jueves, noviembre 20, 2014

DOS SONRISAS EN DETALLE

     Detalle de la sonrisa de Monna Lisa
Fijémonos en el detalle de la sonrisa más interesante de la pintura universal. Aquí se reproduce en detalle el famoso cuadro de Leonardo, uno de los tesoros del Louvre. Falta la parte del rostro en la que se ven los ojos, ligeramente sesgados a la izquierda, indicando que no mira al presente sino al pasado. Su memoria parece trasladarse a un grato recuerdo. Todo converge hacia una fijación placentera.

La sonrisa de Monna Lisa se inicia en la comisura izquierda de la boca. La sonrisa de María, en mi anterior entrada, se agrupa hacia el centro de la boca: se insinúa desde las comisuras centrales del labio superior. Y sus ojos, cerrados, delatan la contemplación interior de un sueño placentero. Esta Monna Lisa está dormida y la de Leonardo, despierta, bien que absorta en la placentera visión recordada. Pero mientras en la sonrisa de la Monna Lisa de Leonardo cabe la posibilidad de sospechar un matiz de picardía atribuible al adulto, en la infantil sonrisa de María sólo cabe pensar en la placidez de la inocencia. Ahí está la diferencia entre una y otra sonrisa.

domingo, noviembre 16, 2014

SONRISA MÁS DULCE NO SABE GIOCONDA

Contemplando esta preciosidad de criatura que es mi nietecita María, me viene a la memoria un verso del gran Rubén Darío en sus Cantos de Vida y Esperanza:

Sonrisa más dulce no sabe Gioconda

Se trata (según he podido localizarlo después) del verso 6 del poema "Salu-tación a Leonardo". Todo un poema la imagen de esta criaturita de apenas dos semanas de vida. ¿Qué visión beatífica está contemplando que hace que se le dibuje en el rostro esa plácida sonrisa?

El arte fotográfico compite en este caso con el arte pictórico. La famosa pintura de Leonardo que está en el Museo del Louvre representa la sonrisa de una mujer adulta, la célebre Monna Lisa. En el retrato de Leonardo, la mujer esboza una leve sonrisa, como evocando algo inefable y grato.

En este caso (el de la foto adjunta) la mamá de la criatura ha sido la artífice que ha sabido plasmar ese momento en que la niña experimenta una agradable sensación de placidez, tras haberse nutrido de la ubre materna.

María sonríe plácidamente, ahita de leche y de inocencia. ¡Sonrisa más dulce no sabe Gioconda!

jueves, noviembre 13, 2014

NUEVA GLOSA DE LA OCTAVA XXXIV DE PERITO EN LUNAS

La interpretación del lenguaje poético de Miguel Hernández, en particular el  que atañe a la etapa de Perito en lunas, debe tener en cuenta la frecuente  polisemia de las palabras en ese lenguaje poético. Así, por ejemplo, la palabra Europa puede significar la taza del WC (por su color blanco) pero, también, según el caso, la jaca del picador, montada por éste, lo mismo que Europa, la doncella fenicia, montó en su día a Júpiter metamorfoseado en toro. Hay que tener en cuenta la bisemia, o polisemia, que pueden presentar las palabras, bien por su propia naturaleza o porque el poeta les ha conferido esa polivalencia.

En la palabra "coral" (con que comienza la octava que aquí glosamos) se pueden considerar, de principio, un par de significados, según le antepongamos el artículo 'la' o el artículo 'el'. En el primer caso, se trata de un conjunto musical de voces. En el segundo, de una sustancia que se encuentra en los arrecifes submarinos. Pero, tambien, tanto el coral como la coral, pueden referirse a cada uno de los individuos que integran una coral o un arrecife coralígeno.

Considerando los prenotandos que van dichos, estamos en condiciones de poder suponer que esta coral que canta se refiere a un individuo o grupo musical. Pero resulta que quien canta es 'una noche'. ¿Qué clase de 'noche' es ésta? Una noche que tiene 'filos' (al filo de la noche, al filo de la madrugada) y por uno de esos 'filos' canta. Este 'filo' es el pico. Y, por el otro, el ano, "su luna siembra, para / otra redonda noche,  luna clara, / -¡la más clara!-, con un sol en sigilo/". La luna clara es... el huevo (la más clara, porque contiene la clara, o albúmina y, envuelta en ella, la yema: "un sol en sigilo". Atando cabos podemos interpretar el acertijo de este modo: La coral es, en este caso, una gallina negra que acaba de poner un huevo, destinado a la sartén (= redonda noche). El huevo tiene la forma del dirigible, o zeppelín, cuando se dirige, "llevado en vilo", a la sartén. Si no hubiera sido echado en las "hirvientes sombras" del aceite caliente, hubiera podido salir de él el futuro gallo que, como un rejoneador monta a la jaca, montaría a la gallina (=potro)  (desplegando las alas "en abanico", para mantener el equilibrio sobre ella)

Mejor que imaginarse todo lo que nos sugiere esta parábola, es ayudarse de unas imágenes al efecto donde se ve a la gallina (componente de la coral del gallinero) cantando por el filo del pico y poniendo el huevo (sembrando su luna) Video adjunto:

https://www.youtube.com/watch?v=uVuX3R5kNq0

 En cuanto al "galán rejoneador" podemos verlo actuar en el video


martes, noviembre 11, 2014

ALGUNAS ANÉCDOTAS DEL SEMINARIO DE BADAJOZ

Se ha celebrado recientemente el centenario número 350 de la creación del Seminario de Badajoz. Para conmemorar esta efemérides el Centro de Estudios Extremeños ha preparado un número extraordinario de la Revista de Estudios Extremeños en el que he colaborado con un artículo, relatando mi trato personal con los poetas que por aquellas fechas* estudiaban allí. Acompaño la semblanza de cada uno de ellos con unos dibujos en los que he procurado retratar sus respectivas fisonomías. La del poeta Pedro Belloso se acompaña de una fotografía.

En la redacción de ese artículo he echado mano de mis recuerdos personales sobre los poetas que allí traté y conocí. No he incluido a mi buen amigo Benito Acosta porque por aquellas fechas era sólo un poeta en ciernes. Benito reside actualmente en Málaga y ha publicado muchos libros, tanto de poesía como de investigación bíblica.
 Y ahora es momento de recordar una simpática publicación que se confeccionaba íntegramente a mano y se solía ilustrar con dibujos y caricaturas. En ella colaboraban, sobre todo, los seminaristas mayores (teólogos y filósofos) con poesías, dibujos y relatos en prosa. Yo también llegué a colaborar en ella, al menos una vez, con la caricatura del poeta Nazario Ortiz (seudónimo de Francisco Cañamero) El título de la revistilla humorística era Chumbi y su publicación coincidía con las grandes solemnidades que correspondían a las más señaladas fechas del calendario escolar del centro: el Día de San José (que era también el Día del Seminario) era una de estas fechas. En cuanto al contenido de la revista se resumía en un lema que modificaba el conocido lema de Juan Ramón Jiménez “Amor y Poesía cada día”. Sólo que la palabra “amor” se canjeaba por la palabra “humor”. La publicación era esperada con regocijo por las tres comunidades en que se agrupaba a los seminaristas: latinos, filósofos y teólogos. O, también, pequeños, medianos y mayores. Se leía en el comedor grande, contiguo a otro más pequeño. En este último ‘manducaban’ los teólogos y, en el primero, los latinos y los filósofos. Ese día se abrían las ventanas que comunicaban ambos refectorios para que todos, pequeños, medianos y mayores, pudieran oír la lectura de la revista festiva. En ella se incluían poesías, cuentos y ocurrencias, con la glosa humorística de algunos sucesos hilarantes que habían ocurrido desde la última edición de la revista. Chumbi comentaba jocosamente algunos hechos anecdóticos que se podían catalogar como ‘memorables’ dentro del monótono discurrir diario de la vida común.
 Entre las actividades encaminadas a formar al futuro sacerdote estaba la de prepararlo para ejercer la oratoria sagrada. A partir del 1º curso de Filosofía, el alumno estaba obligado a preparar un sermón que, generalmente, pronunciaba una vez en el año, desde el púlpito del comedor. Este púlpito tenía, además de la función de servir de tribuna al futuro orador sagrado, la de servir de estrado al lector de turno (normalmente se turnaba el lector cada semana) En el desayuno la lectura habitual era la de la Imitación de Cristo, de Tomás de Kempis, que de tanto oírla nos sabíamos casi de memoria. En uno de aquellos sermones de ensayo, el seminarista santeño llamado Serapio Corchado habló sobre los remordimientos de Caín, tras haber matado a su hermano Abel. El remordimiento perseguía al homicida por medio de extrañas visiones, en este caso, el conocido anagrama del ojo enmarcado en un triángulo, representativo del lema “Dios todo lo ve”. Así, dondequiera que se escondía Caín, “el ojo grande lo miraba”. El orador novato llegó a repetir esta expresión varias veces. La frase quedó grabada en la memoria de todos los oyentes. Nada tenía de extraño que en la próxima edición del Chumbi, en la sección de anuncios, apareciera el siguiente: “Oculista de Los Santos: especialidad en ojos grandes”.
La alusión al inolvidable sermón de Serapio resultaba hilarante.

Otro de los recursos cómicos que se utilizaron en el Chumbi era la oportuna aplicación humorística de las enseñanzas del Kempis. Así, por ejemplo, el seminarista Bazago Donaire poseía una enorme linterna, muy útil para desplazarse por los oscuros pasillos del Seminario, sobre todo cuando en las tardes de invierno, había que acudir a la barbería a trasquilarse cada mes. A Bazago le cuadraba muy bien aquella frase del Kempis que reza: “Quien me sigue no anda en tinieblas”. Otra de estas frases le venía a la medida al compañero  Ramón Rodríguez Bordallo. Entre sus compañeros del 2º curso de Filosofía, Bordallo se destacaba por su aspecto aniñado, imberbe, frente al común de sus condiscípulos, con aspecto de hombres hechos y derechos. En el Chumbi se aplicó a Bordallo otra conocida frase del Kempis: “Cada vez que estuve entre los hombres volví menos hombre”.

Por último quiero referirme a otra anécdota esta vez concerniente a mi modesta persona. 

Como cada quisque, yo también tuve que pronunciar mi correspondiente sermón en el comedor. Ni siquiera recuerdo ahora sobre qué tema versó. Sólo recuerdo que el prefecto de guardia en el comedor aquella noche, Don Alonso García Molano, me dijo cuando bajé del púlpito:

- Eso no es un sermón, es una conferencia (perspicaz Don Alonso, que ya atisbó por aquel indicio que eran otros mis derroteros)

Finalmente, quiero relatar otra pequeña anécdota que me ocurrió en el mismo púlpito, esta vez como lector. Se debía tratar de una revista o periódico eclesiástico que reproducía un discurso del Papa. Leí correctamente el título del discurso que figuraba en el epígrafe como “Discurso de Su Santidad el Papa a los tranviarios”. Pero entonces me fijé en que la palabra tranviarios aparecía impresa con una visible tilde ortográfica en la segunda 'i': tranviarío. Y entonces ‘corregí’, volviendo a leer lo que allí decía exactamente: “Discurso de Su Santidad el Papa a los TRANVIARÍOS”.

La carcajada fue general. Don Alonso me dijo que estaba bien como lo leí la primera vez. A lo que yo le respondí, desde el púlpito,

- Es que aquí pone un acento ortográfico.

A lo que replicó Don Alonso:

Qui bene legit multa mala tegit. (Quien lee bien corrige muchos errores)
_______  
* Me refiero a finales de la década de los años 40 y comienzo de la de los años 50



domingo, noviembre 09, 2014

ALGUNAS ACOTACIONES AL LIBRO "VOCABULARIO DE LA OBRA POÉTICA DE MIGUEL HERNÁNDEZ"

Europa cabalgando a Zeus  convertido en toro
(obsérvese la forma de lira de los cuernos)



El libro cuyo título se indica en el epígrafe de este breve ensayo fue editado hace ya algunos años por la Universidad de Extremadura (1992) y su autora es Marcela López Hernández. La obra lleva un prólogo del académico de la RAE, Gregorio Salvador. En este prólogo el autor no escatima elogios hacia la obra, sin duda meritoria y elogiable por varias razones; no obstante, el propósito de halagar por parte del prologuista le lleva a comprometer su propio juicio crítico en una afirmación tan contundente como ésta: “ni un solo error he hallado en las múltiples calas realizadas” (p. 9) durante la revisión del libro.


Yo pienso que se trata de un libro de indudables méritos, en el que se ha desplegado un trabajo ingente, que nos facilita, en gran medida, el entender la poesía del genial oriolano, en especial la que resulta más difícil de entender, la de la época de Perito en lunas. La señora López Hernández nos da las claves correctas para interpretar la mayoría de los enigmas que nos plantea Perito y, en general, los demás poemas de esta etapa que no se incluyeron en aquel primer libro del poeta.


Hay, sin embargo, algunos casos en los que cabe discrepar de su interpretación. Tal vez la propia autora haya detectado estos casos y, muy probablemente, los corregirá en la próxima edición del libro. Porque, eso sí, el libro reclama futuras ediciones, dada su indiscutible utilidad para los estudiosos de Miguel Hernández.


Yo voy a anotar aquí algunas interpretaciones en las que discrepo de la autora, porque creo que en ese punto concreto estuvo equivocada. Veamos:


A la caña silbada de artificio  (lo, L.L.) La edición de L(eopoldo)   de
L(uis) que yo tengo dice, efectivamente, A la caña silbada de artificio.
Si la autora opta por esta forma, está en error, me parece, pues Miguel Hernández suele emplear con frecuencia la expresión adverbial de modo “a lo...” ( a lo cohete, a lo viudo, a lo anillo...)  En este caso es “A lo caña silbada de artificio” (que es equivalente de otra expresión suya: "a lo cohete") pág. 41 (L.L.)


- carrillo en popa: No es aquí el “pecho, o el “seno”, como cree la autora, sino el trasero (dicho “a lo vulgar”: el culo) p. 517. La autora consigna que “popa” es también sinónimo de “trasero” (véase las acepciones de la palabra “popa”) Por tanto, “carrillo en popa” es... el culo. También llamado, en otro lugar, las últimas mejillas, que la autora traduce correctamente como “nalgas”.


rabo primero (p. 549) : no es la “banderilla”, como sugiere la interpretación de la autora, sino el “cuerno” (“Elegía media del toro”: Por tu nobleza se musicaliza / el saturno de sol y piedra, en tanto / que tu rabo primero penas iza) (El toro, con el cuerno, trata de arrancarse la banderilla y lo que hace es elevarla, sin conseguir que se desprenda) Por lo demás, sabemos que, para el poeta, uno de los varios sinónimos para referirse al cuerno es el de “rabos anteriores” Qué a pulso os sube el toro, picadores, / desde el pozo a la luz de la alegría,/ hasta el mismo brocal os subiría / si fuesen más sus rabos anteriores!) (si el toro tuviera unos cuernos más largos, elevaría hasta la altura de los muros del coso a los picadores)


Polifemo (generalmente escrito con minúscula) es otro de los nombres del trasero. También puede referirse a la coronilla afeitada de los curas (polifemos mal vistos por la testa)


- El poema XXXIV de Perito, se refiere al HUEVO, como su autor apuntó en un ejemplar dedicado a un vecino suyo, que confesaba no entender los poemas. El autor le facilitó la clave para saber de qué iba cada una de las octavas del libro.
La interpretación de la autora en este caso concreto no es acertada, ya que cree que se trata de un “gallo” (Coral canta una noche por un filo / y, por otro, su luna siembra para / otra redonda noche, luna clara, / ¡la más clara!, con un sol en sigilo. / Dirigible al partir, llevado en vilo, / si a las hirvientes sombras no rodara, / pronto un rejoneador, galán en pico, / iría sobre el potro en abanico) *


Dice la autora que la luna significa  el “semen” del gallo. El caso es que luego dice, acertadamente, que la “redonda noche” es la sartén. Si la palabra “luna” fuera en este caso, el 'semen' del gallo, caeríamos en la inconsecuencia de freírlo, en lugar del huevo, que es lo que en realidad se fríe.


Y es que no se trata de un gallo, sino de una gallina, de color negro. Por el pico, junto a su cresta (coral) canta: por un filo. Y por el otro extremo, o filo, deja caer el huevo, destinado a ser frito. Luna especialmente “clara”, porque lleva consigo la “clara” y, al mismo tiempo, la yema: el “sol en sigilo”. Si no fuese a parar a la sartén de aceite hirviendo, se convertiría, con el tiempo, en un gallo que montaría a la gallina, igual que el picador monta a la jaca en la faena de varas.


El poeta maneja un abundante repertorio de sinónimos para denominar diversos objetos. El ejemplo más ilustrativo es el referido a los cuernos del toro: “luna menos cuarto”, “liras”, “bigotes de oro”, “inquiridor de sangre, hueso y remo”, “rabos anteriores”... etc.


Cuando se trata de partes pudendas, como el trasero, emplea otros sinónimos como el de “polifemo” (normalmente los nombres propios se convierten en comunes y de ahí que se escriban con minúscula), “el más que opuesto, bello lado”, “carrillo en popa”, “Luzbel” (no recoge la doctora López Hernández esta acepción en su vocabulario. En la octava 33 (de las no incluidas en Perito) se lee la palabra Luzbel con esta concreta acepción de “trasero” (y decirle a Luzbel que vuelva grupas)


Por lo demás, estoy de acuerdo con la mayoría de las equivalencias que la autora da a determinadas palabras, algunas con doble bisemia. Así “serpiente” puede significar “heces”, o “miembro viril”; “Europa” puede referirse a la taza del WC o a la jaca de los picadores (europas cabalgadas acomete), etc.
En fin, sólo añadir que acerca de la octava XXXIV (que se refiere al “huevo”) ya hice un comentario en este mismo blog, al que me remito a través del siguiente enlace:
_____  
* Ver mi interpretación de esta octava pulsando en el siguiente enlace: