Sin embargo, esta profesión es una de las más propensas a ser objeto de sátiras. También puede que se deba a que, desde siempre, se ha dado el intrusismo con más frecuencia en esta profesión que en otras, con los consabidos efectos negativos para la salud pública. La presencia de ciertos impostores en este campo ha contribuido, no pocas veces, al descrédito de los profesionales auténticos y ha dado pie a que la sátira se haya ejercido por igual contra unos y contra otros.
Un somero recorrido por el campo de la sátira nos descubre enseguida que los profesionales de la medicina suelen ser, con bastante frecuencia, el blanco de las burlas satíricas, particularmente en el sentido de atribuirles la responsabilidad de la muerte de sus pacientes. Vamos a empezar con algunos ejemplos que nos ofrecen una idea bastante clara de que se trata de un filón, prácticamente inagotable, de comicidad.
Ya en el poeta hispano romano, Marcial, encontramos dos epigramas reiterativos acerca del mismo sujeto, un tal Diaulo (casi un pobre diablo) que primero se dedicaba a ejercer la medicina y posteriormente se dedicó al negocio de pompas fúnebres. Dice Marcial: Lo que hace como organizador de sepelios, lo hacía ya antes como médico (1.30 y 1.47)
Nuestro extremeño Vicente García de la Huerta compuso un dístico en latín (lo incluye el profesor Miguel Ángel Lama en su edición de las Poesías, del autor zafrense) y nos da la traducción que Huerta hizo del mismo: Ni enfermedades ni peste,/ ni de la guerra el cuchillo,/ asesinan tantos hombres / como un médico imperito*
Siguiéndole el rastro al tópico, recordaré un pasaje de Oscar Wilde (en El fantasma de Canterville)** donde se alude irónicamente a esta convencional relación entre los médicos y la muerte. El dueño de la mansión de Canterville se ve en el caso de advertir al comprador de la misma, Mr. Hiram B. Otis, de que el castillo tiene un fantasma:
De hecho, desde 1584, y siempre de ahí en adelante, se ha aparecido poco antes de la muerte de algún miembro de nuestra familia.
−Bueno, eso mismo es lo que suele hacer el médico de cabecera en casos semejantes.
Dos humoristas del siglo XIX (y parte del XX), como fueron Vital Aza y Juan Pérez Zúñiga, explotaron el recurso cómico. El primero es autor de un poemilla satírico, “El médico cazador”, en el que se cuenta la poca habilidad que tenía con la escopeta cierto médico. Un guasón, que era compañero de cacería del doctor, tuvo la ocurrente idea de decirle, cuando apareció la pieza cinegética: ¡Ahí va un enfermo, un enfermo! Y remata el verso final del poema: Y ¡pun!, lo mató enseguida.
En cuanto a Pérez Zúñiga, tiene, entre sus muchas poesías chuscas, una titulada “El olfato del Sultán”, en la que se cuenta muy jocosamente las peripecias de un cazador que se preciaba de ser muy certero en sus disparos. Tras referir algunas de sus ‘proezas’ con la escopeta, dice: En fin, su hermano menor/ es médico en Santander/ y dicen del cazador/ que aun mata más que el doctor/ ¡Certero debe de ser!
Para terminar con esta breve reseña del tópico, quiero contrarrestar el mal sabor con un contratópico: hay médicos (la gran mayoría, afortunadamente) que ejercen a satisfacción sus funciones y que en muchos casos libran de las garras de la muerte a los enfermos. Así los pinta el arte en más de una ocasión. Quiero recordar al célebre doctor extremeño Francisco de Arce (sobre él ha leído recientemente su tesis doctoral el profesor Andrés Oyola) al que dedicó unos versos en latín nuestro glorioso Arias Montano. El poemita se conserva en el ms. 155 de la B.N. de Madrid, fol. 128. (De él hizo una transcripción y traducción el Prof. Joaquín Pascual Barea*** Traduzco fragmentariamente los versos que aquí interesan: Aquel que arrebató de las manos de la muerte a muchos cuerpos, yace ahora vencido por la muerte y encerrado en una pequeña urna (…) Se lo llevó prematuramente la Parca, ante el temor de que él hiciera inmortales a los hombres.
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* Vicente García de la Huerta, POESÍAS (Editora Regional de Extremadura, 1997) pág. 483
En el texto latino:
Non morbi, non dira lues, non proelia terris / tot rapiunt gentes quot medicaster iners
** The Canterville Ghost, Chapt. I
*** Excerpta Philologica, X-XII, pp. 357-72 (Universidad de Cádiz, 2000-2002)