martes, mayo 27, 2014

LA HUELLA DE CATULO (C.iv) EN OVIDIO (Trist 1.10)

Voy a atreverme a ensayar una traducción, un tanto libre, del poema IV (Phasellus ille quem videtis, hospites...) para cotejar algunos versos que me recuerdan un poema de Ovidio (Trist. 1.10) del cual ya di en este mismo blog, hace tiempo, una traducción en verso, bastante libre también ("Mi nave Minerva", de fecha 24-3-12). Vamos en primer lugar con los versos de Catulo. Con permiso de aquellos que piden traducciones bien ajustadas al texto original, yo voy a traducir los primeros versos del poema catuliano como sigue:
         Esta que veis aquí, ¡oh. forasteros!, / presumida y ufana barquichuela, / blasona de haber sido la más rauda / y veloz de las barcas que transitan / por los anchos caminos del océano, / ya sea por los remos impulsadas, / ya por el viento que el velamen infla.

Y, seguidamente, vamos a poner en conexión estos versos de Catulo con los correspondientes de Ovidio. En su viaje al destierro en el Ponto Euxino, el poeta de Sulmona hubo de utilizar varios medios de transporte.Uno de ellos, el barco. El poeta en su travesía llega a familiarizarse con la nave y sentirse orgulloso de ella, como si se tratara de una competición en la que él toma partido por su propio medio de transporte, seguro de la superioridad del vehículo que lo transporta:

Vuela a la más leve brisa, / si hace falta usar la vela, / y, si hay que usar de los remos, / a golpe de remo vuela. / Y no se contenta sólo / con vencer en la carrera / voladora a sus rivales: / les toma la delantera / a los que han salido antes / por mucho antes que salieran.

Catulo había nacido en el 84 a. C. y Ovidio en el 43. El primero le llevaba, pues, más de 40 años al segundo. Contemporáneos de Catulo, aunque más jóvenes que él, eran Virgilio y Horacio. Al primero de éstos llegó a conocerlo personalmente Ovidio: Vergilium vidi tantum (Tr. 4.10.51) Es decir, llegó a verlo, ya que no a tratarlo.
Del segundo no dice nada, aunque bien pudo haberlo visto alguna vez en Roma. Virgilio murió en el 19 a.C. y Horacio en el 8 a.C. Ovidio murió en el destierro, el año 17 p. C.

La influencia de Catulo y de los grandes poetas de la época de Augusto se hace sentir en la poesía de Ovidio y ha sido tratada por los estudiosos del poeta al que el emperador nunca perdonó.

sábado, mayo 24, 2014

VIRGINIA, LA MODISTA

Tengo el privilegio de resucitar a mi madre, siempre que sea a condición de hacerlo por medio del dibujo. Es el arte el taumaturgo, no yo. Mi madre murió el 20 de junio de 1997. Pero puede resucitar a través de mi lápiz, tantas veces como yo lo desee, a condición de que mi mano disponga de los instrumentos adecuados para trazar su figura.

Virginia se ganaba su sustento (y el de la familia a su cargo) trabajando como costurera, o modista. Así mantenía a sus dos hijos, huérfanos de padre, Juan y Eloísa. Y también a su madre anciana, cuando ya ésta no podía valerse.

Virginia quedó viuda en 1936, con 31 años. Sacó adelante a sus hijos, que se aplicaron (conscientes desde pequeños de su situación) a estudiar y consiguieron terminar sus estudios de Magisterio. Y luego aprobaron las oposiciones para conseguir un puesto de trabajo, una plaza fija. Así nuestra madre pudo aliviarse de su trabajo en la costura. Cuando yo me casé, quedó a vivir con mi hermana. Y con ella siguió viviendo cuando ésta se casó.

Virginia era querida y admirada en su pueblo, Aceuchal, por la entereza con que soportó su viudez. Nunca inculcó en sus hijos el odio contra quienes le habían hecho tanto sufrir. No nos enseñó ningún tipo de resentimiento.

No estuvo amargada de por vida. La sonrisa que se refleja en el dibujo adjunto era uno de sus gestos más habituales.

viernes, mayo 02, 2014

CASANDRA O LA VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO


La verdad es reiterativa y ésta es una de las características que nos ayudan a su reconocimiento. Lo grave es que quien la proclama sea Casandra, pues sobre ella recae la maldición de Apolo, el dios de la poesía y de la profecía. Esa maldición hace que no se tengan en cuenta sus pronósticos.

Casandra vuelve a estar de actualidad porque sus vaticinios no versan ahora sobre la ruina de Troya, sino de la civilización entera. Digo esto a propósito del artículo de opinión que aparece en el diario HOY, en esta fecha (2-5-14) y que firma Reyes Mate, investigador del CSIC. Da la coincidencia de que en la misma línea de opinión que hoy se manifiesta el artículo citado y en el mismo medio de comunicación, me había pronunciado yo hace ahora 21 años. Mi artículo apareció en el mismo diario extremeño con fecha 11-1-93 y bajo el título escueto de "Casandra". Lo he incluido en mi recién publicado libro Artículos de Ayer y de Hoy, pp. 19-20. Los pronósticos del articulista colaborador del CSIC (y de HOY como vemos aquí) vienen a coincidir con los míos de 1993. Sólo que el progesivo deterioro del medio ambiente, del que ya entonces avisábamos (asumiendo el papel de Casandra) se ha ido agravando en estos últimos años de modo preocupante y ostensible en lo que se viene llamando el "cambio climático". Se manifiesta en forma de inundaciones, sequías, tornados, y otros fenómenos afines, que ocurren en diversos lugares del planeta.

Pese a los aparentes esfuerzos por remediar la situación, se ve que no se toman las medidas eficientes para atajar el problema. De nada han servido los diversos planes conocidos con los nombres de "protocolos de Kioto", o las llamadas convenciones de Río de Janeiro, o Estocolmo, o Madrid. Humo de pajas. El mundo está que arde, bajo los efectos de esa "combustión generalizada" que ha llegado a ser la civilización del llamado Progreso. La inercia alcanzada por este tren de nuestra civilización hace inútil el intento de accionar el "freno de mano". Vamos lo que se dice lanzados. Y, en lo que me incumbe, resignados a aguantar estoicamente lo que venga.

Repito la frase con la que remataba mi artículo premonitorio de hace 21 años:  "Casandra es la conciencia del hombre de nuestro tiempo".