sábado, noviembre 29, 2008

La Ley de Amnistía no es lo que yo creía

Leo en EL PAÍS de hoy (sábado 29 de noviembre de 2008) un artículo de Vicenç Navarro, catedrático de la Universidad Pompeu Fabra, de Barcelona, refutando otro anterior de Javier Pradera, en el que éste pone en tela de juicio la competencia del juez Garzón para enjuiciar los crímenes del franquismo y critica el argumento de la imprescriptibilidad de los ‘crímenes contra la humanidad’ alegado por Garzón. Pradera aduce como argumento determinante de la improcedencia de dicho enjuiciamiento la llamada Ley de Amnistía, de 1977. Y aquí el dato revelador, que yo ignoraba, y es que dicha ley fue promovida en el Parlamento a instancias de la parte que perdió la guerra civil, es decir, a instancias de la izquierda, y que su principal objetivo era el de lograr la excarcelación de los presos políticos de ese partido que, aún por esas fechas, continuaban en las cárceles. De manera que la procurada amnistía lo era para las desventuradas víctimas del franquismo, no para el franquismo, todavía operante políticamente. Esto explica que la derecha se abstuviese de votar la susodicha ley: procedió como si con ella no fuera la cosa. ¡Y yo que había creído, ingenuamente, que ante el avance irrefrenable de la democracia, el franquismo comenzaba a ‘curarse en salud’ y se adelantaba, previsoramente, a proponer una Ley de Amnistía que lo eximiera de posibles responsabilidades frente a eventuales reivindicaciones democráticas! Nada de eso. Así que los presos políticos nada le tienen que agradecer a quienes se abstuvieron de votar esa ley que les redimiera de penas a cuenta de delitos, no ya prescritos, sino inexistentes. En cambio, en la actualidad, se ha invocado esa ley para en ella apoyar el principal argumento ‘democrático’ que garantiza la impunidad de los parricidas y genocidas que promovieron la guerra civil. Una ley que se votó con la abstención (es decir, sin la anuencia explícita) de la derecha, se invoca ahora para apoyar una causa que favorece a la derecha.¡Cosas veredes, amigo Sancho! La democracia abogando por la impunidad de la antidemocracia. ¿Qué necesidad hay de condenar el franquismo si después, invocando leyes democráticas va a salir absuelto?

viernes, noviembre 28, 2008

El franquismo a juicio

* Por la gracia de...


Sé que algunos podrán reprocharme de padecer una cierta fijación en el tema del franquismo, y en el empeño, casi obsesivo, por su condena; pero ante la renuencia de la oposición a condenarlo y la actual tibieza que manifiesta el presidente Zapatero, exhortando a olvidar los crímenes del régimen, me parece oportuno recordar que la sociedad española, en sus componentes de mayor edad, necesita una ‘catarsis’ que aún no se ha realizado, o se ha realizado a medias, de manera incompleta. La denominada transición (que no hubiera sido tan prolongada de haberse puesto en claro las cosas desde el principio) optó por silenciar la condena del régimen y, en su afán de buscar componendas aceptables por los herederos del poder usurpado, pactaron la Ley de Amnistía por la que estos herederos se aseguraron la impunidad. Se eliminaron responsabilidades políticas y nadie tuvo que temer que les pidieran cuentas por la vía judicial. Prescribieron los crímenes (al parecer, incluso los imprescriptibles) sumados los tiempos del franquismo y los de la transición (en los que el franquismo ha estado latente) y los responsables no fueron convocados a juicio. La fechoría global de la rebelión militar (una acción punible, sin duda) quedó inulta (como El crimen de Rosarito Jesús, en la novela de Moreno Guerrero)
La transición, en aras del consenso y la concordia a todo trance, debió haber concluido con una condena explícita, institucional y solemne del franquismo. Se dice ahora que sí, que la hubo, en el 27 aniversario de la muerte del dictador (20 de noviembre de 2002)
Fue una condena forzada, a regañadientes. Y lo peor es que no fue firme, al no ser ratificada en el Parlamento Europeo por el entonces representante del PP en ese foro, el Sr. Mayor Oreja. Esa renuencia invalidaba la anterior condena, la desmentía, en una descarada palinodia. ¿En qué quedamos?

En un sistema que se considera democrático, la condena explícita de la dictadura no es una cosa baladí, algo que pueda pasarse por alto; sino al contrario, algo que hay que dejar inequívocamente reflejado en la ley de leyes que es la Constitución. Esta deficiencia ‘constitutiva’ en la constitución de 1978 (en la que intervinieron elementos procedentes del franquismo, como el ex-ministro Fraga Iribarne) es una de las carencias a subsanar en futuras redacciones del texto. Hubo que hacer esta concesión a los voceros del régimen anterior, que, sin vacilación, se hubieran opuesto a que se incluyese en el texto constitucional una cláusula tan osada como para condenar el régimen del que acabábamos de emerger. Esto, para algunos de los redactores del documento, hubiera equivalido a condenarse a sí mismos. Hubiera sido mucho pedir, para quienes se habían avenido a “marchar juntos por la senda constitucional”. La Ley de Amnistía fue otra de estas concesiones ‘a la trágala’ con las que hubo que transigir (¡la transigencia de la transición!). Luego parece que ha resultado que hay cosas que no se pueden pactar en la más estricta legalidad, así los llamados Crímenes contra la Humanidad, que resultan imprescriptibles.

En todo caso, los principales responsables de aquellos crímenes contra la Humanidad han muerto y, por tanto, ha prescrito la punición que la justicia pudiera haber ejercido contra ellos. ¿Qué inconvenientes hay en exigir, al menos, la condena moral de aquellos crímenes? Y, por lo que respecta a la Iglesia, ¿no sería ‘en verdad justo, equitativo y saludable’, en palabras del Prefacio, que ésta pidiera perdón por lo de la ‘Cruzada’ y las ‘cruces de los caídos’ del bando vencedor, y las misas conmemorativas, y la connivencia ante los asesinatos cohonestados por consignas tan hueras como falaces ("Por Dios y por la Patria") y el agravio comparativo de recibir a Franco bajo palio como al Santísimo Sacramento?

Hay que desenmascarar todo aquello que se nos vendió como verdad y que no lo fue.
Pues mentira fue que los militares golpistas tuvieran como objetivo primordial la salvación de España y el restablecimiento del orden. ¿Quién, para restituir el orden, introduce un desorden mayor? (“Quis ut seditiones leniret turbavit rem publicam?”, Sen. Maior, Cont. 2.6.4.23)

Los sublevados tomaron, desde luego, partido por la causa que había perdido las elecciones. So capa de preservar el orden se introdujo el desorden constitucional y se procedió, desde luego, no contra unos cuantos desmandados que aplicaban la violencia (también la aplicaban los desmandados de la causa falangista, por ejemplo) sino contra el pueblo, en general. Se demonizó la causa de la República, tratando de identificarla con algunos grupos exaltados que incendiaron templos y así se pudo cohonestar la sublevación como una ‘Cruzada’ en defensa de la religión católica (Carta del Cardenal Gomá del 1 de julio de 1937). “Por Dios y por España”, fue la consigna con la que se pretendió justificar el Alzamiento y, con él, las matanzas de millares de inocentes.

Todo esto hay que denunciarlo para sacar a relucir la verdad contra la hipocresía y la falacia intrínseca del franquismo y sus aliados de dentro y fuera de España.

miércoles, noviembre 19, 2008

Tras esto, la canonización

Franco, como el Cid, gana batallas después de muerto. Y el juez campeador, Garzón, que se cubrió de gloria en América y estuvo a punto de renovar la vieja épica de La Araucana, deteniendo a Pinochet en la tierra de Juan Sin Tierra (la más adelantada en tener una Constitución, todo lo rudimentaria que se quiera, pero una Constitución, al fin y al cabo) nuestro adalid de la judicatura, en quien tantas esperanzas habíamos puesto los amigos de la democracia, se bate en retirada.
Franco, a pesar de haberlo apeado de algunos de sus pedestales con cabalgadura y todo, cabalga de nuevo.
Y en el trigésimo tercer aniversario de su muerte, vuelve a cantar victoria. Invicto caudillo, dictador ejemplar, único capaz de poner a la dictadura en parangón con la democracia, inventor inefable de la que él llamó la ‘democracia orgánica’ (que, según se dijo por entonces, fue la democracia que el Caudillo se había sacado de los órganos) y, en definitiva, restaurador de la monarquía en España, aunque su pupilo le saliera rana en eso de querer implantar una monarquía constitucional, es decir, democrática. Si seremos insensatos que hemos pretendido juzgar, retroactivamente, a quien sólo estaba dispuesto a responder ante Dios y ante la Historia. Pues bien, Dios no sabemos qué habrá dicho. El veredicto de la Historia, sí. La Memoria (Mnemosine) y Clío (la Historia) son madre e hija, y tanto una como otra no guardan un buen recuerdo del que fuera “Caudillo de España por la gracia de Dios”.
Franco tuvo el refrendo de la jerarquía católica, que aprobó y elevó el ‘Alzamiento’ a la categoría de ‘Cruzada’. Persuadido de la ‘justicia’ de su causa, se arrogó el ‘ius vitae necisque’ (derecho de vida y de muerte) , la licencia para matar. Y quienes le apoyaron (los jerarcas eclesiásticos, sobre todo) lo consideraron investido de esa prerrogativa, sólo a Dios reservada (a Dios o la Naturaleza, que diría Spinoza). Los jerarcas consideraron desde luego la guerra ‘justa’ y, en consecuencia, no pusieron reparos (en general) a lo que tal apreciación conllevaba. En ningún momento pensaron que el Caudillo conculcara leyes divinas o humanas. Y prueba de ello es que sacralizaron su figura, recibiéndole ceremoniosamente en los templos bajo palio.
Y puesto que el Caudillo fue reputado como el ‘salvador de la patria y de la religión’ (católica, por supuesto), héroe máximo de la Cruzada, ¿por qué no premiarlo con la canonización? Tal sería, en buena lógica, la apoteosis esperada por parte de la Iglesia agradecida.

lunes, noviembre 17, 2008

La Audiencia Nacional veta a Garzón en su operación a tumba abierta

Sede de la Audiencia Nacional
en la calle García Gutiérrez


¿A qué instancia superior tendrán que recurrir los afectados para continuar los trámites de recuperar los restos de sus familiares, asesinados por el franquismo? ¿A la misma Astrea en persona, la diosa de la Justicia?
Es sabido que esta diosa tuvo que emigrar al Cielo, en vista de que en la Tierra le hacían la vida imposible. Resistió cuanto pudo entre los hombres, yéndose a vivir con los pastores en las montañas, donde todavía era respetada. Hasta que la corrupción general de la Edad de Hierro la forzó a trasladarse al Cielo. Allí sigue en forma de constelación, siendo conocida por el nombre de Libra.
Sus representantes acá abajo hacen cosas que no acaban de parecernos justas. Ahora parece que la Ley de Amnistía (1977), pactada en la Transición, resulta un obstáculo para alcanzar unos objetivos que son, a todas luces, de justicia; como es el de la recuperación de los restos de los asesinados por el franquismo y enterrados en fosas comunes.
La transición, como es bien sabido, consistió en asegurar la democracia (en afianzarla) por la vía de concesiones recíprocas entre los vencedores (y sus descendientes) y los vencidos (y los suyos). Es decir, la transición tuvo mucho de transacción o de cambalache (como hemos dicho en otra ocasión, evocando la letra del famoso tango).
Con la Ley de Amnistía los beneficiarios del franquismo se cubrieron las espaldas cediendo poder a cambio de impunidad. Pero, siendo el poder usurpado, no es moneda de curso legal. Porque la moneda legal hubiera sido el poder otorgado por las urnas. Cuando tuvieron éste, condenaron el franquismo (2002) con la boca chica. Pero, de nuevo en la oposición, dieron marcha atrás en el Parlamento europeo (2006) para replegarse a sus cuarteles de invierno. Esa vacilación en condenar, esa renuencia, delata la dudosa vocación democrática de la derecha. La consabida ‘prueba del algodón’ que la pone en evidencia.
Si los crímenes del franquismo fueron crímenes contra la Humanidad y los crímenes contra la Humanidad no prescriben, no puede haber subterfugios legales que entorpezcan su condena.
Otra cosa es la impunidad que, de facto, han alcanzado los principales responsables de aquellos crímenes, ya fallecidos casi en su totalidad. La época del castigo ha prescrito. Y, en consecuencia, en el 99’99 % de los casos esos crímenes han quedado, de hecho, inultos.
Por la Ley de Amnistía se puede renunciar al castigo de los culpables, pero no al carácter imprescriptible de los delitos mismos. El presunto ‘descargo de conciencia’ que la Audiencia parece querer ejercer frente a la Memoria Histórica es improcedente. La obstrucción de las exhumaciones perjudica una causa justa, como es la de dar honrosa sepultura a los que fueron enterrados en fosas comunes, sin que se diera a los familiares la oportunidad de ejercer los deberes de la piedad con sus muertos.
La Historia ha juzgado ya a Franco y lo ha puesto en el lugar de los grandes genocidas, amén de considerarlo traidor a la patria (reus perduellionis) Sin embargo, anoche mismo se podía asistir en el canal 10 de televisión (Gato y Cía) a la reivindicación del franquismo por dos afectos a la figura del ‘Generalísimo’ (uno el ex−ministro y ex−gobernador Utrera Molina y, otro, el que hacía de moderador del programa) ensalzando la figura y la obra de Franco en la Historia. A ver quién hace algo así en la Alemania actual con la figura de Hitler.

domingo, noviembre 16, 2008

El otro JRJ

Juan Ramón retratado por Sorolla


Había en JRJ como una doble personalidad que, en el aspecto literario, le planteó un conflicto de identidad, lo que se resolvería en lo que se ha convenido en llamar sus épocas literarias. Fundamentalmente suele distinguirse una primera y una segunda época, aunque hay quien distingue todavía una tercera época, a mi juicio, poco relevante. El cambio más importante es, desde luego, el que se da entre la primera y la segunda época.




Sólo a partir de ésta última el poeta cree haber dado con el camino que, en lo sucesivo, le marcará certeramente lo que ha de ser su ruta poética hacia el logro de su auténtica personalidad. Hacer que ésta aflore será el mayor empeño de su vida. Hasta que el poeta no se reconoce en el camino verdadero, considera todos sus escarceos poéticos anteriores con una cierta actitud desdeñosa: para esos escritos reservará el apelativo de borradores silvestres.

Juan Ramón se sentía convivir con un yo espurio, inauténtico, incluso ya encaminada su obra poética por la senda que él consideraba acertada. Todavía en su libro Eternidades (dentro de lo que ya se considera la ‘segunda época’) siente la presencia de ese yo impostor y llega a delatarla, como un aviso al lector:

Yo no soy yo; soy éste
que va a mi lado, sin yo verlo,
que, a veces, voy a ver y que, a veces, olvido:
el que calla sereno, cuando hablo;
el que perdona, dulce, cuando odio,
el que pasea por donde no estoy;
el que quedará en pie cuando yo muera.

(Eternidades, 44)

Hablaba, sin embargo, con la voz sincera del yo auténtico. En cambio el otro Juan Ramón, el de la ‘primera época’, fue más propenso a caer en el artificio y en la insinceridad. Sobre todo, tras ese primer encuentro con la poesía ‘vestida’, aunque fuese vestida ‘de inocencia’. Todavía en esa fase la poesía le resultaba amable; pero, cuando se vistió con el ropaje literario convencional, ya se hizo odiosa. Hasta que prescinde de esas galas literarias y se queda en su esencial desnudez.

Ahí comienza la etapa de la poesía con la que el poeta se siente plenamente identificado. La época del que podríamos llamar Juan Ramón auténtico.

Sin embargo, el otro JRJ fue el poeta que apreciaron algunos de sus contemporáneos de comienzos del siglo XX, y el único que conocieron, especialmente Rubén Darío. Cuando el poeta de Nicaragua murió (6 de febrero de 1916) comenzaba a encontrarse a sí mismo el poeta de Moguer. Se iniciaba, por esas fechas, lo que a raíz de la publicación del Diario de un poeta recién casado se dio en llamar la “segunda época” de JRJ. El Juan Ramón intelectual, metafísico, estaba ‘saliendo del cascarón’, o abandonando la piel de aquella poesía sentimentaloide y enfermiza, en gran parte exudada en sanatorios y establecimientos de convalecientes.
Y es que “el otro JRJ” fue también un poeta, aunque no el poeta que aspiraba a ser el JRJ de las llamadas 2ª y 3ª épocas. Éstas, evidentemente, son posibles porque existe esa época previa de la que el poeta no estaba satisfecho y que consideraba como una especie de tanteo, o escarceo, preparatorio de aquellas otras etapas que le ponen en el camino de su plenitud.
Como he expuesto en trabajos anteriores *, el poeta emprende su camino ascético hacia la plenitud hacia 1915, aunque hay atisbos de que ya vislumbraba su camino desde 1912, fecha de composición, según parece, de los Sonetos espirituales (se publicaron con posterioridad al Diario)
A partir de esa 2ª época, el poeta se eleva a la propia apoteosis, en una especie de fusión mística con la divinidad. La culminación de esa etapa ascética se da en sus libros Animal de fondo y Dios deseado y deseante. Estos libros representan lo que los místicos llamaban la ‘vía unitiva’, el éxtasis que se alcanza en la unión con Dios.
Antes de iniciar su itinerario poético hacia la cumbre, el JRJ juvenil, que aún no había encontrado su voz auténtica, escribió muchas cosas que hubiera después deseado borrar de su obra. Y, en la medida de sus posibilidades, algunas de esas composiciones poéticas trató de hacerlas desaparecer.
El poeta se encargó de suprimir de las antologías algunos de esos poemas, sustituyéndolos por otros que eran más de su agrado. Así se eliminó, por ejemplo, de la primera edición de Las mil mejores poesías, de José Blecua, el poema que se titulaba “Los niños tenían miedo”, una típica muestra de esa poesía ñoña que el poeta llegaría a detestar:
Los niños tenían miedo,
yo no sé lo qué soñaban;
y la noche de diciembre
era cada vez más larga.
(cito de memoria)

Los versos siguientes no los recuerdo con toda precisión, pero en ellos se insistía en el desvelo de los niños temerosos. Más o menos, con estas palabras:

Los niños pidieron besos,
más tarde pidieron agua


y así, en este plan, apurando la situación al punto de que ésta podía derivar hacia lo ridículo. Y, aunque el poeta no lo dice, uno puede fácilmente imaginarlo:

más tarde pidieron hacer pis.

Lo que también sería perfectamente lógico, aunque seguramente menos poético.

Entre estas espiritualidades del Juan Ramón apócrifo creo que podríamos incluir los serventesios, en versos alejandrinos, que narran cierto idilio de dos enamorados junto a un piano:
Nacía gris la luna y Beethoven lloraba
bajo la mano blanca en el piano de ella.
En la estancia sin luz, ella, mientras tocaba,
morena de la luna era tres veces bella.


Teníamos los dos desangradas las flores
del corazón y acaso llorábamos sin vernos.
Cada nota encendía una herida de amores
(el dulce piano intentaba comprendernos)

Por el balcón abierto a brumas estrelladas
venía un viento triste de mundos invisibles;
ella me preguntaba de cosas ignoradas
y yo le respondía de cosas imposibles.


Debía ser un diálogo verdaderamente singular el de los dos atortolados amantes, bien que algo rayano en el absurdo. Pero el sublime arrobo de dos seres cautivados por la música y por el amor parece hacerlos inasequibles al ridículo. No digo ya un piano, aunque humanizado por la prosopopeya, pero ni una persona normal y corriente hubiera podido comprender el galimatías de los amantes, la una preguntando por cosas ignoradas y el otro contestando por peteneras “de cosas imposibles”.

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* Mis estudios sobre JRJ aparecen incluidos en la obra de A. Campoamor Bibliografía general de Juan Ramón Jiménez, Taurus, Madrid, 1983. Remito principalmente a “El aspecto metafísico de la poesía de JRJ” y “El principio de inmanencia en la poesía de JRJ”. Ambos se incluyen en mi libro De la Vida a la Teoría (2001), editado por Caja Badajoz, con la colaboración de la Editora Regional de Extremadura.

jueves, noviembre 13, 2008

Huesos y piedras (Bones & Stones)



Deucalión y Pirra, Rubens, Museo del Prado


Según el mito clásico, Deucalión y Pirra (que son el equivalente de Noé y su familia en el mito bíblico) se sintieron angustiosamente solos en el mundo tras el diluvio. Y suplicaron a los dioses que el planeta fuese de nuevo repoblado con seres humanos, para no sentir tan desoladora soledad. Los dioses accedieron y recomendaron a la pareja lo que habían de hacer para que el planeta volviera a estar habitado de nuevo: cada uno debería recoger los huesos de su madre y, con la cabeza cubierta, arrojarlos tras de sí, a medida que iban andando. El matrimonio encontró, en principio, irreverente y falto de piedad para con sus respectivas madres esta acción de esparcir sus huesos por la tierra; pero, después de reflexionar y comprender que los dioses no pueden recomendar actos impíos, dieron con la correcta interpretación del mandato. La divinidad, como suele ser su costumbre, se había expresado de forma alegórica. Y Deucalión discurrió en estos términos:

Nuestra gran madre es la Tierra. Las piedras, creo que son los huesos de su cuerpo. Estos son, pues, los huesos que nos mandan que arrojemos (Ov. Met. I, 393-4)

En consecuencia, los esposos fueron recogiendo en el regazo de sus túnicas las piedras que iban encontrando y, seguidamente, con la cabeza cubierta, como se les había mandado, fueron arrojando tras de sí aquellas piedras que se iban convirtiendo en seres humanos.

Deucalión arrojó primero las piedras sobre el mundo vacío,
de las que nacieron los hombres, esa dura raza…
(Virg. Georg. I, 62-3)

Los huesos de la Tierra son las piedras. Huesos y piedras son la misma cosa, especialmente cuando, por efecto del tiempo, aquellos se fosilizan, o se petrifican.
Es curioso, que en el idioma inglés, a los huesos de las frutas carnosas (por ejemplo, el melocotón) se les denomine ‘stones’ (= piedras)

Los huesos de Doña Juanita.− Y hablando de huesos y de piedras (y de melocotones) me viene a las mientes la historia de Mrs. Anderson, de la que nos ocupábamos en este blog, hace algunas semanas. Se interrumpió la investigación sobre su turbulenta historia, a la espera de unos datos que vagamente nos había prometido enviarnos un familiar del marido, que lleva el mismo nombre que él: Eduardo Álvarez de Cienfuegos. Este ‘señor’ regenta un centro de idiomas en la ciudad de la Giralda: El Giralda Center. Nos había insinuado que disponía de algunos documentos de interés acerca de su pariente y de la norteamericana: fotos de su enlace matrimonial en Sevilla, en el año 1934. Creíamos que iba a facilitarnos esta información pero estábamos en un error. Los esperados datos no llegaron nunca.
La verdad es que tampoco estábamos empeñados en hacer un trabajo exhaustivo sobre la portavoz de la causa fascista en España y en USA, la émula de Queipo (aunque con mejor estilo que el del faramallero general). Los datos que, al parecer, podía proporcionarnos el pariente sevillano, posiblemente se podrían haber obtenido por otros medios: consultando el acta de matrimonio en el juzgado de Sevilla y, probablemente, los ecos de sociedad en alguna revista o periódico de la época, que hubiera recogido información gráfica del suceso.
En fin, últimamente, cuando ya tenía prácticamente abandonado el asunto, me llegaron nuevos datos sobre la señora Anderson. Sabíamos, por la partida de defunción, obtenida por la periodista Ángeles Torres, que Mrs. Anderson de Cienfuegos había fallecido en Madrid, el 5 de mayo de 1972. Y sabíamos también, por el mismo documento, que había sido inhumada en el cementerio de La Almudena. Solicitamos de los servicios de este centro la localización de la sepultura, por si había una lápida que confirmara la identidad de la difunta. Pasadas tres semanas, o poco más, hemos recibido el siguiente escrito:

Muy Sr/a nuestro/a:
Acuso recibo de su escrito de fecha 4 de octubre de 2008, en el que solicita conocer el lugar de inhumación de Dña. JANE ANDERSON PATTERSON.
Consultados nuestros archivos históricos del cementerio de la Almudena, JANE ANDERSON PATTERSON se inhumó el día 7 de mayo de 1972 en sepultura temporal, cuartel* …, manzana* …, letra* …., cuerpo* ….,enviándose sus restos al OSARIO COMÚN el día 11 de febrero de 1983.
Atentamente
Madrid, 29 de octubre de 2008


(El escrito viene firmado por el Jefe de Sección del C. de la Almudena, con un sello que dice Empresa Mixta de Servicios Funerarios de Madrid, Cementerio Almudena, Avda. de Daroca,nº 80, 28017, MADRID)

A una fosa común fueron a parar, finalmente, los huesos (the stone!) del Melocotón de Georgia. La ‘legendaria belleza’ de la que fue una de las más atractivas mujeres de su época (tengo a la vista una serie de testimonios que coinciden en este punto: “extraordinary beauty”, “legendary pulchritude”, “spectacular beauty”… fue a dar con sus huesos al madrileño cementerio de la Almudena. Al osario común)

Recuerdo, a este propósito, a Luciano de Samósata, uno de los más antiguos precursores del llamado ‘humor negro’. En su libro Diálogo de los muertos, un famoso ‘guapo’ de la antigüedad, Nireo de nombre (de su 'guapeza' se hizo eco el mismísimo Homero**) cree que su hermosura le sigue acompañando post mortem. Y pretende ser más hermoso que su compañero Tersites, otro difunto como él. Pide a Menipo, el filósofo, que sea juez de este litigio. Y Menipo le contesta que él los encuentra bastante parecidos. Pues nada hay más parecido que un esqueleto a otro esqueleto. Y, como leemos en otro de los diálogos del autor, el titulado Menipo, “los huesos son todos semejantes, indiferenciados y anónimos y nadie es capaz de reconocerlos” (Men. 15. 23-5)


Mucho me temo que los huesos -- the stone-- del Melocotón de Georgia sean ya irrecuperables para siempre.
_____
* Suprimimos los números o letras, en su caso.
** Ilíada, 2. 673

lunes, noviembre 10, 2008

Feria homenajea a José Muñoz Gil

El sábado, 8 de noviembre, fue un sábado de gloria para Feria y, especialmente, para uno de sus hijos que, en ese mismo día, recibía a título póstumo el nombramiento de Hijo Predilecto. Estoy hablando de mi querido amigo, colega en las tareas docentes y antiguo compañero de estudios en Badajoz, José Muñoz Gil.

José fue una persona muy vinculada a la historia de la localidad por su condición de cronista oficial de la villa, título que él se había ganado a pulso con su asidua dedicación al estudio de la historia de su pueblo natal. Los dos amores esenciales de José fueron su esposa y su patria chica, y a ambos fue fiel durante toda su vida. José era un ‘corito’ de ley, y al servicio de su patria chica dedicó, de alma y de corazón, la mayor parte de su existencia: en ella ejerció funciones de maestro, de alcalde, de estudioso del folklore local, amén de cronista e historiador veraz y meticuloso.

Fue, por tanto, un homenaje muy merecido el que le tributamos ese día sus paisanos y amigos. Una especie de apoteosis por la que reconocíamos y premiábamos, unos y otros, sus merecimientos. El acto fue minuciosamente planeado y preparado por su muy querida mujer, amiga y colaboradora, Vicky; y fue, sobre todo, un acto sencillo y entrañable, comenzando por el descubrimiento de una placa a la entrada del nuevo centro cultural que, a partir de ese día, llevará el nombre de “José Muñoz Gil”. La presentación del acto corrió a cargo del popular locutor Lucio Poves, e intervinieron en el mismo, en primer lugar, la Sra. Alcaldesa de la villa, quien hizo la semblanza de uno de sus más ilustres predecesores. Intervinieron seguidamente el cronista oficial de Badajoz, Dr. Alberto González; el archivero municipal de Zafra D. José María Moreno, el catedrático y doctor en Historia D. Juan Carlos Rubio Masa; el Dr. D. Diego Peral, profesor de Historia de la Medicina en la Universidad de Extremadura y, de parte del académico de la Real de Extremadura de las Letras y de las Artes, Dr. Feliciano Correa, leyó un emotivo escrito el presentador, Lucio Poves, debido a que, por razones de fuerza mayor, no pudiera asistir el propio autor del escrito. Feliciano dedicó al amigo ausente un emotivo apóstrofe, en forma de plegaria, con palabras del Padrenuestro, dirigidas a José, que estás en los cielos. Todo muy a tono con eso que llamamos apoteosis. El caso es que nuestro querido José Muñoz Gil entró oficialmente en la gloria ese día, y esto nadie puede negarlo, sea creyente o incrédulo.

Fuimos tratados con afecto y deferencia. Agasajados con una breve actuación musical del Cuarteto Mediterráneo (alguno de cuyos integrantes es oriundo de Feria, como Joaquín Fernández, hijo de nuestro amigo y también antiguo colega Joaquín Fernández Picón) e invitados a una sencilla colación. Y, por último, obsequiados generosamente con un ejemplar del libro cada invitado de fuera. Y sendos ejemplares para cada una de las familias de Feria; lo que es una muestra de generosidad y munificencia por parte de Vicky, la esposa del autor. El libro publicado a expensas de la Diputación Provincial, es decir, con fondos públicos, revierte en el pueblo. Un detalle más de la generosidad de José y del cariño por sus gentes.

De los méritos del libro habrá que hablar con más tiempo en otra ocasión. Como anticipo yo quiero resaltar algún aspecto particular, como el que escogió para muestra el archivero de Zafra, José Mª Moreno: un precioso fragmento del libro en el que José Muñoz describe la mesa de un zapatero de los de antes; y a propósito recoge un estimable repertorio de palabras familiares, entrañables (uno de mis abuelos fue zapatero) pero que actualmente están prácticamente proscritas del vocabulario (lezna, bruñeta, cerote, patacabra, etc., pág. 70)

Y, por último, en el delicado asunto que toca a la Memoria Histórica, José hila especialmente fino, con delicadeza y circunspección, para que nadie se sienta herido. Me quedo con una afirmación suya, altamente satisfactoria y reconfortante:

En Feria, los “rojos” no mataron a nadie… (pág. 438)

Gracias, José Muñoz Gil, querido amigo.

jueves, noviembre 06, 2008

EL PALÍNDROMO DE OBAMA

En principio creí haber sido el primero en descubrirlo: el nombre de OBAMA, leído hacia atrás, resultaba un presagio de esperanza para todos los simpatizantes del candidato americano a la presidencia. OBAMA, al revés, es AMABO, primera persona del futuro simple del verbo AMARE (amar, en latín): yo amaré.
Era la más hermosa de las promesas que un candidato podía hacer a sus electores; y la hacía, además, insinuada, modestamente encubierta al reverso de su propio nombre. Así lo expuse a través de la correspondencia epistolar de latinistas de Internet GLL. La carta se publicó unas fechas antes de la celebración de los comicios cuyos resultados ya sabemos. Sólo a título particular se hizo eco uno de los lectores de esa correspondencia.
Después he comprobado, a través de Google, que el palíndromo OBAMA/AMABO ya estaba en la calle, probablemente desde el inicio mismo de la campaña. Bueno, era de esperar. En principio sólo se necesita estar un poco familiarizado con el latín para darse cuenta de la ‘casualidad’. Pero, aun así, no todos caen en la cuenta. Mi comunicante, por ejemplo, que es latinista, reconoce que no había caído.
Lo que yo escribí en latín fue:
Utinam bonis ominibus (hominibusque bonis) eveniat quod ex OBAMA nomine augurari licet. OBAMA enim, si retrorsum legerimus, Latinum verbum inveniemus AMABO. Mac Cain candidos habet capillos; Obama autem nigros. Sed cum Vergilio sentiamus illud "nimium ne crede colori". Obamae color pellis fuscus est; albus vero Caino. Sed "quamvis ille niger, quamvis hic candidus esset", mutationis prospectus quos America desiderat maiores sunt ex Obamae iuventute exspectandi quam ex Caini senectute.
Iuventuti credite, cives Americani, quae mundi spes semper fuit! Et lex quaecumque sequatur (Stat. Silv. 5.3.276)
Good luck. Fortuna propitia vobis sit!
Ioannes Hispanus Oleastrensis.

Mi amigo Miguel Garci-Gómez me ha hecho una versión al inglés que es, más bien, una paráfrasis, no exenta de belleza, como puede comprobarse:
Today, with the election of Obama for the Presidency of USA, I happened to look at his name and, as I was reading it backwards, resulted in AMABO (Latin for I’m going to love), descriptive of his temperament and his program of inclusion: truly auspicious. Mac Cain is white in his hair and skin, the effects of a long life and painful experiences; Obama’s hair and skin are dark, fresh and untested. What a difference! With his election, once and for all the American people have proven Vergil right when he said "do not put to much trust in color" (Eg. II,17). What a change! The White House is not just for white; Goodbye experiences of yesterday; wellcome promises for tomorrow. In youth do trust, citizens of America; you are once again the hope of the world. "And be it what it may" (Stat. Silv. 5.3.276). Adelante.

Por último, falta la versión castellana, que asumo seguidamente:

Ojalá que con buenos augurios (y con augures buenos) suceda lo que cabe esperar del nombre de OBAMA. Pues este nombre, si lo leemos hacia atrás, resulta ser el futuro del verbo latino ‘amar’ (AMABO = amaré). Mac Cain tiene el pelo blanco. Y Obama, negro. Pero digamos con Virgilio aquello de “no fies demasiado del color” (Eg. 2.17) El color de la piel de Obama es oscuro. El de Mac Cain es blanco. Pero, “aunque aquél sea negro y éste sea blanco” (ibid. 2.16) las perspectivas del cambio que América desea son más amplias considerando la juventud de Obama que la vejez de Mac Cain.
¡Confiad en la juventud, ciudadanos de América, que siempre fue la esperanza del mundo! Y que “pase lo que tenga que pasar” (Stat. Sil. 5.3.276) (* Más exactamente: Y que cualquier otra ley vaya detrás de ésta (= se posponga a ésta)

Buena suerte. ¡Que la fortuna os sea propicia!

Finalmente, diremos que el palíndromo ha sido esta vez un mensaje subliminal, actuando eficazmente a favor del candidato.

domingo, noviembre 02, 2008

Patriotismo y patrioterismo

Entre patriotismo y patrioterismo existe la misma relación que entre patriota y patriotero. El concepto de patria ha sido malentendido y adulterado con frecuencia a lo largo de la historia, para hacerlo coincidir, a menudo, con mezquinos intereses particulares o intereses de grupo. No es patriotismo de buena ley aquél en el que ‘patria’ suele identificarse con facción o bando, como ocurrió en España, a partir de la escisión de 1936. Los vencedores de la guerra civil se apoderaron del concepto de ‘patria’ desde entonces, dejando al contrincante fuera de juego, despojándolo de sus símbolos y sus consignas, arrebatándole su patrimonio. Esta privación de la patria conlleva el parricidio, inherente a toda guerra civil: el vencido se ve privado de patria, en una especie de orfandad: sin vida civil, desde luego, y en el peor de los casos, sin vida material.
Exiliados, encarcelados o anulados civilmente, si no ya muertos, estuvieron los vencidos de la guerra civil, desposeídos de una patria que, en opinión de aquellos que desde entonces detentaron su posesión, pretendía ser “Una, Grande y Libre”. Una, por eliminación de la otra. Grande, sólo porque, eliminados los vencidos, los vencedores cabían a más. Y Libre… de los inconvenientes de la competencia.
En resumen, lo que los vencedores llamaron 'Patria' fue monopolio. Y su pretendido patriotismo, patrioterismo.
Con la patria se monopolizaron sus símbolos, al tiempo que se privaba de los suyos a los ‘enemigos’, ya no ‘compatriotas’. ¿Cómo compartir símbolos con el enemigo?
Toda esta crisis del concepto de Patria la trajo consigo la sublevación militar de 1936. A partir de ese primer ‘rupturismo’, el traidor fue aclamado como patriota y, el vencido, como traidor. El vencedor, ‘rebelde’, se permitió encausar y ejecutar al contrario alegando el delito de “auxilio a la rebelión”. Se hizo realidad el tópico del mundo al revés.
¿Qué tiene de extraño que esos españoles, despojados de la patria por quienes detentaron su propiedad, no ‘vibraran’ ante unos símbolos y unas consignas que no eran las suyas? El “Cara al Sol”, los “Arriba España”, los “Por Dios y por España”…o determinados gestos, como el de levantar el brazo, no podían ser compartidos por aquéllos que ya no sentían la patria como suya, porque la sentían enajenada.
Desde esa situación precaria del vencido que se ve privado de la patria común resulta difícil sentir al unísono con los que coreaban consignas como la de "¡Arriba España!" u otras por el estilo. No iba contra ellos, en consecuencia, la letra de la jota con la que el aragonés Sanz Ferrer increpaba la falta de patriotismo:

Quien al oír ‘¡Viva España!’
con un ‘¡viva!’ no responde;
si es hombre, no es español;
y, si es español, no es hombre.

No podían hacer suyos esos versos quienes se sentían excluidos de la patria como hogar común. Las numerosas víctimas del franquismo se sentían despojadas de una patria que, por ser del adversario, ya no era la suya.
El célebre retruécano de los dos últimos versos podía ser modificado por cualquiera de las víctimas del franquismo, cambiándolos, humorísticamente, por esta otra redacción:

Quien al oír ‘¡Viva España!’
con un ‘¡Viva!’ no responde...
...es que espera oír después:
‘¡Y viva Franco Bahamonde!’