sábado, septiembre 27, 2014

EL TORO DE ESPAÑA

La silueta del llamado "toro de Osborne"
según el diseño del cartelista Manolo Prieto
Como ya sabemos, existen animales em-blemáticos, represen-tativos de un país o nación, bien sea moderna o antigua. Así la loba siempre la vemos asociada a la Roma primitiva y la lechuza a la Atenas clásica. El oso, como animal emblemático fue, alguna vez, representativo de Rusia, pero también lo encontramos en el escudo de Madrid, ciudad conocida como la “villa del oso y del madroño”. El nombre antiguo de Madrid, según nos relata el humanista holandés Enrique Cock, fue Ursaria, debido a la abundancia de osos en sus cercanas montañas. Luego, tras consolidarse la conquista romana se añadió el nombre de Mantua Carpetana (cf. “El Madrid de Felipe II, visto por el humanista holandés Enrique Cock”, por V. E. Hernández Vista, Instituto de Estudios Madrileños, Madrid, 1960, vv. 47 y 54) Todo esto es, más o menos, leyenda; sin que existan más referencias concretas en los antiguos historiadores y geógrafos griegos y latinos.

Pero hablando de animales emblemáticos, el que con más antigua prosapia representa a España creemos que es el toro. Especialmente si tenemos en cuenta las pinturas rupestres y otras representaciones primitivas como pueden ser los llamados “toros de Guisando”. Se dirá que el animal que más se representa en esas pinturas es propiamente el bisonte, el primitivo toro salvaje. Algo así como el abuelo del actual toro de lidia.
A todo esto hay que añadir que el perfil geográfico de la Península Ibérica semeja el de una piel de toro extendida. Una de las más usuales perífrasis para referirse a España es la que la nombra como “la piel de toro”.
El toro como animal totémico es invocado por el poeta Miguel Hernández (“llamo al toro de España”) para que se revuelva contra aquellos que pretenden someterlo, privarlo de su libertad, lo que se dice castrarlo. Fue una apelación dramática, pero ya sabemos que en las lides taurinas prevalece la astucia sobre la bravura y la valentía. El toro de España estaba destinado al sacrificio y en aquella ocasión tenía que cumplirse su “sino sangriento”:

                 Como el toro he nacido para el luto
                 y el dolor, como el toro estoy marcado
                 con un hierro infernal en el costado
                 y por varón en la ingle, con un fruto.

Al “toro de España” hay que defenderlo con otros recursos de la inteligencia, muy especialmente con el de la cultura. El pueblo cultivado difícilmente consentirá que lo vuelvan a torear en ninguna plaza de toros, sea de Badajoz o de cualquier otra ciudad de España.

EL P. MÁXIMO PEINADOR VENERA EN LATÍN A SANTA EULALIA DE MÉRIDA

El antiguo templo de Marte, hoy dedi-
cado a la veneración de Santa Eulalia 

El benemérito P. Máximo Peinador tenía el hobby de escribir versos en latín, cosa que hacía con bastante soltura, pues había aprendido la lengua de Roma  a fondo, con la eficacia que solían hacerlo los misioneros de la orden claretiana, en la que sobresalieron muchos de los más destacados latinistas del siglo XX en España, entre ellos el P. Jiménez Delgado y el P. José Mª Mir, autores de excelentes trabajos sobre la lengua latina y en lengua latina. Sin olvidar al benemérito P. Manuel Jové, a cuya iniciativa se debió la fundación de la revista en latín titulada Palestra, fundada en 1930. La comunidad claretiana se distinguió desde siempre por su dedicación a las lenguas clásicas y, especialmente, al latín. El P. Máximo era un fiel continuador de esta tradición claretiana. Debido a esta afición común, yo frecuentaba su trato en Zafra, durante los últimos años de su residencia en esta ciudad y, cuando por necesidades de reajuste, la comunidad hubo de trasladarse a Granada, continué su trato mediante la correspondencia epistolar. 

Entre los hermanos de religión hubo muchos que fueron víctimas de la saña anticlerical que, desgraciadamente, se desató en los comienzos de la guerra civil del 1936. Entre esas víctimas que con toda propiedad podemos llamar "mártires", estuvo el insigne P. Manuel Jové, del que ya hemos hablado anteriormente. Y pudo estarlo el mismo P. Máximo, cuando de viaje hacia Ciudad Real (1936) la  desmandada chusma clerófoba  registró el convoy e hizo que se apearan los novicios (14 en total) que estaban siendo trasladados hacia la casa madre que había en esa capital. El P. Máximo iba vestido de paisano, en un departamento distinto, acompañando a su padre anciano.

Y por esto se libró de morir fusilado junto a la vía del tren, como les ocurrió al resto de sus compañeros. No faltó, por parte del P. Máximo, el correspondiente homenaje en versos latinos (estrofas sáficas) a estos desventurados hermanos de religión. Fue 25 años después del suceso, en 1961, con ocasión de inaugurarse el monumento en Fernán Caballero, conmemorativo del  sacrificio de estos mártires. En el "Apéndice documental" de su libro La amargura de la memoria (pp. 561-3), el autor José Mª Lama reproduce estos versos acompañándolos de la traducción mía. Hasta entonces los versos y su traducción habían permanecido inéditos.

Pero, a lo que iba, el P. Máximo dedicó unos versos en latín a otra mártir, otra víctima, esta vez de la persecución de Diocleciano. Me refiero a Santa Eulalia de Mérida. Esos versos, traducidos por mí, fueron publicados en un folleto conmemorativo del 450 aniversario del nacimiento de Pedro de Valencia. Todo el poemita está en versos alcaicos decasílabos katà stíjon (dos dáctilos seguidos de dos troqueos) Los dos primeros versos enuncian el propósito del poema. Los ocho siguientes se refieren a Eulalia. Y los trece restantes se refieren a Mérida. Aquí va el texto en latín seguido de la traducción:

PROPOSITVM

Laudibus Eulaliam canamus
Emeritae decus atque lumen.

EVLALIA

Corpore tu gracilis nitescis,
fortis, inermis, ades tyranno,
sanguine namque tuo triumphas,
virgo manens sine labe quavis.
Duplicem habes merito coronam
ac triplicem impositam videmus,
sidus uti capitalis urbis:
sic rutilabis in orbe toto.

EMERITA

Te celebrent monumenta tanta
quae tibi Roma reliquit olim;
splendidior tamen omnibus sis,
Eulalia superante cuncta.
Martyre es inclita adhuc puella
cuius et ossibus es superba.
Pace fruare per ipsam in aeva
cuius et auxilio iuveris,
virginis et cineres recondas
perpetuus vigil atque custos.
Prospera cuncta tibi auspicabor
dum veniam peto, christiani
ausus et aemulus esse vatis.

                                 TRADUCCIÓN

PROPÓSITO

Alabemos con cánticos a Eulalia,
gloria y esplendor de Mérida.

EULALIA

Esbelta de cuerpo, llegas a la pubertad.
Con fortaleza, compareces ante el tirano, indefensa,
pues en tu sangre cifras tu victoria,
siendo doncella sin tacha alguna.
Merecidamente llevas la doble corona
y aun triple, que ostentas sobre tu cabeza*,
pues como estrella de tu ciudad natal,
así brillarás en el mundo entero.

MÉRIDA

Que te den fama tantos monumentos 
como la antigua Roma te dejó antaño.
Pero más que por todos ellos,
seas famosa por tu santa Eulalia,
porque Eulalia a todos los supera.
Eres ilustre por la mártir niña
de cuyos huesos estás orgullosa.
Que por ella goces de paz duradera
y que su auxilio te proteja siempre.
Y que tú guardes las cenizas de tu virgen
como su perenne celadora.
Te auguraré prosperidad sin cuento
mientras pido perdón por atreverme
a emular al poeta cristiano **
_____  

* A la doble corona de virgen y mártir se añade la de ser patrona de la ciudad emeritense.

** Alusión a Prudencio, el primer panegirista de la santa (Per. 3)
                                                                                      
                                                                                                                                                                                                              

lunes, septiembre 15, 2014

SILUETAS (IV)


Maria Soledad Santiago era una paisana de Aceuchal a la que di clases, creo que de Lengua y Literatura, en la Academia que regentaba Pérez de Guzmán en esta localidad, hacia la primera mitad de los años 60.                

SILUETAS (III)

Esta silueta o perfil me recuerda  a un antiguo condiscípulo, compañero de curso, de nombre Lucio. Se hizo cura y, después de ejercer el ministerio durante algunos años, se secularizó y se casó. Y tuvo varios hijos. Lucio era natural de Los Santos de Maimona. Decía guardar en su casa un ejemplar del Romancero gitano, de la edición de 1928. Recuerdo este detalle. Era un libro que pertenecía a su padre. El cual había muerto (no sé si en circunstancias parecidas a las del mío) o, acaso, de muerte natural.

Además de haber concidido en el Seminario como estudiantes, coincidimos muchos años después, como profesores, en el instituto de Segunda Enseñanza "Suárez de Figueroa", en Zafra. Él en la especialidad de Historia y yo en la de Latín. Lucio falleció hace ya algunos años.