sábado, diciembre 21, 2013

¿POR QUÉ HAY QUE CAMBIAR LA CONSTITUCIÓN?

Se dio por supuesto (o debió de darse) que la constitución de 1978, aprobada con el voto mayoritario de los españoles, era la Constitución de la Transición. Su provisionalidad consistía en el carácter temporal que se suponía a la Transición misma: periodo de adaptación a la democracia, partiendo de una larga etapa de acomodación a la dictadura. La Transición se entendía como algo efectivamente transitorio, no vitalicio. Y la constitución que dio comienzo oficial a esa andadura fue el resultado de pactar, con los herederos de los poderes fácticos de la dictadura, el silencio crítico sobre la misma. La democracia estuvo condicionada (y lo sigue estando) por la Ley del Silencio sobre la inconstitucionalidad del franquismo. La no condena de la Dictadura precedente en un documento que se supone contener toda una normativa democrática, puede servir de alegato a los simpatizantes y adictos de aquel régimen para justificar ahora como inconstitucional la condena de la misma. De ahí lo paradójico de una constitución que siendo, o pretendiendo ser, democrática, no condena oficialmente la dictadura. Una vez más se confirma aquello de que Spain is different.


La Constitución de 1978 necesita ser remodelada en este sentido. Un documento que se considera por excelencia de carácter democrático debe condenar explícitamente la dictadura, algo a lo que se vienen negando en esta presunta democracia de la Transición los recalcitrantes adictos del franquismo, como el Sr. Mayor Oreja, representante por lo demás, en el Parlamento europeo, de un país presuntamente democrático como es España. Una democracia en la que no se releva de sus funciones a personajes como el Sr. Mayor Oreja, o en  la que se permite la permanencia de asociaciones políticas de carácter abiertamente franquista, como la que lleva el nombre de la Fundación Francisco Franco, es un país de muy poco crédito democrático en el exterior.


La ilegalidad de la dictadura debe tener constancia, de manera explícita, en el documento más importante de un Estado que se pretende homologable a las restantes democracias europeas. Si la Constitución de 1978 fue la constitución del silencio respecto a la dictadura precedente, la medida pudo justificarse por entender la Transición como la etapa puente hacia la democracia. No se dio satisfacción a la parte perjudicada por la ilegalidad de la dictadura.


Es preciso, por tanto, subsanar esta deficiencia, en la nueva ley de leyes, mediante la condena explícita de la dictadura. Ésta jamás fue, como nos hizo tragar la propaganda del régimen, una Cruzada para defender la religión católica, cuyos jerarcas santificaron con ese apelativo a la rebelión militar. Ésta fue, por el contrario, un delito de alta traición: la perduellio. La eliminación sistemática del enemigo político se llevó a cabo por la connivencia de los mandos militares rebeldes con los paramilitares de la Falange representantes, en las diferentes poblaciones, de los intereses de los ricos, cargando a cuenta de la guerra los asesinatos llevados a cabo en dichas poblaciones. Así se hizo constar en los libros de defunción de los juzgados locales: muerto a consecuencia de la pasada guerra.


La nueva constitución deberá corregir, en aras de la justicia, estas deficiencias con las que se transigió en la constitución de la Transición, dando a esta palabra el sentido que corresponde a sus posibles étimos, según se considere derivada de “transire (pasar) o de “transigere”, transigir, ( transactio) trato, acuerdo, transacción. Se nos cobró al precio del silencio la democracia que a otros les salió gratis.

sábado, diciembre 07, 2013

ANIVERSARIO TRIGÉSIMO QUINTO DE LA CONSTITUCIÓN

Si la constitución vigente de 1978, o sea, la de la Transición, no la renovamos, esto quiere decir que hay quien desea perpetuar esa Transición de modo indefinido. Los anclajes de esta Constitución están, en parte, afincados en el franquismo y esa circunstancia quita calidad democrática a nuestra Ley de Leyes, porque es hora de que la democracia en España se libere de una vez por todas de los residuos de la dictadura. La ley del silencio con respecto a la dictadura no puede poner indefinidamente una mordaza a la Ley de Leyes que necesitamos renovar ya, so pena de sufrir, lo que he llamado en alguna ocasión, el atasco de la Transición (ver enlace)
 Sobre este asunto me he ocupado reiteradamente en mi blog. Porque las convicciones son reiterativas. Le dijo una vez a Sócrates uno de sus discípulos: “Siempre repites lo mismo, Sócrates”. Y éste replicó: “Lo mismo, ciertamente, y sobre las mismas cosas”.

La ley de leyes de 1978 es, por antonomasia, la Ley del Silencio respecto a la Dictadura. Bueno estuvo para la Transición, pero hora es ya de decir lo que entonces se calló. Si no es ya que una parte de la sociedad española quiera perpetuar la “modélica” para los restos. Lo que no debemos consentir la gran mayoría de los españoles. ¿O es que porque el PP gobierne ahora en mayoría absoluta se cree que la democracia estará sujeta a sus pautas de manera indefinida? La calle (el sentir popular, digo) está comenzando a reclamar una puesta al día de la Constitución española. No escuchar esa voz puede costarle una derrota electoral en los próximos comicios.

Puesto que el partido del gobierno ha rehusado la condena del franquismo (siendo incompatibles por esencia democracia y dictadura) y ha alegado diversos motivos para no satisfacer esa aspiración democrática (abjurar de la dictadura de modo oficial) habrá que replantear un texto constitucional en el que se recoja, de manera explícita, inequívocamente, esa condena del sistema político que castigó a la patria con la falta de libertades y la promulgación de leyes de todo punto ilegales durante 40 ó más años.
Que una democracia no condene retrospectivamente esos desmanes es síntoma grave de que esa democracia no merece tal nombre.
Debe, por tanto, plantearse en la nueva reforma de la Constitución de 1978 (la he llamado irónicamente en alguna ocasión la "constitución intransitiva", porque no acaba de salir de la Transición) la explícita condena del golpe de Estado de 1936 y de la Dictadura que siguió al golpe.

El Alzamiento parte de una base ilegal: un delito de rebelión que consiste en apoderarse manu militari del Estado de Derecho, salido de las urnas con el triunfo del Frente Popular. La proclamación de la libertad religiosa (uno de los postulados de la República) implicaba, por tanto, la posibilidad de opción por la doctrina católica. Si se dio un movimiento antirreligioso que produjo desmanes tales como la quema de iglesias y conventos, o el asesinato de curas y frailes, ello pudo deberse a la lenidad del gobierno que no supo atajar con energía estos desmanes.

Supongamos, con la mejor intención, que el golpe de Estado tenía como objetivo principal "proteger a la ciudadanía española" de esa clase de desmanes. Al tomar las riendas del poder ("manu militari", como hemos dicho antes) se podría haber protegido a toda la ciudadanía, pero se protegió, en todo caso, a una parte de la ciudadanía: la que estaba del lado de los facciosos. Y dio comienzo el exterminio sistemático de la izquierda republicana. El estamento religioso y los propietarios estuvieron del lado de los golpistas. La militarizada Falange actuó en los pueblos y ciudades como una quinta columna. Y aquellos asesinatos perpetrados fuera del campo de batalla se contabilizaron como formando parte de la campaña militar. Cuando, años después, se decidió asentar el fallecimiento en los correspondientes libros de defunción de los juzgados locales, se consignó, como causa de la muerte, la guerra, como si los fallecidos hubieran caído en el frente:  la muletilla empleada solía ser "a causa de la pasada guerra", o también, "en choque con la fuerza pública" u otras triquiñuelas por el estilo. La radical maldad del golpe y de quienes lo bendijeron, llamándolo Cruzada, fue que justificaron el exterminio de la izquierda, metiéndola en el mismo saco que los matacuras e incendiarios de iglesias y conventos.

Se estableció de inmediato la connivencia entre los militares golpistas y la derecha en las poblaciones de toda España. Los socialistas y en general, los llamados "rojos", fueron demonizados y, en consecuencia, las fuerzas de la derecha quedaron del lado de los buenos. Se levantaron cruces de Caídos "por Dios y por España", por toda la geografía española; aunque, en la mayoría de los pueblos, los caídos fueron de izquierda. No hubo caídos de la derecha en muchos pueblos, pero en todos figuró una lista de caídos en las fachadas de las iglesias.

Y el golpe militar secuestró la voluntad popular durante más de 40 años.

Sobre todos estos episodios la Constitución de 1978 corrió un tupido velo de silencio. La nueva constitución deberá romper ese silencio, con la definitiva condena oficial de la Dictadura que ensangrentó a España, vendiendo su crimen (de lesa patria) como una defensa de la Cristiandad.

jueves, diciembre 05, 2013

A TORO PASADO

Afortunadamente, todo salió bien y pude superar esa especie de fobia (irracional, a todas luces) que he sentido desde antiguo a hablar en público. Creo que en lo sucesivo ya no me será tan difícil hacerlo. Mis amigos, Luciano Feria y José Mari Lama me trataron espléndidamente, con toda generosidad, por lo que les estoy enormemente agradecido. Luciano hizo una completa exposición de los contenidos del libro, descubriendo en él facetas que incluso para mí mismo resultaban novedosas. Claro que se trata de un técnico en literatura, con muchas "horas de vuelo" ya en el oficio. José Mari Lama, por su parte, me hizo el honor de esbozar una especie de biografía de mi modesta persona, refiriendo episodios de mi vida que, sin duda, me marcaron ya de alguna manera desde mi infancia. Así, el de la pérdida de mi padre, cuando yo tenía sólo tres años de edad. La mayor parte de estos datos resulta que están reflejados en este blog, de donde él los ha tomado. Luego, en el capítulo de preguntas, me hizo una relacionada con una de las entradas de este cuaderno de bitácora que empecé a utilizar, como internauta, desde 2006 (primera entrada) Me recordó que uno de los propósitos enunciados en este blog era el de trabajar en pro de la reconciliación de las dos Españas. He vuelto a rememorar aquel sano propósito y he vuelto a sentir casi lo mismo que dije y que ya no recordaba. Incluso el detalle de ser consciente, cuando enunciaba este propósito mío, de que estaba relatando un sueño, como Luther King. Y quise remedar su célebre frase por medio de una especie de pareado en inglés: I had also once a dream / just like that of Luther King ( Yo tuve un sueño una vez / como Luther King también) Claro está que, la contestación a su pregunta (a la de José María Lama) podía resultar, en opinión de algunos de los presentes, ajena por completo al hecho que nos había reunido allí: la presentación de un libro. Y como casi siempre, me vino a la memoria un verso, esta vez del poeta Horacio ( Arte poética, 19) que podía venir al pelo para explicar la situación: Sed nunc non erat hic locus ("pero no era este el momento adecuado para hablar del asunto")


Ahora, sí lo es. En este blog de mis desahogos, he hablado en repetidas ocasiones del tema. Reconciliación, sí. Pero siempre que pongamos algo de nuestra parte, unos y otros. No ha habido catarsis posible para los supervivientes de la Guerra Civil: no nos han dado las satisfacciones que reclama una democracia que merezca el nombre de tal. Ahí está la actitud empecinada del Sr. Mayor Oreja, por poner un ejemplo, respecto a su renuencia a condenar el franquismo. Y a desenmascarar toda aquella faramalla que montaron en connivencia con los jerarcas eclesiásticos de la época, con la Cruzada y los compañeros mártires. Al Sr. Oreja le he dedicado más de una entrada de este blog (véanse, por ejemplo, 22 de abril de 2013 y 26 de octubre de 2012. Clicar, respectivamente, en

 http://garciguti.blogspot.com.es/2013_04_01_archive.html#5523103478005566742 


Desgraciadamente, este remedo de democracia lo seguirá siendo mientras no se condene como delito de lesa patria (perduellio) todo el daño que ocasionó a España el llamado Alzamiento Nacional.