sábado, diciembre 29, 2012

LA DEMOCRACIA QUE NO PASÓ DE TRANSICIÓN

Ya sabemos, a estas alturas, que nuestra andadura hacia la Democracia ha resultado ser un viaje a ninguna parte, un caminar sobre la cinta sin fin de la Transición, con la ilusión de estar avanzando, hasta que, al fin, nos hemos convencido de que estamos donde estábamos. Ahora ya sin esperanzas de alcanzar la verdadera democracia, tras este aburrido bailoteo de la 'yenka' perpetua: Izquierda, izquierda, derecha, derecha, delante, detrás: un dos tres...No ha habido condena oficial del franquismo, no se ha movido su armatoste legal: no se han anulado los juicios que condenaron a los encausados por sus ideas políticas afines a la República...¿Puede esto quedar así indefinidamente? ¿Puede consagrarse la más absoluta impunidad? Pues, sí: todos los síntomas convergen hacia el convencimiento de que estamos en un impasse a perpetuidad. En que esta m. de democracia jamás dará satisfacciones, por ejemplo, a los familiares de Miguel Hernández; y a tantos otros...Sólo que Miguel Hernández es un personaje lo suficientemente representativo de una clamorosa injusticia que se cometió en su persona; injusticia de la que aún no se ha purgado la democracia española... porque, entre otras cosas, su caso nos viene a demostrar que nunca hemos pasado de la Transición, el proceso hacia la democracia que creímos iniciar a la muerte del dictador.


No sólo eso, sino que se renuevan títulos nobiliarios otorgados por el dictador en las personas de los descendientes de quienes fueron algunos promotores de aquel genocidio. Sirvan como prueba de que seguimos estando donde estábamos estos dos enlaces que consignamos aquí   acá, tomándolos del periódico que, por fortuna, nos abre los ojos a la triste realidad de nuestra ilusa democracia, como una Transición a perpetuidad.

martes, diciembre 11, 2012

LOS PRIMOS Y LA PRIMA (de riesgo)

Los hijos de los hermanos de nuestros padres son nuestros primos (hermanos), así como los hijos de los primos-hermanos de nuestros padres son nuestros primos (segundos) La parentela se va haciendo cada vez más difusa y lejana, a medida que el árbol genealógico se ramifica. La consanguinidad se va difuminando con la descendencia.

Este preámbulo, sin embargo, nada tiene que ver con la parentela de la consanguinidad, sino con ese nuevo pariente de cuya existencia hasta hace poco no teníamos noticia, pero cuya evolución y alteraciones constituyen el principal motivo de nuestras actuales preocupaciones. Me refiero, como ya podrán imaginarse, a la que ya se conoce en el mundo de las finanzas con el nombre familiar de “la prima de riesgo”. Nunca una prima nos ha causado tantas zozobras como ésta. Su peculiaridad consiste en que a todos nos preocupa su crecimiento, porque todos deseamos que no se haga mayor; ya que, de ser así, puede dar al traste con nuestra economía. Todos queremos que no crezca, como Peter Pan, que quería mantenerse indefinidamente en la infancia. Es como la democracia para algunos: que quisieran verla indefinidamente niña, vestidita de Transición eternamente. El miedo a la democracia por parte de ciertos padres y mentores de la Constitución coarta el desarrollo de la misma, provoca el retraso de su edad adulta. Y, paralelamente, el miedo a que crezca la prima de riesgo paraliza el desarrollo, recorta ayudas y produce la anorexia fatal en el cuerpo económico de un Estado.

En fin, que preocupados por la prima de riesgo o por el crecimiento de la democracia auténtica, lo que nos ocurre a los españoles en relación con las demás naciones europeas desarrolladas, es que estamos haciendo el primo.

sábado, diciembre 08, 2012

LA CONSTITUCIÓN INTRANSITIVA

La constitución española acaba de cumplir su trigésimo cuarto aniversario. El evento ha transcurrido ante la indiferencia manifiesta de una mayoría de españoles. Y es que, para esa mayoría de españoles, la constitución de 1978 está visiblemente desfasada, aunque parece que se pretende hacer de ella la Constitución de la Democracia, cuando en realidad se trata de la Constitución de la Transición. Una vez más, nos encontramos ante la evidencia de que los herederos del antiguo régimen pretenden prolongar la minoría de edad de la sociedad española por tiempo indefinido, a fin de que los españoles asumamos el complejo de Peter Pan en el que nos sumió el franquismo, con sus cuarenta años de dictadura; ‘autoritaria’, sí, pero no ‘totalitaria’, según la novísima teoría de los más recientes hermeneutas del filofranquismo.

El presidente del actual Gobierno, el Sr. Rajoy, ha manifestado sus intenciones de dejar tal cual el texto constitucional de 1978; de lo que podemos deducir, en buena lógica, que seguimos en la Transición, que no hemos alcanzado aún la tierra prometida de la Democracia. Perdura la Transición-Transacción-Cambalache; hemos pasado del centro a la izquierda y de ésta a la derecha (Suárez, González, Aznar, Zapatero, Rajoy) sin que, prácticamente,  nos hayamos movido del sitio.

No, señores del Gobierno: la Constitución de 1978 está desfasada a la fecha de hoy. No decimos que muchas de sus cláusulas no sigan siendo plausibles y, aun más, que deben mantenerse, necesariamente, en el texto de la futura constitución. Pero, insistimos en que ésta no es la constitución de la democracia, sino, en todo caso, la de la Transición, a la que ya es hora de ponerle punto final.

La Constitución de 1978 es la constitución del silencio, de la inmunidad y aun de la impunidad del franquismo. Previamente, alguien había pactado en nombre del pueblo lo no pactable, como fue la Ley de Amnistía (1977) ley que se votó en el Parlamento con la abstención, precisamente, de Alianza Popular. No voy a repetir ahora lo que ya he dicho anteriormente en este mismo blog. Se compró la excarcelación de los presos políticos del franquismo, el primer beneficio de la democracia que, de haber sido democracia verdadera, debería haber sido gratuito (para todos). Y el precio fue el de la impunidad. 

Los negociadores de la izquierda (sin consultarla previamente) comenzaron a negociar la democracia con los detentadores del poder, y comenzaron por depreciarla, con vilipendio, como si pudiera ser objeto de cambalache. Comprándola con una moneda que ni siquiera era de curso legal, ya que, según previas leyes internacionales, los delitos de lesa humanidad no prescriben. Esa fue la llamada Ley de Amnistía, que indultó delitos de lesa patria, como el golpismo, y crímenes de lesa humanidad, como fueron los que sistemáticamente llevó a cabo la derecha en los pueblos de España, contra una izquierda, en general, indefensa.

Una Constitución que resuelve con el silencio los crímenes del franquismo y el secuestro de la democracia durante casi cuarenta años, no es la Constitución que se merece un Estado verdaderamente democrático.

El exterminio sistemático del rival político, que se pretendió cargar en la cuenta de los daños colaterales de la Guerra Civil, seguirá clamando justicia, por parte de cualquier gobierno que recabe para sí el apelativo de democrático.
Es una cuestión pendiente cuya solución atañe, conjuntamente, a la derecha y a la izquierda. Mientras siga sin ser resuelto el litigio satisfactoriamente para ambas partes, no será posible la reconciliación y, en consecuencia, no tendremos nunca una democracia como debe ser: exenta, por fin, de odios y resentimientos.