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Ya voy entendiendo (tardo de entendederas que es uno) las causas de la actitud beligerante del episcopado español frente al sistema democrático, en el que procura afianzarse el actual Estado de Derecho. Parece ser que la opción democrática (una de las aspiraciones irrenunciables del pueblo español, tras haber soportado, durante casi cuatro décadas, la dictadura franquista) no acaba siendo del agrado de sus excelencias reverendísimas. Y es que la democracia, según parece colegirse, no siguió por los derroteros que sus excelencias esperaban, cuando se inició la andadura que previamente habíamos consensuado y que nos había marcado la Constitución de 1978. Pero en este documento se daba por sentada la libertad religiosa (art. 16) y la aconfesionalidad del Estado en este punto (apart. 3), pese a admitirse, como se ha venido haciendo, “las relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”.
¿A santo de qué viene ahora la objeción de conciencia, por parte de sus eclesiásticas señorías, a propósito de la asignatura Educación para la Ciudadanía? ¿Suponen que la citada disciplina, aun sin que se hayan determinado por completo sus contenidos, no augura nada bueno? ¿Escrúpulos de conciencia de que pudiera entenderse que ellos, los señores obispos, estén sancionando, con su silencio, (quien calla otorga) ese sesgo abiertamente acatólico que ha tomado el Estado de Derecho? Suponemos que no les gustan una serie de medidas que se han adoptado por parte de este Estado, representado por un Gobierno legítimamente constituido, tales como la ley que aprueba el matrimonio homosexual, u otras disposiciones acerca de, por ejemplo, el uso del preservativo, o la fecundación “in vitro”, o la eutanasia bajo determinadas condiciones, etc. etc.
¿Es esto lo que les mueve ahora a objetar, a priori, la ‘heterodoxa’ asignatura, recomendando paladinamente, a los fieles a su credo, la desobediencia civil? Porque, si ahora comienzan a sentir escrúpulos religiosos, habrá que recordarles que sus antecesores, que tan bien se entendieron con el militar golpista, no tuvieron empacho alguno en apoyar un régimen que practicaba, sin contemplaciones, los fusilamientos a mansalva. ¿No iba esto contra uno de los más humanitarios mandamientos de la Ley de Dios? Con el salvoconducto de “Cruzada”, que los señores obispos de antaño aplicaron al levantamiento militar, se cometieron asesinatos de muchas personas que ningún daño habían hecho a los religiosos ni a la Iglesia, en general. Es más, se asesinaron religiosos, por parte de las tropas sublevadas, sólo por haber querido favorecer a quienes ellos, los sublevados, habían declarado enemigos.
¿Son conscientes los señores obispos de que pueden generar una especie de cisma civil que conduzca, a la larga, a un nuevo enfrentamiento? Las connivencias con la derecha son harto obvias y, desde luego, preocupantes. Y, desde los medios de comunicación por ellos patrocinados, son de alguna manera corresponsables de la crispación que viene tratando de minar, con su labor de zapa, la democracia que tan largos sacrificios ha costado al pueblo español.
Mediten el problema, porque es grave. Y más les valdría que, de cara a la memoria histórica, procuraran recuperar ante el pueblo español la credibilidad que perdieron con su incondicional apoyo a la Dictadura. **
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* Una foto para el recuerdo, que evidencia la buena avenencia del episcopado con la Dictadura, cuando la democracia ‘brillaba por su ausencia’
¿A santo de qué viene ahora la objeción de conciencia, por parte de sus eclesiásticas señorías, a propósito de la asignatura Educación para la Ciudadanía? ¿Suponen que la citada disciplina, aun sin que se hayan determinado por completo sus contenidos, no augura nada bueno? ¿Escrúpulos de conciencia de que pudiera entenderse que ellos, los señores obispos, estén sancionando, con su silencio, (quien calla otorga) ese sesgo abiertamente acatólico que ha tomado el Estado de Derecho? Suponemos que no les gustan una serie de medidas que se han adoptado por parte de este Estado, representado por un Gobierno legítimamente constituido, tales como la ley que aprueba el matrimonio homosexual, u otras disposiciones acerca de, por ejemplo, el uso del preservativo, o la fecundación “in vitro”, o la eutanasia bajo determinadas condiciones, etc. etc.
¿Es esto lo que les mueve ahora a objetar, a priori, la ‘heterodoxa’ asignatura, recomendando paladinamente, a los fieles a su credo, la desobediencia civil? Porque, si ahora comienzan a sentir escrúpulos religiosos, habrá que recordarles que sus antecesores, que tan bien se entendieron con el militar golpista, no tuvieron empacho alguno en apoyar un régimen que practicaba, sin contemplaciones, los fusilamientos a mansalva. ¿No iba esto contra uno de los más humanitarios mandamientos de la Ley de Dios? Con el salvoconducto de “Cruzada”, que los señores obispos de antaño aplicaron al levantamiento militar, se cometieron asesinatos de muchas personas que ningún daño habían hecho a los religiosos ni a la Iglesia, en general. Es más, se asesinaron religiosos, por parte de las tropas sublevadas, sólo por haber querido favorecer a quienes ellos, los sublevados, habían declarado enemigos.
¿Son conscientes los señores obispos de que pueden generar una especie de cisma civil que conduzca, a la larga, a un nuevo enfrentamiento? Las connivencias con la derecha son harto obvias y, desde luego, preocupantes. Y, desde los medios de comunicación por ellos patrocinados, son de alguna manera corresponsables de la crispación que viene tratando de minar, con su labor de zapa, la democracia que tan largos sacrificios ha costado al pueblo español.
Mediten el problema, porque es grave. Y más les valdría que, de cara a la memoria histórica, procuraran recuperar ante el pueblo español la credibilidad que perdieron con su incondicional apoyo a la Dictadura. **
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* Una foto para el recuerdo, que evidencia la buena avenencia del episcopado con la Dictadura, cuando la democracia ‘brillaba por su ausencia’
**Quien entienda lo escrito en Latín puede consultar http://www.alcuinus.net/ephemeris/folia.php?id=371