domingo, agosto 31, 2008

Jane Anderson de Cienfuegos (continuación)

La biografía de Mrs. Jane Anderson de Cienfuegos es mucho más densa y compleja de lo que yo podía imaginar. Lo veo por las cosas que sobre ella he podido encontrar en Google. Uno de sus biógrafos ocasionales afirma (tal vez un tanto pomposamente) que “algún día alguien compondrá una ópera acerca de ella y la titulará “The Georgia Peach” (El melocotón de Georgia) “Su argumento está ya esbozado: probablemente, más jugosos detalles aguardan ser descubiertos” (tomado de Courtroom Battles of WWII) (o sea, Batallas judiciales de la Segunda Guerra Mundial)

“Juana Anderson fue, desde niña, una chica inquieta y rebelde. Se cuenta de ella (‘she is said’) que en el pueblo a donde fue a vivir con sus abuelos, en Georgia, fue expulsada del colegio, con 11 años (en 1904). Luego fue enviada a una “escuela privada, para ser educada según las normas de la alta sociedad”. De allí se escapó, con “16 años, para casarse. Su primer marido (o, al menos, entre los primeros que tuvo) fue “Deems Taylor, compositor y hombre de la radio neoyorquina. Juana, después de haber vivido algún tiempo en Nueva York, se convirtió en reportera del London Daily Mail y adquirió notoriedad como corresponsal de guerra durante la Primera Guerra Mundial.

Alta, esbelta y atractiva, fue, según se rumoreaba, sucesivamente la ‘querida’ de los autores Joseph Conrad y H.G. Wells. Se divorció de Taylor (1918) y volvió a Nueva York.

Juana estaba justo en el comienzo de la representación. En el segundo acto se convirtió en condesa. Esto lo consiguió al casarse con el conde (?) Eduardo Cienfuegos, un español.*
Por estas fechas, Mrs. Cienfuegos se convirtió al Catolicismo (ella era protestante) y se decantó en política por el fascismo, incluso de la extrema derecha (shifted her political allegiance to the far, even fascist, right)

El 23 de septiembre de 1936, cuando cubría información sobre la guerra civil española, como corresponsal extranjera a favor de Franco, fue hecha prisionera por las fuerzas leales a la República y encarcelada en Madrid en condiciones inhumanas, sometida a crueles interrogatorios y sentenciada a muerte por un tribunal revolucionario. Después de obligarla a presenciar las torturas y ejecuciones de otros prisioneros, fue puesta en libertad hacia mediados de octubre, como resultado de una intervención del gobierno de los Estados Unidos (Departamento de Estado) Milagrosamente, Juana escapó del pelotón de fusilamiento, por el grosor de un cabello…

En ese mes y medio de prisión sufrió bastante deterioro la belleza de la prisionera. El relato de esta dolorosa transformación lo pinta con tintas trágicas el autor del trabajo que estamos tratando de traducir ahora: “Ella había entrado en la cárcel como una de las mujeres más bellas de España. Salió macilenta y anémica y con la cicatrices de haber sido mordida por las ratas”. De ahí la afirmación de Monseñor Fulton Sheen, el arzobispo norteamericano, comparando a Jane con “one of the living martyrs”.

Claro que no fueron sólo los sufrimientos de la cárcel los que minaron la belleza de Jane Anderson. Ya antes de la guerra civil, el alcohol y las drogas habían comenzado a echar a perder “su legendaria belleza”. (Continuará)
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*En otros pasajes el título nobiliario que se le supone a este señor es el de Marqués. En otro lugar se dice de este personaje que era “a gigolo and a professional gambler” (una especie de chulo y un tahur profesional)

sábado, agosto 30, 2008

Mrs. Jane Anderson de Cienfuegos, una activista del fascismo

La descripción que hacen mis amigos Jaime y Charo de la presunta ‘austriaca’ que salía a pasear con sus perros y con el cura Galán (llevando como acompañantes a dos chicos del poblado, uno de ellos, Jaime) coincide, en buena medida, con el aspecto que por esas fechas tenía la persona llamada Jane Anderson de Cienfuegos. Jaime y su esposa la recuerdan como una mujer alta, rubia y bien parecida: lo que diríamos una ‘mujer de bandera’, por más que ya frisaba en los cincuenta (dos fechas diferentes nos han llegado de su nacimiento, 1888 y 1893) Si elegimos la más favorable de esas fechas resulta que en 1942, año de los hechos, tenía 49 años.
Acontece que la Sra. Anderson residía en Extremadura por aquellos años y, concretamente, en la provincia de Cáceres. Hacia 1952 residía en Almoharín, con una familia que la cuidaba. Desde esa población recibí carta suya, que ya no conservo, pero de la que recuerdo varios párrafos. Verán: en el verano del 51, o quizás el 52, la Sra. Anderson estuvo en mi pueblo, Aceuchal, invitada por mi paisana Mahizflor. Yo por entonces era seminarista. Y visitaba con frecuencia a Mahizflor, que me tomaba por asesor religioso de sus lecturas (cargo que yo procuraba desempeñar lo mejor que sabía) Mahizflor me presentó a la exótica señora y recuerdo que, como en aquellas fechas yo hacía mis primeros pinitos con el inglés, intercambiamos unas palabras en este idioma. La señora Anderson debió percatarse enseguida de que yo era un pardillo en su inglés nativo y procuraba hablar lentamente, separando las palabras. Sólo recuerdo la pregunta suya:
­− With whom did you study (¿con quién estudió usted? –el inglés, se sobreentiende- Y mi contestación:
Alone. All by myself (Sólo. Por mi cuenta)
All by yourself? It’s astounding! (¿Por su cuenta? ¡Es asombroso!)

Por aquellos años yo tenía un ‘hobby’ en el dibujo. Y cuando la Sra. Anderson regresó a su residencia yo le escribí a la dirección que probablemente me facilitó Mahizflor, y que era: La Vega de Oro, ALMOHARÍN, Cáceres. Le envié una reproducción de un dibujo de Doré, una estampa romántica que representaba a unas damas remando en una barquichuela. A los pocos días recibí una carta suya de la que recuerdo las siguientes frases:

My esteemed friend: Your letter reached me today and gave me the greatest pleasure. It was indeed kind of you to send me such a charming gift for the holidays. Your pen captured very readily the fine irony and the fragile elegance of Gustav Doré, a task of much merit which establishes, beyond any doubt, your exceptional talent.
……………… (Con respecto a los autores en inglés que debería leer, me recomendaba:
Seek no other guidance than that of Shakespeare. He is the greatest of the Anglosaxons.

También se refería en su carta a que estaba trabajando en la redacción de un libro que iba a publicarse en América y cuyo título sería The Crusade (La Cruzada) Posiblemente se refería a lo que la jerarquía eclesiástica de la época llamó “cruzada”: el exterminio de los ‘rojos’ y de toda la ‘canalla marxista’.

Por entonces yo no sabía nada acerca de la personalidad de la Sra. Anderson. Después he conocido, a grandes rasgos, su biografía, verdaderamente novelesca.

Me tomo un respiro en este punto y procuraré seguir informándoles acerca de la apasionada vida de Dª Juanita (así parece que se la conocía en Almoharín) En el mundo exterior se la conocía por otros sobrenombres: The Nazi Georgia Peach (La Nazi, Melocotón de Georgia) y Lady Haw-Haw.

Dejemos el asunto para otro día.