La biografía de Mrs. Jane Anderson de Cienfuegos es mucho más densa y compleja de lo que yo podía imaginar. Lo veo por las cosas que sobre ella he podido encontrar en Google. Uno de sus biógrafos ocasionales afirma (tal vez un tanto pomposamente) que “algún día alguien compondrá una ópera acerca de ella y la titulará “The Georgia Peach” (El melocotón de Georgia) “Su argumento está ya esbozado: probablemente, más jugosos detalles aguardan ser descubiertos” (tomado de Courtroom Battles of WWII) (o sea, Batallas judiciales de la Segunda Guerra Mundial)
“Juana Anderson fue, desde niña, una chica inquieta y rebelde. Se cuenta de ella (‘she is said’) que en el pueblo a donde fue a vivir con sus abuelos, en Georgia, fue expulsada del colegio, con 11 años (en 1904). Luego fue enviada a una “escuela privada, para ser educada según las normas de la alta sociedad”. De allí se escapó, con “16 años, para casarse. Su primer marido (o, al menos, entre los primeros que tuvo) fue “Deems Taylor, compositor y hombre de la radio neoyorquina. Juana, después de haber vivido algún tiempo en Nueva York, se convirtió en reportera del London Daily Mail y adquirió notoriedad como corresponsal de guerra durante la Primera Guerra Mundial.
Alta, esbelta y atractiva, fue, según se rumoreaba, sucesivamente la ‘querida’ de los autores Joseph Conrad y H.G. Wells. Se divorció de Taylor (1918) y volvió a Nueva York.
Juana estaba justo en el comienzo de la representación. En el segundo acto se convirtió en condesa. Esto lo consiguió al casarse con el conde (?) Eduardo Cienfuegos, un español.*
Por estas fechas, Mrs. Cienfuegos se convirtió al Catolicismo (ella era protestante) y se decantó en política por el fascismo, incluso de la extrema derecha (shifted her political allegiance to the far, even fascist, right)
El 23 de septiembre de 1936, cuando cubría información sobre la guerra civil española, como corresponsal extranjera a favor de Franco, fue hecha prisionera por las fuerzas leales a la República y encarcelada en Madrid en condiciones inhumanas, sometida a crueles interrogatorios y sentenciada a muerte por un tribunal revolucionario. Después de obligarla a presenciar las torturas y ejecuciones de otros prisioneros, fue puesta en libertad hacia mediados de octubre, como resultado de una intervención del gobierno de los Estados Unidos (Departamento de Estado) Milagrosamente, Juana escapó del pelotón de fusilamiento, por el grosor de un cabello…
En ese mes y medio de prisión sufrió bastante deterioro la belleza de la prisionera. El relato de esta dolorosa transformación lo pinta con tintas trágicas el autor del trabajo que estamos tratando de traducir ahora: “Ella había entrado en la cárcel como una de las mujeres más bellas de España. Salió macilenta y anémica y con la cicatrices de haber sido mordida por las ratas”. De ahí la afirmación de Monseñor Fulton Sheen, el arzobispo norteamericano, comparando a Jane con “one of the living martyrs”.
Claro que no fueron sólo los sufrimientos de la cárcel los que minaron la belleza de Jane Anderson. Ya antes de la guerra civil, el alcohol y las drogas habían comenzado a echar a perder “su legendaria belleza”. (Continuará)
_______“Juana Anderson fue, desde niña, una chica inquieta y rebelde. Se cuenta de ella (‘she is said’) que en el pueblo a donde fue a vivir con sus abuelos, en Georgia, fue expulsada del colegio, con 11 años (en 1904). Luego fue enviada a una “escuela privada, para ser educada según las normas de la alta sociedad”. De allí se escapó, con “16 años, para casarse. Su primer marido (o, al menos, entre los primeros que tuvo) fue “Deems Taylor, compositor y hombre de la radio neoyorquina. Juana, después de haber vivido algún tiempo en Nueva York, se convirtió en reportera del London Daily Mail y adquirió notoriedad como corresponsal de guerra durante la Primera Guerra Mundial.
Alta, esbelta y atractiva, fue, según se rumoreaba, sucesivamente la ‘querida’ de los autores Joseph Conrad y H.G. Wells. Se divorció de Taylor (1918) y volvió a Nueva York.
Juana estaba justo en el comienzo de la representación. En el segundo acto se convirtió en condesa. Esto lo consiguió al casarse con el conde (?) Eduardo Cienfuegos, un español.*
Por estas fechas, Mrs. Cienfuegos se convirtió al Catolicismo (ella era protestante) y se decantó en política por el fascismo, incluso de la extrema derecha (shifted her political allegiance to the far, even fascist, right)
El 23 de septiembre de 1936, cuando cubría información sobre la guerra civil española, como corresponsal extranjera a favor de Franco, fue hecha prisionera por las fuerzas leales a la República y encarcelada en Madrid en condiciones inhumanas, sometida a crueles interrogatorios y sentenciada a muerte por un tribunal revolucionario. Después de obligarla a presenciar las torturas y ejecuciones de otros prisioneros, fue puesta en libertad hacia mediados de octubre, como resultado de una intervención del gobierno de los Estados Unidos (Departamento de Estado) Milagrosamente, Juana escapó del pelotón de fusilamiento, por el grosor de un cabello…
En ese mes y medio de prisión sufrió bastante deterioro la belleza de la prisionera. El relato de esta dolorosa transformación lo pinta con tintas trágicas el autor del trabajo que estamos tratando de traducir ahora: “Ella había entrado en la cárcel como una de las mujeres más bellas de España. Salió macilenta y anémica y con la cicatrices de haber sido mordida por las ratas”. De ahí la afirmación de Monseñor Fulton Sheen, el arzobispo norteamericano, comparando a Jane con “one of the living martyrs”.
Claro que no fueron sólo los sufrimientos de la cárcel los que minaron la belleza de Jane Anderson. Ya antes de la guerra civil, el alcohol y las drogas habían comenzado a echar a perder “su legendaria belleza”. (Continuará)
*En otros pasajes el título nobiliario que se le supone a este señor es el de Marqués. En otro lugar se dice de este personaje que era “a gigolo and a professional gambler” (una especie de chulo y un tahur profesional)