sábado, junio 27, 2015

DOS SONETOS A FRANCISCO CROCHE

Los sonetos que seguidamente voy a transcribir los dediqué a mi buen amigo Francisco Croche, con motivo de su nombramiento como Hijo Predilecto de Zafra. Se publicaron en la revista de la feria (ZF) en el año 2003. El zafrense que fue anteriormente honrado con este honorífico título fue también gran amigo mío: Don José García Fernández, Rector que fue del Seminario Diocesano de San Atón.

Reproduzco a continuación los dos sonetos.

I. Un pleno de catorce...

                    A Francisco Croche, primus inter pares.

Un pleno de catorce voy buscando,
cuantas tiene casillas un boleto:
los catorce renglones de un soneto
trato de ir, verso a verso, rellenando.

Mientras voy los aciertos comprobando,
veo que tengo ya un cuarto y un cuarteto;
y, con cuarto y mitad de otro, completo
el segundo cuarteto que demando.

Si el pleno de catorce yo consigo,
prometo dedicar el premio entero
a celebrar el triunfo del amigo.

A Croche, entre los pares el primero,
yo le brindo, con este pareado,
el pleno de catorce, al fin logrado.

ESTRAMBOTE

Y para el pleno al quince, por si hay bote,
añado a este soneto un estrambote.


II. Ni Valencia ni Mesa consiguieron...

             
                   (Soneto con un serventesio inicial)

Ni Valencia ni Mesa consiguieron
de su villa natal tan alta gloria,
aunque preclaros hijos ambos fueron
de esta ciudad que guarda su memoria.

Ni Ruy López ni Huerta recibieron
de sus paisanos tal ejecutoria,
por más que hicieron obra meritoria
y la fama de Zafra engrandecieron.

Sólo que, cuando aquellos existieron,
aún no existían tales distinciones,
pues nadie hubo que las promoviera.

Que, si en aquellos siglos Croche hubiera,
no faltaran honores y atenciones
a cuantos merecido lo tuvieron.

domingo, junio 14, 2015

LOS MEMORIALES A MANUEL PELÁEZ


Peláez Memorial (Constitución de 1812)

El pasado domingo 14 de junio se hizo entrega, en el Hotel Huerta Honda, del premio correspondiente a la III edición de microrrelatos que anualmente  convoca, desde 2013, el "Colectivo Manuel J. Peláez". Esta vez el premio ha recaído en el joven conquense, residente en Madrid, Diego Rinoski. El título del relato premiado es "El timo".

El Colectivo Manuel J. Peláez tiene como primordial objetivo honrar la memoria del fallecido colega del que toma su nombre; y nada mejor para lograr este objetivo que llevarlo a efecto a través de actividades culturales como ésta del concurso anual de microrrelatos. El microrrelato hace de la brevedad su peculiar característica literaria. Su lema se podría resumir en el conocido dicho que afirma "lo bueno, si breve, dos veces bueno".

Parece como si la brevedad asegurara ya el 50% de la bondad del microrrelato pero no es así. La brevedad sólo cuenta si se da la circunstancia de que el relato es, de por sí, bueno. Si no, la brevedad vale tanto como un cero a la izquierda. (Aunque quizás haya que tomar en consideración la posibilidad de completar ese aforismo con otro semejante: "Lo malo, si breve, menos malo")

Al género breve corresponde, en general, la literatura aforística (= aforismo): refranes, sentencias, adagios. Las 'greguerías', así llamadas por su inventor, Ramón Gómez de la Serna, también pertenecen a este género al que es connatural la brevedad. Y, desde luego, los microrrelatos. Narraciones muy breves, a lo más de una página o una página y media. Quizás un poco más, si se prefiere.

Lo que sí podemos conjeturar, conocido el talante de Manolo Peláez, es que el microrrelato, como género o modalidad literaria, se acomodaba a su carácter, a sus gustos por lo sencillo, lo sobrio, lo anti-fárrago. Iba bien con su manera de ser esta modalidad literaria.

Manolo era, sobre todo, buena persona, tolerante, conciliador y con un excelente sentido del humor. Sus ocurrencias contribuían a alegrarnos la vida, a darnos una visión más optimista de la misma.

Como anécdota reveladora de su carácter, recuerdo aquella vez en que se vistió de torero (en un Carnaval) y, para hacer que en la taleguilla se marcase el "paquete", se colocó dentro de la misma, junto a la ingle, un auténtico paquete de cigarrillos. El lugar, como diría Miguel Hernández, "donde capullo tórnase la seda".

El microrrelato, si está bien conseguido, es como una pequeña joya literaria. Es un género  que, sin duda, le hubiera gustado a Manolo Peláez promover. Yo diría que es el género breve el que más se adecuaba a su talante bienhumorado, sencillo, jovial y des-enfadado (en cuanto nada propenso a enfadarse). Y, por supuesto, creo que lo breve y lo sencillo, como opuesto a lo complicado, entraban también en el cuadro de sus preferencias.

Los premios "Manuel J. Peláez" de microrrelatos son uno de los memoriales que perpetuarán el recuerdo de Manolo; el otro memorial es el monumento conmemorativo de la Constitución de 1812, que se alza en la llamada Plaza de los Escudos, frente a la fachada oriental del Palacio de los Duques de Feria, hoy Parador de Turismo. También está dedicado a la memoria de Manuel J. Peláez. Está formado por bloques de cemento adosados, en los que figura uno de los más importantes artículos de aquella primera constitución, junto a los nombres de sus más entusiastas promotores, como los zafrenses Juan Justo García y José Álvarez Guerra, o el cura extremeño de Cabeza del Buey, Diego Muñoz Torrero.

Ilustramos esta entrada con la fotografía de este monumento dedicado a la primera constitución española, en el que el colectivo promotor de la idea quiso que figurase el nombre de nuestro amigo Manuel J. Peláez.
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NOTA:  Clicar en la foto para ver detalles 

sábado, junio 13, 2015

UNA BODA GAY EN LA ROMA DEL IMPERIO

Con ocasión de la reciente muerte de Pedro Zerolo, político y abogado del PSOE, se le han tributado numerosos elogios, por la gran actividad que desplegó en favor de la defensa de los colectivos de homosexuales, gays y lesbianas. Las uniones homosexuales, si bien no estuvieron formalmente legalizadas, tampoco estuvieron expresamente prohibidas en la Roma clásica y así lo podemos conjeturar leyendo algunos poemas de Marcial (siglo I de nuestra era) El poeta bilbilitano encuentra, sin embargo, un tanto exhibicionista el que esas uniones se realicen según el patrón convencional que rige las uniones heterosexuales. Tal vez porque lo considera una ostentación innecesaria. Sin embargo, en las uniones de este tipo, es indudable que cada uno de los cónyuges asume el correspondiente papel de marido o de esposa, respectivamente. En el poema al que me refiero en este caso (Ep. 12.42), el autor deja bien a las claras quién es cada cual y cuál su correspondiente rôle. El papel femenino corresponde al llamado Calístrato. Lo sabemos porque en el poema es el nombre que hace de sujeto de “nupsit”, verbo propio de la fémina. El correspondiente papel del varón es el que se expresa mediante el verbo ‘ducere’. Lo vemos por un dístico del mismo Marcial:


            Nubere vis Prisco, non miror, Paula, sapisti.
              Ducere te non vult Priscus: at ille sapit.


(Quieres casarte con Prisco; no me extraña, Paula: eres lista.
 Pero Prisco no quiere tomarte como esposa: él también es listo) 


Pero vamos ya con la traducción del epigrama 12.42 que narra, sucintamente, cómo se realiza el casamiento de estos homosexuales que son Calístrato y Afro:
  El barbudo Calístrato se unió en matrimonio al envarado Afro, con el mismo ritual con que suele unirse la hembra al varón: Las antorchas alumbraron abriendo el cortejo, los velos taparon los rostros de los esposos y no faltaron, Thalaso, tus invocaciones de rigor.También se proclamó la dote de la novia.
 ¿No tienes bastante todavía con todo esto, Roma? ¿Esperas acaso también verlo parir? 


No: Roma no podía esperar lo que por naturaleza era imposible. En el sentido de la procreación, el matrimonio homosexual está de suyo condenado al fracaso. Claro que existe el paliativo de la adopción. Esta puede ser el remedio de lo que, de otra manera, no lo tiene. Pero la permisividad y la tolerancia que la sociedad romana mostró en casos como el que narra el poeta de Calatayud, no llegó al extremo deseable de proponer el refrendo legal del matrimonio para las uniones de este tipo. Sólo en los tiempos actuales se está llevando a la práctica en algunos países europeos este refrendo legal de las uniones homosexuales. Queda todavía, no obstante, mucho camino por recorrer. La persona cuyo reciente óbito lamentamos hizo cuanto estuvo de su parte para que ese largo camino se hiciera más corto.

lunes, junio 01, 2015

MÁS VERSOS DEL FONDO DEL BAÚL

Don  Luis  Moreno  Mayoral,
Padre Espiritual  en San Atón
La estrofa que ahora extraigo del baúl de la memoria nos la enseñó, en el curso de unos ejercicios espirituales, cierto misionero que vino expresamente al Seminario a dirigir esos ejercicios. Trataba el hombre de tranquilizar conciencias excesivamente escrupulosas y preocupadas por el temor de haber pecado. Para darnos un criterio que pudiera sacarnos de la duda, nada mejor que presentar la enseñanza envuelta en el celofán poético de unos versos fáciles de memorizar. Esta vez era una estrofa de diez versos, la llamada décima espinela. Decía (o, mejor, rezaba) así:

                              El sentir no es consentir
                              ni el pensar mal es querer:
                              Consentimiento ha de haber
                              junto con el advertir.
                              Mal puedo yo consentir
                              pensamientos que no advierto;
                              y, aunque soñando o despierto
                              esté, si no quiero el mal,
                              que no hay pecado mortal
                              puedo estar seguro y cierto.

Era un criterio que podía servir para aclarar muchas de las dudas que solían atormentar las conciencias de los adolescentes seminaristas, agobiadas con frecuencia por el temor de haber cedido a las tentaciones de la carne. ¿Quién podía evitar tener una erección, a veces, en los momentos y lugares más inoportunos? En el salón de estudio, en el dormitorio, en la misma capilla, incluso. Y ese proceso de intumescencia podía llegar a aliviarse de manera automática a través de un orgasmo con la correspondiente polución. ¿Habría que dar cuenta al confesor de alguna incidencia de ese tipo? Pues sí, había que darla, para tranquilidad propia. Bien que añadiendo, a modo de justificación, un "pero yo no quise que sucediera". Siguiendo las normas dadas en la décima estaba claro que "no había pecado mortal".

Tenía yo por aquel tiempo un libro que me había agenciado no recuerdo cómo y cuyo título era Psicología del amor. Por cierto que hubo quien se chivó al P. espiritual (Don Luis Moreno Mayoral entonces) y éste me llamó a su cuarto para interesarse por el libro. Se lo llevé y, al cabo de cierto tiempo, me lo devolvió: No pudo encontrar en el libro cosa que pudiera considerarse dañosa para la salud espiritual. En este libro (aún lo conservo) se hacía referencia a la cuestión que por entonces a mí y a otros compañeros de mi edad nos tenía (supongo) preocupados. La de cómo evitar aquellas indeseables insurrecciones de la carne pecadora. Decía el libro al respecto: ...como la extravagante pretensión de estrangular manifestaciones cuya incoercibilidad se condiciona uno mismo tiende a acelerar progresivamente el retorno del espasmo onírico, éste se reproduce, en algunos sujetos, con bastante frecuencia para alterar considerablemente los mecanismos psiconerviosos y el potencial energético.

Y añadía: Se venden libros donde se asegura que el derrame espontáneo en el curso del sueño es inofensivo. Esos peligrosos tratados extravían cada año algunos centenares de jóvenes a quienes se trataba de detener en la pendiente de las decadencias (se añadía en nota a pie de página: consunción cerebral, astenia, tisis)

El libro abogaba por abordar el problema desde un punto de vista dietético. Algo totalmente fuera del alcance del centro docente donde residíamos. Por otro lado, ni las comidas ya de por sí frugales del Seminario bastaban a frenar el que Rubén Darío llamó "potro sin freno" del instinto.

Desde el estrado de la capilla, el bueno de Don José García avisaba: "los que tienen un temperamento demasiado...erótico no sirven para estas cosas". Decía 'erótico' como si no quisiera emplear otro término más adecuado, aunque tal vez más hiriente: quizás 'rijosos', o 'salaces'. En alguna ocasión recuerdo que recurrió al latín: li-bi-di-no-si. Así, silabeándolo.

Para mí pronto estuvo todo bien claro. Lo del celibato era algo contra natura.
Se hacía necesario 'colgar los hábitos' más bien pronto que tarde. Fue lo que hice.