lunes, febrero 28, 2011

DE LA ‘CAUSA VICTRIX’ A LA ‘CAUSA VICTA’



victrix causa deis placuit sed victa Catoni
(Luc. B.C. 1. 128)

(La causa de los vencedores plugo a los dioses, mas la de los vencidos plugo a Catón)




Es la traducción del verso de Lucano en la Farsalia, citado más arriba. Pongamos que Catón representa al intelectual de nuestra alegoría. Su causa es la que está de parte de la verdad y la justicia. Y, frente a la causa de los dioses, que es la causa del vencedor, Catón representa la causa del vencido. Huelga decir que Lucano no creía en los dioses. De ahí que se haya dicho de la Farsalia que es un poema "sin dioses".

Este preámbulo me servirá de introducción para abordar por enésima vez (y espero que sea la última) el asunto del Arco de la Moncloa, catalogado entre los ‘monumentos del franquismo’. ¿Debería ser desmantelado? O, al menos, ¿deberían cambiarse los textos de sus inscripciones? Los lectores de este blog ya conocen de sobra mi opinión sobre este asunto: dejar el arco tal como está desde la fecha de su terminación (1956) y proceder a su inauguración, ceremonia que Franco rehusó, por haber surgido diferencias con un grupo de intelectuales, miembros de la antigua Falange, entre ellos el propio rector de la Universidad Complutense por aquellas fechas, Pedro Laín Entralgo, que sería destituido de su cargo de rector en el año referido. Laín es el autor de las dos inscripciones latinas que aparecen en ambas fachadas del monumento.

Esta intervención de Laín, hombre íntegro, como lo fue Catón, sería motivo suficiente para que se respetase el texto de las inscripciones redactadas por él. Sin duda, con el refrendo de otro latinista ilustre como fue Antonio Tovar. Pero es que, además, el texto de las inscripciones constituye una verdadera filigrana por la que la máxima autoridad universitaria se desmarca de las pautas del Régimen y, por ende, de la causa victrix, a la que reconoce como tal, pero augurando la victoria futura de la Inteligencia (MENS).

Analizando el texto de la dedicatoria del monumento podemos determinar los elementos siguientes:

a) El objeto de la donación es el arco propiamente dicho (MONVMENTVM HOC)

b) El donante, u oferente, es la Universidad, representada por la palabra MENS (la Inteligencia)

c) El destinatario de la ofrenda es el Régimen surgido de la victoria de las armas (ARMIS VICTRICIBVS) El Régimen está representado por esas ‘armas vencedoras’ (metonimia: el instrumento por el que lo maneja)

Pero, del contexto de esa inscripción, se desprende que:

1) La victoria de las armas NO es todavía la victoria de la Inteligencia. La victoria de ésta se desplaza al futuro (VICTVRA). Es decir, la victoria de la Inteligencia se desmarca, o desglosa, de la victoria de las armas. Se pone del mismo lado que la ‘causa victa’. O, al menos, no está al lado de la 'causa victrix'. Si tampoco está del lado de la 'causa victa', digamos que está en terreno neutral.

2) Esa victoria que se augura a la Inteligencia se intuye como perdurable. En cambio, la victoria de las armas durará, como mucho, lo que dure la dictadura. Pese a los intentos de prolongar esa ‘victoria de las armas’ tras la muerte del dictador (el 23-F constituye uno de esos intentos) el pueblo español, con el rey a la cabeza, rechazó que el Régimen sobreviviera al dictador. Este se marchó con la convicción de que todo quedaba ‘atado y bien atado’.

3) La Inteligencia personifica en este caso la resistencia al franquismo. Su futura victoria será la elección del sistema democrático de las libertades cívicas (en el fondo, uno de los objetivos primordiales de la 2ª República): la libertad de expresión, la libertad religiosa, la libertad de cátedra, etc. Dionisio Ridruejo tuvo la valentía de pedirle al Caudillo la implantación de un régimen democrático, a fin de que España pudiera homologarse a las democracias europeas. Como sabemos, pagó cara esta iniciativa. Sus amigos, entre ellos Laín, perdieron la confianza por parte del Régimen. El dictador rehusó inaugurar el monumento y prohibió expresamente que su nombre figurara en el mismo.




Aquellos 'salvapatrias' desconfiaron, desde el principio, de la Inteligencia. Y Millán Astray gritó rabiosamente en la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936, con España bañada en sangre, aquello de "¡Muera la inteligencia!". Ya sabemos la valerosa respuesta de Unamuno.




El Arco de la Victoria de las Armas ha devenido, por fin, en Arco de la Victoria de la Inteligencia. Y el fruto de esta victoria se llama Democracia.

sábado, febrero 26, 2011

¡ADIÓS, AGUSTÍN!

Se cumple hoy sábado, 26 de febrero, una semana del fallecimiento de Agustín Prieto Cros. El velatorio fue desde la noche de ese sábado hasta la madrugada del domingo, día en el que tuvo lugar el sepelio.

Con Agustín se va uno de mis más apreciados compañeros en las tareas docentes del colegio Pedro de Valencia en los años 70. Apreciado doblemente, como compañero y como maestro de alguno de mis hijos, como yo fui maestro de su hija Coro, María Coronada, nombre que nos recuerda el origen villafranqueño de la familia.

Deja Agustín las huellas de su paso por la tierra, en sus hijos, en sus alumnos (muchos de los cuales seguramente le recordarán con cariño y gratitud) y, de una manera especial, en sus libros, que son testimonio de su laboriosidad: la historia de la Zafra más actual, más reciente, sin que falte el recuerdo del pasado, está reflejada cumplidamente en estos libros: Verseando por Zafra y Leyendas, romances y letrillas de Zafra. Agustín ha escudriñado en la historia y en la etnografía zafreña con tanto o más entusiasmo como pudiera haberlo hecho un natural de esta población.



Sólo por esto creo que merecería, aunque fuese a título póstumo, el que se le nombrase “Hijo adoptivo" de esta ciudad, en la que ha vivido cerca de 40 años de su vida. Pero a esto se añade el mérito de su labor docente a lo largo de esas casi cuatro décadas.

No hay sitio, personaje, acontecimiento reseñable de Zafra, que no tengan cumplida referencia en estos libros; ya sean lugares o personajes históricos, o típicos; o bien se trate de fiestas, sucesos o monumentos. Agustín es puntual cronista de todos esos rincones típicos, compilador curioso del folklore zafrense.

He recordado estos días unos versos suyos en los que expresa su deseo de permanecer en la memoria de Zafra y su gente, asociado a uno de los lugares más característicos de nuestra querida ciudad: la Albuhera del Castellar:

El día que yo muera
que lluevan mis cenizas
sobre la albuhera
.

La ‘albuhera’, lugar del agua, símbolo de la vida.

jueves, febrero 17, 2011

EL ARCO DE LA MONCLOA, CABALLO DE TROYA DEL FRANQUISMO

Pues sí, hubo un antiguo alumno mío, natural de Churritania (nombre que el novelista F. Moreno Guerrero da a Zafra en su novela El cura de Torrehalcón) quien me sugirió, hace tiempo, que el Arco de la Victoria, en la Moncloa madrileña, bien podía considerarse el caballo de Troya del franquismo. Cada día encuentro más atinada la comparación.

La estratagema del caballo fue idea de Ulises, el más astuto de los griegos. Y los griegos representan el saber, la inteligencia. Su diosa por excelencia es Minerva, la Sabiduría, maestra de la ciencia de la guerra, en su doble faceta: defensiva y ofensiva. La poliorcética y los paladiones son ideas suyas. En este paralelismo entre la inteligencia de Ulises y la de Laín, autor del texto de la inscripción, el caballo de Troya, el ‘regalo envenenado’ de los griegos (donum exitiale Minervae) es el Arco de la Moncloa. Franco se ‘olió el pastel’ y no quiso aceptarlo. Como monumento conmemorativo de su victoria, podía haberlo inaugurado, pero nunca lo hizo. Tenía contra el mismo todos los recelos y las prevenciones de Laocoonte:

timeo Danaos et dona ferentes
(temo a los griegos incluso cuando nos hacen regalos)

Claro, los dánaos son los griegos, los intelectuales, cuya muerte vitoreaba la barbarie millanesca: ¡Viva la muerte (= de los intelectuales) ¡ ¡Muera la inteligencia!

Pero el arco estaba ya erigido a las puertas de la Ciudad Universitaria. El dictador, barruntando la maniobra (no le faltaba astucia), había prohibido que figurara expresamente su nombre en el monumento: tant mieux! Tanto mejor. La inteligencia tiene recursos para aludir a las cosas, o a las personas, sin nombrarlas explícitamente.
Faltaría más. Ahí está la metonimia, para nombrar el instrumento en lugar de quien lo maneja. El instrumento, en este caso, son ‘las armas vencedoras’ (armis… victricibus)
Hemos evitado la mención explícita del dictador y la hemos sustituido por ‘las armas vencedoras’. Pero esas armas que ‘vencieron aquí’ tienen un enemigo formidable que, indefectiblemente, vencerá: la inteligencia, la mens iugiter victura.

Incluso las siglas de la inscripción se pueden prestar a la ironía: D. D. D. Habitualmente, se interpretan como: D(icant) D(onant) D(ant) (Dedican, donan, dan).

Pero la inteligencia lúdica puede interpretarlas ad arbitrium como D(anai) D(onant) D(ant)

Los griegos (es decir, los intelectuales a quienes vosotros aborrecéis y cuya muerte pedís) os regalan este monumento.

Conclusión: No caigamos en el error de destruir esta estratagema de la intelectualidad española, ideada por nuestro Ulises- Laín, contra el baluarte del franquismo. Es, justamente lo contrario: un monumento de la resistencia al franquismo.

La inteligencia ha resultado, al fin, vencedora, como vaticinaba la inscripción. Y el fruto de esa victoria se llama Democracia.

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Nota final: A veces las ocurrencias devienen en recurrencias. Ya he tratado el mismo tema en un artículo anterior que se puede releer aquí.

miércoles, febrero 16, 2011

EL ARCO DE LA VICTORIA... DE LA INTELIGENCIA

En la sección de Cartas del Lector, el periódico Público.es inserta, con fecha de hoy, una carta en la que se denuncia la permanencia, a la entrada misma de la madrileña Ciudad Universitaria, de lo que se considera uno de los más conspicuos monumentos del franquismo: el Arco de la Victoria, conocido también como el Arco de Moncloa. De este monumento me ocupé en este mismo blog en numerosas ocasiones, en fechas que van desde el 23 de febrero al 29 de abril del año 2008. Otro artículo posterior, el que corresponde al 15 de mayo de 2009, es el que se alude en esta misma entrada.

La conclusión a la que llegué, tras el estudio de la inscripción que campea en la fachada oeste del arco es que este monumento, pese a ser de la época franquista y aparecer como un testimonio conmemorativo de la victoria, es un sutil recordatorio de la disidencia de los intelectuales y, en definitiva, de su desmarque respecto a la causa victrix (=las armas), un desmarque, por lo demás, totalmente lógico, contra aquella causa, una de cuyas consignas había sido proclamada por Millán Astray, años atrás, en el paraninfo de la universidad de Salamanca: "¡Muera la inteligencia!". Fue el 12 de octubre de 1936 cuando el energúmeno de Millán pronunció su alegato, contestado valientemente por Unamuno en aquel breve discurso que terminaba con un:


_ ¡Venceréis, pero no convenceréis!

La sibilina inscripción en latín, redactada por Laín Entralgo, dejaba entrever que aquella victoria no había sido la victoria de la inteligencia, sino sólo la de las armas. En efecto, frente al armis victricibus del pasado y del presente, se contraponía el mens victura, del futuro: la inteligencia (mens) se desmarcaba de esa victoria: la reconocía, pero remitía al futuro triunfo de la inteligencia (=mens victura): es decir, de la libertad y la democracia.

Este monumento ‘franquista’ nunca se inauguró*. Con ello, el dictador quiso, tal vez, manifestar su desdén hacia aquel grupo de intelectuales, abierta o veladamente disidentes, como fueron Ridruejo, Laín y otros. Por haber sufrido este ‘desaire’ de Franco, por el que el presunto homenajeado pareció 'olerse' que aquel monumento no celebraba su victoria, sino la de la inteligencia, debemos considerar el Arco de la Moncloa como el del triunfo de la inteligencia sobre la fuerza bruta.

El monumento que el Caudillo desdeñó inaugurar, debe ser inaugurado solemnemente (en honor de Laín y de todos los intelectuales ‘desairados’ por el franquismo) El monumento que presagiaba la futura victoria de la inteligencia, es decir, de la democracia.

Era la más sutil venganza de la inteligencia contra el dictador.

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* Remito al artículo de cierto bloguero, ya citado en otra ocasión en este blog. Por cierto, léase el comentario, firmado por mí, al artículo del bloguero aquí aludido.

domingo, febrero 13, 2011

¿Reabrir heridas?

Dibujo de Castelao (Galicia mártir)

¿Qué es eso de ‘reabrir heridas’, que tanto se lleva y se trae en estos tiempos a propósito de la llamada ‘memoria histórica’? ¿Es que esas heridas se cerraron alguna vez? ¿Se hizo algo por cerrarlas, por parte de aquellos que las habían causado? El régimen franquista estuvo durante casi 40 años, conmemorando año tras año, a ‘sus’ Caídos, haciendo coincidir esta memoria con cada aniversario de la muerte de José Antonio. El 20 de noviembre era “el día del Dolor” y, en él, el fundador de la Falange representaba a todos los restantes caídos del bando vencedor. Institucionalmente se erigió en cada localidad el monumento llamado “la Cruz de los Caídos”, en el que se depositaban por esa fecha coronas de flores y se celebraban misas. Los otros ‘caídos’ no contaban: era como si no los hubiera habido. Por más que, en muchas de esas localidades, los únicos caídos fuesen los de izquierda; no obstante, figuraba una lista de nombres, presuntos ‘caídos por Dios y por España’, nombres que, si hoy día quisiéramos averiguar quiénes eran, probablemente no lograríamos saberlo. Esas listas dejaron un día de figurar en los muros de las parroquias, todavía incluso en vida del dictador. Nombres desconocidos, con todas las trazas de haber sido ‘importados’, para contrarrestar los asesinatos cometidos por las derechas en cada uno de los pueblos. En Aceuchal (pueblo en el que nací y del que puedo hablar con cierto conocimiento de causa) los de ‘izquierda’ no mataron a nadie. Y este fue el caso de otros muchos pueblos en Extremadura y en el resto de España. Hubo un pacto entre izquierdas y derechas con la cláusula única de respetarse mutuamente las vidas, pacto que no se respetó por parte de la derecha. La palabra dada fue papel mojado.

En el caso de mi padre se faltó a la lealtad de la promesa, hecha a sus familiares, de que no le iba a pasar nada, si regresaba al pueblo, de donde estaba huido desde comienzos de la revuelta. Tan pronto volvió, lo encerraron en el local de la Plaza de la Constitución en el que, con el tiempo, sería el Bar de Nicolás, en uno de los rincones de esa plaza. Allí íbamos mi madre y yo a llevarle la comida. Sólo recuerdo que no quería comer. Ya sabía lo que le esperaba. Cada vez que recuerdo esto siento gran amargura. Hubo personas influyentes que salvaron a quienes les pareció. El Sr. X consiguió que no mataran a un pariente suyo: “¡A mí no se me mata a nadie!”, me contaba, muchos años después, que había dicho. No caí yo en la cuenta de preguntarle qué pasó en el caso de mi padre. El caso es que si él pudo hablar a favor de su familiar y no habló en el caso de aquellos que no le eran nada fue, por su silencio, consentidor de la ignominia: quien calla... Claro, se puede concluir...tiene miedo. Por omisión, cuando no por acción, hubo complicidad entre todos aquellos que conformaban la camarilla del Ayuntamiento, donde se destinaba a la muerte a unos y se ‘perdonaba’ la vida a otros.

Los encerrados sabían lo que les iba a pasar. Por más que abrigasen la esperanza de que su causa tenía que triunfar. Ese fue el consuelo de muchos, como vemos en el dibujo de Castelao que aquí reproducimos: “Nos van a matar, pero venceremos”.

En muchos pueblos de España y de Extremadura (en el mío, por ejemplo) no se ha hecho todavía un homenaje a los caídos de la República. No se ha dado, pues, la oportunidad de restañar las heridas, de hacer la necesaria ‘catarsis’. Se ha hecho, con resultados saludables, esa catarsis en algún pueblo de España según tenemos noticia. Así es de imitar el ejemplo de la localidad malagueña de Mollina (Málaga). Mi amigo Benito Acosta, que estuvo de cura en este pueblo (y, casualmente, también estuvo de cura en Aceuchal) me envió recientemente una grabación en video del emotivo acto que tuvo lugar en el citado pueblo de Málaga. Un acto sin rencores, generoso, edificante. Lo voy a enviar a mis paisanos para que recuerden al buen cura que pasó por allí y tomen ejemplo de lo que puede hacerse para restañar esas heridas que aún no han podido cerrarse.

sábado, febrero 05, 2011

TODO ESTÁ EN LA BIBLIA

Todo está en los libros, dice una frase popular. Y los libros son, por antonomasia, la Biblia (= tá biblía). Porque la Biblia fue, durante mucho tiempo, el mayor tesoro del humano saber. La sentencia de que ‘todo está en los libros’ se acuñó, probablemente, con la mente puesta en el referente de la Biblia. Compendio del saber gnómico, que es el saber en píldoras, como el de los refranes, en la Sagrada Escritura este saber se agrupa en versículos, se dosifica en pequeños trechos para favorecer su memorización. En esta colección de sentencias, rica y variada, que atesora la Biblia, hay de todo, 'como en botica'. Sus remedios lo mismo 'sirven para un roto que para un descosido'.

Quien consiguiera memorizar la mayor cantidad de ese repertorio de sentencias y traerlas a colación convenientemente, tenía mucho adelantado para triunfar en un mundo en el que la Biblia, considerada como la ‘palabra de Dios’, constituía el máximo referente de la autoridad.

Quien tenía la habilidad de apuntalar sus aseveraciones con alguna cita de la Biblia tenía prácticamente asegurado el éxito; y esto ocurría, sobre todo, en la práctica de la oratoria sagrada, en los sermones; pero también en los debates de carácter apologético y en las disputas teológicas y causas relacionadas con la fe: los alegatos basados en referencias bíblicas resultaban prácticamente irrebatibles.

Como se sabe, esto resultó una rémora para el avance científico, por más que éste estuviera avalado por la experimentación. Si las conclusiones de la investigación científica no concordaban con las enseñanzas de la Biblia, esas conclusiones eran heréticas y sus autores objeto de persecución. Recordemos los casos típicos de Galileo, Giordano Bruno y Miguel Servet.

Estas consideraciones vienen a cuento porque estoy por estos días leyendo la monografía de Fray Salimbene de Parma, un franciscano de los primeros tiempos de la Orden (s. XIII) que orquesta un concienzudo ataque contra uno de los superiores de dicha Orden, Fray Elías, hombre de trato despótico que, de creer en el testimonio de Salimbene, se comportaba de manera tiránica con sus hermanos de religión. Salimbene hace gala de su erudición bíblica y despliega una artillería de citas del libro sagrado, tendentes a desacreditar al denostado personaje. Se puede tener la impresión de que muchas de las citas de Salimbene están descontextualizadas; pero lo que es cierto es que todas, o casi todas ellas, van impregnadas en el curare del anatema. Desde luego, el alegato de Salimbene canalizó el descontento de la Orden contra Fray Elías y, muy probablemente, fue uno de los desencadenantes de su caída.

Pero a lo que iba, desde el comienzo de estas reflexiones, es a llamar la atención sobre la versatilidad de la Biblia, a efectos de traer a colación sus sentencias, adornándose con ellas, a cuenta de los propósitos más peregrinos. Aduciré algunos ejemplos ilustrativos de lo que intento demostrar. Si tuviera que adelantar una moraleja a cuenta de este abuso de las citas bíblicas, yo propondría la siguiente: “no citarás la palabra de Dios en vano”. Así, por ejemplo, cuando cantó misa cierto conocido mío que luego sería Superior del Seminario, Juan de nombre, hizo imprimir como lema de las estampas recordatorias de la ceremonia la siguiente cita bíblica: Fuit homo missus a Deo cui nomen erat Ioannes (Ioan. 1.6) ('Hubo un hombre enviado por Dios cuyo nombre era Juan')

Hay que reconocer que la cita conviene a la circunstancia de que el misacantano se llamaba Juan, pero ¿tan seguro estaba mi tocayo de ser un enviado de Dios? Su equiparación con el Bautista, más allá de la pura homonimia, pudiera resultar un pelín pretenciosa.

Otro caso de cita bíblica oportunista y un poco traída por los pelos. Allá por los años 50 del siglo pasado estuvo de moda la devoción a Santa Gema, la religiosa pasionista canonizada a principios del siglo. Hubo en el Seminario de Badajoz por aquellas fechas una fiesta de exaltación a la santa italiana. ¿Creen ustedes que la Biblia pudo prefigurar la apoteosis de esta santa del siglo XIX? Pues pudo. El orador sagrado que predicó el sermón panegírico de la santa estigmatizada, comenzó su sermón con este versículo de Prov. 17.8: Gemma gratissima, exspectatio praestolantis quocumque se vertit prudenter intelligit*. Cómo se las arregló después para sacarle el mayor provecho a la cita es algo que no recuerdo. Pero, ¿a que mola eso de saber que la Biblia previera, a tantos siglos de distancia, las virtudes de Santa Gema?

Está claro que existe la posibilidad de citar la Biblia a troche y moche y hasta con propósitos abiertamente festivos. Recientemente citábamos en este mismo blog aquello de “quien me sigue no anda en tinieblas” (Ioan. 8.12), aplicado con toda justeza a cierto seminarista apellidado Bazago, dueño de una potente linterna, para alumbrarse por los oscuros pasillos cuando había que ir a la barbería**.

Voy a concluir estas reflexiones con otra de estas citas bíblicas que jocosamente trajo a la memoria cierto opositor (la anécdota la refiere Gracián en su Agudeza y arte de ingenio) El opositor tenía como contrincantes, para disputarle la cátedra, a un tal doctor Mondragón, y a los doctores Basilio, Aspe y, por último, a Fray Luis de León. A pesar de estos temibles competidores, el aspirante confiaba salir airoso de la prueba, basándose en que la Biblia parecía pronosticarle el triunfo a él en aquel pasaje de los Salmos (91.13) que dice: Super aspidem et basiliscum ambulabis et conculcabis leonem et draconem ('Sobre el áspid y el basilisco caminarás y pisotearás al león y al dragón')

Si la palabra de Dios no miente, el opositor del cuento tenía la plaza asegurada. Sólo con ver los apellidos de sus rivales se sabía predestinado. Y por la Biblia, nada menos.
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* "Gema gratísima, anhelo de quien espera hallarla, adonde quiera que se vuelve, discierne con prudencia".
** A la barbería del Seminario se solía ir cuando el barbero terminaba la jornada en su propio establecimiento. En invierno esas horas correspondían a las primeras horas de la noche.

martes, febrero 01, 2011

La justicia a dos velocidades

La cuarta página de El País, correspondiente a la fecha de hoy, en un artículo de opinión que firman dos mujeres, dos juristas, Alicia Moreno y Lydia Vicente , pone de nuevo sobre el tapete la cuestión candente de la causa abierta a Garzón por investigar los crímenes del franquismo. Sin ser juristas y sólo ‘por la luz natural de la razón’, somos muchos los que intuimos que la causa abierta contra el juez, el cual no encontró oposición por parte de las altas instancias jurídicas del país, cuando aplicó el criterio de justicia universal en los casos de las dictaduras de Chile y Argentina, constituye un clamoroso caso de inequidad jurídica y, en último término, un error que habrá que subsanar más pronto que tarde. Porque, de no ser enmendado por los organismos correspondientes de la justicia en España, va a ser recurrido ante la justicia supranacional, en virtud de un clamor universal de justicia que los jueces no podrán desoír.




De momento, se ve que en el Tribunal Supremo están 'dando largas al asunto', ralentizando el caso, que tan diligentemente se activó en un principio. Se ve claramente que el proceso contra el juez Garzón es un proceso a dos velocidades: una rápida, en tanto que se logró el fin previsto por aquella primera fase de la operación (que era destituir al juez de su cargo en la Audiencia Nacional) y otra retardada, con visos de aplazarse sine die, de forma indefinida. Ni la Ley de Amnistía (no adecuada al caso) ni cualquier otro subterfugio jurídico podrá oponerse a la reclamación de justicia que la sociedad española presenta ante las altas instancias jurídicas de la nación. Basta ya de burlar la sed de justicia de los españoles: si el Caudillo y la mayoría de su comparsa, responsables de la sedición militar, quedaron impunes; los crímenes contra la Humanidad no prescriben, y no van a ser pasados por alto. Que se aten los machos los que se niegan a esta demanda de justicia por parte de la sociedad española. Es la naturaleza misma de la democracia la que está en entredicho. Y, con Garzón o sin él, la demanda seguirá, en tanto no se dé satisfacción a esta cuestión pendiente por parte de quienes tienen el deber de hacer que se cumpla esa justicia.