Las obras del Arco se llevaron a cabo entre 1952 y 1956, según proyecto del arquitecto López Otero. El texto de las inscripciones latinas fue redactado por Pedro Laín Entralgo, por entonces rector de la Universidad Complutense. Es precisamente del análisis del texto que contiene la dedicatoria de donde obtenemos la convicción de que la ciclópea construcción no es un monumento al franquismo sino a la Inteligencia.
En el texto se deslinda cuidadosamente, pulcramente, el triunfo de las armas (“armis…victricibus”) del triunfo de la inteligencia, que se traslada al futuro (“Mens…victura”) Se da a entender que el triunfo de aquéllas es circunstancial y pasajero (“hic…”), mientras que el de ésta será perpetuo, para siempre (“iugiter”)
Los intelectuales, representados por Laín, rendían pleitesía a las armas victoriosas, pero se desmarcaban de ese triunfo, dando a entender que éste no era su triunfo. ¿Barruntarían la sutil discrepancia los artífices de la victoria? Muy probablemente. El caso es que el monumento, que debería haberse inaugurado para conmemorar el 18 de julio, no se inauguró en la emblemática fecha. He aquí el testimonio del historiador Palacios Atard:
La inauguración del Arco de Triunfo estaba prevista, como ya se ha dicho, para los actos conmemorativos del 18 de julio de 1956. Pero pasó la fecha y el monumento no fue inaugurado. Desde entonces el Arco del Triunfo aguarda el momento en que esta inauguración tenga lugar. *
D(emocratiae) D(enique) D(onabit): (La Inteligencia), finalmente vencedora a perpetuidad, donará a la Democracia este monumento.
Sabemos que el gran latinista Antonio Tovar (falangista de los primeros tiempos, amigo de Laín y de Ridruejo) sugirió algunas modificaciones del texto de la inscripción. Lo que prueba, ante todo, que él no era el autor del texto, como habíamos sugerido alguna vez, antes de conocer al verdadero autor. Pero esas modificaciones propuestas por Tovar eran irrelevantes. Sugería éste que, en lugar de poner Inteligencia (Mens) en la inscripción se pusiera Minerva (que era, a la vez, la diosa de la Sabiduría y de la Guerra) Y, en el lado opuesto del Arco, sustituir la expresión “in conspectu Dei” por la de “sub oculis Dei” (o sea, en vez de “en la presencia de Dios”, escribir “a la vista de Dios”) Cuestiones nimias como se ve. Para mí que ambos latinistas y amigos se habían dado ya de ojo sobre el texto a convenir. Proponiendo tan insustanciales variantes daban a entender que ambos estaban de acuerdo con el fondo del texto, a pesar de esas ligeras discrepancias. En particular, a Tovar le gustó el empleo del adverbio “jugiter”, que había sido objeto de reparos por parte de algún purista, por ser un vocablo más bien propio del latín posclásico. * *
Lo que ocurría era que, ya por las fechas de la construcción del Arco, Laín estaba bajo el punto de mira receloso del Régimen. Ambos, Laín y Tovar, eran, como hemos dicho, amigos de Ridruejo, que ya por aquellos años había comenzado a pagar su disidencia del Régimen con la cárcel y el exilio interior.
Parece que el Régimen hubiera querido humillar de alguna manera a estos intelectuales y desairarlos con el aplazamiento indefinido de la inauguración del monumento.
De esta manera, el monumento, al parecer, más significativo del franquismo no se inauguró en tiempos de Franco. Tampoco se ha inaugurado durante la Transición. ¿Se podrá inaugurar, por fin, sin variar ni una coma en el texto primitivo, en los tiempos de la democracia?
Se puede inaugurar, en efecto, sin ningún tipo de reparo hacia su origen franquista. En vista de lo antedicho, podríamos colegir que se hace justicia al monumento, porque pronosticó el triunfo de la inteligencia, aliada por fin con la democracia. Sirve así, ahora como antes, de pórtico grandioso que da acceso a las sedes de la sabiduría, la Universidad, templo de Minerva en la capital de España.
(Incorporo, solicitando previamente el permiso de su propietario, esta foto en la que aparecen, de izquierda a derecha, Luis Felipe Vivanco, Luis Rosales, Rodrigo Uría, Dionisio Ridruejo, Pedro Laín Entralgo, Gonzalo Torrente Ballester y Antonio Tovar)
NOTAS:
* Véase V. Palacios Atard, La alimentación de Madrid en el siglo XVIII y otros estudios madrileños, (Real Academia de la Historia, Madrid, 1998) pág. 231
** Véase “Les emplois de jugis et de jugiter dans la latinité tardive”, por Claude MOUSSY, en Latin vulgaire et latin tardif, Actes du 4e Colloque International sur le Latin vulgaire et tardif, Caen, 2-5 sept. 1994, coord. par Louis Callebat, (1998) pp. 237-249. El ejemplo más antiguo datado es de Séneca (Cuest. Nat., 4a.2.20.4) para referirse a las "nieves perpetuas" (iugiter sunt nives)