El diario ABC fue el primer periódico español durante muchos años, antes y después de la Guerra Civil. En casa de mi abuela paterna (es decir, en casa de mi padre) había una buena cantidad de números atrasados, de los años 30, tanto de ABC como de Blanco y Negro. Después de la guerra, se seguía comprando el diario monárquico en casa de mi abuela, un periódico que yo leía con deleite, sobre todo, en las jugosas colaboraciones de Agustín de Foxá. Tras el cambio político que se inició en la llamada Transición, empecé a sintonizar más con la línea ideológica de El País y, en consecuencia, me fui alejando del ABC. Ya residiendo en Zafra, he seguido leyendo habitualmente El País, más coherente con mis propios puntos de vista ideológicos. Pero en fechas recientes, a partir del 20-N pasado, el nuevo Ayuntamiento decidió suprimir de la Biblioteca Municipal dos periódicos: El País y el Extremadura, dejando sólo el HOY, a nivel regional, y El Mundo, a nivel nacional. Privado de esas fuentes de opinión, me informaron de que en el Hogar del Pensionista se puede leer El País, el ABC, el Extremadura y el HOY. Por lo que me convenía (ya era hora) solicitar el correspondiente carnet de pensionista.
Con lo que, mira por dónde, he vuelto a leer el ABC (El Mundo me parece un periódico perfectamente prescindible, sobre todo por ciertas firmas que acepta, puede que en aras de la libertad de opinión, pero que en realidad son dañosas para la democracia)
Encuentro en el veterano diario cosas con las que sintonizo: su repulsa, más o menos paladina, del franquismo y el reconocimiento de la necesidad de reparación, siquiera en el aspecto moral, de las víctimas de aquella revuelta fratricida. En este sentido quiero hacer aquí una referencia a la entrevista que publicaba con fecha de ayer el diario fiel a la monarquía, entrevista con el escritor Xavier Alcalá, con motivo de la reciente publicación en castellano de su novela Fábula, publicada originalmente en gallego. De esa entrevista subrayo las palabras que siguen:
— ¿Los fantasmas de la Guerra Civil han desaparecido de nuestra vida?
—No pueden desaparecer. Creo que el mal fue —y es— de toda España. Los fantasmas no desaparecen hasta que se les hace justicia a los muertos, sin rencor, pero justamente.
Ojalá tomen nota quienes ahora tienen en su mano la ocasión de reparar, de alguna manera, esa flagrante e inveterada injusticia. Y procuren saldar esa deuda con la república y con la Historia.
Hasta ese día, no desaparecerán los fantasmas. O, como decía el escritor Moreno Guerrero, “el llanto de los espectros”. Título de una novela inédita que a mí me dio a leer, pocas fechas antes de su muerte.
Con lo que, mira por dónde, he vuelto a leer el ABC (El Mundo me parece un periódico perfectamente prescindible, sobre todo por ciertas firmas que acepta, puede que en aras de la libertad de opinión, pero que en realidad son dañosas para la democracia)
Encuentro en el veterano diario cosas con las que sintonizo: su repulsa, más o menos paladina, del franquismo y el reconocimiento de la necesidad de reparación, siquiera en el aspecto moral, de las víctimas de aquella revuelta fratricida. En este sentido quiero hacer aquí una referencia a la entrevista que publicaba con fecha de ayer el diario fiel a la monarquía, entrevista con el escritor Xavier Alcalá, con motivo de la reciente publicación en castellano de su novela Fábula, publicada originalmente en gallego. De esa entrevista subrayo las palabras que siguen:
— ¿Los fantasmas de la Guerra Civil han desaparecido de nuestra vida?
—No pueden desaparecer. Creo que el mal fue —y es— de toda España. Los fantasmas no desaparecen hasta que se les hace justicia a los muertos, sin rencor, pero justamente.
Ojalá tomen nota quienes ahora tienen en su mano la ocasión de reparar, de alguna manera, esa flagrante e inveterada injusticia. Y procuren saldar esa deuda con la república y con la Historia.
Hasta ese día, no desaparecerán los fantasmas. O, como decía el escritor Moreno Guerrero, “el llanto de los espectros”. Título de una novela inédita que a mí me dio a leer, pocas fechas antes de su muerte.