domingo, marzo 28, 2010

Nuevo enlace

Nota para los eventuales lectores de este blog que entiendan el latín: Entre los anteriores enlaces a que remitía este cuaderno de bitácora estaba el titulado Conventiculum Latinum Safrense. Por razones ajenas a mi voluntad ese blog en Latín, redactado íntegramente por mí, desapareció un buen día, sin más explicaciones por parte de quienes editaban dicho blog. Alguno de esos editores es el responsable de este periódico en Latín que recoge crónicas de actualidad y que se titula Ephemeris. Se edita en Varsovia. En este periódico mantengo una columna que se puede localizar en la página titulada Folia, con comentarios de actualidad política.

sábado, marzo 27, 2010

JUSTICIA DE IMPORTACIÓN

*Astrea (Virgo), diosa de la Justicia, con la balanza (Libra)


Me pregunto si en el asunto de Garzón habrá, en último recurso, que apelar al tribunal internacional de La Haya (o de cualquier otra instancia superior donde la haya) la justicia que, hoy por hoy, las instancias supremas de su propio país parecen negarle al juez que ha exportado justicia contra ciertos dictadores y genocidas del cono Sur de América. ¿Habrá que importar justicia en el caso de Garzón, en cumplimiento del dicho popular “en casa del herrero cuchillo de palo”?

¿Qué pasa en España, donde nunca hubo un Nuremberg que sentara en el banquillo, a su debido tiempo, a los criminales de guerra, parricidas y caínes? Garzón va a ser juzgado y, probablemente, inhabilitado en sus funciones de juez; él, que ha conseguido meter en chirona a muchos etarras y otros delincuentes, ya sean de guante blanco o de capucha negra.

¿En qué consiste el delito de prevaricación que se le imputa? Al parecer, se trata de ciertos requisitos formales, más que de fondo, sobre todo, en el caso de los crímenes del franquismo, uno de los tres frentes que Garzón tiene abiertos por quienes pretenden empapelarlo y quitárselo de encima. El franquismo (según parece admitir el mismo juez Varela) cometió “crímenes horrendos”, pero, por defectos de forma, la querella planteada por Garzón resulta inicua y, en consecuencia, incurre en prevaricación, porque A) el querellado está muerto; y B) la Ley de Amnistía promulgada en 1977 ampara, bajo su democrático paraguas, a los fieles seguidores del invicto e impune Caudillo. La justicia que los damnificados del franquismo demandan a través del juez que tramita la causa no se puede administrar. Lo impide la incomparecencia forzosa del principal encausado, por haber pasado a ‘mejor vida’ (por más que la que tuvo aquí no fue del todo mala) y, sobre todo, por aplicación de la Ley de Amnistía, el paraguas que los vencidos compraron en los primeros mercadillos de la democracia, ubicados en la Avenida de la Transición. Este paraguas sólo servía para proteger a las víctimas del franquismo. Ahora pretenden cobijarse bajo él quienes ni siquiera votaron dicha ley en el Parlamento.

El proceso contra Garzón parece seguir en pie, aunque por el momento da la impresión de que está parado. Ya los dirigentes de CCOO y de UGT, Fernández Toxo y Cándido Méndez, han solicitado al Tribunal Supremo que detenga el proceso contra el juez y ya la parte interesada en que siga adelante la causa, ha criticado esta petición por parte de los líderes sindicales, alegando que se hace “con el dinero de todos los españoles” (como si la mera petición supusiera ya gastos de gestión)

El proceso contra el juez va a traer cola, caso de llevarse adelante hasta conseguir su inhabilitación. Será un duro golpe contra la democracia, que no creo que vayan a encajar, así como así, los que esperábamos que ella nos trajera, por fin, al menos la satisfacción moral de ver condenado el franquismo. Y en vista de que la heredera del franquismo, la derecha, ha ‘congelado’ la condena del mismo, haciendo imposible el entendimiento político, siquiera en este punto fundamental, cabe desconfiar en lo sucesivo de su talante democrático.

Entre tanto, siguen arreciando en tertulias y emisoras de carácter reaccionario las zancadillas y la crítica exacerbada y enconada, cada día más, contra el gobierno. Si Mayor Oreja dice barbaridades calumniosas, como esa de un presunto pacto entre ETA y el Gobierno ‘con el fin de “debilitar al Estado Español’, hay quien fomenta la barbaridad y pretende apuntalarla con esas falaces estadísticas en las que sólo se muestra el resultado de unas encuestas claramente tendenciosas desde su mismo planteamiento, en las que sólo votan los que son del mismo partido de los encuestadores. Cuando en la tertulia de la sobremesa de hoy (sábado, 27 de marzo) se propuso por cierta cadena de todos conocida, la pregunta “¿Tiene razón Mayor Oreja?” el resultado iba por un 72% contra un 28%, a favor del SÍ, naturalmente.

Lo dicho: la ‘valetudinaria’ (¡qué razón tenía, al calificarla así, uno de los hermanos Almeida Nesi, ya fallecido!) democracia española está en peligro de irse a pique para los restos.

ASOMBROS

Los ciudadanos de a pie, los que creemos que la democracia es el único sistema capaz de satisfacer a los malaventurados ‘que tienen hambre y sed de justicia’ (serán bienaventurados precisamente cuando esa hambre y esa sed se hayan visto satisfechas) estamos atónitos, estupefactos, por el sesgo que está tomando la situación política en España. Entre los varios alarmantes diagnósticos que los analistas vienen haciendo de la situación, destaco el que recientemente hacía el sociólogo y profesor de la Complutense, Ignacio Sánchez Cuenca: “En España se está produciendo un peligroso deslizamiento del Estado de derecho al Estado de derecha” (véase “Los jueces en la política española”, El País, 23-3-2010, p. 27) Termina dicho artículo con la siguiente conclusión: “Probablemente las aguas vuelvan a su cauce cuando el PP llegue al poder y se restaure la sintonía entre el poder judicial y el poder representativo”. ¡Ah! ¿En eso va a consistir el equilibrio? ¿Y no será, más bien, que la balanza de la Justicia se desequilibre aún más cuando el poder judicial, que ya en este momento apunta a un Estado de derecha, se vea reforzado por el poder representativo de la derecha? Sin la condena explícita del franquismo, la puerta al golpismo se deja inquietantemente desguarnecida.

¿Se puede tolerar, sin que se proceda contra el interesado, que el Sr. Mayor Oreja acuse, sin pruebas, al Presidente del Gobierno Español que mejores resultados ha obtenido hasta el momento en la lucha contra ETA, de estar aliado con ella para ‘debilitar a España’, al intentar negociar la presunta integración de Batasuna en el parlamento vasco? Esta acusación constituye una calumnia, desmentida por los resultados de esa misma actuación del Gobierno Español contra la banda terrorista, nunca tan eficaz como en las presentes circunstancias. ¿Puede el Sr. Mayor Oreja hacer declaraciones de este tipo sin que se le llame al orden mediante el adecuado correctivo?

En cuanto a lo que está pasando con el juez Garzón es, a la vista de la opinión internacional, escandaloso. Nada menos que tres causas tienen abiertas contra él las altas instancias jurídicas de la nación, y todo apunta a que se le inhabilitará en una fecha no muy lejana. Se le acusa de prevaricación por a) haber tratado de abrir una causa contra los crímenes del franquismo, como delitos de genocidio, delitos ya prescritos por la muerte del dictador y por considerarse compensados por la Ley de Amnistía (que no contempló nunca como delitos los excesos y las concusiones del franquismo); b) por ir contra el derecho a la intimidad, al emplear las presuntas ‘escuchas ilegales’ en el caso llamado Gürtel y, c) por aceptar subvenciones a cambio de no sé qué tratos de favor en el ejercicio de la judicatura.

Esperemos que los legisperitos diluciden si ha habido prevaricación o no en cada uno de estos supuestos mencionados.

Lo que el hombre de la calle percibe es que a las víctimas del franquismo nunca se les dio satisfacción (no se satisfizo su ‘hambre y sed de justicia’) El único representante de la Justicia que lo ha intentado en España ha sido Garzón y, precisamente por ello, se ve ahora acusado de prevaricación por unas organizaciones de extrema derecha, impropias de un estado democrático (piénsese en el caso de Alemania y su tolerancia cero para los brotes nazis que han ido tratando de surgir tras la derrota del III Reich y los juicios de Nuremberg)
Y, por último, la proliferación de las tertulias del cotarro copero-avispero, o gatuno, con sus ataques sistemáticos al Gobierno y a su presidente, nombrado por las siglas ZP, o por esas deformaciones denigrantes de su apellido (Zetaparo), con sus bombardeos mediáticos de SMS (zapatero, vete ya, ríndete, te tenemos rodeado, etc. etc.) Las encuestas dirigidas hacia unos resultados anticipables, precisamente los que se esperan, y que son los que favorecen las posiciones de quienes hacen el programa. Con resultados, por descontado, carentes de validez objetiva, ya que los que contestan, o votan, en dichas encuestas pertenecen ideológicamente al cotarro y, en consecuencia, dichos resultados reflejan, como mucho, la opinión de ese grupo, no la opinión general. Esto es puro pasteleo, manipulación monda y lironda, demagogia de las masas supinas y gregarias.

miércoles, marzo 24, 2010

BARATARIA: LA UTOPÍA DE SANCHO PUEBLO

*Tirteafuera, reproducción a plumilla de una de las ilustraciones de Doré al Quijote
Si no tuviéramos la certeza de que el nombre de Icaria lo empleó Cabet en el siglo XIX para designar una de las muchas utopías ideadas por el hombre, podríamos aventurar la sospecha de que el nombre que dio Cervantes a la famosa ínsula, prometida por Don Quijote a Sancho, era la contrafigura de una utopía anterior: Barataria sería la contrafigura de Icaria, una especie de antonimia, lo mismo que lo barato es antónimo de lo caro.

Desde luego, la sorna monumental de Cervantes se manifiesta en el nombre dado a la célebre ínsula de regalo que Don Quijote Idealismo soñaba para su querido y fiel escudero Sancho Pueblo. Barataria hacía alusión a lo barata que le había salido a Sancho aquella materialización de su sueño. En Barataria se hacía realidad la ilusión de Don Quijote de premiar con munificencia los servicios de Sancho.

Para divertimiento de los poderosos, se materializaba la ilusión, se realizaba, literalmente, en lo que tiene de burla: ilusión e iluso vienen de illudere, que significa burlarse. ¡Cómo gozaban y se solazaban los señores duques y sus palaciegos con la inocencia de Sancho Pueblo y de su señor! Sabían por la historia de los personajes (historia que conocían al dedillo) que Sancho andaba ilusionado con la promesa de su señor, de hacerlo gobernador de una ínsula. Y prepararon cuidadosamente, minuciosamente, la mise en scène sin escatimar ni un maravedí: comparsa tenían de sobra en su numerosa servidumbre. Y para maestro de ceremonias contaban con aquel ocurrente mayordomo del que partían todas las chanzas. Él fue el que compuso la letra del recitado con el que Merlín (personaje representado por él mismo) se dirige a Don Quijote para revelarle el remedio que hay para desencantar a Dulcinea: la azotaina de Sancho, el verdadero culpable del encantamiento. El mayordomo era, en verdad, un diablo, hijo del diablo, por más que él negara el rumor. Él fue el que urdió la aventura del viaje aéreo del Clavileño y el guionista de aquellas burlas organizadas con las que se solazaban los próceres y toda la comparsa de sus palaciegos, criados e invitados. Sancho puesto a prueba como gobernador, resolviendo casos judiciales, expuesto a mil peligros e inconvenientes, desde médicos como Tirteafuera, que querían matarlo de hambre, tantalizarlo, prohibiéndole comer y beber, so pretexto de que lo más sano es la dieta; y, por último, teniendo que afrontar una invasión enemiga. La Barataria, sin duda, no era una bicoca.

Todo esto ocurría en aquel feudo de regalo llamado Barataria, donde, con la aquiescencia de los poderosos, que se solazaban y divertían a su costa, gobernaba ilusamente Sancho Pueblo, con el asesoramiento de un consejero íntegro, crédulo y chiflado que era Don Quijote Idealismo.

Más o menos lo que ocurre actualmente en esta Barataria nuestra que llamamos Democracia.

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** Otra reproducción a plumilla y tinta china de la ilustración que corresponde al episodio de los odres de vino que Don Quijote creía cabezas de gigantes

domingo, marzo 21, 2010

La chispa y el gracejo de Agustín de Foxá




Confieso que leía con deleite, allá por los años cincuenta del siglo pasado, los artículos de Agustín de Foxá en el ABC. Agustín era un periodista brillante, coruscante, con pirotecnia de fuegos artificiales. Diplomático a dos caras en las legaciones extranjeras, pudo fácilmente representar a la España republicana y, sin solución de continuidad, a la franquista. Esto último desde su condición de falangista, amigo personal de José Antonio.

Agustín era cáustico y mordaz. Salpimentaba sus artículos periodísticos con un gracejo muy peculiar, basado en fulgurantes metáforas, en brillantes asociaciones de ideas. Sus ocurrencias eran de antología. Se rumoreaba, no sé si con fundamento, que sus relaciones conyugales adolecían de cierta infidelidad por parte de la esposa que, según parece, “se los ponía”. Puede que algo de cierto hubiera en el rumor, lo que podemos colegir por esta ocurrencia suya: “El matrimonio es una carga tan pesada que hay que llevarla entre tres”.

Acerca de la Falange tenía una opinión que no se recataba en manifestar, como una graciosa apostasía, una opinión herética que a él solo se le toleraba (y se le celebraba) en gracia de su ingenio, que le otorgaba patente de corso para emitir, sin cortapisas, juicios de esa índole. En efecto, definía a la Falange de este modo: “La Falange es la hija adulterina de Isabel la Católica y de Carlos Marx”. Esto, dicho por lo fino, − si bien se mira −, equivale a esto otro, dicho por lo basto: Los falangistas son unos hijos de puta comunistas.

Es tremendo comprobar lo que ciertos políticos piensan de sus correligionarios. Pero podemos colegirlo, poniendo en conexión esa opinión de Foxá con la más reciente, a micrófono abierto, de Doña Esperanza Aguirre y, aun más, con la del Señor Bono acerca de sus compañeros de partido: con todos esos testimonios coincidentes, tendremos una muestra apabullante de la baja estima de ciertos políticos hacia sus propios conmilitones.

Podíamos seguir hablando de las graciosas herejías de Foxá, fruto de su ingenio, indudablemente fértil, estimulado por las circunstancias contradictorias que le tocó vivir. Esas chispas, que brotan del ingenio, son el resultado de su roce con la piedra de amolar que es la existencia, muy similares a las de Oscar Wilde en sus famosas ocurrencias paradójicas. Tanto Wilde como Foxá vivieron una pugna dramática entre la apariencia y la realidad, lo falso y lo verdadero, que les llevaron, al uno y al otro, a distorsionar, a menudo, sus propios juicios acerca de lo verdadero y de lo falso. Las paradojas son el fruto de esa percepción contradictoria de la realidad.

En este sentido podrían servir de ejemplo dos de los escritos de Foxá: el artículo titulado “Los cráneos deformados” (que recibió el premio Mariano de Cavia en 1948) y su poema invectiva titulado “La brigada del amanecer” Véase una entrada anterior "Un desahogo permitido"



Ambos ejemplos podrían aplicarse, sucesivamente, tanto a la doctrina totalitaria del comunismo como a la del fascismo. Y los atropellos y crímenes de la roja “brigada del amanecer” reproducen los crímenes análogos cometidos por las brigadas azules del fascismo. Es la realidad según se mire desde un ángulo o desde otro. Foxá, por supuesto, la miraba desde el ángulo de la derecha.

sábado, marzo 20, 2010

EL TEMA DE LA SIMIENTE

* 'Non enterran cadavres, enterran semente', del libro Galicia mártir, por Alfonso Castelao

Entre los temas que en su conferencia musical ilustrada ‘tocó’ anoche el guionista y director artístico del grupo “Barricada” quiero señalar uno que me resultó especialmente familiar, porque, tanto desde el punto de vista personal como desde el ángulo de la poesía y de las artes plásticas, ya contaba yo con experiencias anteriores en las que había tomado contacto con el asunto. Decía la letra, más o menos: “no entierran huesos, entierran simiente”.

Los precedentes literarios y artísticos de ese Leitmotiv afloraron a mi memoria. Y recordé en primer lugar, unos versos del poeta Luis Álvarez Lencero, versos que me son especialmente queridos, porque el poeta tuvo la deferencia de dedicarme uno de los poemas de su libro Juan Pueblo. El poema, dedicado a petición mía, es el titulado “Juan Nadie”: No se mata la simiente / y, aunque se pudra enterrada,/ nacerá multiplicada / con más vida nuevamente




Estos son los versos que me interesa resaltar en el poema. Leyéndolo, naturalmente, recordaba la muerte de mi padre, pero también la de otro familiar mío, Juan Pavón Rosario, que fue alcalde socialista en Aceuchal durante la República. Juan Pavón era primo hermano de mi abuela materna y en casa se le nombraba como ‘tío Juan Pavón’. Su madre y la madre de mi abuela, mi bisabuela Pepa, eran hermanas. Tío Juan Pavón murió con una entereza admirable, según cuentan (o contaron) quienes presenciaron el fusilamiento.

Así que el motivo de “Barricada” me tocaba en la fibra más sensible del alma. También a mi abuela, por atreverse a clamar contra este asesinato de su familiar querido, así como el de su yerno y padre mío, la castigaron con la humillación del rapado. Otro de los temas que trató “Barricada” en aquella breve relación de infamias que se produjo en cada uno de los pueblos de nuestra comunidad extremeña, y así en toda España.

En un artículo que me publicaron en el periódico HOY (allá por el 1979, no puedo precisar la fecha con exactitud) me ocupaba de “Los otros caídos”. Escribía, por aquellas fechas: Quiero honrar a esos muertos; reclamar para ellos el homenaje que desde hace largo tiempo se merecen. A su tenaz recuerdo, a su simiente nacida, debemos la libertad que ahora renace.

Finalmente, dentro de este mismo Leitmotiv se encuentra uno de los dibujos de aquel gran artista, defensor de la causa republicana, que fue el gallego Alfonso Castelao. Me permito reproducirlo aquí para que sirva como ilustración a esta página.

BARRICADA Y LA MEMORIA HISTÓRICA

Organizado mancomunadamente por la Casa de la Juventud, el Instituto “Suárez de Figueroa” y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica “José González Barrero”, ha tenido lugar en Zafra un concierto en homenaje a los mártires laicos de la República, entre ellos el padre de Libertad González y mi propio padre. Tras el fallecimiento de Justo Calderón y de Teodomiro Trujillo, Libertad y yo (si no me equivoco) somos los únicos descendientes directos de fusilados por la causa de la República: quedan nietos y biznietos entre los descendientes de aquellos represaliados.

Invitado a participar en el acto sentí ciertos reparos y escrúpulos, por lo que éste pudiera tener de show, o espectáculo, más que de homenaje a aquellos que murieron por una causa noble, como es la democracia. Los hechos vinieron a demostrarme que mis temores no eran fundados. Tenía, ciertamente, una razón poderosa para no recelar de las limpias intenciones del acto. Y es que andaba de por medio la persona de José María Lama, de cuya probada honestidad no cabía esperar nada que no respondiera a un acertado enfoque del asunto.

Lama me tranquilizó en este aspecto, me informó que el grupo musical actuaba de forma completamente desinteresada (no han cobrado ni un duro), que estaban concienciados de que había víctimas también de ‘la otra parte’, y que no se trataba de revanchismo de clase alguna. Sólo que este tipo de homenajes no ha sido posible más que con el establecimiento de la democracia; y que, desde luego, era impensable con el franquismo, en el que sólo era ‘legítimo’ el honrar a los ‘caídos’ de ese lado.

El nombre mismo del grupo, “Barricada”, me sonaba a beligerancia, a palabra del argot guerrero. Y bien es verdad que el nombre evoca situaciones de guerra, pero, desde luego, en todo caso, de guerra defensiva, no ofensiva. La “barricada”, como el ‘parapeto’, es una de las principales estrategias de la resistencia.

Y es que la democracia nos obliga a no bajar la guardia contra una continua amenaza de involución por parte de una antidemocracia, más o menos latente, que no ha abandonado los viejos resabios del franquismo. Tengamos en cuenta el hecho más contradictorio de esta ‘presunta’ democracia que tenemos y es que los demócratas de la derecha consideran, con la mayor naturalidad, compatible el ser ‘demócratas’ sin tener que cumplimentar el requisito de condenar el franquismo: tal exigencia, por parte de la izquierda, les parece una condición inicua para su democracia. El argumento del Sr. Mayor Oreja es de una sencillez (=simpleza) monumental: ¿Por qué tendría yo que condenar el franquismo si fue una etapa que yo viví en plena placidez? (Esto, o algo equivalente, fue lo que dijo) Y su partido asintió.

Pues mire usted: El argumento (más razonable que ese que usted da) de por qué debe ser condenado el franquismo para que los demás (digamos, si quiere, la izquierda) creamos en la sinceridad de la conversión de ustedes a la democracia, es que el franquismo es lo antidemocrático por esencia. Y así como al catecúmeno le exige el rito católico renunciar expresamente a Satanás, a sus ‘pompas y a sus obras’; así a ustedes se les pide, como prueba de su adhesión al credo democrático, esta señal de repulsa, o repudio, de la dictadura franquista. Democracia y franquismo son incompatibles y conviene tener muy clara esa delimitación conceptual para que nuestra (la de todos) democracia sea de fiar. Lo contrario es no ponerse de acuerdo ni en lo esencial, con lo que la democracia se convierte en lo que estamos viendo actualmente: una constante desavenencia y un enfrentamiento acre y permanente entre el partido del gobierno y el de la oposición. En estas circunstancias (y por mal que lo esté haciendo el actual gobierno) los que creemos por encima de todo en la verdadera democracia no podemos votarles a ustedes: la renuencia de ustedes a condenar el franquismo es un muy serio obstáculo en contra de su fiabilidad como demócratas.

Bueno, pero estábamos con lo de “Barricada”. Una prolongada y cálida ovación fue la respuesta unánime por parte del público asistente. Sin ofender a nadie, habíamos honrado la memoria de nuestros ‘caídos’: los que cayeron por la causa de la libertad. Sin el menor propósito revanchista. Sólo con la intención, legítima por demás, de honrar a aquellos ‘muertos sin honor y sin recuerdo’ (¡Foxá! dixit) a quienes durante tantos años se les denegaron oficialmente los honores y el reconocimiento de su sacrificio.

lunes, marzo 15, 2010

El paraguas de Rajoy y la Ley de Amnistía

*Viñeta de Peridis en El País

Es típico de la viñeta de Peridis, que publica diariamente El País, ver a Rajoy tendido (¿a la bartola?) chupando su veguero y cobijándose bajo un paraguas. Ahora resulta que el paraguas bajo el que se pretende cobijar los crímenes de la dictadura franquista es la llamada Ley de Amnistía que, según nos recuerda hoy en las páginas de opinión del mencionado periódico uno de los que asistieron al parto de esa ley, fue concebida, sobre todo, como una forma de proteger, bajo cobertura legal, a los vencidos de la contienda civil, amparando a éstos de seguir padeciendo arbitrarias persecuciones por parte del aparato legal montado por el franquismo. Entresacamos aquí uno de los fragmentos del artículo de Jaime Sartorius, concretamente, el correspondiente al párrafo 4º (el artículo íntegro puede consultarse aquí)

Se trataba de amnistiar a los reprimidos por el franquismo, no a los franquistas, que ya se habían autoamnistiado, de forma que fueron los partidos de izquierda y los nacionalistas con representación parlamentaria los que tomaron la iniciativa de redactar la ley sin que los herederos de la dictadura aceptaran participar en la Comisión Parlamentaria, ni votaran posteriormente a favor de una ley que no les afectaba”.

La situación verdaderamente surrealista ocurre cuando ahora, a la hora de tratar de encausar a Garzón bajo el presunto delito de prevaricación, se invoque, por parte de los querellantes, el amparo de una ley en la que no tuvieron arte ni parte , que consideraron en todo momento que no les afectaba ni correspondía a sus demandas o a sus intereses.

Encima nos arrebatan el paraguas, dejando al juez a merced del chaparrón.


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* Consultar mi entrada anterior La Ley de Amnistía no es lo que yo creía

sábado, marzo 13, 2010

El tiempo amarillo

Entre los múltiples actos conmemorativos del centenario del nacimiento de Miguel Hernández (que se cumple dentro de este mismo año, el 30 de octubre de 2010), El País Semanal le ha dedicado un primer homenaje (nº 1.745, 7 de marzo, pp. 32-48) en el que varios escritores, un político y un cantante abordan diferentes aspectos de la personalidad del poeta. Uno de esos artículos, firmado por Luis García Montero, lleva por título “El tiempo amarillo” (p. 48)

Al elegir yo este mismo título quiero destacar que, si García Montero emplea el sintagma hernandiano como algo incidentalmente relacionado con el contenido de su artículo, yo por mi parte voy a ocuparme aquí de ese mismo sintagma en cuanto recurso literario, figura poética, síntesis feliz y hallazgo novedoso del genial autodidacta de Orihuela.

Del tiempo sabemos muchas cosas que él mismo se encarga de revelarnos y que se convierten en convencionales en el decurso de su devenir. La más obvia es, tal vez, la de su condición fugitiva: el tiempo huye, se nos escapa constantemente: tempus fugax. El tiempo se caracteriza, sobre todo, por su fugacidad.

Pero los poetas, que no dejan de asombrarnos con su perspicacia, descubren, a veces, facetas inéditas de las cosas, en las que no habíamos reparado anteriormente. Por ejemplo, ésta de que el tiempo hace amarillear las fotografías, lo mismo que torna blancos los cabellos, o encorva las espaldas o enlentece la locomoción. Esos efectos del tiempo sobre las personas, o sobre las cosas, delatan su transcurso, su huella inconfundible. El paso del tiempo sobre las fotografías consiste en… ponerlas amarillas. El color amarillento, propio de las fotografías añosas, nos revela la edad de esas fotos, nos dice que pertenecen al pasado y, tratándose de personas, nos dice que sus protagonistas están, probablemente, muertos.

Las fotografías se ponen amarillentas con el tiempo. La síntesis poética que atribuye al tiempo la cualidad que se ‘refleja’ en la fotografía, la llaman los teóricos de la literatura hipálage. Así, en la foto antigua, el tiempo es amarillo.

La hipálage desplaza sobre el tiempo (la causa agente) el efecto que es la amarillez de la fotografía.

Esta síntesis poética es conocida desde muy antiguo. Es una de las que hemos catalogado como “síntesis por contigüidad” (o asociaciones por contigüidad): la parte por el todo, el efecto por la causa, el singular por el plural (y viceversa, en todo caso) etc. etc. La sinécdoque y la metonimia son los tropos más representativos de este grupo de síntesis.

Hay numerosos ejemplos de cada una de estas síntesis. De la hipálage, en concreto, existe uno muy socorrido en La Eneida:

ibant obscuri sola sub nocte, per umbras (Aen. 6.268)

La característica de la ‘oscuridad’, que propiamente corresponde a la noche, se traslada a ‘los que caminaban en la noche’ (obscuri = ellos) y, en cambio, la característica de la ‘soledad’ (sola = sola) se trasfiere a la noche. Lo que se pudo decir ‘iban solos en la noche oscura, avanzando a través de las sombras’, se dice ‘iban envueltos en la oscuridad, avanzando entre las sombras de la noche solitaria’.
Y Miguel Hernández, que no necesitó estudiar Retórica para saber, por puro instinto poético, el empleo de este recurso literario, escribió:




algún día
se pondrá el tiempo amarillo
sobre mi fotografía
.



¡Lo que saben los poetas! Como escribió mi amigo Miguel Garci-Gómez.
Sabiduría instintiva, ancestral, ciencia infusa que no necesita conocer el nombre técnico de esa admirable síntesis que es ‘el tiempo amarillo’ y que, según los teóricos de la literatura, no es otro que el de hipálage.

miércoles, marzo 03, 2010

¿QUÉ VA A PASAR CON GARZÓN?


Con el título de “¿Garzón prevaricador?” publicaba ayer El País, en su sección de Opinión, un artículo firmado por Carlos Slepoy, cargado de razones y de indignación, por el acoso al que viene siendo sometido en los últimos tiempos el juez en el que tantas esperanzas había puesto la causa de la democracia, en vías de normalización en España.




Y es que la sociedad española de la Transición parece no haber asumido todavía que la democracia fue objeto de compraventa y chalaneo entre la facción vencedora y la vencida y que una de las cosas que fueron objeto de cambalache fue la impunidad, negociada y sancionada con la Ley 46/1977/ de 15 de octubre, la llamada Ley de Amnistía. Según en el citado artículo se notifica, dicha ley contendría en sí misma elementos que la invalidan, al presuponer la impunidad de delitos que leyes anteriores consideran imprescriptibles. En consecuencia, El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas ha instado a que sea derogada la citada Ley, que ahora se invoca para imputar el cargo de prevaricación al juez Garzón.


Procede, pues, que se solicite la previa anulación de la Ley que ahora se quiere aplicar para procesar a Garzón. De lo contrario, se podría proceder a inhabilitarlo en virtud de la vigencia de aquella ley, no derogada.



Y, entonces, el proceso podría ser mucho más laborioso: demostrar la nulidad de la ley (por hallarse potencialmente en conflicto con derechos humanos considerados fundamentales e imprescriptibles) y, tras conseguir esa nulidad, restituir al juez en su cargo anterior.



Siguiendo la argumentación del autor del artículo (una autoridad en la materia de Derechos Humanos y un jurista de prestigio internacional) habría que juzgar como los auténticos prevaricadores a “los que se han opuesto a la investigación de los crímenes de la dictadura y los que contra este juez vienen dictando resoluciones manifiestamente injustas. A ellos debe serles aplicada la sanción que el Código Penal prevé para quienes lo hagan a sabiendas…etc. (Léase el último párrafo del texto)



A última hora, la causa contra Garzón va a ser la causa contra la democracia española.Lo que en ella está en juego es, nada menos, que el ser o no ser de la democracia en nuestro país, tras el golpe de Estado del 36, y los 70 años transcurridos, desde el comienzo de la dictadura hasta el final de la transición.







martes, marzo 02, 2010

Me visitan tía María, tío Jerónimo y…¡Amando de Miguel!


Decía mi madre que “soñar con muertos es pensar en vivos”. Nunca entendí bien qué quería decir con esto; aunque ahora imagino que lo que querría decir es bastante obvio: soñar con muertos es imaginar que aún siguen vivos.

Tía María, tío Jerónimo, tía Gumersinda están, los tres, muertos. Esta madrugada los he recibido como visitantes en la casa del Llano de Postrera. Estaban muy rejuvenecidos. Con ellos venía un personaje de cierta popularidad, a quien conocía yo por la tele y al que enseguida supuse una vieja amistad con tío Jerónimo. Aunque le reconocí al punto, sentí por el momento no recordar su nombre, lo que me privaba de la satisfacción de presumir, dirigiéndome a él con un:

− ¡Hombre, Don Amando, qué gusto verle por aquí! ¿Se conocían?

El fallo de memoria, al no asociar de inmediato el nombre del personaje conocido, me hizo optar por empezar saludando a los parientes. Así que empecé por la que hace menos tiempo que se fue de este mundo, tía María.

A ella me dirigí nombrándola “¡Tía María!”. Y ella se levantó para corresponder a mi saludo. Tenía un nuevo look, desde el tiempo que yo no la veía: cabellera larga, oscura, que le caía por la espalda y llegaba hasta el suelo. Pero cuando la besé era tía Gumersinda, en la que no había reparado, y que se quejó levemente porque con mi barba le pinchaba en los labios. Tío Jerónimo, muy jovial, estaba más moreno, como si hubiera regresado recientemente de la playa. También estaba más poblada de pelo su cabeza, ahora nada cana, como en los últimos años de su vida. Dijo alguna ironía acerca de la rapidez con que pasa el tiempo “más de veinte años ya!”. Y yo, para mis adentros, pensaba “Y más de veinticinco también”.

No pude aclarar cómo se había producido el conocimiento con el sociólogo de Miguel. No pude intercambiar ninguna información con éste. El sueño se interrumpió.

El nombre olvidado del profesor universitario y publicista fue recordado después, ya en la vigilia. La razón de su extraña, en principio, relación con la familia se quedó en mera hipótesis: debía de tratarse de una amistad de tío Jerónimo, de la que yo no había tenido noticia hasta este momento.

Luego, he creído ver otra causa subliminal: el apellido de Don Amando coincide con el nombre de otro de mis tíos, también difunto, hermano de los visitantes: el innombrable tío Miguel, el Bota.

Así se delataba la presencia de este otro miembro de la familia, de costumbres un tanto censurables, por su conocida tendencia a blasfemar. El Bota se insinuaba en la memoria dignificado bajo el apellido del profesor universitario.

El Bota murió en 1974, en el Asilo de Ancianos de Fuente del Maestre. Sólo tenía 62 años cuando murió.