miércoles, diciembre 10, 2008

Garzón ante el Juez Supremo

Circula por ahí un chiste reciente sobre el juez Garzón que dice, más o menos, lo siguiente: Está el juez embebido en su trabajo, solo en su despacho, y de pronto escucha un siseo como de alguien que llamara su atención:

−Ssst

Levanta la cabeza y mira a su alrededor. No ve a nadie, por lo que intenta concentrarse en lo que está haciendo. Pero vuelve a sentir el siseo de hace unos instantes. Entonces se da cuenta de que la llamada de atención proviene del crucifijo. Es Cristo el que le dirige la palabra para preguntarle:

−Y… lo de Poncio Pilatos, ¿para cuándo?

Hasta aquí el chiste. Cabría, sin embargo, imaginar algunas posibles respuestas de Garzón, además de la carcajada de honor, para celebrar la gracia. Una de estas posibles réplicas sería, por ejemplo, para seguir la broma

− Es que tengo entre manos un proceso contra una serpiente, incoado a instancias de un matrimonio al que han expulsado de una finca llamada El Paraíso.

Claro que el chiste primero admite varias continuaciones. Cristo habló desde la cruz a varias personas: a su madre, al discípulo amado, al buen ladrón…A éste le dijo lo de “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”. Garzón podría haber aprovechado la oportunidad para preguntarle a Cristo:

− Señor, ¿a Franco también lo tienes donde el Buen Ladrón? Además, siendo Tú el Juez Supremo que, como se nos dice en el Credo, “desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos”, ¿no vas a encargarte del caso de Pilatos y el de Franco? Es en tu justicia en la que confiamos, Señor. Porque el invicto Caudillo, en un acceso de soberbia y de arrogancia, dijo que él no iba a responder ante ningún tribunal. Que respondería sólo ante Dios y ante la Historia. Y en el tribunal de la Historia hay, como Tú sabes, jueces parciales y jueces imparciales. Depende de que en esa tribuna haya un Pío Moa (pongo por caso) o una persona decente.

Y termino ya. Recuerda, Señor, que si puedes dialogar conmigo en mi despacho es porque yo no he retirado el crucifijo: es un sitio privado y en él yo ejerzo mi libertad de credo. La Audiencia Nacional, como sabrás, me ha declarado incompetente en el asunto del genocida de El Ferrol. Aquí sólo nos queda aguardar al Juicio Final que, como sabes, sigue aplazado sine die.

La justicia de Dios es nuestra única esperanza. Bueno, la de los creyentes.

domingo, diciembre 07, 2008

Un traje nuevo para una democracia adulta

El sastre, por G. Battista Moroni (1529-1578) National Gallery of London
Una reciente encuesta sobre si se debe, o no, reformar la constitución española de 1978 arroja como resultado que el 80% de los españoles pensamos que sí, que debe reformarse. Si la Transición fue el proceso de crecimiento hacia la democracia de un pueblo infantilizado por sus ‘presuntos’ tutores; y la constitución de 1978 fue el primer traje político que los españoles estrenamos tras la muerte del dictador, es de suponer que, después de treinta años, ese traje ya no le siente a la medida del cuerpo a una democracia adulta. Aquella constitución, todavía vigente, bien estuvo para la época, pero los sastres que la confeccionaron tuvieron que atenerse todavía, en gran medida, a los patrones del franquismo. No adaptarse a aquellos patrones de moda hubiera supuesto el tener que seguir mostrando nuestras vergüenzas civiles ante el resto de la sociedad europea. Y aunque el traje, en ciertos aspectos, resultara ridículamente ‘estrecho’, era conveniente no escandalizar demasiado a los ‘mayores en edad, saber y gobierno’, sobre todo en esto último.
Así que nuestra democracia tuvo que vestir todavía con arreglo a ciertas pautas impuestas por el franquismo ‘residual’, ya que, en cierta medida, lo conseguido en el proceso hacia la democracia se debía a determinadas concesiones del mismo.
Fraga, por ejemplo, y alguno que otro más de los llamados ‘padres de la Constitución’, antiguos colaboradores del dictador, no hubieran consentido la más mínima insinuación de condena explícita del régimen. Demasiado se hacía ya con abrir la mano a cierta clase de libertades, como la que supuso el famoso ‘destape’.
La Constitución de la democracia española en su primera andadura está, pues, todavía, condicionada por la dictadura, como si al franquismo y a los franquistas debiéramos el resto de los españoles el favor de que se nos permitiese acceder al sistema democrático y gracias a ellos disfrutáramos de unos derechos que también ellos habían de disfrutar, tras haber detentado el poder durante tantos años.
Condenar la dictadura no era de recibo en la Carta Magna de la Constitución. ¡Hasta ahí podíamos llegar!
Era como si se nos advirtiese: ustedes podrán disfrutar de libertades, menos la de censurar a quienes ejercieron la censura en la época anterior y privaron al pueblo español de libertades durante cuarenta años.
En fin, la idea principal que quisiera aportar en estas líneas es que, en efecto, estoy de acuerdo con lo que de positivo aportó la actual constitución a la consolidación de la democracia en España. Admito que supuso un estimable esfuerzo de voluntad por sacar adelante aquel proyecto de vida cívica, ya desde una perspectiva francamente democrática, dicho sea sin segundas intenciones.
Creo que debiera introducirse en la puesta al día del documento una condena explícita del franquismo. Se puede y se debe hacer porque de ello se seguirían más ventajas que inconvenientes. He aquí enumeradas algunas de las primeras:
a) Se introduciría, con carácter oficial, el consenso acerca de un asunto generador de perpetuas desavenencias entre los españoles.
b) Se evitaría el poner en trance de contradicción consigo misma a la derecha, cosa que ya ocurrió cuando en el Parlamento Europeo (año 2006) el representante de la oposición, Sr. Mayor Oreja, se negó a condenar el franquismo, alegando en abono de ese sistema el mérito de que fue dique de contención para la expansión del comunismo en Europa. Tal actitud invalidó la unanimidad de la condena del franquismo, conseguida en el Parlamento Español el 20 de noviembre de 2002.
c) Se disiparía el recelo y la desconfianza que genera un sistema democrático que pueda tener cualquier asomo de connivencia con el golpismo. ¿Con qué confianza otorgaría el pueblo el poder a quienes podrían emplearlo contra él? Sólo la constitución que incluya una cláusula donde se condene sin paliativos el franquismo puede generar confianza en el sistema democrático que la propugna.
Con respecto a la monarquía constitucional como forma de gobierno somos partidarios de mantenerla, en virtud de los méritos democráticos contraídos por el actual rey de España, Juan Carlos I. El Rey puede ser (lo fue en memorable ocasión) tutor y garante del sistema democrático y eso le confiere, a nuestro juicio, el mérito de la corona vitalicia. Ya Cicerón contemplaba la forma de gobierno que él llamaba ‘regali re publica’ (una ‘república regia’) El rey de España se ganó a pulso, en aquella ocasión, el título de ‘Pater Patriae’, padre de la patria.
Esto es todo, por hoy. *
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* Por supuesto, discrepo del actual Presidente del Gobierno, Sr. Zapatero en lo que ha dicho recientemente: “la reforma de la Constitución puede esperar”. Tal espera prolonga, innecesariamente y erróneamente
, la Transición.