martes, noviembre 17, 2015

FLVCTVAT NEC MERGITVR


FLOTA Y NO SE HUNDE.  Esta es la leyenda en latín que figura en el escudo de la capital de Francia. Con motivo de los recientes atentados terroristas, perpetrados en la cosmopolita ciudad de París; su monumento más emblemático, la famosa torre Eiffel ha aparecido iluminada por los colores de la bandera francesa y, en el primer cuerpo de la torre, ha aparecido la divisa latina que es el lema del escudo. La traducción ocasional que se ha hecho del citado lema viene a decir "es batida por las olas (la nave simbólica del Estado) pero no se hunde". De no haber sido la situación tan señaladamente trágica, la traducción del verbo latino 'fluctuare' pudiera haber sido, simplemente, la de "flotar", o mantenerse a flote. Claro que 'fluctuar' procede de la palabra 'fluctus', que significa 'ola'. 'Fluctúa' todo aquello que flota sobre las aguas del mar. Si ese mar está ocasionalmente alborotado, embravecido, la fluctuación puede echar el barco a pique. Lo meritorio, lo digno de encomio es que, a pesar de los embates, el barco siga a flote. La reciente tragedia de París ha supuesto una fuerte conmoción para Francia, pero su decidida voluntad de superar la situación ante la adversidad se reafirma. Y eso, sencillamente, es lo que viene a proclamar el lema de la torre iluminada con los colores de la bandera nacional.
Nos solidarizamos con el país vecino y amigo que es Francia y aplaudimos su firme decisión de sobreponerse a la adversidad,  de mantenerse a flote frente a  la marejada del terrorismo homicida de los fanáticos de Isis.

sábado, noviembre 07, 2015

A VUELTAS CON LAS COPLAS DE MAMÁ (I)

 Virginia Gutiérrez, mi madre
 De vez en cuando me vienen a la memoria las melodías (y las letras) de las canciones que mi madre recordaba de su mocedad. Debían ser canciones de los años 20 del pasado siglo, ya que a principios de la década de los 30 ella se casó y, dadas las circunstancias que se dieron en esta década, seguro que se tuvo que desentender de la cuestión folklórica que tanto le gustaba. En efecto, a principios de esta década se casó y comenzaron a venir los niños. El primero fue un varón que nació muerto. El segundo fue el que esto escribe. Cuando 'estalló el Movimiento' (el golpe de Estado de Franco y demás militares golpistas, asociados a los intereses de los ricos) mi madre quedó viuda el 10 de septiembre de 1936. Estaba embarazada de cuatro meses. Mi hermana nació en febrero del año siguiente. Luego vino la posguerra: desde abril del 39 y los años siguientes: la década de los 40.
La joven viuda se dedicó a trabajar cosiendo por las casas. Su memoria volvió a recalar con frecuencia en la época de su juventud y a recordar el repertorio de las antiguas canciones. En alguna parte tengo guardada una lista de las que yo le escuchaba cantar con más frecuencia. Una de éstas era la que recientemente he recordado. Trataba de una joven de provincias que emigraba a la capital, bien por motivos de trabajo o, simplemente, atraída por los alicientes de la vida que la ciudad ofrece a la juventud. La letra de la canción trataba de prevenir a la incauta joven sobre los peligros que entraña la vida capitalina. Decía la letra:
 
                            Provinciana sin malicia
                           que sueñas con la delicia
                           de la vida en la ciudad...
                           Y la ciudad te fascina...
                            Pero mira que es dañina:
                           ¡Cuántas como tú quisieron
                            contemplarla y se vinieron
                            para nunca más tornar!
 
La historia debió tener lugar en la Argentina de los años 20. Argentina, con su famoso Gardel, surtía al mundo hispano-americano con sus ritmos y melodías porteños. ¿Qué fue de la 'provincianita, tan gentil y tan bonita'? Pues que ocurrió lo que era de esperar: que fue seducida por el chulo de turno. Y sucedió lo que tenía que pasar:
                            Una noche en el Maipú
                             entre el tango y el champán,
                             ¡infeliz provincianita,
                             tan gentil y tan bonita!
                             la milonga te llevó...
  
Se supone que la 'provincianita', sin malicia, acaba en el arroyo, atrapada por las redes de la prostitución. 

Bueno, por lo menos, la letra de la cancioncilla servía como 'aviso de navegantes' para todas las que se dispusieran a emprender  una parecida aventura. Era aleccionadora. Pues era aquél un 'folklore' ejemplarizante: entretenía y, a la par, enseñaba. 
 
No se podía pedir más.