domingo, mayo 27, 2007

POESÍA Y PRESENTIMIENTO (y III)

Y, por último, (y aquí viene bien aquello de “last but not least”, último pero no menos importante) vaya en este lugar mi recuerdo afectuoso y agradecido para mi amigo el poeta Benito Acosta, cura en Málaga, autor del libro Oráculos para días inciertos, libro de versos, publicado en dos pequeños volúmenes, correspondientes a los números 7 y 8 de los Poemarios Kylix, que hace años editaba el benemérito Robles Febré, en Badajoz.
Viene aquí a cuento eso de los “oráculos”, en consonancia con la tradición apolíneo-sibilina de la poesía.
¿Cuáles serán esos “días inciertos” de los que nos habla el poeta? Posiblemente, aquéllos en los que sentimos flaquear la fe. Tiempos de prueba y de aflicción. La poesía nos conforta, sobre todo, a través de las enseñanzas de los oráculos poéticos y proféticos que se pueden consultar a través de la lectura del Libro Sagrado.
Benito es de los curas que en los tiempos de la sumisión al franquismo supieron plantar cara a quienes pensaban que la Iglesia estaba ahí para justificar las tropelías del régimen, para cohonestar todos sus abusos y atropellos. El primero y más grave de los errores cometidos por las jerarquías eclesiásticas de la época fue bendecir el levantamiento militar franquista al que se calificó con el apelativo de “Cruzada”. Los intereses de la religión se hicieron coincidir con los intereses de los ricos y así la propaganda que se montó a partir de esa burda mentira se pudo alimentar de consignas como “por Dios y por España”.
Benito decidió no seguir las pautas “generales” que seguía el clero más veterano, en este sentido de apoyar a un régimen que, desde sus comienzos, había secuestrado la voluntad popular y suprimido las libertades democráticas. En un pequeño prólogo que Benito pone al II libro de sus Oráculos (donde me hace el honor de dedicarme un poema) explica así las razones de su negativa a sumarse a los aduladores y los sumisos al régimen:

Pero tuvo que pasar un tiempo para que yo viera la crueldad de la Guerra Civil, la posibilidad de otras soluciones y, sobre todo, el manejo de las ideologías y la religión para justificar represalias y tan larga dictadura sin futuro.Y mi despertar fue un indignado despertar, una rebelión contra toda aceptación silenciosa de la injusticia.






Y esta rebelión, como una consecuencia natural de la propia honradez, le costaría indisponerse con los poderosos capitostes de los pueblos en los que ejerció su ministerio sacerdotal, entre ellos, el mío. Se granjeó el afecto y la simpatía de la gente sencilla y humilde, pero se enajenó las voluntades de los mandamases influyentes. Y esto le costó las deportaciones sucesivas a diversos pueblos de la provincia pacense, como otros tantos avisos y correctivos a los que sus superiores eclesiásticos (conchabados con el poder) le sometían. Llegaron a “aislarlo”, (en su sentido etimológico más riguroso) confinándolo a un departamento militar de las Islas Chafarinas o por ahí. Benito soportó estoicamente (con el estoicismo de los cristianos más auténticos) todas estas vejaciones.
Ese fue su gran mérito y esa su heroicidad, merecedora de nuestra gratitud y nuestro reconocimiento.


Ojalá que mi pueblo, Aceuchal (no responsable, desde luego, como colectividad, de las decisiones de quienes por aquellas fechas detentaban el poder) tributase a nuestro hombre el homenaje de gratitud que, sin duda, merece.


POESÍA Y PRESENTIMIENTO (II)

El tema tratado en el artículo precedente da para mucho más de lo que escuetamente se dice en el referido escrito. Sobre todo, si nos adentramos en el territorio de la adivinación en general. Pero, aun sin abandonar el terreno de la poesía, podíamos ampliar lo dicho anteriormente, aportando algunos ejemplos de los que tenemos noticia, que pueden ser ilustrativos de esas misteriosas anticipaciones que los poetas tienen, ocasionalmente, del futuro. Lo recordaba yo en mi artículo del HOY, citado en la primera parte de este escrito. Rubén Darío contaba que Rollinat (uno de los poetas ‘malditos’, que siguió las huellas de Baudelaire) escribió un poema titulado “La rabiosa”. Veinte años más tarde la propia esposa de Rollinat murió víctima de la rabia.
En uno de sus poemas, el portugués Fernando Pessoa anticipa una fecha significativa para la historia de Portugal: 1974. Se trata, justamente, del año de la llamada Revolución de los Claveles. Conviene señalar que Pessoa falleció el año 1935.
Otro caso de barrunto del porvenir está más cerca de mi propia experiencia. Mi compañero de estudios en el Seminario pacense, Juan José Jurado (ya fallecido) escribió un libro de poemas que presentó con el título de La voz no me responde. Varios años después una trombosis cerebral le produjo una afasia permanente.
Todos estos casos contribuyen a confirmar la sospecha de que, efectivamente, la anticipación del porvenir, en forma de presentimiento, se da ocasionalmente en los poetas.
Lo que suele ocurrir es que a los poetas nadie, o casi nadie, les da crédito como adivinos. Les pasa como a Casandra, a la que Apolo concedió el don de adivinar el porvenir, pero a la que nadie le hacía caso, pues la tomaban por loca.
Pero lo cierto es que, cuando leemos a los grandes poetas, descubrimos, a menudo que en muchos de sus versos se pueden rastrear auténticas anticipaciones del porvenir: sólo que las descubrimos a posteriori.
De Virgilio se dijo que en su Egloga IV estaba anticipando el nacimiento del Mesías. Los cristianos primitivos vieron en esta égloga un presagio del nacimiento de Cristo. No obstante, para un no creyente se trata de una mera conjetura sin fundamento.
La anticipación del futuro, especialmente la del momento supremo de la muerte, la experimentó vivamente Rubén Darío. El atisbo del trance escatológico, que momentáneamente lo llenaba de angustia y que él llamaba “el horror de sentirse pasajero”, es algo recurrente en el poeta de Nicaragua. La certidumbre de la muerte presentida cruzaba, en ocasiones, fugazmente por su conciencia, en un ramalazo de pesadumbre:

¡Vamos a morir, Dios mío,
vamos a morir!


Claro que este presentimiento de la postrimería lo puede experimentar cualquier ser humano, sin que para ello tenga necesariamente que ser poeta.
Pero no se pueden negar al gran nicaragüense ciertas intuiciones geniales en relación con el porvenir. Así en la trilogía de sonetos dedicados a Velázquez y a Góngora (en C. de V. y E. y Otros poemas) el poeta parece presentir la rehabilitación de Góngora que tendría lugar un cuarto de siglo más tarde con la llamada “generación del 27”:


Para Don Luis de Góngora y Argote
traerá una nueva palma Polifemo.

jueves, mayo 17, 2007

Poesía y presentimiento (I)

La adivinación es un arte apolíneo, de esto existe una arraigada convicción en la concepción tradicional de la poesía. Apolo, hijo de Júpiter (Zeus) y de Latona (Leto), llamado también Febo (personificación del sol) es el dios de la poesía y de la profecía.
Por su parte, los poetas, según la genealogía de los dioses que versificó Hesíodo en su Teogonía, son los hijos "de las Musas y del flechador Apolo" (v.95) Por la vía materna recibieron la facultad de recordar (pues las Musas son hijas de Mnemósine, es decir, de la memoria) y por la vía paterna, o sea, apolínea, recibieron el arte de la premonición, el don de atisbar el porvenir.
Hay en los poetas una veta de adivinos, de la cual ellos se sienten eventualmente conscientes y hasta llegan a proclamarlo en algunas ocasiones. Por más que ello suponga, más bien, una fatalidad. Pues lo que del futuro suele atisbar el poeta es aquello que atañe a su propio destino, sobre todo cuando es de signo trágico.
Estas facultades mánticas, o adivinatorias, del poeta han sido reconocidas desde antiguo, como podemos rastrear por testimonios suficientemente significativos, propios o ajenos. La misma palabra 'vaticinio' (que literalmente significa 'lo que canta el poeta') se entendió teñida de una connotación profética. Vaticinio se considera sinónimo de pronóstico.
Algunos poetas han incurrido en jactancia, al arrogarse una facultad mántica que probablemente no tenían. Los que de veras la tienen, la tienen a título de premonición, barrunto o pálpito, sin que puedan afirmar nada con certeza.
Esos atisbos del porvenir suelen vivirlos los poetas en forma de presentimientos. Algo que intuyen aunque no puedan justificar, son corazonadas, presagios que nunca se le revelan con la seguridad de que han de acontecer. Y es mejor que sea así, pues no es conveniente saberse abocado a un destino trágico.
Más o menos oscuramente, los poetas se sienten a veces en posesión de la facultad mántica. Los testimonios en este sentido datan de muy antiguo. Así en un conocido fragmento de un texto de Píndaro, el poeta se ve a sí mismo como capacitado para interpretar oráculos:
Musa, di tu oráculo y yo seré tu profeta (fr.150)
En Horacio, en cambio, la facultad mántica atribuida al poeta se ve más bien con irónico escepticismo, como algo que el presunto adivino dice haber recibido de Apolo:
Divinare etenim magnus mihi donat Apollo* (Sat. 2.5.60)
Todavía en el pasado siglo, tan cercano aún, uno de los poetas franceses de las vanguardias, Guillaume Apollinaire (ya su propio apellido parece relacionarlo a propósito con el dios de la profecía) se presentaba como dotado de poderes mánticos:
Tu vois que flambe l'avenir.
Sache que je parle aujourd'hui
pour annoncer au monde entier
qu' en fin est né l'art de prédire
.
(Ves que reverbera el porvenir.
Sábete que yo hablo hoy aquí
para anunciar al mundo entero
que por fín ha nacido el arte de predecir)
En fin, la relación entre poesía y profecía se puede considerar un tópico literario. A la tarea de determinar esa relación han dedicado tiempo algunos estudiosos y uno de los trabajos ya clásicos sobre el tema es Poetry and Prophecy, de Nora Chadwick.Poseo una copia de este libro obtenida de la biblioteca tayloriana. No es lo que yo me esperaba sobre el particular.
Los resultados de las investigaciones en este sentido no contienen aportaciones decisivas acerca del asunto. Nos movemos en un terreno en el que no podemos trascender la mera conjetura.
Con todo, cabe afirmar que hay suficientes indicios que nos permiten establecer la hipótesis de que poesía y premonición van, a menudo, asociadas. De que cabe establecer entre ambas una relación eventual, susceptible de ser apoyada con ejemplos.
Se da, efectivamente, en algunos poetas una especie de atisbo o vislumbre del futuro, especialmente en lo que atañe a su propio destino. Dos casos significativos en este sentido están representados por sendos poetas que mutuamente se atrajeron y se repelieron, sucesivamente, según la orientación de sus respectivos polos espirituales. Me estoy refiriendo a García Lorca y a Miguel Hernández.
Es fácil diagnosticar a posteriori que ambos poetas tuvieron como una suerte de premonición de sus respectivos destinos.
El barrunto de ese fatum que, como dijo Dámaso Alonso, en el caso de Lorca, "en la última y tremenda hora de su vida prevaleció aciagamente", se puede rastrear tanto en uno como en otro poeta; bien que de modo más personalizado en el autor de El rayo que no cesa. El pálpito de una muerte temprana está ya en la fase inicial de la poesía del oriolano, en unos versos primerizos que hoy nos parecen sorprendentemente premonitorios:
Sabe
que me iré por el sendero,
muy pálido y muy ligero,
y que me iré muy temprano:
Tal vez no esté todavía
el sol en el meridiano
.
Este presentimiento se hace recurrente a partir de la gran experiencia del amor, influido probablemente el poeta por la concepción aleixandrina del amor/destrucción. El símbolo del mar "que es el morir", según la intuición manriqueña, nos revela que el poeta es tremendamente lúcido acerca del presentimiento de la muerte prematura que le ronda:
Esposa, sobre tu esposo
suenan los pasos del mar
.
Esta inminencia de la muerte presentida se asume, a veces, desde una perspectiva menos trágica, despojándola de sus trazos sombríos para aceptarla de una forma más llevadera, casi con un resignado humor. Entonces el poeta se declara "vecino de la muerte". La familiaridad con ella hace que su proximidad resulte menos temerosa. En la "Elegía a Federico García Lorca", Miguel alude a esta familiaridad con la muerte, confesándole a su admirado amigo, ya difunto:
Tú sabes, Federico García Lorca,
que soy de los que gozan de una muerte diaria
.
Por su parte, Federico había asimilado la intuición de su propia tragedia, desplazándola hacia sus personajes. Las visiones premonitorias de muerte y asesinato que rondaban al propio poeta se fijan en los personajes de sus dramas y poemas. El sino trágico del poeta se refracta en muchos de estos personajes. Se diría que en ellos el poeta adopta los papeles drámáticos que representan su propia tragedia, ya prefigurada en ellos. Así, por ejemplo, en el "Romance sonámbulo", uno de los poemas del Romancero gitano, el poeta dice:
Compadre, quiero morir
decentemente en mi cama,
de acero, si puede ser,
con las sábanas de holanda
...


Pero también en el "Romance del Emplazado", del mismo libro, se cuenta un caso que presenta curiosas afinidades con la propia circunstancia del poeta. Al Emplazado le pronostican en junio su próximo fallecimiento:


El veinticinco de junio


le dijeron a El Amargo:


Ya puedes cortar si gustas


las adelfas de tu patio (...)


Porque dentro de dos meses


yacerás amortajado.


De modo que El Amargo murió en el mes de agosto, lo mismo que Federico. De suerte que podemos conjeturar que con una anticipación de ocho años (el Romancero gitano se publicó en 1928) el poeta había tenido algo así como un pálpito de su propio fin trágico.
Cabe, en efecto, imaginar que Federico anticipa en este caso la visión de su propia tragedia, y que está vislumbrando su propia muerte, ignominiosa y violenta, junto al barranco de Víznar.
El pasaje citado no es más que un ejemplo de entre los varios más que se podrían citar a este propósito. En todos ellos, como en los fragmentos de un espejo roto, se puede ver reflejada, multiplicadamente, la propia tragedia personal del poeta.


____


* La ironía de Horacio se advierte sólo por el contexto con el verso anterior:


¡Oh, hijo de Laertes, lo que diré ocurrirá o no ocurrirá: / pues el gran Apolo me ha concedido el don de adivinarlo! (Se entiende que una de las dos cosas tiene que verificarse, por fuerza, ya que "tertium non datur".Pero, claro, aquí huelga la profecía. Por simple lógica sabemos que ha de ser así)

lunes, mayo 14, 2007

NE QUID NIMIS

*Representación de Astrea, o Virgo, sosteniendo la balanza (=Libra)
que sopesa las acciones humanas



(No excederse)



Respecto a la oda alcaica latina, incluida en este blog, me doy por satisfecho, por el momento, con la redacción actual. Renuncio a traducirla en verso, utilizando cualquier tipo de estrofa, incluido el verso libre.
Ya es bastante con haberse sometido al tormento de Procusto que supone versificar en latín (un verdadero tour de force) para volver a someterse de nuevo ahora a un doble grillete, de pies y de manos: la fidelidad al texto y la sujeción al modelo métrico. Demasiadas sujeciones.
Retiro la traducción en verso y ofrezco una traducción en prosa, más ajustada al texto original. Aquí está:

I.- Digno de llanto, padre mío querido, privado de la vida con muerte muy penosa, de tu fiel esposa arrancado y de tus hijos y tu anciana madre.

II.-Un general sin piedad, reo de alta traición, que dirigió las armas contra su propio pueblo, invadió las ciudades de España y declaró la guerra a sus conciudadanos.

III.- Dueños de la situación, la derecha y la nefaria tropa de los militares, se embriagan con la muerte y el asesinato, derramando la sangre de sus hermanos.

IV.- Se inicia entonces una doble línea de combate feroz y la guerra se lleva a cabo de una doble manera: por la vía militar castrense y por los asesinos ejecutores del crimen, servidores de aquellos.

V.-Entonces la muerte trajo la desolación a las ciudades; entonces se otorgó a los civiles el derecho a matar, allanando las viviendas de los conciudadanos, para llanto y ruina de la patria.

VI.- Temiendo las funestas iras de los verdugos, huiste a una finca lejos resguardada; así abandonando a tu esposa y a tu hijo evitas el ataque de los malvados.

VII.- “¿Así conocéis a Ulises?”
(Virgilio, Eneida, II, 44)



Fiándote en las falsas promesas de los enemigos, de no hacer daño a nadie que regrese a su casa, en una lenta carreta transportado, vienes a caer en manos de los despiadados.








VIII.- "se les prometía incolumidad a quienes se entregasen" (César, B.G. 3,28,2)

Jamás deis crédito a promesas no fiables de parte del enemigo: guardaos de prestar oídos a quienes dicen falsedades y a las lenguas mentirosas: siempre os llevarán a la ruina.

IX.- Descubierto el error, quedó a la vista el engaño; pero tarde te pesó de tu equivocación y del doloso fraude padecido: ya estabas en manos del enemigo.

X.- Tan pronto supieron de tu regreso fueron a prenderte a tu casa. Prendido y bajo la coacción de las armas te encierran en la cárcel y el calabozo.

XI.- Allí encerrado permaneciste muy poco tiempo. De allí te sacan para morir. Oprimido te ves por el gran dolor de dejar para siempre a tu mujer y a tu hijo.
XII.- Los que iban a matarte no te permitieron ni darme un beso ni decirme tu adiós: sacudido por la angustia y el terror eres conducido al lugar de los muertos.

XIII.- INVOCACIÓN A LA JUSTICIA

Virgen Astrea, diosa de la Justicia, diosa que moras en el alto cielo, que durante la Edad de Saturno habías sido huésped de los hombres justos que entonces habitaron la Tierra:

XIV.- No permitas que quede sin castigo el daño que sufrieron las víctimas. Recibe benignamente los ruegos de los ciudadanos y compensa, con la exactitud de tu balanza, las pérdidas de todos aquellos que perecieron en la guerra.

viernes, mayo 11, 2007

Cumpliendo con el IV Mandamiento

Mi amigo Miguel, ciudadano USA, me felicita por mi oda alcaica latina, publicada días atrás, pero dice que no le parece acertada la traducción, especialmente por el ritmo ligero del verso elegido, el heptasílabo; no acorde, según su apreciación, con el tema “sombrío y fúnebremente lento” de la oda. Para él hubiera resultado más adecuado un verso más lento y reposado, probablemente, el endecasilabo, entreverado con los heptasílabos, como en los versos de Fray Luis de León.
Puede que no le falte razón en esto. Y tal vez reconsidere, por mi parte, la posibilidad de sustituir mi anterior traducción por otra en la que emplee los versos que me indica. A título de prueba, incluyo aquí la oda latina escrita hace un par de años, para commemorar el octavo aniversario de la muerte de mi madre. La estrofa empleada en esta ocasión es la llamada asclepiadea A, o asclepiadea primera. La reproduzco aquí, acompañándola de la traducción castellana en la estrofa típicamente leonina, garcilasiana y sanjuanista: la lira.

Con ello cumplo gustosamente con el precepto divino del IV mandamiento: "Honrarás a tu padre y a tu madre".

EPICEDION AD MATREM
IN DECESSUS EIUS VIII ANNIVERSARIO

O dulcis genetrix, alma parens mea,
quae iam transieris limina Tartari,
hos versus pia nunc accipe amabilis,
flores quos tibi dedico.

Annus iam volucris transiit octies
ex quo mors tua nos reddidit orphanos,
cum te amisimus, heu, et valediximus,
mater lumine carior.

Lecto iam recubans morteque proxima,
vitae praeteritae dum reminiscere,
vestem sollicite condere quaeritans
sutricis peti’ forficem.

Etsi post obitum tardior adfui
laturus tibi, heu, oscula postuma,
servasti tepidos corporis halitus
donec basia venerint.

Sic vitae calor haud deseruit tuum
corpus, dum veniunt filia filiusque,
ad Manes abiens laeta viatico
almo dulcis amoris. *
____
* El verso final es aquí, excepcionalmente, un ferecracio, en vez de un gliconio





TRADUCCIÓN DE LA ODA ANTERIOR

Madre que me nutriste,
y que en tu tibio seno me llevaste,
que de la muerte triste
ya la puerta cruzaste,
recibe tú estos versos que inspiraste.

Fugaz, perecedero,
ocho veces pasó, tras de tu muerte,
el año volandero;
pero el cariño es fuerte;
y el dolor de perderte, duradero.

En tu lecho postrada,
recordando el oficio de tu vida,
con él obsesionada,
las sábanas cogida*,
pedías la tijera, enfebrecida.

Llegué junto a tu lecho
poco después que tú habías expirado,
por el dolor maltrecho,
habiendo tú guardado
el calor de la vida al beso amado.

El calor de la vida
no abandonó tu cuerpo, demorando
la triste despedida;
los besos esperando
del viático que ibas preparando.
_____

* Construcción intencionada de la forma llamada acusativo de relación o acusativo griego.

martes, mayo 08, 2007

NOTICIAS DE OLIVENZA




Estoy al tanto, gracias a los buenos oficios de mi amigo Alfonso Limpo, archivero, cronista oficial y bibliotecario de la histórica villa oliventina, de la actividad editorial de su corporación municipal. Actividad que se traduce en ciertas publicaciones a plazo fijo, tales como el Boletín Mensual que edita el Ayuntamiento, por el que se da cuenta prácticamente de todo lo que se realiza a través de la citada corporación en las diversas áreas de su competencia.
Una de las más recientes publicaciones versa sobre el Homenaje a tres intelectuales oliventinos, con motivo de habérseles concedido sendos títulos de Hijos Predilectos a dos de ellos: los hermanos Marzal Fuentes. Naturales de la vila, se les otorga el distintivo de Hijos Predilectos por su reconocido prestigio intelectual y la labor social desarrollada en la Universidad española, el uno, y americana, el otro. Al profesor Abadíe se le distingue con el título de Hijo Adoptivo de Olivenza, por sus trabajos de investigación acerca de las relaciones luso-españolas en la América meridional. Y por haber legado a la Biblioteca Municipal de Olivenza un estimable tesoro bibliográfico, el de su biblioteca particular, cedida al Ayuntamiento oliventino a título de legado personal, sin que haya tenido que abonarse otra cantidad que la de cubrir los gastos de transporte, desde Uruguay a España.
Al mayor de los hermanos Marzal, posiblemente le conociera yo de la época del Seminario de Badajoz. Se dice en este librito homenaje que “estudió en el Seminario de San Atón de Badajoz, donde fue compañero de don Apolonio Noriega” (pág. 31). Es decir, era del curso de los que estudiaban 3º de Filosofía cuando yo ingresé en ese mismo centro. Yo recuerdo sobre todo a don Apolonio, que amenizaba las aburridas misas con un variado repertorio de intermedios musicales que interpretaba al armonio. Melodías que nos eran familiares y que recordábamos mucho tiempo después. Pero de Marzal no me acuerdo nada.
Después de su paso por San Atón se hizo jesuita, para terminar secularizándose en 1970. Se dedicó a la docencia universitaria que alternaba con sus colaboraciones periodísticas (“Cuadernos para el diálogo”, “La Vanguardia”, “El Mundo”…) Fue decano de la Universidad Ramón Llull de Barcelona, donde falleció en el año 2005.
En cuanto a Manuel Marzal, la mayor parte de su actividad apostólica y docente (“id y enseñad”, fue la misión que Cristo confió a los apóstoles) transcurriría en America Meridional, más concretamente, en Perú, como profesor de Antropología de la Universidad Católica.
Como historiador, el bibliotecario y cronista oficial de Olivenza se declara en deuda con él, ya que Manuel Marzal fue quien le puso en la pista de un dato muy a tener en cuenta para comprender la historia del contencioso oliventino. Olivenza fue, en efecto, enajenada a Portugal por un acto de conquista. Una guerra en la que, en vez de tiros, hubo naranjas. Pero que no se emplearon como proyectiles, sino como una especie de trofeo que el primer ministro, Manuel de Godoy dedicó galantemente a la reina María Luisa de Parma. No obstante, Portugal recibiría como compensación por parte de España un amplio territorio de las colonias americanas: “Olivenza, no jurídica sino fácticamente, fue permutada por Siete Pueblos guaraníes que constituían como dos tercios del actual estado de Rio Grande do Sul” (pág. 54)
Los 400 kms. cuadrados perdidos en la metrópoli eran compensados con la ganancia de 90.000 kms. cuadrados en tierras americanas. ¡Un terreno 225 veces mayor! Fue, realmente, "la perla que costó un tesoro", según la significativa valoración que hace Limpo de aquella histórica transacción (Ver su OLIVENZA, LAS RAZONES DE ESPAÑA, pp. 133 ss.)
El libro homenaje, cuidadosamente editado, se avala con firmas de conocidos personajes de la política y de las letras: José Juan Toharia, Carlos Losada, Pedro Altares, Miguel Roca i Junyent, Fernando Suárez, Alain Surpiot…
Y un artículo final del único superviviente entre los homenajeados, el profesor Abadíe.
Y un par de trabajos más de Alfonso Limpo, el factótum de esta publicación y eficaz colaborador como jefe de prensa del Ayuntamiento oliventino.Trabajos que versan sobre Manuel Marzal y sobre el profesor Abadíe-Aicardi.