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Cuando recientemente me refería a este tópico literario, dejé bien claro que no me parecía censurable su empleo (consagrado por el uso que de él han hecho muy estimables autores de todos los tiempos) Y aduje el aforismo latino que dice
abusus non tollit usus (el abuso no quita el uso) Es decir, por el hecho de que en ocasiones se pueda abusar de su empleo, no hay que suprimir el recurso de manera radical.
No es el uso lo que se pretende corregir, sino el abuso. Y este comienza a notarse cuando el topico literario se emplea con tanta frecuencia que se convierte en muletilla.
Cuando se ve el pastiche, cualquier tópico, sea el que fuere, pierde por completo su efectividad.
El hecho de que poetas de la talla de un Fray Luis de León o un San Juan de la Cruz hayan usado el recurso (a veces, incluso con cierta insistencia) no resta ni un ápice de mérito poético a la obra de estos autores. Claro que, paritariamente, el hecho de que, a imitación de ellos, echemos mano de ese mismo recurso, no significa que podamos equipararnos a ellos en la calidad de la poesía.
Uno de mis poetas favoritos es Rubén Darío. Releyendo estos días sus versos (en la selección que preparó, hace unos años, Pere Gimferrer) he ido comprobando que el consabido tópico del número redondo (cien, mil, etc.) está usado, a lo largo de su obra poética con una frecuencia que podría parecer excesiva. Sin embargo, la calidad de la obra poética rubeniana resulta fuera de toda duda, aunque a lo largo de la misma puedan aislarse ciertos tranquillos que, dada la excelencia general de su obra, no se hacen visibles en el conjunto. Uno de esos tranquillos es esa sinécdoque del número redondo a la que recientemente nos hemos referido en este blog (Ver ¿Todo a mil, o todo a cien? 27-10-2007)
Daré a continuación un ramillete de ejemplos espigados a lo largo de su obra poética, desde Azul… hasta el Poema del otoño y algunas de las composiciones posteriores recogidas bajo el apartado de Poesía dispersa.
Desde el primer libro en el que se percibe ya su voz inconfundible, (Azul...) nuestro poeta emplea la síntesis poética del número redondo (“gloria y consagración de lo redondo”, dijo, si mal no recuerdo, Miguel Hernández) Comenzaré transcribiendo unos versos del poema “Invernal”, de Azul…
…Dentro, la ronda de mis mil delirios,
las canciones de notas cristalinas,
unas manos que toquen mis cabellos,
un aliento que roce mis mejillas,
un perfume de amor, mil conmociones,
mil ardientes caricias…
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¡Oh bello amor de mil genuflexiones:
(“Divagaciones”, PP)
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La cena esperaba. Quitadas las vendas
iban mil amores de flechas tremendas
en aquella noche de Carnestolendas.
(“El faisán”, PP)
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Llegaban los ecos de vagos cantares
y se despedían de sus azahares
miles de purezas en los bulevares.
(ibid.)
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Y la luna empezaba en su rueca de oro
a hilar los mil hilos de su manto sedeño.
(“Marina”, PP)
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Hay mil cachorros sueltos del León Español.
(“A Roosevelt”, VIII de CVE)
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Mientras en las revueltas extensiones
Venus y el Sol hacen nacer mil rosas.
(“Marina”, OP de CVE, XX)
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…la Poesía
es la camisa férrea de mil puntas cruentas
que llevo sobre el alma…
“Melancolía”, de OP en CVE, XXV)
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al clamor de las robustas
cien bocinas del pampero, yo saludo a las ciudades
de la mar,
con sus costas erizadas de navíos,
con sus ríos
donde mil urnas colmadas su riqueza han de volcar
(“Desde la Pampa”, CE)
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Primero, revestidos de cien plumajes varios,
…
sobre las mil cabezas de la turba apiñada;
…
más de un millón de flechas oscurecía el sol.
(“Tutecotzimí”, CE)
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Bajaban mil deleites de los senos
hacia la perla hundida del ombligo
(“La bailarina de los pies desnudos”, CE)
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Fuera pastor de mil leones
y de corderos a la vez.
(“Antonio Machado”, CE)
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Pasan furias haciendo gestos,
pasan mil rostros descompuestos;
(“Santa Elena de Montenegro” PO)
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Sus mil visiones de fornicaciones
(“La Cartuja”, en CA y OP)
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Aprendió mil gracias y hacia mil juegos...
...y con mil querellas dieron testimonio
de lo que sufrían...
(“Los motivos del lobo”)
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El tesoro divino da
allí mil hechizos y mil
sueños...
(“Balada de la bella niña del Brasil”)
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...cien cosas ha hecho, mil cosas ha escrito...
(“Simón el Bobito”, en PD)
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pues mil nobles lenguas diciendo van
que han sido ganadas en noble lid...
(“Balada laudatoria a Don Ramón María del Valle-Inclán”, en PD)
En fin, la enumeración aunque bastante completa, no es exhaustiva. A propósito, hemos suprimidos algunos ejemplos del Canto a la Argentina y, desde luego, de toda la producción poética anterior a Azul...
¿Abuso? Desde luego, no. El tópico pasa desapercibido las más veces, diluido y como arropado en la gran riqueza verbal y en la calidad poética (emoción, colorido, armonía, ritmo... todo ese caudal de belleza que atesora la obra lírica del gran poeta de Nicaragua, al que Ortega** llamara “el indio divino domesticador de palabras”.
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* Rubén Darío, retrato por Daniel Vázquez Díaz.
** Por supuesto Ortega y Gasset, no el actual presidente de Nicaragua.