo suficiente para las doce tribus de Israel, que se darán cita, a toque de trompeta, en el Valle de Josafat. La puesta en escena del Juicio Final muy bien podría tener lugar allí. Y el Caudillo, resurrecto, por fin respondería “ante Dios y ante la Historia”, como él decía. Con toda la cristiandad por testigo.

Y José Antonio tal vez diría, en su propio descargo, que él no fundó la Falange para asesinar compatriotas y ser la retaguardia paramilitar del régimen cainita.


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* He suprimido la tilde al adverbio sólo, atendiendo a las novísimas normas ortográficas de la DRAE

jueves, noviembre 18, 2010

DEMOCRACIA AL RALENTÍ






Nuestra democracia nació tarada de franquismo y ahí sigue con su tara. La llamada transición fue manifestando su carácter de transacción, de cambalache, no dispuesta, a transigir con el postulado indispensable de la condena del franquismo. La fecha de pasado mañana, luctuosa para el régimen, el otrora proclamado Día del Dolor (el aciago 20 de noviembre en que murieron, con un intervalo de 39 años, José Antonio Primo de Rivera y Francisco Franco) pudo ser (y así parecía reivindicarlo la misma ubicación de los acontecimientos) la fecha jubilosa de una reconciliación nacional, como fue, por algún tiempo, la del 20-N-02 y las de los años subsiguientes hasta el 2006. En efecto, fue en el 20 de noviembre de 2002 un día jubiloso, en el que el 'dolor' se trocó en alegría, porque en el Parlamento, los españoles que hasta esa fecha habían pertenecido a bandos distintos, estuvieron de acuerdo en condenar el franquismo, condición indispensable para iniciar juntos la nueva andadura de la democracia. La nueva derecha democrática se percató de la necesidad de dar este paso; dado que el franquismo había sido un gobierno ilegítimo, no salido de las urnas, sino surgido de un golpe de Estado; de manera tramposa, y con la ayuda de los dos líderes fascistas del momento, Hitler y Mussolini, a los que el poeta de Orihuela calificó como se merecía cada uno de ellos. Estábamos en el buen camino de la reconciliación y hubiéramos compartido la memorable fecha al menos con una alegría en común. Eso parecía querer darnos a entender el destino, o la Providencia, en la coyuntura que hacía coincidir tales sucesos. Pero, miren por dónde, tuvo que venir el paso atrás, la retractación, la vuelta a la situación previa a aquella providencial fecha capicúa del 20-N-02.



La democracia, en lo que respecta a 'marchar juntos por la senda constitucional', está desde entonces estancada, como lo reconoce el catedrático Vicenç Navarro, en un artículo de opinión publicado con esta fecha en el diario Público.es. (Hágase clic aquí)



En resumen, el 20-N vuelve a ser una fecha dolorosa para la democracia. Nos hemos anclado en la transición del que avanza, sin avanzar, sobre la cinta sin fin en la que el PP ha preferido situarnos.

miércoles, noviembre 10, 2010

LA REVÁLIDA DE MIGUEL HERNÁNDEZ

*
Una pregunta obvia que nos hacemos, al considerar en su conjunto la obra de MH es por qué un poeta, que estaba destinado a conectar con el pueblo, escribe, en una determinada fase de su proceso de maduración como poeta, una poesía que resulta difícil de entender, que no conecta con el pueblo llano, ni aun resulta accesible a buena parte del público que pudiéramos considerar preparado.
La respuesta es que esa poesía no va, en principio, dirigida al pueblo, sino a la élite. Su destinatario es la Plana Mayor de la Poesía, que en ese momento es la Generación del 27. MH, que recala en Madrid a principios de los años 30, se considera el aprendiz que aspira a ingresar en el gremio de esa generación poética a la que, por edad, no pertenece, ni de cuya formación universitaria participa. Frente a los maestros de la generación, él es un aprendiz, bien que en una fase muy cercana a la de oficial, para adoptar la terminología de los gremios: aprendiz, oficial y maestro. Este último grado se alcanzaba mediante la ejecución de una obra maestra. Miguel, que ya había adquirido cierta destreza en el oficio, se impone a sí mismo, de manera voluntaria, dar a esa élite una prueba de aptitud para el ejercicio de la poesía. Y su libro Perito en lunas es la prueba acreditativa de esa aptitud.

Si los maestros del 27, entre los que había varios catedráticos (Jorge Guillén, Dámaso Alonso, Gerardo Diego…) hubiesen tenido que juzgar el libro del autor novel de acuerdo con el criterio académico del ‘dominio de la técnica literaria’, tendrían que haberle concedido la máxima calificación. El poeta manejaba con soltura las reglas de la métrica, las figuras literarias no tenían secretos para él: la metáfora, la sinécdoque, la metonimia… Se atrevía hasta con las más sofisticadas, como el hipérbaton, y le tomaba la medida, en un osado marcaje, al supremo gurú del 27, al mismísimo don Luís de Góngora, a quien la generación había elegido como patrono, aprovechando la efeméride del tercer centenario de su muerte.

El presuntamente ‘rústico’ pastor se regodeaba remedando con cierta ironía zumbona las muletillas y los ‘tics’ gongorinos. En el fondo, estaba hasta el gorro de su remoquete de poeta pastor, con el que lo habían presentado en sociedad, tanto la Gaceta literaria como el semanario Estampa. Este ‘pastor’, trasplantado del paraje bucólico del campo oriolano, podía ser un Amyntas, un Títyro o un Melibeo. Lo que, desde luego, no se podía decir de él es que fuese un ‘rústico’ (rusticus es, Corydon). MH distaba mucho de ser ‘rústico’ y, no digamos, Corydon.

Lo que pasa es que la Plana Mayor de la Poesía del momento, la Generación del 27, no se dignó calificar, ni siquiera con criterios académicos, el brillante ejercicio del alumno. Lo tomó por su lado menos favorable: el de la escasa o nula comprensión del texto para el lector corriente.

Pero MH sólo quería demostrar que dominaba el oficio. Y que merecía, con todo derecho, el título de perito, palabra que entre las profesiones al uso de la época, servía para designar las titulaciones menores de ingeniería.

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* Cartel del Homenaje a Miguel Hernández, el pasado día 12 de noviembre, en el que intervino el profesor J.L. Ferris, biógrafo del poeta, y yo mismo. El acto fue organizado por el Seminario Humanístico Zafrense, en colaboración con la Asociación de Escritores Extremeños.

martes, noviembre 02, 2010

La transmisión del mensaje poético





Musa, di tu oráculo y yo lo interpretaré


(Píndaro)



Poeta: intérprete de las Musas. Crítico: intérprete del poeta. La correa de transmisión, sin embargo, está incompleta, si tenemos en cuenta aquello de “Ab Iove principium”. El principio absoluto de la poesía sería, según esto, Júpiter: Zeus. Dios. Y, después de él, vendría Apolo, el Musageta: el maestro de coro de las Musas:



Quae Phoebo pater omnipotens, mihi Phoebus Apollo
praedixit, vobis Furiarum ego maxima pando. *

(lo que el Padre Omnipotente reveló a Febo, y Febo Apolo me reveló a mí, yo, la mayor de las Furias, os lo revelo ahora a vosotros)

Incluso las Arpías eran intermediarias entre Zeus y los seres humanos: el crítico literario sería el último eslabón, el menos divino, pero el más humano. Y, por ende, el más sujeto a error. De modo que la secuencia completa que recorre el mensaje poético hasta llegar al destinatario es: Zeus, Apolo, Musa, poeta, crítico. Toda una serie de intermediarios hasta llegar al lector. Ahora bien, esto es sólo una mera hipótesis de trabajo. Please, no lo tomen demasiado al pie de la letra. El crítico literario es, en todo caso, el intérprete del poeta, el que hace lo posible porque el mensaje de éste (si está cifrado, o es poco claro) llegue al destinatario final que es el lector.
Claro que el poeta podría, si quisiera, interpretarse a sí mismo. Algunos poetas, en efecto, han glosado su propia poesía. Lo hizo, por ejemplo, San Juan de la Cruz. Lo hizo Miguel Hernández cuando explicó, por medio de unos dibujos, su “Elegía media del toro”. Hoy, con los medios que la técnica pone a nuestro alcance, este mismo poema se puede aclarar perfectamente en un video que contenga los diferentes lances de una corrida.
Otros poemas de la etapa oscura, sibilina, de Miguel Hernández, están aún por descifrar. Quiero decir: No han sido glosados. Para el que quiera intentarlo, recomendaría aquí el libro Vocabulario de la obra poética de Miguel Hernández, de la profesora Marcela López Hernández (edic. Universidad de Extremadura, 1992)
Aquí voy a intentar una glosa de otro de los poemas taurinos de Miguel. Me refiero al titulado “Plaza”, es decir, el coso taurino. Comienza con una tirada de tres metáforas. Son las siguientes: “Corro de arena”, “noria de sangre horizontal”, y “concurrencia de anillos” (las tres van referidas al ruedo) Le sigue otra referida a los palcos: “marzos lluviosos de mantones, nutridos de belleza deseada”. Por último, los tendidos, en general. Se los ve como “humanos culebrones” (por las curvas, si no por los silbidos) Se trata de un público enardecido y exigente.
¿Qué piden? A los toriles, toros; / al torero le exigen el portento; / y caballos de más al as de oros.

En los palcos lucen bellas mujeres, ataviadas con mantillas. Hay en sus ojos, como en la plaza, sol y sombra. Pupilas luminosas y sombreado (rímel):

Sol y sombra en el ojo y el asiento:
avispas de momento



‘Soles y sombras’, también, en los asientos. Un público exigente y un griterío (‘¡Que salga el toro!’, ‘¡No lo piques más: lo vas a matar!’, ‘¡Arrímate, maula!, etc. etc.)
La plaza es “concurrencia de anillos”: “victoria de la circunferencia”. Esta disposición en anillos concéntricos recuerda los anillos de Saturno y por eso, en otra ocasión, se llama a la plaza “el Saturno de sol y piedra”. Los dos primeros anillos, a partir del ruedo, son los que forman las tablas y la barrera. En medio de ellos está el callejón. Estos primeros anillos son auténticas defensas: “paladiones”. A trechos, se distribuyen los burladeros (“refugios de madera”, que dice el poeta en otra ocasión).
En cuanto a los palcos, que el poeta llama “marzos lluviosos de mantones”, hay posiblemente una reminiscencia subliminal del refrán que dice “marzo ventoso y abril lluvioso hacen a mayo florido y hermoso”. Estoy por pensar que el poeta trastabilló un poco la memoria y adelantó a marzo las lluvias de abril. Posiblemente, se podría atribuir mejor a los mantones y mantillas el meteoro del viento, mediante el adjetivo ‘airoso’: “marzos airosos de mantones…”. No sería la primera vez que el poeta aplicaba el adjetivo ‘airoso’ en la doble acepción de ‘garboso’ y de ‘lo que produce viento, al revolearse’. Así en el poema “Elegía media del toro” habla del “crimen airoso del capote”.
Por último, ese público exigente al que nos hemos referido más atrás pide “caballos de más al as de oros”. Aquí la metáfora hace referencia al juego de naipes: el as y el caballo son sendas figuras de la baraja. En las antiguas corridas en que los caballos de los picadores no llevaban peto, ocurría con frecuencia que los caballos tenían que ser sustituidos, por los frecuentes despanzurramientos que sufrían durante la suerte de varas. Tenía que haber caballos de repuesto: “caballos de más”.
Pero, ¿qué es lo que el poeta llama el “as de oros”? Puede ser el ruedo de arena dorada. Puede ser el toro (“ínsula / de bravura / dorada / por exceso / de oscuridad”…)
En todo caso me falta consultar el Vocabulario de la obra poética de Miguel Hernández.
Pero hoy es fiesta y no se abre la biblioteca. Así que diremos aquella muletilla del humorista José Mota que mi nieto se encarga de remedar:

− Hoy, no. ¡Mañana!


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NOTA:


(Consultado el Vocabulario de la obra poética de Miguel Hernández, leemos que, según la autora, "el as de oros" sería el torero, 'estrella de los toreros vestido de oro'. Interpretación que no acaba de convencer. Nos quedamos mejor con 'el redondel de arena dorada que es el ruedo'. Como redondo es el 'as de oros'. Así serían tres las demandas del público, cada una dirigida a una cosa, o una persona: A los toriles se le piden toros; al torero, que haga maravillas ('el portento'); y, finalmente, al ruedo mismo, 'que tenga caballos de repuesto'.
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* Verg. A. 3.251-2

viernes, octubre 29, 2010

Miguel Hernández en los Cibertextos de GARCI-GÓMEZ

Recientemente, el profesor Garci-Gómez, antiguo colega de estudios en el Seminario de Badajoz, ha incorporado a sus Cibertextos la obra poética de Miguel Hernández. Nuevamente he tenido el honor de contar con su confianza para corregir los textos del poeta oriolano, introduciendo algunas enmiendas que no figuran en otras ediciones anteriores. En particular la de Zero-Zys (preparada por Leopoldo de Luis y Jorge Urrutia) y la de Espasa-Calpe, cuya edición crítica ha correspondido a Agustín Sánchez Vidal, José C. Rovira y Carmen Alemany.

Algunas de esas correcciones no se encuentran en ediciones anteriores y traigo aquí como muestra un par de ellas.

En primer lugar me referiré al Cancionero y romancero de ausencias y, dentro de él, al poema titulado “Muerte nupcial”. En el v. 21, los editores críticos citados anteriormente transcriben:

Espiramos del todo.¡Qué absoluto portento!

He corregido: “expiramos”, porque, además de ser lo que el poeta escribió, como puede verse en una copia fotográfica del poema manuscrito (reproducción fotográfica que se incluye en la pág. 337 de la edición de Leopoldo de Luis) es la lectura más acorde con la metáfora que da título al poema: “Muerte nupcial”. He justificado esa lectura en mi estudio titulado “La sexualidad en la poesía de Miguel Hernández”, incluido en mi libro De la Vida a la Teoría, pág. 119, nota a pie.

“Expirar” es sinónimo de ‘morir’ y debe distinguirse de “espirar”, algo que hacemos a diario cuando, al respirar, echamos fuera el aire de los pulmones que previamente hemos ‘inspirado’.

Hay una tradición literaria referida al tópico “morir de amor”, por la cual el orgasmo se equipara a la muerte (la petite mort que dicen los franceses). MH se hace eco de este tópico en diversos pasajes de su obra poética. Este es uno de ellos. Por tanto, el empleo de ‘expirar” está justificado, como una aplicación del tópico “morir de amor”.

Al decir “espiramos”, anulamos la metáfora que atribuye al coito su tremendo parecido con la agonía, según los versos de Baudelaire:

L’amoreux pantelant, incliné sur sa belle,
a l’air d’un moribond caressant son tombeau
.
(Les fleurs du mal, XXI, 19-20)

Otra de las palabras, corregida en esta edición, se encuentra en el v. 14 del poema 6, titulado ‘Los hombres viejos’, incluido en el libro El hombre acecha. La edición de Leopoldo de Luis elimina, simplemente, este poema por su vocabulario, tal vez escatológico en demasía. La edición de las O.C. publicadas en Espasa Calpe, lo incluye.



El verso en cuestión dice:

La dignidad del asno se rebela (sic) en la enjalma

He corregido sustituyendo ‘rebela’ por ‘revela’. En efecto, rebelarse es ‘volverse contra’; en cambio ‘revelarse’ significa ‘ponerse de manifiesto’, ‘mostrarse’, lo que está más de acuerdo con el sentido del texto: los arreos del burro (albarda, jáquima, enjalma) ponen al descubierto la condición servil del asno. No hay, pues, ‘rebelión’ que valga en este contexto. Lo que hay es un detalle que delata , o revela, o manifiesta, la condición de ese animal de carga que es el asno. De ahí la expresión ‘quitarse la albarda’, que equivale a ‘sacudirse la servidumbre’.

A veces, hay que leer con espíritu crítico para detectar gazapos que, de otro modo, pasarían desapercibidos.

viernes, octubre 22, 2010

Una charla jamás olvidada de Don José García

Creo que mis compañeros de promoción, así como los de otros cursos superiores o inferiores al mío, que aún quedamos en este “valle de lágrimas”, recordarán una de aquellas impactantes charlas que solía impartir Don José García. Vicerrector del Seminario de Badajoz, desde 1946 (el honorífico título de Rector estaba reservado al Sr. Obispo, Don José María Alcaraz Alenda) Don José García era hombre de muy acendrada espiritualidad. Ya en una antigua entrada de este mismo blog hacíamos mención de una de sus más sobresalientes habilidades: la oratoria. Era persuasivo, extraordinariamente eficaz en el uso de la palabra, convincente y, en ocasiones, apabullante. Y puesto que me he referido recientemente a “las 13 rosas” mártires de la República (mártires laicas, por supuesto) me he acordado de cierta impactante charla de Don José acerca de la posibilidad de martirio que eventualmente podía esperarnos algún día, como consecuencia de nuestra opción por el sacerdocio. Don José no se metía en política, ni falta que le hacía. Para eso estaba, en todo caso, el Rector, instalado, como toda la jerarquía eclesiástica de la época, en el sistema del Régimen. El obispo Alcaraz Alenda era incondicional del nuevo ‘orden’ político, dócil al espíritu del 18 de julio. Ya hemos aducido en este mismo blog una foto testimonial en este sentido. Pero en aquellas fechas estaba todavía muy reciente el martirio de varios sacerdotes y otros religiosos de la provincia. El seminarista y poeta Francisco Sánchez, por entonces en los últimos cursos de Teología, había evocado en una velada literaria el fusilamiento del párroco de su pueblo, Tomás Carmona, hoy ya incluido en el catálogo de los santos, no recuerdo si por el actual Papa o por su antecesor*. Don José García era muy circunspecto en cuanto a exaltar de forma directa a los mártires de la Cruzada, lo que inevitablemente reportaba publicidad al Régimen. Además, era consciente de que había muertos, en mayor número, del otro bando. Y no decía cosas que pudiesen herir susceptibilidades. Estoy seguro que conocía el hecho de que un significativo porcentaje de los seminaristas de la época de posguerra éramos huérfanos de represaliados del otro lado. Pero él avisaba lealmente de que los futuros ministros del Señor teníamos que encararnos con la posibilidad del martirio. Y que debíamos afrontar animosamente esa eventualidad, si llegaba el caso. Recuerdo aún el colofón de aquella plática fervorosa, retumbando todavía en mi memoria, como el vibrante sonido de una campana:


Porque en la Iglesia de Cristo los lirios del Señor se tienen que cubrir de sangre.

(Naturalmente que el bueno de Don José se refería a la sangre derramada de los propios seminaristas. No a la que eventualmente pudieran derramar éstos, cuando vistiendo sotana y tocados con su correspondiente bonete, empuñaron el fusil y se incorporaron al ejército franquista. Es decir, al ejército rebelde)



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* Según parece, esta canonización aún no ha tenido lugar, pero está al caer. Las víctimas del franquismo, en cambio, aún no han sido oficialmente desagraviadas por el régimen presuntamente democrático. En cambio, está pendiente de juicio y de posible condena el juez Baltasar Garzón, por haber tratado de investigar los crímenes del franquismo.

jueves, octubre 21, 2010

LA ÚLTIMA DE LAS ROSAS ROJAS

La prensa nacional nos daba cuenta, hace sólo unos días, del fallecimiento de una de las mujeres que pertenecieron al grupo llamado “Las 13 rosas”. La compañera superviviente de las catorce que, en principio, componían el grupo. Las 13 restantes fueron asesinadas. Las trece rosas.
La evocación de aquella injusticia sangrante habrá estado actuando en mi subconsciente de modo que hoy, de madrugada, me ha despertado con el recuerdo del escenario habitual de mi niñez, la calle Santa Marta de Aceuchal. A ella me ha trasladado la memoria y he vuelto a oír los cánticos infantiles de mis vecinitas, hoy abuelas, un grupo de nueve o diez chiquillas. Las veo saltar a la comba, alegrando sus juegos mientras van diciendo las letras de sus canciones. Una de esas canciones se abre paso en el recuerdo: parece venirle al pelo a la situación. Y es que la memoria histórica tiene sus heridas abiertas y sangrantes.



Oigamos la letra de esa canción infantil: todavía se puede encontrar su rastro en Google.
No hay más que pinchar
aquí.

¿Por qué me ha venido a la memoria (sin adjetivos) esta canción de infancia? Pues, parece evidente que el subconsciente nos conduce, por intrincados caminos, a una alegoría bien trazada: “Al levantar una lancha, una jardinera vi, / regando sus lindas flores / y al momento la seguí...




Esa ‘lancha’ es una losa. Y, bajo ella, está ya para siempre Mari Carmen Cuesta, la jardinera del recuerdo, la que hasta hace pocos días ha regado ese jardín de las trece rosas inmarchitas, de color rojo de sangre, que fueron sus compañeras asesinadas.
Han transcurrido 71 años desde que se perpetrara aquella ignominia y aún no se ha hecho justicia. Todavía no se ha conseguido que, desde las instancias de un estado presuntamente democrático, se haya reparado, en el terreno de lo legal, lo que es de todo punto irreparable fuera de él. Nadie devolverá a la vida aquellas vidas juveniles, segadas en flor. Pero sí se ha podido hacer la reparación de declarar ilegales esas y otras tantas arbitrariedades que tuvieron visos de legalidad en el franquismo. La democracia valetudinaria que hasta ahora hemos conocido (como el menos malo de los sistemas de gobierno, que dijera Churchill y, desde luego, la más pocha de las democracias, que digo yo, −acepciones 2 y 3 del DRAE−) ha temido enfrentarse hasta el momento con la insoslayable necesidad de reparar estas injusticias por la vía legal. La querella sigue en pie. He
aquí algo de lo mucho que se ha escrito en estos últimos días sobre la desaparición de esa última rosa roja, superviviente, que era Mari Carmen Cuesta.

La empresa no será posible mientras sigamos con esta ‘democracia’ y mientras haya en el TS intérpretes de la justicia como el que ha condenado al juez Baltasar Garzón, por haber intentado encausar al franquismo, en un conato de reparación de esa clamorosa injusticia.


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* La fallecida, compañera de "las trece rosas" es, en este caso, la rosa número 14, según corrobora el artículo aparecido en El País con fecha 19 de los corrientes.

miércoles, octubre 20, 2010

CONCIERTO MONOGRÁFICO EN MEMORIA DE JOSÉ CABEZÓN






El joven pianista José Luis Nieto ofreció el pasado día 16 un concierto monográfico sobre Liszt en el que demostró un apabullante dominio de la técnica pianística. Digno sucesor de su paisano y también concertista de piano, José Cubiles, Nieto estuvo a la altura de las dificultades que el programa elegido entrañaba, entre ellas las de una pieza que requiere un consumado virtuosismo por parte del intérprete. Me refiero a la obra titulada Mazzepa, considerada por la crítica musical como una de las más difíciles de ejecutar. La enorme cantidad de energía que la ejecución de esta pieza exige era como para dejar exhausto al más fuerte. Recuerdo, a tono con la situación, unos versos de Miguel Hernández (poeta que, por cierto, ha sido motivo de inspiración musical para nuestro pianista)







En mis manos levanto una tormenta


de piedras, rayos y hachas estridentes (...)






Los prolongados aplausos que recibió al final consiguieron que el autor regalara al auditorio con una propina, que consistió en bisar una de las piezas del programa, de más apacible ejecución. Así no se rompió la continuidad monotemática del concierto.







Luego supimos, por el propio ejecutante (que hubo de salir a saludar por segunda vez) que había diseñado ese programa como homenaje a su amigo zafrense fallecido, José Cabezón, el principal promotor de Juventudes Musicales de Zafra; y que el autor elegido para la ocasión era Franz Liszt, en razón a la misma dificultad intrínseca que ofrece la ejecución de sus obras, dificultad que el intérprete había aceptado como un reto, gustosamente, en atención al homenajeado.





El público en general y los amigos de Pepe Cabezón, en particular, agradecimos en nuestro fuero interno las palabras generosas del joven, del formidable virtuoso del piano que es ya José Luis Nieto.

lunes, octubre 18, 2010

¡VIVA CANTABRIA!




Sin ánimo de exagerar y sí de reflejar el entusiasmo que suscitó en el público asistente la magnífica actuación de la ‘Agrupación de Pulso y Púa Fresneda’, de la población cántabra de Los Corrales de Buelna, se puede decir que las palmas ‘echaban humo’. A tono con el entusiasmo, suscitado por las diversas piezas musicales interpretadas por los ejecutantes, un espectador, desde el gallinero, lanzó un espontáneo:
− ¡Viva Cantabria!
Y la audiencia refrendó con un aplauso la entusiasta proclama. Pero, con prontitud de reflejos, un miembro del conjunto (uno de los que llevaban ‘la voz cantante’), correspondió con un recíproco: “¡Viva Extremadura!”. Lo que, como no podía por menos, fue igualmente acogido con aplausos. Me acordé de aquellos versos de Campoamor en "El tren expreso", que mi madre se sabía de memoria:

Y después de halagarnos, obsequiosos,
del patrio amor el puro sentimiento...


Después...continuó la sesión en ‘perfecta armonía’, tanto en el sentido de la interpretación musical como en el del ‘acuerdo- acorde’ entre el público asistente y el grupo ejecutante. Estos momentos de empatía entre diversas regiones del territorio patrio deberían fomentarse, por cuanto contribuyen a reforzar la idea de pertenencia a una patria común, son cívicamente saludables, porque nos hacen sentirnos partícipes de unos valores que nos enriquecen mutuamente. Cantabria y Extremadura se han dado, durante estos días, en Mérida, Almendralejo y Zafra, sendos abrazos fraternos de patriótica unidad, sin necesidad de consignas políticas, de sabor partidista: por obra y gracia exclusivas del arte, de la música, en este caso. Y en el mío, en particular, me ha hecho recordar los nombres de algunas figuras señeras de las letras españolas que tuvieron su cuna en Cantabria. Por su resistencia a la invasión romana, el poeta latino Horacio caracterizó a los cántabros como 'indóciles a soportar el yugo':


Caricatura de Menéndez Pelayo, por Fresno




Cantabrum indoctum iuga ferre nostra




Sin embargo, muchos siglos después, en el XIX de nuestra Era, un cántabro doctísimo sería el gran Don Marcelino Menéndez Pelayo, gran admirador de Horacio a quien dedicaría una memorable Epístola, y del que traduciría, en rotundos sáficos, el Carmen Saeculare.






Otro ilustre cántabro fue el novelista Pereda, figura señera de la narrativa española del XIX, con obras de lectura inolvidable, como Peñas arriba o, también, El sabor de la tierruca.




Y, por último, quiero recordar aquí al autor de poemas de antología, como "El ciprés de Silos", o el "Romance del Duero", autor también, él mismo, de antologías poéticas.




Con Gerardo Diego he sintonizado en multitud de ocasiones, con quien tuve la oportunidad de departir en Aceuchal, mi pueblo, en casa de mi paisana Mahizflor, en la que permaneció varios días como invitado. A uno de los tertulianos habituales de aquella refinada ‘señora rica’ que fue Mahizflor, le encantaba particularmente la faceta musical de Gerardo. Me refiero a mi también paisano, Moisés, buen intérprete de piano (en realidad un concertista frustrado), que podía hablar de vis-à-vis con el poeta cántabro, que también era músico. Y Moisés elogiaba las afortunadas recreaciones poéticas que había hecho Gerardo de algunos de los “Nocturnos” de Chopin. Todas estas cosas me ha traído a la memoria la magnífica actuación del grupo musical Fresneda, de Los Corrales de Buelna.





Le auguramos una larga vida de éxitos, como los que ha cosechado en Extremadura.

A TODOS Y A TODAS

El prurito, en forma de obsesión, que la plena incorporación de la mujer a la vida política trajo consigo fue el tópico de la discriminación sexual. La preocupación por no omitir hacer mención explícita a las féminas, recién llegadas a esos colectivos (de los que, anteriormente, no formaban parte las mujeres de manera habitual) parecía exigir que se las tuviera en cuenta de manera expresa, o que se denotase explícitamente su presencia en las modernas asambleas en las que antaño no solían participar. Entidades y corporaciones hubo en las que, desde muy antiguo, no participaron las mujeres, o su participación se redujo a un solo individuo. Así la Real Academia de la Lengua Española no tuvo hasta 1978, con Carmen Conde, la primera mujer académica (si mis datos son ciertos). En esos primeros tiempos de escasa, o nula, representatividad de la mujer en éste u otros colectivos similares, era corriente que se utilizaran vocablos del género masculino para referirse indistintamente al hombre o a la mujer. Se podía uno referir a los “señores académicos”, dando por supuesto que en esa referencia estaban también incluidas las féminas, o la fémina, si sólo existía un miembro del género femenino. Cuando la participación de la mujer en la ‘cosa pública’ se ha generalizado, la alusión explícita a esa presencia femenina comienza a tener sentido. Ahora se suele decir, al dirigirse a esos colectivos, por ejemplo, “Señores diputados y señoras diputadas”. Quizá también “Señores académicos, señoras académicas”. En cambio, ya nos propasamos, nos salimos del tiesto, cuando empleamos muletillas como la enunciada en el epígrafe de este escrito: “A todos y a todas”. La idea de totalidad implica, cuando se trata de seres humanos, la referencia a ambos sexos. Pero ocurre que el ‘tic’ de la discriminación sexual se nos antoja una falta de ‘deferencia’ hacia el sexo femenino. Y soltamos esa patochada de “todos y todas”, que es la que en realidad resulta discriminatoria, ya que divide a la humanidad en compartimentos estancos e introduce la discriminación de sexos que se trataba de suprimir. Por querer hacer constar nuestra consideración al sexo femenino, hemos anulado la idea de totalidad, le hemos restado al todo humano el colectivo femenino: ya, al decir 'todos', no suponemos incluidas a las mujeres, puesto que hemos considerado a los seres humanos como constituidos en sendos colectivos aparte: el 'todas' añadido invalida la propia noción de totalidad implícita en el vocablo todos. Paradójicamente, suponemos por principio el ‘todos’ como algo incompleto, puesto que necesitamos añadirle el ‘todas’.

En resumen, está bien que digamos, por ejemplo, “Señoras y señores” (dando prioridad a las damas, según se hacía, galantemente, desde antiguo), pero nos parece que la mencionada muletilla de “a todos y a todas” deberíamos desterrarla del uso común.
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P.S. A este mismo tema dedicamos un artículo con el título de “Sexismo y burocracia”, que se publicó en el diario HOY, con fecha 24-4-94.

lunes, octubre 04, 2010

DE LO VIVO A LO PINTADO

Con motivo del centenario del nacimiento de Miguel Hernández se ha desplegado una abundante publicidad cartelística por toda la geografía urbana zafrense. Se recoge la imagen del poeta recitando pasajes diversos de sus poemas. Reparo en estos versos que pertenecen a la titulada “Canción última”, de El hombre acecha:

Pintada, no vacía:
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y desgracias
.

¿Qué habrá querido decir el poeta con esta intuición? Pienso que ha querido quitarle hierro al asunto de su infortunio, que ha querido imaginar que el tristísimo cuadro familiar que tiene ante sí con la muerte de su primer hijo es eso: un cuadro, una pintura, ciertamente lastimosa, pero dentro de un marco de irrealidad. Algo sí, conmovedor, pero que él contempla como se contempla un cuadro, por más que nos conmueva con la estética de su realismo impresionante. Su desgracia ha pasado ‘de lo vivo a lo pintado’, de lo real a lo figurado. Es una especie de autodefensa del dolor por la mediación del arte.












La tragedia familiar de la muerte del hijo convierte el hogar en una cosa inanimada, en una naturaleza muerta, propiamente dicha. Sólo cuando la esposa conciba por segunda vez, volverá a ser animada la estampa hogareña:
















Se puso el sol.


Pero tu temprano vientre


de nuevo se levantó


por el oriente.



El arte funciona en una doble dirección: de ida y vuelta. Se puede proceder de lo vivo a lo pintado; y, viceversa, de lo pintado a lo vivo. Y puesto que recientemente he traído a colación en estas páginas el recuerdo de Manuel Machado, me parece oportuno evocar un poemilla del ‘hermano de Antonio’, como ejemplo de ese camino de vuelta que es ir de lo pintado a lo vivo. Me refiero al delicioso poema (hacía mis delicias en mi época de escolar) titulado “Figulinas”:

¡Qué bonita es la princesa!
¡Qué traviesa!
¡Qué bonita!
¡La princesa pequeñita
de los cuadros de Watteau!
.... .... .... ....
Cuando alegre la contemplo,
como ahora, me sonríe...
Y otras veces su mirada
en los aires se deslíe,
pensativa...
¡Si parece que está viva
la princesa de Watteau!
.... .... .... ....

Hay tal expresión de vida en el rostro de esta gentil criatura que al poeta le resulta fácil establecer una especie de complicidad, comunicarse con ella, seguirla con la mirada o ser seguido por ella. Es la impresión que hemos podido comprobar muchas veces en los rostros de ciertas figuras de los museos: donde quiera que te pongas parece que te están mirando. Es el resultado de un buen enfoque del cuadro por parte del pintor. Una de las modalidades de lo que suele llamarse ‘trampantojo’, en francés, trompe l‘oeil. Los ejemplos son muy conocidos, ya desde antiguo. Uno de ellos lo refiere Plinio en su Naturalis Historia, 35.66. Dice (traduzco del latín):

Cuéntase que Zeuxis * pintó a un niño que llevaba un racimo de uvas. Y como un pájaro revolotease en torno a ellas [tratando de picotearlas] el pintor, enfadado con su obra, dijo:
− He pintado mejor las uvas que al niño, ya que si éste me hubiera salido perfecto, el pájaro debería haber tenido miedo [de acercarse a las uvas]

Nuestro paisano extremeño Eduardo Naranjo es de esos pintores que nos suelen asombrar con su verismo. Por más que la realidad y la ultrarrealidad se den cita en sus cuadros con la mayor frecuencia.

Para ponderar la perfección de ciertas cosas se las suele cotejar con las de la pintura. Y así, de algo que nos ha resultado bien se acostumbra decir que nos ha salido ‘que ni pintado’. Y de algo o de alguien que nos desagrada solemos decir que no queremos verlo ‘ni en pintura’.

El arte refluye así sobre la vida y, a la recíproca, la vida sobre el arte.


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* Zeuxis, pintor griego del s. V a. C.


NOTA: Clicar en la imagen para agrandarla

miércoles, septiembre 29, 2010

UN CANÓNIGO PACENSE DEL SIGLO PASADO

No es que tenga nada que decir en particular de este señor de faz bondadosa, sólo que me examinó de la asignatura Religión cuando hice mi Examen de Estado hace ya muchos, muchos años. He buscado información a través de Google y veo pocos datos de su biografía. Lo recuerdo de mis tiempos de seminarista, cuando visitábamos la Catedral con ocasión de las grandes solemnidades religiosas y, especialmente, durante la celebración de la Semana Santa. Ya era canónigo, desde 1911 nada menos, Don Juan José Fernández y Sánchez Solana. Y fue nombrado arcediano de la Catedral en 1948. Fue por la década de los 50 del pasado siglo cuando le hice la caricatura que acompaña estas líneas. Conservo algunas caricaturas más de profesores míos por aquella época. Algunas ya han sido publicadas en estas páginas. Y otras irán saliendo más adelante, cuando se presente la ocasión propicia. O las vaya localizando entre mis viejos papeles.

miércoles, septiembre 22, 2010

AUN ASÍ LO RECOMIENDO






El director del Foro Zafrense, nuestro apreciable y apreciado Juan Carlos Fernández Calderón, me solicitó, hace algún tiempo, colaboración para una campaña de fomento de la lectura que dicho Foro había proyectado emprender a través de Radio Zafra. Según creí entender, la tal campaña partía de la recomendación de un autor (poeta, narrador o ensayista) de acuerdo con nuestra personal apreciación de sus valores literarios. Así, desde nuestra particular experiencia como lectores, podíamos ser correa de transmisión, que indujera a otros a la lectura del autor o el libro recomendado, valorado a través de nuestra propia sensibilidad.
A decir verdad, son varios los autores con los que, a lo largo de mi vida, he ido adquiriendo ‘familiaridad’ como lector: por una u otra razón, los admiro, los estimo, les debo muchos momentos de fruición estética, de espiritual deleite. Y me vienen a la memoria sus nombres: Virgilio (en latín, claro), San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Cervantes... Y, más cercanos en el tiempo, Rubén Darío, Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, García Lorca, Miguel Hernández...Y los hermanos Antonio y Manuel Machado.
Y, aunque considero un demérito de este último el haber ensalzado al dictador Franco (por culpa del cual, en última instancia, tuvieron que huir a Francia su propio hermano y la madre de ambos) prefiero pasar por alto esa flaqueza a negarle el reconocimiento que, sin duda, merece en su calidad de poeta modernista.
Ni fue el primero ni será el último de los poetas que prostituyeron su lira alabando a un dictador o a un tirano. Ya otro poeta, el catalán Manuel de Cabanyes, reprochaba esto mismo al poeta Horacio, adulador de Augusto. El mismo Virgilio también lo fue.

En el caso de Manuel Machado, salvado ese desliz o tacha de su, por lo demás, brillante ejecutoria como poeta, no dudaría en recomendarlo a los lectores; y más si son simpatizantes con el franquismo. Yo, desde luego, me quedo con el Manuel Machado de antes del franquismo: el de Alma, o el Ars moriendi. El Machado admirado por Unamuno, quien decía que el poema titulado Castilla podía valer por sí solo para hacer a su autor acreedor a la fama literaria y decía que este poema merecería estar en todas las antologías de la poesía castellana. Lo incluyo, a continuación, como la mejor credencial que reivindica la calidad poética del ‘hermano mayor de Antonio’.

_____Castilla______

El ciego sol se estrella
en las duras aristas de las armas,
llaga de luz los petos y espaldares
y flamea en las puntas de las lanzas.

El ciego sol, la sed y la fatiga...
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos
−polvo, sudor y hierro− el Cid cabalga.

Cerrado está el mesón a piedra y lodo.
Nadie responde... Al pomo de la espada
y al cuento de las picas el postigo
va a ceder.¡ Quema el sol! ¡El aire abrasa!

A los terrible golpes,
de eco ronco, una voz pura, de plata
y de cristal, responde...Hay una niña
muy débil y muy blanca
en el umbral. Es toda
ojos azules y, en los ojos, lágrimas.

Oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada.

“Buen Cid, pasad. El rey nos dará muerte,
arruinará la casa
y sembrará de sal el pobre campo
que mi padre trabaja...
Idos. El Cielo os colme de venturas...
En nuestro mal, ¡oh Cid!, no ganáis nada”.

Calla la niña y llora sin gemido...
Un sollozo infantil cruza la escuadra
de feroces guerreros,
y una voz inflexible grita: “¡En marcha!”.

El ciego sol, la sed y la fatiga...
Por la terrible estepa castellana,
al destierro, con doce de los suyos,
− polvo, sudor y hierro− el Cid cabalga.


El poema glosa un determinado pasaje del Cantar de Mio Cid (‘El destierro’, vv. 40-9)
aquí Todo el poema es de una insuperable maestría descriptiva. Abunda en admirables síntesis poéticas, como esa hipotiposis que reduce a tres magistrales pinceladas la descripción de la comitiva del Cid: “polvo, sudor y hierro”. El adjetivo ciego, aplicado al sol, constituye una hipálage: el sol es, más bien, ‘cegador’. Su efecto de reverbero en las armaduras nos personifica al astro rey, como un ‘ciego’ que se ‘estrella’ en las corazas. Y esos reflejos son como ‘llagas’ de luz.

La voz de la niña contrasta con la rudeza de los mesnaderos. Metafóricamente, esa voz es ‘de plata y de cristal’. El color rubio de su cabellera es ‘oro pálido’ que nimba, como un halo, ‘su carita curiosa y asustada’.

Expone la niña ante el héroe las amenazas que han recibido de parte del rey a todos aquellos que ‘socorran al Cid’. Sólo a la llegada a Burgos, hay un valiente, Martín Antolínez, que abastecerá al Cid y a los suyos, aun a riesgo de su propia vida.

Aquí resalta la heroicidad del Cid, que prefiere aguantarse con la sed y seguir adelante para no poner en peligro la vida de la niña y de sus familiares.¡Qué temple el de este Ruy Díaz de Vivar!

Estos sí fueron héroes, que no las mesnadas de aquellos que, apoyados por una morisma mercenaria, entraron a saco en poblaciones inermes
como un ejército liberador.

jueves, agosto 26, 2010

LUSCINIA PHILOMELA

He recordado, de madrugada, los versos de Virgilio que evocan el canto del ruiseñor. Son de una ternura inmarchitable. Hace muchos años que los aprendí de memoria, allá por los años 50 del siglo pasado, cuando el benemérito Don José Rodríguez Cruz (†), administrador y profesor del Seminario, nos motivó a los de mi clase mediante un incentivo (dispensarnos del examen de fin de curso) si traducíamos Las Geórgicas. Nos repartimos la tarea entre cuatro compañeros de promoción: Antonio Zambrano García (†), Sebastián Rubio Llerena (†), Miguel García Gómez, y quien esto firma.

¿Me tocaron a mí los inmortales versos? Tal vez. El caso es que desde tan lejanas fechas recuerdo esos versos conmovedores. El lector me dispensará que los deje en su lengua original, para seguidamente traducirlos, como mejor sepa, al castellano:


Qualis populea maerens philomela sub umbra
amissos queritur fetus quos durus arator
observans nido implumes detraxit, at illa
flet noctem ramoque sedens miserabile carmen
integrat et maestis late loca questibus implet.

(Georg., IV, 511-5)

(
Como el ruiseñor en la umbría de la alameda, apesadumbrado, llora por sus perdidos polluelos, a los que el inclemente labrador, viéndolos en el nido, implumes todavía, los arrebató, y él llora toda la noche y posado en la rama emite su lastimero canto y va con tristes quejas poblando los contornos).

Hermosos versos inmortales. Espero que sirvan al lector de compensación por los antipoéticos versos de mi anterior entrada.

jueves, agosto 05, 2010

El franquismo que no cesa



Hace sólo una semana, concretamente el 28 de julio pasado, el periodista M. Saco publicaba, en las páginas de Público, un artículo con el título “La fatalidad que nos espera”. Asumía el autor los inconvenientes que podrían derivarse del eventual triunfo del PP en el próximo ejercicio político, tras las próximas elecciones. Los sondeos dan como ganador al PP, que saca una ventaja de más de 6 puntos al PSOE, según las últimas encuestas. Parece ser que, según todos los pronósticos, la derecha volverá a tomar las riendas del poder en 2012, si es que no se adelantan las elecciones, o triunfa una eventual moción de censura.
¿Cuáles son las perspectivas que aguardan a esta ‘valetudinaria’ democracia en el caso de resultar ciertos esos pronósticos? Pues, a mi entender, no son nada halagüeñas, como para que podamos hacernos ilusiones, en el sentido de poder desprendernos del franquismo residual que aún lastra y entorpece el desenvolvimiento y normal desarrollo de la democracia española.
La condena explícita del franquismo, conseguida con forceps en el Parlamento, tras poner a parir al partido del PP, entonces en el gobierno, fue después objeto de palinodia en el Parlamento Europeo, donde el representante español del PP, Mayor Oreja, se negó a refrendar esa condena. Lo que ‘retrotrajo’ nuestra valetudinaria democracia a la fecha anterior al 20-N-02.

Nuestra democracia arrastra deficiencias congénitas, con las que transigimos en aquella Constitución pactada de 1978, con la esperanza de que ciertas taras de nacimiento se irían corrigiendo a medida que esa democracia, diseñada ad nutum factionis victricis (‘a la medida de la facción vencedora’) se fuese consolidando en madurez. No ha sido como esperábamos. La derecha no sólo dio marcha atrás en la condena del franquismo, por medio de su portavoz en el Parlamento europeo, Jaime Mayor Oreja; sino que, afianzando sus posiciones y valiéndose de sus enlaces en las altas instancias jurídicas de la nación, consiguió apartar de la judicatura a Baltasar Garzón, impidiendo así la condena jurídica del franquismo.

He ahí una asignatura pendiente de nuestra democracia, que nos impide ingresar, de pleno derecho, en el cuerpo jurídico de las democracias europeas. El PP es la rémora que impide, o dificulta, esa incorporación de España a la democracia internacional. El portavoz del partido de la oposición en el Parlamento europeo, ha sostenido en él la peregrina tesis de que él y la formación política que él representa no tienen por qué condenar el franquismo (¡es decir, la antidemocracia!) toda vez que él/ellos vivieron esa época plácidamente, en perfecta armonía con el régimen nacido del golpe de Estado.

Pues bien, este partido es el que, según los más recientes sondeos, se perfila como ganador en las próximas elecciones.

Si tal cosa ocurriera (quod di averruncent! – ‘¡no lo permitan los dioses!’ que dirían los Romanos) tendríamos la versión más surrealista posible de una democracia europea en la actualidad: aquella que hizo compatible la impunidad de la más sangrienta y larga de las dictaduras con las ideas de libertad, justicia y madurez cívica. ¡Qué no intentarán desde el gobierno los que contra el gobierno tanto han podido!

En fin, estamos avisados. Sólo nos queda esperar la fatalidad con estoicismo.

lunes, julio 26, 2010

EL HIMNO NACIONAL EN CLAVE DE FÚTBOL

Cedo por hoy la palabra a un buen amigo, que quiere permanecer en el anonimato, y que es el autor de esta humorada, escrita bajo los efectos de la euforia patriótica a cuenta de la reciente victoria de la selección española en Sudáfrica. El texto que sigue a continuación es de su exclusiva propiedad.


*Fragmento de la partitura musical de la Marcha de los Granaderos

Letra para el himno nacional.


En la variedad está la riqueza; de la unión nace la fuerza. El autor de esta letra, que de momento quiere permanecer en el anonimato, explica haberse inspirado en el juego de la selección nacional, en la Copa de Europa y Mundial, y en las circunstancias que lo rodearon. Particularmente, le motivó el hecho de que la Marcha Real, siendo tan antigua, es el único himno nacional en el mundo que carece de letra. Así pues, fue testigo muchas veces de que aquellos jóvenes, que interpretaron en su juego una auténtica sinfonía bajo la batuta de don Vicente, a la hora del himno miraban al cielo, o de un lado a otro, sin saber qué decir. Quiso amenizar la reunión con un inicio de 'Oda a Don Vicente', que dice así siguiendo un viejo y clásico modelo de otro ilustre salmantino, el legendario organista Salinas:






El alma se encandila

y llena de esperanza inusitada,

Vicente, cuando juega

la selección de España

por vuestra sabia mente gobernada.




Algunos amigos y familiares en el grupo, de varias nacionalidades, unidos en vítores y salvas a la selección, no comprendían por qué los españoles permanecían en silencio cuando muchos, de otras nacionalidades, a la hora de su himno, se desgañitaban cantando; se les explicaba que el himno era una marcha sin letra. ¿Y por qué no se la ponen? - replicaban.



Se decidió entonces el autor a hacer un esbozo de letra, que entre todos ensayamos y cantamos, un himno a la unión y a la colaboración. Explicó el autor que quería concentrarse, libre de florituras, en temas de interés humano, condensados de hace tiempo en dos axiomas: en la variedad está la riqueza y de la unión nace la fuerza, ambos, por otra parte, de actual vigencia en la realidad española y europea. En las dos primeras estrofas se alude a la rica variedad de España, reflejada incluso en sus lenguas, reconocidas en el himno, y llama a un esfuerzo personal por avanzar en la convivencia y así acrecentar la prosperidad de la nación. En las dos últimas, se hace un llamamiento al viejo ideal de la armonización de armas y letras, ejército e investigación, defensa y poesía; una exhortación a la compaginación del estudio, el cultivo de la mente, el ser espiritual, con el deporte, la diversión, la salud corporal (mens sana in corpore sano); una invitación al diálogo, para el bien común, entre los sindicatos y la patronal. Llamamiento también al respeto de los demás, de los derechos de la mujer; la convivencia entre vecinos, los miembros de una misma comunidad, y la acogida de los extraños, los que votan por otro partido, hablan otra lengua, practican otros ritos y costumbres, tienen otros gustos, pertenecen a otra raza; los forasteros, los inmigrantes, los que nos visitan, todos los que viven entre nosotros, todos los que contribuyen al bienestar de la nación. Nos necesitamos: de la unión nace la fuerza. Por esa unión todos debemos brindar en el himno nacional.




¡Viva España!

Juntos todos cantemos a un mismo compás

su rica variedad.

¡Visca, Gora! Juntos nos esforcemos por poder lograr

paz y prosperidad:



Armas y letras, estudio y deporte,

el trabajo junto con el capital.

Hombres, mujeres, vecinos y extraños,

la unión entre todos fuerza nos dará.




(Se agradecerán los comentarios)

jueves, julio 22, 2010

Los muertos bajo la alfombra

* Ilustración de Mikel Jaso para el artículo aquí aludido


En la sección de opinión de Público.es se publica con fecha de hoy un artículo de Vicenç Navarro al que remitimos en el siguiente enlace. Lo que en él afirma el catedrático de la Universidad Pompeu Fabra constituye todo un diagnóstico de la ínfima calidad de la ‘democracia’ que no hubo más remedio que aceptar en la transición y cuyo patrón hubo de ser negociado al arbitrio del vencedor y de sus herederos ideológicos, por lo que ha venido siendo considerado como ‘modélico’ desde esa primera etapa de la Transición. Si como transición fue modélica, como democracia ha dejado de serlo, ya que el tiempo de la transición debió ser, por definición, limitado y, en consecuencia, condicionado a lo que durase dicha transición. De lo contrario nos estancaríamos en ella, en la transición, sin que lográramos jamás llegar a la meta de la democracia. Parece ser que una parte de la sociedad española, la que representaba los intereses del vencedor, identificó desde luego con la democracia el proceso hacia la misma. No era esa, por supuesto, la intención del resto de los españoles. De modo que, para algunos, la ‘democracia’ en rodaje que fue la transición ha perdido su condición de ‘modélica’ tan pronto como ha pretendido reivindicar su caducidad como tal transición.
Lo que los herederos del franquismo quieren, según todas las trazas, es que permanezcamos indefinidamente anclados en la ‘modélica’ transición, y que no se hable más de los muertos de la guerra y adoptemos la amnesia-amnistía, y nos dejemos de esas y otras zarandajas de la llamada Memoria Histórica, que no consiste más que en dar la matraca machaconamente, buscando huesos por las cunetas y exhumando fosas comunes después de tantas décadas, más de siete, exactamente. Como si no supiésemos que hubo muertos también en la otra parte. Y, si no, ahí están (o estuvieron en su momento) las oficiales ‘cruces de los caídos’ en todos los pueblos de España, incluidos aquellos en los que no hubo un solo caído de derecha. ¿A dónde fueron a por los muertos que figuraron en los muros de cientos, tal vez de miles, de templos de España? Hubo muchos pueblos en los que los ‘rojos’ no mataron a nadie. Pero interesaba compensar una barbarie con otra. Y los muertos de Badajoz se contrarrestaban con los muertos de Paracuellos.

Esta ‘democracia’ de una derecha que se ha empecinado en no condenar el franquismo no puede ser compartida por una izquierda que ha visto cómo se inhabilitaba a un juez que había asumido la empresa de reparar una injusticia histórica.

Nuestro propio modo de entender la democracia discrepa profundamente con el de una oposición que se niega a condenar el franquismo, que no considera el levantamiento militar del 18 de julio del 36 como un golpe de Estado y un delito de alta traición, que sigue encontrando verdaderas aquellas consignas como “Por Dios y por España”, que silenció durante más de cuarenta años la memoria de los vencidos e impidió las honras públicas de los mismos.

Cosas por el estilo son las que reivindica y postula una democracia auténtica. Todo lo demás es un remedo, una caricatura de la verdadera democracia.