lunes, noviembre 10, 2008

Feria homenajea a José Muñoz Gil

El sábado, 8 de noviembre, fue un sábado de gloria para Feria y, especialmente, para uno de sus hijos que, en ese mismo día, recibía a título póstumo el nombramiento de Hijo Predilecto. Estoy hablando de mi querido amigo, colega en las tareas docentes y antiguo compañero de estudios en Badajoz, José Muñoz Gil.

José fue una persona muy vinculada a la historia de la localidad por su condición de cronista oficial de la villa, título que él se había ganado a pulso con su asidua dedicación al estudio de la historia de su pueblo natal. Los dos amores esenciales de José fueron su esposa y su patria chica, y a ambos fue fiel durante toda su vida. José era un ‘corito’ de ley, y al servicio de su patria chica dedicó, de alma y de corazón, la mayor parte de su existencia: en ella ejerció funciones de maestro, de alcalde, de estudioso del folklore local, amén de cronista e historiador veraz y meticuloso.

Fue, por tanto, un homenaje muy merecido el que le tributamos ese día sus paisanos y amigos. Una especie de apoteosis por la que reconocíamos y premiábamos, unos y otros, sus merecimientos. El acto fue minuciosamente planeado y preparado por su muy querida mujer, amiga y colaboradora, Vicky; y fue, sobre todo, un acto sencillo y entrañable, comenzando por el descubrimiento de una placa a la entrada del nuevo centro cultural que, a partir de ese día, llevará el nombre de “José Muñoz Gil”. La presentación del acto corrió a cargo del popular locutor Lucio Poves, e intervinieron en el mismo, en primer lugar, la Sra. Alcaldesa de la villa, quien hizo la semblanza de uno de sus más ilustres predecesores. Intervinieron seguidamente el cronista oficial de Badajoz, Dr. Alberto González; el archivero municipal de Zafra D. José María Moreno, el catedrático y doctor en Historia D. Juan Carlos Rubio Masa; el Dr. D. Diego Peral, profesor de Historia de la Medicina en la Universidad de Extremadura y, de parte del académico de la Real de Extremadura de las Letras y de las Artes, Dr. Feliciano Correa, leyó un emotivo escrito el presentador, Lucio Poves, debido a que, por razones de fuerza mayor, no pudiera asistir el propio autor del escrito. Feliciano dedicó al amigo ausente un emotivo apóstrofe, en forma de plegaria, con palabras del Padrenuestro, dirigidas a José, que estás en los cielos. Todo muy a tono con eso que llamamos apoteosis. El caso es que nuestro querido José Muñoz Gil entró oficialmente en la gloria ese día, y esto nadie puede negarlo, sea creyente o incrédulo.

Fuimos tratados con afecto y deferencia. Agasajados con una breve actuación musical del Cuarteto Mediterráneo (alguno de cuyos integrantes es oriundo de Feria, como Joaquín Fernández, hijo de nuestro amigo y también antiguo colega Joaquín Fernández Picón) e invitados a una sencilla colación. Y, por último, obsequiados generosamente con un ejemplar del libro cada invitado de fuera. Y sendos ejemplares para cada una de las familias de Feria; lo que es una muestra de generosidad y munificencia por parte de Vicky, la esposa del autor. El libro publicado a expensas de la Diputación Provincial, es decir, con fondos públicos, revierte en el pueblo. Un detalle más de la generosidad de José y del cariño por sus gentes.

De los méritos del libro habrá que hablar con más tiempo en otra ocasión. Como anticipo yo quiero resaltar algún aspecto particular, como el que escogió para muestra el archivero de Zafra, José Mª Moreno: un precioso fragmento del libro en el que José Muñoz describe la mesa de un zapatero de los de antes; y a propósito recoge un estimable repertorio de palabras familiares, entrañables (uno de mis abuelos fue zapatero) pero que actualmente están prácticamente proscritas del vocabulario (lezna, bruñeta, cerote, patacabra, etc., pág. 70)

Y, por último, en el delicado asunto que toca a la Memoria Histórica, José hila especialmente fino, con delicadeza y circunspección, para que nadie se sienta herido. Me quedo con una afirmación suya, altamente satisfactoria y reconfortante:

En Feria, los “rojos” no mataron a nadie… (pág. 438)

Gracias, José Muñoz Gil, querido amigo.

jueves, noviembre 06, 2008

EL PALÍNDROMO DE OBAMA

En principio creí haber sido el primero en descubrirlo: el nombre de OBAMA, leído hacia atrás, resultaba un presagio de esperanza para todos los simpatizantes del candidato americano a la presidencia. OBAMA, al revés, es AMABO, primera persona del futuro simple del verbo AMARE (amar, en latín): yo amaré.
Era la más hermosa de las promesas que un candidato podía hacer a sus electores; y la hacía, además, insinuada, modestamente encubierta al reverso de su propio nombre. Así lo expuse a través de la correspondencia epistolar de latinistas de Internet GLL. La carta se publicó unas fechas antes de la celebración de los comicios cuyos resultados ya sabemos. Sólo a título particular se hizo eco uno de los lectores de esa correspondencia.
Después he comprobado, a través de Google, que el palíndromo OBAMA/AMABO ya estaba en la calle, probablemente desde el inicio mismo de la campaña. Bueno, era de esperar. En principio sólo se necesita estar un poco familiarizado con el latín para darse cuenta de la ‘casualidad’. Pero, aun así, no todos caen en la cuenta. Mi comunicante, por ejemplo, que es latinista, reconoce que no había caído.
Lo que yo escribí en latín fue:
Utinam bonis ominibus (hominibusque bonis) eveniat quod ex OBAMA nomine augurari licet. OBAMA enim, si retrorsum legerimus, Latinum verbum inveniemus AMABO. Mac Cain candidos habet capillos; Obama autem nigros. Sed cum Vergilio sentiamus illud "nimium ne crede colori". Obamae color pellis fuscus est; albus vero Caino. Sed "quamvis ille niger, quamvis hic candidus esset", mutationis prospectus quos America desiderat maiores sunt ex Obamae iuventute exspectandi quam ex Caini senectute.
Iuventuti credite, cives Americani, quae mundi spes semper fuit! Et lex quaecumque sequatur (Stat. Silv. 5.3.276)
Good luck. Fortuna propitia vobis sit!
Ioannes Hispanus Oleastrensis.

Mi amigo Miguel Garci-Gómez me ha hecho una versión al inglés que es, más bien, una paráfrasis, no exenta de belleza, como puede comprobarse:
Today, with the election of Obama for the Presidency of USA, I happened to look at his name and, as I was reading it backwards, resulted in AMABO (Latin for I’m going to love), descriptive of his temperament and his program of inclusion: truly auspicious. Mac Cain is white in his hair and skin, the effects of a long life and painful experiences; Obama’s hair and skin are dark, fresh and untested. What a difference! With his election, once and for all the American people have proven Vergil right when he said "do not put to much trust in color" (Eg. II,17). What a change! The White House is not just for white; Goodbye experiences of yesterday; wellcome promises for tomorrow. In youth do trust, citizens of America; you are once again the hope of the world. "And be it what it may" (Stat. Silv. 5.3.276). Adelante.

Por último, falta la versión castellana, que asumo seguidamente:

Ojalá que con buenos augurios (y con augures buenos) suceda lo que cabe esperar del nombre de OBAMA. Pues este nombre, si lo leemos hacia atrás, resulta ser el futuro del verbo latino ‘amar’ (AMABO = amaré). Mac Cain tiene el pelo blanco. Y Obama, negro. Pero digamos con Virgilio aquello de “no fies demasiado del color” (Eg. 2.17) El color de la piel de Obama es oscuro. El de Mac Cain es blanco. Pero, “aunque aquél sea negro y éste sea blanco” (ibid. 2.16) las perspectivas del cambio que América desea son más amplias considerando la juventud de Obama que la vejez de Mac Cain.
¡Confiad en la juventud, ciudadanos de América, que siempre fue la esperanza del mundo! Y que “pase lo que tenga que pasar” (Stat. Sil. 5.3.276) (* Más exactamente: Y que cualquier otra ley vaya detrás de ésta (= se posponga a ésta)

Buena suerte. ¡Que la fortuna os sea propicia!

Finalmente, diremos que el palíndromo ha sido esta vez un mensaje subliminal, actuando eficazmente a favor del candidato.

domingo, noviembre 02, 2008

Patriotismo y patrioterismo

Entre patriotismo y patrioterismo existe la misma relación que entre patriota y patriotero. El concepto de patria ha sido malentendido y adulterado con frecuencia a lo largo de la historia, para hacerlo coincidir, a menudo, con mezquinos intereses particulares o intereses de grupo. No es patriotismo de buena ley aquél en el que ‘patria’ suele identificarse con facción o bando, como ocurrió en España, a partir de la escisión de 1936. Los vencedores de la guerra civil se apoderaron del concepto de ‘patria’ desde entonces, dejando al contrincante fuera de juego, despojándolo de sus símbolos y sus consignas, arrebatándole su patrimonio. Esta privación de la patria conlleva el parricidio, inherente a toda guerra civil: el vencido se ve privado de patria, en una especie de orfandad: sin vida civil, desde luego, y en el peor de los casos, sin vida material.
Exiliados, encarcelados o anulados civilmente, si no ya muertos, estuvieron los vencidos de la guerra civil, desposeídos de una patria que, en opinión de aquellos que desde entonces detentaron su posesión, pretendía ser “Una, Grande y Libre”. Una, por eliminación de la otra. Grande, sólo porque, eliminados los vencidos, los vencedores cabían a más. Y Libre… de los inconvenientes de la competencia.
En resumen, lo que los vencedores llamaron 'Patria' fue monopolio. Y su pretendido patriotismo, patrioterismo.
Con la patria se monopolizaron sus símbolos, al tiempo que se privaba de los suyos a los ‘enemigos’, ya no ‘compatriotas’. ¿Cómo compartir símbolos con el enemigo?
Toda esta crisis del concepto de Patria la trajo consigo la sublevación militar de 1936. A partir de ese primer ‘rupturismo’, el traidor fue aclamado como patriota y, el vencido, como traidor. El vencedor, ‘rebelde’, se permitió encausar y ejecutar al contrario alegando el delito de “auxilio a la rebelión”. Se hizo realidad el tópico del mundo al revés.
¿Qué tiene de extraño que esos españoles, despojados de la patria por quienes detentaron su propiedad, no ‘vibraran’ ante unos símbolos y unas consignas que no eran las suyas? El “Cara al Sol”, los “Arriba España”, los “Por Dios y por España”…o determinados gestos, como el de levantar el brazo, no podían ser compartidos por aquéllos que ya no sentían la patria como suya, porque la sentían enajenada.
Desde esa situación precaria del vencido que se ve privado de la patria común resulta difícil sentir al unísono con los que coreaban consignas como la de "¡Arriba España!" u otras por el estilo. No iba contra ellos, en consecuencia, la letra de la jota con la que el aragonés Sanz Ferrer increpaba la falta de patriotismo:

Quien al oír ‘¡Viva España!’
con un ‘¡viva!’ no responde;
si es hombre, no es español;
y, si es español, no es hombre.

No podían hacer suyos esos versos quienes se sentían excluidos de la patria como hogar común. Las numerosas víctimas del franquismo se sentían despojadas de una patria que, por ser del adversario, ya no era la suya.
El célebre retruécano de los dos últimos versos podía ser modificado por cualquiera de las víctimas del franquismo, cambiándolos, humorísticamente, por esta otra redacción:

Quien al oír ‘¡Viva España!’
con un ‘¡Viva!’ no responde...
...es que espera oír después:
‘¡Y viva Franco Bahamonde!’

martes, octubre 28, 2008

Insensibilidad de las instancias públicas

Transcribo, literalmente, la breve carta de Ian Gibson publicada en El País (27-10- 2008) acerca del hecho, que el autor califica de llamativo (y que lo es, en realidad) de que en Oviedo, precisamente en la calle donde se ubica la sede de la Fundación Príncipe de Asturias, aún persista el nombre del ominoso general Yagüe para designar dicha vía pública. ¿Nadie había reparado, hasta ahora, en ello? ¿Se puede consentir que el patronímico del matarife número uno, responsable directo de la represión en Extremadura, siga todavía vigente en el callejero de la Vetusta de Clarín? Esta Vetusta me asusta. Señores del Ayuntamiento: ¿De veras han reparado en que la persistencia de ese nombre, a estas alturas de la democracia, constituye un verdadero disparate , una falta de sensibilidad, una incuria (y hasta una injuria) intolerable para la democracia? He aquí el texto de Gibson:

Al margen del ya célebre auto del juez Garzón, ¿no denota una llamativa insensibilidad por parte de las instancias públicas y reales el que la calle ovetense donde la Fundación Príncipe de Asturias tiene su sede siga llevando el nombre del general Yagüe, de tan infausta memoria ... sobre todo por tierras extremeñas? Ian Gibson. Madrid.

miércoles, octubre 22, 2008

Requisitoria al franquismo

La democracia no puede adquirirse a costa de negar su propia esencia, incompatible, por principio, con la dictadura y, por ende, con el franquismo.
El actual encausamiento de éste, que ha puesto en marcha el juez Garzón, tropieza ahora con argumentos de tipo jurídico basados en anteriores concesiones al régimen, efectuadas bajo coacción de quienes tenían ‘la sartén por el mango’. Así, la Ley de Amnistía de 1977. Se puede pactar la amnistía, pero la amnesia no es pactable, o negociable. No se puede olvidar ‘por decreto’, por más que se pueda ‘perdonar por presión y en virtud de pacto’. La transición transigió (¡qué remedio!) y tuvo su parte de cambalache. El franquismo consintió en resignar poder a cambio de impunidad. Si los culpables de aquellos crímenes (sobre todo, los principales propulsores del Alzamiento) ya están bajo tierra y, en consecuencia, sus crímenes han prescrito, nadie va a pedir castigos y responsabilidades. Pero sí es exigible la damnatio memoriae (‘histórica’, en este caso, como la principal personada en la acusación) pidiendo la explícita condena de aquellos crímenes que escaparon a la acción de la justicia, impotente para castigarlos en su momento, y que lograron, como última violencia, arrancar por la fuerza su propia impunidad.
Si los partidos políticos que arribaron a la democracia como herederos directos del franquismo hubieran abjurado expresamente de la dictadura, como algo incompatible con la democracia y hubiesen posibilitado ese acuerdo común de condena del propio franquismo, que es exigencia irrenunciable de la democracia, tal vez no hubiera habido lugar a este encausamiento, emprendido por Garzón. La solución al conflicto hubiera sido política. Fue una buena ocasión y una señal de esperanza la condena unánime de la dictadura en la fecha 20-N-02. Pero ya sabemos cómo, más tarde, el PP, desde la oposición, recogió velas y contradijo esta condena en el Parlamento europeo, en 2006. Lo hizo por delegación de su representante Jaime Mayor Oreja.
No hubo entonces solución por la vía política y ahora se quiere entorpecer la emprendida por la vía judicial, con argumentos judiciales como el de la amnistía, en virtud de pactos alcanzados por extorsión: se resigna poder a cambio de impunidad y amnistía. Vale. ¿Pero también amnesia? Esto es lo disparatado, no la acción del juez Garzón.
Si éste sentó en el banquillo a un dictador foráneo, como Pinochet, ¿por qué no había de sentar, aunque fuera sólo simbólicamente, en el banquillo de la historia, a Franco y sus conmilitones, reos todos de crímenes impunes? Sólo se pide la satisfacción moral que pueda proporcionar la damnatio memoriae, la condena por parte de la ‘memoria histórica’.
No se trata de buscar culpables para meterlos en la cárcel. Se trata de que el salvoconducto de la impunidad no nos quiera hacer tragar lo inadmisible: lo del Alzamiento como Cruzada, ese infundio de la jerarquía eclesiástica que tan buenos resultados dio a la propaganda franquista para cohonestar sus crímenes.
No. El Alzamiento fue un golpe de Estado. Una rebelión contra un gobierno legítimamente constituido. Un delito de alta traición. Y, sobre todo, un exterminio sistemático del opositor político.
El problema pendiente de nuestra democracia es que no se ha facilitado la necesaria, imprescindible, catarsis a los vencidos y a sus descendientes y familiares. Ha faltado generosidad en este punto a los demócratas evolucionados del franquismo. Y sin esa catarsis la salud psíquica y política de los españoles será precaria. Y la convivencia, recelosa.
Hay que vomitar todo el ricino doctrinario y político que nos hicieron tragar. Eso que Cicerón llamaba el virus acerbitatis, el virus de la amargura de la memoria.

domingo, octubre 19, 2008

LA FALANGE AUTÉNTICA Y LA OTRA

La verdadera fatalidad de la Falange fue que al núcleo primitivo constituido por el fundador y sus simpatizantes, los llamados ‘camisas viejas’, se les unió, en los primeros meses de la sublevación militar, un contingente de advenedizos de ocasión, que eran por completo ajenos a los principios doctrinales del credo falangista, que eran extraños e incluso opuestos a esos principios; pero que consideraron a la Falange como banderín de enganche para, desde sus filas, tomar partido por la causa de los militares sublevados contra la República.

La mayoría de los que vistieron la camisa azul no tenía ni idea de la doctrina de José Antonio. Su adscripción a la Falange era meramente oportunista, sin adhesión a lo que pudiéramos llamar la buena fe del dogma jose-antoniano. Pues, aparte los posibles errores en que todo ser humano puede incurrir, no hay por qué negar un mínimo de rectitud y de honestidad, un propósito de ser útil a la sociedad, a las ideas fundamentales que propugnaba la Falange de José Antonio.

Una gran mayoría de quienes vistieron la camisa azul no veía en la Falange más que una forma de pronunciarse a favor del régimen, muchas veces, una manera de medrar, de adquirir influencia política.

Fue así como el régimen absorbió a la Falange, se sirvió de ella, con cierto menosprecio por su doctrina, operación que se consumó con el famoso Decreto de Unificación, lo que vino a suponer en cierto modo su anulación como ideario político.

Todo ese material de aluvión que se incorporó a la Falange no contribuyó más que a neutralizar la primitiva esencia de su doctrina. La Falange se convirtió en el disfraz ideológico del Régimen, y en verdadero compañero de viaje, del que se prescinde cuando ya no nos sirve.

Hubo falangistas a los que verdaderamente la Falange les resultaba un ‘coñazo’ (para utilizar una válvula de escape a la sinceridad, como la que recientemente hemos visto en un conocido líder político) Un mal chiste de aquellos tiempos definía a la falange como un cachondeo (un cacho [de] un deo: señalando le parte del dedo que llamamos ‘falange’)

Uno de estos ‘falangistas’ desdeñosos de la doctrina del fundador fue el poeta Foxá, que no se recataba de proclamar que él, por su circunstancia familiar, era lo más diametralmente opuesto a lo que postulaba el ideario falangista.

Muchas veces, entre bromas y veras, se sinceró con sus amigos acerca de lo que él pensaba en realidad de la Falange. Así uno de estos amigos, Juan Ignacio Luca de Tena, nos ha dejado un par de testimonios inequívocos en este sentido, en los que el aristócrata dejó constancia de lo que en realidad pensaba de la Falange. Una vez la definió, jocosamente, como “la hija adulterina de Carlos Marx y de Isabel la Católica”* O sea, Foxá veía en la Falange (la auténtica, claro) un ascendiente comunista.

Y en otra ocasión dijo que lo que menos le perdonaba él al comunismo es que lo hubiera impulsado a hacerse falangista (quizás por aquello de que ‘de dos males siempre es preferible elegir el menor’)
Cuando la Falange ha querido recuperar credibilidad ya era tarde. La Falange auténtica, que se pretendió resucitar en tiempos de la democracia, ha resultado estar muerta y bien muerta.

Y, lo que es peor (para sus escasos seguidores) nadie cree en su resurrección.
______
* Cf. J.I. Luca de Tena, Mis amigos muertos, (Planeta, Barcelona, 1971) p. 256
Algunos falangistas de buena fe, tuvieron el arresto y la valentía de manifestar su discrepancia del sistema. Tal es el caso de Ridruejo. Y, tras él, otros falangistas de primera hora irían manifestando su alejamiento del régimen: Laín Entralgo y, de alguna manera, Antonio Tovar.

lunes, octubre 13, 2008

Carteles de posguerra

Ahí está. Es el cartel que he andado buscando por Internet y que hasta ahora no había encontrado. Es la vieja estampa de Santiago Matamoros puesta al día. Un soldado, se supone que del ejército que ha hecho entrar en cintura a España nuevamente, empuña una bandera victoriosa, mientras que a sus pies yace la bestia comunista derribada.

El cartel estuvo pegado mucho tiempo en la pared de la casa de los Manganés, primera de la calle del Medio, acera izquierda, en dirección al Pozo de Arriba. El flanco derecho de esta casa mira hacia la cruz de los Caídos. Y en ese lienzo de pared estuvo pegado este cartel que yo miraba a diario, cuando iba camino de la escuela.

La bestia comunista caracterizada de demonio, con sus cuernos, aparece en el suelo, gorda y pesada, con sus miembros y su vientre pintarrajeados con las siglas de los movimientos obreros UHP, CNT y alguna que otra, más o menos legible. Se advierte el emblema de la Falange, el yugo y las flechas, y la leyenda de ‘una, grande, libre’ y en la parte superior, el nombre de ESPAÑA, convertida ya en monopolio del fascismo.

Un ejemplo más, tosco y grosero, de la demonización del enemigo. El soldado de rostro anónimo bien podía representar a Franco. El ‘ángel’ de la épica pemaniana de guardarropía, con la bestia del comunismo abatida, derrotada, a sus pies.

Esa bestia representaba a los únicos caídos de Aceuchal, los que cayeron en la retaguardia, a manos de los paramilitares de la derecha y cuyas bajas se contabilizaron como bajas de guerra, no como asesinatos con el refrendo de unos mandos rebeldes. Guerra sucia, desde luego. Y para más INRI, se erigió una Cruz de los Caídos y se colgó una lista de nombres en la pared de la iglesia que mira hacia el monumento.

Hubo algún cura que no se prestó a secundar la pantomima. Y se negó en redondo a oficiar la ‘misa negra’ de los caídos, allí donde no había habido más caídos que los represaliados de izquierda. Fue por los años 60. Naturalmente, fue botado de allí. Ese cura se llama Benito y vive actualmente en Málaga. Y, lo más admirable, ¡sigue siendo cura!

Este cartel me recuerda mi niñez, que tuvo que pechar con todas esas humillaciones, entre ellas la de comprender que la causa vencida se pretendía rebajar a la categoría de lo diabólico.

domingo, octubre 12, 2008

Otras inscripciones del puente de Alcántara

Además de la inscripción existente sobre el dintel de la capilla, o templete, de San Julián, del que días atrás nos ocupábamos, existen varias inscripciones, referentes a restauraciones llevadas a cabo en diversas épocas. Reproducimos aquí las correspondientes a los reinados de Carlos V (1543) y la que se realizó en tiempos de Isabel II de Borbón, en 1859.

En el texto de la primera de estas inscripciones se lee: CAROLVS ∙ V ∙ IMP ∙ / CAESAR ∙ AVGVSTVS / HISPANIARVMQUE ∙ REX ∙ HVNC PON / TEM BELLIS ETAN/ TIQVITATE EX PAR/ TE DIRVPTVM/ RVINAMQVE / MINANTEM INS/ TAVRARI IVS/ SIT∙ ANNO DO/MINI∙ M∙D∙XLIII/IMPERII SVI XXIIII/ REGNI VERO XXVI

O sea: Carlos V, Emperador, César Augusto, y Rey de las Españas mandó restaurar este puente, en parte roto y amenazando ruina, por las guerras y por la antigüedad, en el año del Señor 1543, año vigésimo cuarto de su imperio y vigésimo sexto de su reinado.

La otra inscripción corresponde a la restauración realizada en el reinado de Isabel II, cuando se grabó de nuevo en mármol el texto de la vieja inscripción del templete, ya por entonces muy deteriorada y a duras penas legible, texto que reproducíamos en la fotografía aportada en aquella entrada de este blog.

Esta restitución se hizo a instancias de la Real Academia de la Historia y se llevó a cabo, como se ha dicho, en el año 1859. Para ello hubo que desmontar piedra por piedra al arco abovedado del puente. Las piedras se numeraron, de manera que, tras la reposición del arco derruido del puente, volvieran a ocupar el lugar que tenían previamente a la restauración. De todo lo cual se da cumplida información en la Noticia de las Actas de la Real Academia de la Historia, leída en junta pública de 1º de julio de 1860, por Don Pedro Sabán, en Madrid, año de 1860, apéndice 8º, págs. 1-5. El arquitecto que restituyó la obra de Lácer no fue indigno de su antecesor. Su nombre es Alejandro Millán.

El texto de la lápida que da noticia de esta restauración es como sigue:





ELISABETH.BORBONIA/HISPANIARVM∙REGINA/NORBENSEM∙PONTEM/ANTIQVAE PROVINCIAE/LUSITANIAE∙OPVS/ITERVM∙BELLO/INTERRVPTVM/TEMPORIS∙


VETVSTATE/PENE∙PROLAPSVM/RESTITVIT/ADITVM VTRINQVE/AMPLIFICAVIT/VIAM∙LATAM∙AD/VACCEOS∙FIERI∙IVSSIT/ANNO∙DOMINI/ M∙DCCC∙LIX



(
Isabel de Borbón, Reina de las Españas, restituyó el puente Norbense*, de la antigua provincia de Lusitania, obra por segunda vez destruida por la guerra y casi en ruinas por su antigüedad; amplió las entradas por uno y otro lado, mandó hacer una ancha carretera hacia los vaceos, en el año del Señor de 1859)

Otra de las inscripciones que se encuentran en el puente es la que enumera los municipios y pedanías de la antigüedad que contribuyeron a la construcción del puente (inscripción sobre la que ha realizado un documentado estudio Luís García Iglesias, en un trabajo que citábamos en nuestra anterior entrega sobre las inscripciones latinas del puente) y la que aparece en el frontispicio mismo del arco del arco abovedado sobre el puente.

_____

* Norba es el nombre que corresponde a la provincia de Cáceres. El gentilicio Norbense es correlativo de Pacense, referido este a la provincia de Badajoz.

martes, septiembre 23, 2008

La inscripción latina del Puente de Alcántara

Mi doblemente amigo José Luís Ortiz (por ex – discípulo y por amigo de mi hijo Juan Gabriel) me remite unas fotos preciosas del puente romano de Alcántara, lo que me hace pensar que el obsequio supone una invitación tácita a que me atreva a descifrar la inscripción en latín que aparece en el frontis del templete, junto al puente. Porque yo interpreto como una invitación, hecha, desde luego, con discreción y delicadeza, insinuada más bien, a que el antiguo profesor de Latín haga inteligible el texto del dintel de ese templete.
Tengo, pues, trabajo a la vista y, en tal situación, lo que debe hacer un investigador responsable es documentarse sobre el asunto y ver qué es lo que han dicho anteriormente otros investigadores sobre el particular. Yo tengo que declarar no haber visto aún ninguna bibliografía sobre el tema y, desde luego, ninguna traducción previa. Asumo, por tanto, mi tarea con el solo bagaje científico de mis estudios filológicos. El documentarse lleva tiempo y el contrastar opiniones más, y lo que yo quiero es hacer inteligible la inscripción como latinista que se enfrenta por primera vez a un texto y trata de hacerlo asequible a los no latinistas.
Lo primero que el latinista advierte, y que suele pasar desapercibido para el no latinista, es que el texto de la inscripción está en verso. Exceptuado el primer renglón que contiene la dedicatoria, los seis renglones siguientes contienen sendos dísticos (dos versos por renglón) Vamos a proceder, ante todo, a poner cada verso en un renglón, tras el encabezamiento, o dedicatoria, que resaltaremos en negrita:

IMP.NERVAE.TRAIANO.CAESARI.AVG.GERM.DAC.SACRVM

Templum in rupe Tagi superis et Caesare plenum
ars ubi materia vincitur ipsa sua.
Quis quali dederit voto fortasse requiret
cura viatorum quos nova fama iuvat.
Ingentem vasta pontem qui mole peregit
sacra litaturo fecit honore Lacer.
Qui pontem fecit Lacer et nova templa dicavit,
illic se solvunt, hic sibi vota litant.
Pontem perpetui mansurum in saecula mundi
fecit divina nobilis arte Lacer.
Idem Romuleis templum cum Caesare divis
constituit felix utraque causa sacri.

C.Iulius Lacer H(oc)S(acellum)F(ecit) et dedicavit amico Curio Lacone Igaeditano
Hunc titulum procellis abrasum Philippus IV renovari, marmori denuo incidi Elisabeth II decrevit.
Hasta aquí el texto completo de la inscripción. Son seis dísticos (cada uno consta de un hexámetro y un pentámetro)

Su traducción, más o menos parafraseada, podría ser esta:
Al Emperador Nerva, Trajano, César, Augusto, Germánico, Dácico, está consagrado




este templo, en la roca viva del Tajo, ocupado por la Divinidad y por el César,

donde la grandeza misma del arte es superada por la grandeza de la obra.

Tal vez la curiosidad de los viajeros, a quienes la celebridad de lo nuevo les agrada,


indagará quién, y en virtud de qué voto, ofreció este templo.

El que construyó el gran puente de vasta fábrica fue Lácer,

para ofrecer con toda solemnidad los sacrificios.

El que hizo el puente, Lácer, también dedicó los nuevos templos:

en aquél se cumplen los votos, en éstos se les consagran las ofrendas.

El ilustre Lácer, con divino arte, hizo el puente

para que durase por los siglos en la perpetuidad del mundo.

Él mismo llevó a cabo felizmente el templo y el puente,

consagrados a los dioses romanos junto con César, una y otra obra.

Cayo Julio Lácer hizo esta capilla y la dedicó a su amigo Curio Lacón Igaeditano*.

Este letrero, desgastado por el temporal, lo mandó renovar Felipe IV y lo mandó grabar en mármol de nuevo Isabel II.


____


* El gentilicio Igaeditano corresponde, según estudio de Luis García Iglesias (que he consultado después) a los habitantes de la ciudad portuguesa de Idanha a Velha (Cf. REEx, t. XXXII, nº 2, pág. 266


NOTA: Probablemente la abreviatura IMP. habrá que interpretarla no como un singular sino como un plural: IMP(ERATORIBVS). Nerva adoptó a Trajano y ambos comandaron el imperio durante los últimos años de Nerva. En cuanto a los nombres posteriores que aparecen en la inscripción, son títulos, no propiamente nombres de personas: César, Augusto, Germánico, Dácico.

martes, septiembre 16, 2008

Doña Juanita, recordada por un ex – alumno de Almoharín

Mi amigo Miguel Garci-Gómez, del que ustedes tienen cumplida referencia a través de este mismo blog Reencuentros en la tercera fase , me envía una carta interesantísima de un paisano suyo, arquitecto en ejercicio en tierras gallegas. La memoria del antiguo alumno nos acerca vívidamente la imagen de Doña Juanita, por lo que este testimonio es uno de los más valiosos entre los que, hasta el momento, hemos recibido los de la Agencia GGs (que es como, humorísticamente, ha bautizado Miguel al equipo que, en cierto modo, él coordina, y cuyos miembros somos, además del propio Miguel, su esposa, el citado arquitecto, la periodista Ángeles Torres, y una serie de enlaces más (Nacho Pavón, Maruja Pavón, María Mayoral, María Inocencia Alarcón…) y yo mismo. Vamos ya, sin más dilaciones, a participar a ustedes el precioso testimonio:

Respecto a Doña Juanita, dudo que esté enterrada en el pueblo. Digo esto porque la última vez que la ví, en 1962 ó 1963, vivía en Cáceres,cerca del Camino Llano, por donde paraban los coches de línea de Almoharín. Desde allí salen unas calles cortas en fuerte pendiente que van hacia Cánovas. En una de ellas está la casa donde la visité. Era un lugar sórdido y maloliente que me impresionó tanto o más que el lamentable aspecto que ella presentaba. La encontré muy deteriorada y con cierto aire de miseria. Al parecer, sobrevivía, malamente, dando clases de Inglés. No recuerdo bien si me contaron que acabó mal con la familia que convivía en Almoharín, en una casa del Postigo, tal vez porque se le complicó la situación económica. Por eso decidiría irse a Cáceres e iniciar allí otra etapa en su vida que, salvo alguna circunstancia excepcional, pudo ser la última. Desde luego, no sería descabellado pensar que muriera y fuera enterrada en Cáceres. Mi tío, Domingo Salas, fue quien me dijo, entonces, dónde vivía. La conoció en Almoharín y quiero recordar que le hizo --ya en Cáceres-- alguna entrevista, para el Hoy o el Extremadura, periódicos con los que colaboraba. Lástima que Domingo muriese hace unos años porque, casi seguro, podría recomponer una buena parte de lo que falta de esta historia. De doña Juanita guardo muy buenos recuerdos. Fue todo un curso yendo, diariamente, a la casa donde vivía en Almoharín. Allí nos recibía, en una habitación que compartía con Negus, un gato mimoso y un poco tonto que nos disputaba, con fiereza, el espacio frente al brasero. Tenía una maleta llena de recortes de periódico de Alemania, Italia, Francia, EE.UU. y, por supuesto, de España. Aparecía con Hitler, con Mussolini, con Franco, con Serrano Suñer y un largo etcétera. Nos contaba cosas de su vida que, a veces, ilustraba con los recortes de periódico, mientras fumaba insistentemente. Recuerdo, vagamente, oirla decir que sus antecesores eran irlandeses, que ella había estudiado filología alemana en La Sorbona y un sinfín de anécdotas de su vida. Solía lamentarse de su condena y destierro a perpetuidad --confiscación de bienes incluida-- por el "macarthysmo" que la había acusado de actividades antiamericanas. Estaba aún muy afectada por la muerte, relativamente reciente, de su marido.Las clases de inglés con ella consistían en conversaciones sobre las cuestiones citadas, sin especial interés por los aspectos gramaticales. Para D.J., mi pronunciación, o la forma de expresarme, era siempre "wonderful" (¿?). A veces paseábamos por la Vega o por la carretera, lo que provocaba la natural curiosidad de los paisanos, sorprendidos por su especial atuendo, que solían volverse para estar seguros de no haber visto una pantarulla, de 1,80 m., que no paraba de fumar con su inseparable pipa alargada, tipo Mata-Hari, años veinte. Conservaba alguna foto de ella, tomada con una vieja cámara que había en casa, pero no puedo saber dónde estará. Puedo decir, en resumen, que fue una persona exquisitamente amable, generosa y delicada en el trato. Nunca quiso cobrar por sus clases porque, según ella, este tipo de actividad le daba alegría de vivir y debía agradecerlo de algún modo. Evidentemente, mi madre, encontraba siempre alguna forma de compensarla. Es posible que se pueda indagar algo en Almoharín. Lo intentaré, la próxima vez que vaya. Le preguntaré, también, a la viuda de mi tío Domingo, por si recuerda algo.

Hasta aquí la misiva del antiguo alumno de DJ, Pepe Fernández.

Por azares del destino, Doña Juanita fue una víctima de la 2ª república y una adelantada del fascismo, primero español y, después, europeo. Casada con el falangista (¿de conveniencia?) Eduardo Álvarez de Cienfuegos, apresada y torturada por los ‘rojos’, fue una acérrima defensora de la causa fascista. Y, a su pesar, una mártir de esa causa (dio testimonio de sufrimiento por la misma), como mártires fueron otros por la causa religiosa. Mártir la llamó el obispo Fulton Sheen, contemporáneo y compatriota suyo. Mártir en el sentido del sufrimiento. También en el bando contrario hubo ‘mártires’ (sufrieron y hasta murieron por la causa de la república) ¿Quiénes fueron los equivocados? Doña Juanita, sin duda, estuvo equivocada en sus apreciaciones sobre Hitler y el fascismo. Esa causa produjo pavorosos estragos a la Humanidad y son testimonios de ello nombres como los de Auschwitz y Matthaussen.

La causa franquista se quiso identificar con la causa religiosa (es lo que pretendía el lema “Por Dios y por España”) y, ambas, con la causa patriótica.
No había tal: en el fondo se trataba de impedir los verdaderos objetivos de la república: poner los medios de producción de riqueza al alcance del mayor número posible de ciudadanos. Todo se tergiversó, como sabemos. La patria fue traicionada por quienes pretendían ‘salvarla’. Lo que en realidad pretendían era salvar sus privilegios.

Por azares del destino, Doña Juanita cayó del lado de los vencedores en la guerra civil española, y en el de los perdedores de la segunda guerra mundial. Esto le valió la calificación de ‘traidora’ a la causa de su propio país.

A casi 40 años de su muerte, deseamos que sus huesos reposen en paz. Y que, si no en el cielo católico (se convirtió al catolicismo desde el credo protestante) , se encuentre, al menos, junto a sus compañeros “que hacen guardia sobre los luceros”. Catasterizada, como una constelación (¡el “melocotón de Georgia”!) en el cielo falangista.

domingo, septiembre 14, 2008

Los últimos años de Doña Juanita

To this day nothing else is known about Jane Anderson after 1947. Despite diligent investigations by historians it still has not been determined when or where Jane Anderson died. Somewhere, presumably in Spain, lie the ashes of an Atlanta-born woman who drank the cup of life to the full but nonetheless suffered a tragic fate. Born a Georgia peach, she died the Nazi Georgia Peach.

(From “JANE ANDERSON: THE NAZI GEORGIA PEACH, Part 3” by Prof. Wilkes. Published in The Athens Observer, June, 1 (1995)

(Hasta hoy, nada más se ha sabido acerca de Jane Anderson, después de 1947. A pesar de diligentes investigaciones realizadas por historiadores, no se ha determinado aún cuándo y dónde murió Jane Anderson. En algún lugar, presumiblemente de España, yacen las cenizas de una mujer nacida en Atlanta, que bebió hasta el borde la copa de la vida y, con todo, sufrió un trágico destino. Nació como un ‘melocotón de Georgia’ y murió como ‘el melocotón nazi de Georgia’ *





*(Nota: Retrato de Doña Juanita Anderson (1910) La expresión ‘melocotón de Georgia’ es la equivalente de lo que en España llamamos ‘un bombón’, para ponderar los apetecibles encantos de una mujer guapa. Debo esta explicación a mi amigo Miguel Garci-Gómez)







Habría que contar con un equipo tan eficiente como el de Paco Lobatón, el recordado presentador televisivo del programa “¿Quién sabe dónde?” para averiguar con toda la precisión deseable dónde y en qué fecha exacta acabó sus días Dª Juanita Anderson de Cienfuegos, la yankee de Atlanta (Georgia, USA) que casó con el español Eduardo Álvarez de Cienfuegos.
Dª Juanita vivió en Almoharín (Cáceres), pueblecito de la Alta Extremadura donde Cienfuegos tenía posesiones. Testigos presenciales retrotraen la presencia de Doña Juanita en Almoharín a los tiempos de la República (así nos lo confirma Doña María Mayoral, que aún vive en esta población) La señora Anderson frecuentaba por esas fechas las embajadas y legaciones extranjeras. Así parece ser que conoció a Eduardo Álvarez Cienfuegos y se unió a él en matrimonio.
Al comienzo de la guerra civil envió crónicas de España a los periódicos de lengua inglesa. En Madrid fue apresada por los ‘rojos’, acusada de espionaje, y encerrada en una checa en la que la sometieron a cruelísimas torturas (por ejemplo, soltando en su celda ratas hambrientas que la mordían y la llevaban al paroxismo del terror) Otras veces la iluminaban con un foco que mantenían encendido a todas horas. Desde entonces padeció disminución de la visión.
Cuando consiguió verse libre de aquel infierno (gracias a la intervención de la legación de su país en Madrid) se convirtió, como no podía menos, en una fervorosa apologista del franquismo y en una acérrima detractora de la causa de la República.
Esto hizo que la Falange la considerara la más adecuada propagandista del Movimiento en territorio americano. Allí fue la panegirista del franquismo, narrando sus penalidades carcelarias, lo que predispuso a sus oyentes de habla inglesa contra la causa de la República (identificada con la causa de sus torturadores en la checa) El obispo Fulton Sheen dijo de ella que “era una mártir viviente”.
La labor propagandística que Doña Juanita había desarrollado en pro de la Falange y del franquismo prosiguió, terminada la guerra civil, en Alemania, ahora a favor del fascismo. Sólo que ahora, el ataque japonés a Pearl Harbor, dejó a Juanita fuera de juego ante sus compatriotas. El panegírico del fascismo cayó en picado ante la opinión pública y Juanita fue declarada traidora y antipatriota.
En esa tesitura, Juanita optó por volver a España y pasar desapercibida en la tierra de su marido.
Doña Juanita vivió algunos años en Almoharín (Cáceres), atendida por los caseros de la finca que su marido poseía cerca de esa población. Parece que esa finca se llamaba El Rincón, aunque Juanita la bautizó con el poético nombre de La Vega de Oro (desde esa dirección recibí yo una carta suya en el verano de 1952) En 1957 todavía residía en esa población y mi amigo Miguel recuerda que asistió a la celebración de su primera misa en ese pueblo.
Años después, probablemente a comienzos de los 60, se instaló en una modesta vivienda de Cáceres capital, con el fin de ayudarse a su sustento dando clases particulares de inglés y de alemán (hablaba perfectamente también el francés)
Hacia finales de los 60 o comienzos de los 70, los parientes de su marido (ya fallecido) la llevaron a Madrid, bien a una residencia o a una clínica de desintoxicación, ya que se habían agudizado sus problemas de adicción al alcoholismo. Y en la capital de España murió en 1972. Doña Inocencia Alarcón, hija de un pariente del marido de Doña Juanita, recuerda que fue en ese año, porque "en el mismo año (poco antes o poco después) falleció mi padre, José Alarcón".
De modo que “el melocotón de Georgia”, “la mujer más buscada del mundo”, tras la caída del tercer Reich, vivió en tierras de Extremadura hasta finales de los años 60. Y murió en Madrid en 1972*.
Con o sin lápida, sus cenizas deben reposar en alguno de los cementerios de la capital de España.
Hasta ahora es toda la información que hemos podido recopilar de personas que la conocieron.
Si más adelante averiguáramos algo más, lo trasladaríamos puntualmente a ustedes.


____


* En el Registro Civil de Madrid se ha localizado su partida de defunción, ocurrida el 5 de mayo de 1972

miércoles, septiembre 10, 2008

LXXII aniversario

Hoy, 10 de septiembre, se cumple el 72 aniversario de la muerte de mi padre. Tenía 31 años. Yo tenía la edad que tiene mi nieto ahora (tres años y ocho meses). Recuerdo que fuimos, mi madre y yo, a llevarle la cena la noche anterior, al rincón de Nicolás, donde este vecino puso un bar años después. Un ángulo de la plaza de España, de Aceuchal, entre el casino y la que después sería oficina de Caja Badajoz.
Había en la puerta unos tipos con escopetas. Recuerdo nítidamente que mi padre no quiso comer y que dejó intacta la tortilla de patatas que le había preparado mi madre.

Tío Jerónimo me contó, muchos años después, que a él le habían dado palabra de no hacerle ningún daño a mi padre (su hermano) de modo que podía regresar tranquilo. No sé cuántas marrullerías más alegaron para convencer a mi tío; el caso es que éste picó el anzuelo y fue a buscarlo a su escondite, a varias leguas del pueblo:

− Me han prometido que no te harán daño, si regresas. Es más, si te escondes, dicen que puedes dar pie a que se piense que has hecho algo malo. Por eso he venido a pedirte que vuelvas a casa.

Nada más llegar el fugitivo, fueron a por él. ¿Fue aquella, que yo recuerdo, la última noche de su vida? Pienso que sí. Se traicionó la buena fe de la buena gente, con dolo y felonía. Pero, ¿qué importaba eso a los que se habían propuesto eliminar, sin contemplaciones, a quienes querían mejoras sociales? Había que proceder sin miramientos, de acuerdo con las consignas de los militares rebeldes. La derecha consideró, desde luego, a éstos como la autoridad absoluta, actuó de común acuerdo con ellos y en ellos se escudó para justificar sus ejecuciones y asesinatos, considerándolos acciones de guerra. Y a esta cacería se la llamó “Cruzada” y se la cohonestó con la consigna de “Por Dios y por España”.

Hubo registros domiciliarios y recuerdo a unos facinerosos con camisa azul registrando los cajones de la cómoda de mi madre (ropa interior, sábanas, etc.) Se consideraban con derecho a despojar de sus pertenencias a la gente de ‘izquierda’. (Sí, yo recuerdo que en el ayuntamiento socialista se acumulaban receptores de radio confiscados a la gente de la derecha. Ignoro el por qué de la medida y cuál fue el verdadero motivo de esa confiscación. Pero tal vez eso fue lo que provocó la reacción posterior que consistió en despojar a la gente humilde de sus más modestas propiedades. A mi padre le quitaron la bicicleta, herramienta de trabajo con la que, ocasionalmente, se desplazaba a trabajar fuera del pueblo. Y hasta les hizo cuerpo una colección de la revista “Estampa” que mi padre guardaba en una casa de Los Silos. Era la suscripción de varios años. Se la llevaron como si tuvieran derecho a hacerlo.

72 años ya. Y después de 40 años de “Caídos por Dios y por España” y 30 años más de propina ‘transicional’, todavía se nos reprende que tengamos ‘memoria histórica’, que queramos honrar a nuestros muertos, localizar sus huesos, recuperarlos para nuestra veneración…

martes, septiembre 09, 2008

PRIVILEGIO DE IMPUNTUALIDAD

Durante mucho tiempo existió, en el pasado, una prerrogativa cuya vigencia podía comprobarse por quienes asistían habitualmente a ceremonias religiosas en las que había intervenciones propias de la oratoria sagrada: sermones u homilías, principalmente.
Se trataba de un privilegio, ante todo, real (o regio), pero, también, de la jerarquía eclesiástica de rango superior al del que ocupaba, en ese momento, la tribuna sagrada. A esta prerrogativa podríamos llamarla ‘privilegio de impuntualidad’ y consistía en que el orador sagrado interrumpía el sermón cuando entraba en el templo un personaje regio, o un alto dignatario eclesiástico. El orador aguardaba a que el recién llegado se acomodara y, tras dirigirle unas palabras de bienvenida, tenía para el ilustre personaje la deferencia de resumirle lo que, hasta el momento de su entrada en el templo, estaba diciendo. Retomaba el hilo del discurso interrumpido con un “íbamos diciendo, Majestad, (o el título que correspondiera, Excelencia, Eminencia…)
Es muy verosímil que, para hacer efectivo el privilegio, se programara de antemano la ceremonia con el episodio de la impuntualidad incluido.
Cuenta Gracián que, en una de estas ceremonias de impuntualidad regia, estando el oficiante hablando de la pasión de Cristo, tuvo que interrumpir el sermón por la llegada de la reina con retraso al templo. No hubo más remedio que tener en cuenta la prerrogativa. Cuando la real persona se acomodó y el cura pudo retomar su discurso, lo hizo con la frase por la que Eneas accede a la petición de Dido, a que le cuente sus penalidades en la guerra de Troya:

Infandum, regina, iubes renovare dolorem

(mándasme, reina, renovar un dolor indecible)

Dadas las circunstancias, la cita virgiliana no carecía de sentido del humor.

El otro día, en Guadalupe, se reprodujo, seguramente de manera involuntaria, la mise in scène de la vieja prerrogativa. La ex – reina de los belgas, nuestra venerable compatriota Doña Fabiola, entró en el templo guadalupense con retraso. Se escenificó toda la antigua ceremonia. El celebrante interrumpió su homilía, dio la bienvenida a la señora reina e ilustre paisana, y continuó su plática, tras un breve resumen de lo dicho.

Creemos que esta vez el retraso fue debido al azar, o a causas menos rebuscadas de exhibición de privilegios. Por ejemplo, a que el tráfico está fatal. O que hubo atasco en las curvas que dan acceso a Guadalupe.

Nuestra simpática y querida Fabiola, bien a su pesar, malgré lui, había protagonizado la puesta en escena de un rancio, de un obsoleto privilegio.

jueves, septiembre 04, 2008

Un ciclón llamado Juanita

Jane Anderson de Cienfuegos fue un fenómeno de la naturaleza. Bella y borrascosa, “sopló como mujer”, según decía la vieja copla, sedujo, avasalló con su belleza, fue Circe y Calipso a la vez. ¡Legendaria Doña Juanita, Mrs. Anderson de Cienfuegos! Fuegos cien y ardores mil la hacían exaltarse cuando peroraba contra el ‘rojerío’ y los enemigos de la causa fascista. Entonces su oratoria se encandecía como una filípica y el idioma inglés crepitaba en sus labios como las ramas crepitan en un incendio. Se han anotado frases de sus discursos en las que las palabras entrechocan en trallazos onomatopéyicos y el lenguaje despliega sus recursos más característicos y efectistas.
Como en la conocida armonía imitativa que nos recuerda el rumor de las aguas de un arroyuelo:



Myriads of rivulets hurrying through the lawn,
the moan of doves in immemorial elms
and murmuring of innumerable bees…

Es un ejemplo clásico de lo que se considera onomatopeya en las preceptivas de la literatura. Otro buen ejemplo es aquel hexámetro homérico de la Ilíada que imita el ruido del galope de unos caballos, empleando palabras usuales del repertorio griego:

pol-la d’ánanta, kátanta, párantá te, dóchmia t', ēlthon (XXIII, 116)






(y así subieron y bajaron cuestas, y recorrieron atajos y veredas)*





En castellano (toda lengua tiene su ocasión onomatopéyica) recordamos la primera estrofa del poema “El faro de Malta”, del Duque de Rivas, donde creemos percibir el eco lejano del retumbo de los truenos:

Caricatura de Franklin D. Roosevelt


por Sirio








Envuelve al mundo extenso triste noche,
ronco huracán y borrascosas nubes
confunden y tinieblas impalpables
el cielo, el mar, la tierra.





Jane Anderson conseguía en sus discursos apasionados unos efectos semejantes a éstos. Cuando su oratoria se acaloraba (lo que se ha llamado su ‘overheated prose’, sus discursos se aproximaban a la soflama. Juana desplegaba su cohetería verbal que explosionaba en magníficos fogonazos retóricos. Dos ejemplos de antología nos brinda como muestra el profesor Wilkes:

Roosevelt has pulled a brass band out of his hip pocket, and a concentration camp from under the coattails of the brain trust…

Roosevelt consolidated with Churchill in the simultaneous declaration of war upon Japan … so the American people have gone to war to save Stalin and the international banker which are one and the same …

(Se pueden traducir las frases: su efecto sonoro es intraducible) **


___


* Nos decidimos por la traducción de Luis Segalá. También se ajusta al texto esta traducción: 'y tras /mucho subir y bajar, rodear y trochar, arribaron'/


** Añadimos, no obstante, la traducción, con el asesoramiento de un amigo: 1) Roosevelt ha sacado una banda de trompetas de su bolsillo trasero y un campo de concentración de debajo de las levitas de su equipo de eminencias grises (brain trust = clan de cerebros, asesores intelectuales)


2) Roosevelt se fusionó con Churchill en la declaración simultánea de guerra contra el Japón, de manera que los americanos han entrado en guerra para salvar a Stalin y al banquero internacional, que son una y la misma cosa.

lunes, septiembre 01, 2008

Jane Anderson de Cienfuegos (tercera entrega)

Tras su salida de la cárcel en Madrid, Jane Anderson regresó temporalmente a los Estados Unidos, convertida en una activa propagandista de la causa de los sublevados y difundiendo, a través de los medios de comunicación de su país, su visión negativa de la República española como sinónimo de barbarie, desorden público y persecución religiosa.
Esta visión, necesariamente parcial, de la situación española predispuso entonces a muchos de sus paisanos en contra de la República y a favor de la sublevación militar. A consolidar esta opinión en el mundo católico contribuyó, en gran medida, la famosa proclama de los obispos españoles, redactada por el Cardenal Gomá y publicada con fecha de 1 de julio de 1937. La adhesión solidaria con este escrito de 32 países y unos 900 obispos de todo el orbe católico consagró la sublevación militar de Franco y sus secuaces como una Cruzada y le otorgó una especie de legitimidad de la que hasta entonces carecía. Los intereses políticos se tiñeron de celo religioso y, en cambio, las mejoras sociales que buscaba la República se asimilaron a una persecución religiosa, el plan diabólico del ateísmo marxista. Se acuñó la famosa consigna de “Por Dios y por España” que monopolizó el patriotismo a favor de la derecha. Esta y otras consignas por el estilo se emplearían como salvoconducto para justificar toda clase de atropellos contra los leales a la causa republicana. Todo estaba justificado para aquellos que creían que ‘Dios estaba de su parte’.
En 1938 los mandos de Falange consideraron que la periodista Jane Anderson, con experiencia como corresponsal de campaña en la I Guerra Mundial y, sobre todo, como ex prisionera de los ‘rojos’, sería un buen fichaje para la causa del Movimiento. Las penalidades que había sufrido durante su encarcelamiento en Madrid eran prendas de garantía de que serviría con fervor a la causa falangista. Pero, sobre todo, el elogio del arzobispo católico Monseñor Fulton Sheen, al declararla una “mártir viviente”, eran una suerte de credenciales para hacer de ella una especie de embajadora en los EEUU de los ideales de la Falange. Y Jane Anderson cumplió a satisfacción su cometido:
Millones de americanos leían sus crónicas en los periódicos −la ‘marquesa’ tenía buena prensa− y la circunstancia de ser una sencilla chica de Georgia daba a su testimonio cierto aire de cercanía y autenticidad. Millares de personas se inclinaban a su favor cuando peroraba en las tribunas públicas y cientos de americanos influyentes que se codeaban con ella en recepciones oficiales estaban por completo inclinados a la causa franquista, ganados para ella, por la habilidad de la ‘noble dama’ americana que había sufrido cautiverio a manos de los ‘Rojos’… (FALANGE…, pág. 218)
En ese mismo año de 1938 viajó por los Estados Unidos abogando por la causa falangista y pudo desempeñar un papel decisivo en la campaña que desarrolló el Eje para evitar que se levantara el embargo de armas a la República española, una medida que muchos americanos de toda clase y condición estaban demandando de su gobierno.
Las cosas, sin embargo, iban a torcerse para Jane Anderson, a partir del ataque japonés a Pearl Harbour. Jane, desde Berlín (la ‘otra’ capital de España en aquellas fechas), en sus emisiones en inglés para EEUU, seguía defendiendo la causa fascista, por más que sus alegatos en pro del nazismo perdían credibilidad de día en día.
Los hechos cotidianos desmentían a la locutora que ensalzaba al Führer como “an immortal crusader, a great lover of God”. Estos elogios y otros por el estilo estaban en flagrante contradicción con la realidad. ¿Quién se iba a creer afirmaciones como que Hitler fuese “the great exponent of Catholic civilization”?
Las emisiones de Jane Anderson se interrumpieron bruscamente en abril de 1942. La ‘marquesa’ de Cienfuegos regresó a España donde se sentía más segura. En 1943 fue acusada ‘in absentia’ junto a otros siete intelectuales americanos por hacer propaganda radiofónica del nazismo. Los demás acusados eran: Robert H. Best, Douglas Chandles, Edgard Delaney, Constance Drexel, Frederick Kaltenbach, Dr. Max Koitschwitz y Ezra Pound. En 1945 los periódicos de Norteamérica proclamaban a Jane Anderson “the most sought- after woman in the world” (la mujer más buscada del mundo)
¿Quién se iba a imaginar que esta mujer se había refugiado en tierras extremeñas? Dicen las crónicas que en 1947 se levantaron los cargos contra ella por falta de pruebas. Y añaden que, a partir de ahí se esfumó, dejó de ser vista públicamente: When and where she died remain a mystery (‘Cuándo y dónde murió continúa siendo un misterio)
Bueno, yo no sé cuándo ni donde murió. Pero sé que en 1957 aún vivía y que asistió a la primera misa de mi ex condiscípulo Miguel Garci-Gómez en Almoharín.
En el caso, bastante improbable, de que aún estuviera viva, tendría entre 115 y 120 años.
Aquí ponemos punto final a la historia de Jane Anderson. Queda en suspenso que fuese ella la dama que salía a pasear con el cura Galán. No quiero que se me acuse de hacer juicios temerarios.

domingo, agosto 31, 2008

Jane Anderson de Cienfuegos (continuación)

La biografía de Mrs. Jane Anderson de Cienfuegos es mucho más densa y compleja de lo que yo podía imaginar. Lo veo por las cosas que sobre ella he podido encontrar en Google. Uno de sus biógrafos ocasionales afirma (tal vez un tanto pomposamente) que “algún día alguien compondrá una ópera acerca de ella y la titulará “The Georgia Peach” (El melocotón de Georgia) “Su argumento está ya esbozado: probablemente, más jugosos detalles aguardan ser descubiertos” (tomado de Courtroom Battles of WWII) (o sea, Batallas judiciales de la Segunda Guerra Mundial)

“Juana Anderson fue, desde niña, una chica inquieta y rebelde. Se cuenta de ella (‘she is said’) que en el pueblo a donde fue a vivir con sus abuelos, en Georgia, fue expulsada del colegio, con 11 años (en 1904). Luego fue enviada a una “escuela privada, para ser educada según las normas de la alta sociedad”. De allí se escapó, con “16 años, para casarse. Su primer marido (o, al menos, entre los primeros que tuvo) fue “Deems Taylor, compositor y hombre de la radio neoyorquina. Juana, después de haber vivido algún tiempo en Nueva York, se convirtió en reportera del London Daily Mail y adquirió notoriedad como corresponsal de guerra durante la Primera Guerra Mundial.

Alta, esbelta y atractiva, fue, según se rumoreaba, sucesivamente la ‘querida’ de los autores Joseph Conrad y H.G. Wells. Se divorció de Taylor (1918) y volvió a Nueva York.

Juana estaba justo en el comienzo de la representación. En el segundo acto se convirtió en condesa. Esto lo consiguió al casarse con el conde (?) Eduardo Cienfuegos, un español.*
Por estas fechas, Mrs. Cienfuegos se convirtió al Catolicismo (ella era protestante) y se decantó en política por el fascismo, incluso de la extrema derecha (shifted her political allegiance to the far, even fascist, right)

El 23 de septiembre de 1936, cuando cubría información sobre la guerra civil española, como corresponsal extranjera a favor de Franco, fue hecha prisionera por las fuerzas leales a la República y encarcelada en Madrid en condiciones inhumanas, sometida a crueles interrogatorios y sentenciada a muerte por un tribunal revolucionario. Después de obligarla a presenciar las torturas y ejecuciones de otros prisioneros, fue puesta en libertad hacia mediados de octubre, como resultado de una intervención del gobierno de los Estados Unidos (Departamento de Estado) Milagrosamente, Juana escapó del pelotón de fusilamiento, por el grosor de un cabello…

En ese mes y medio de prisión sufrió bastante deterioro la belleza de la prisionera. El relato de esta dolorosa transformación lo pinta con tintas trágicas el autor del trabajo que estamos tratando de traducir ahora: “Ella había entrado en la cárcel como una de las mujeres más bellas de España. Salió macilenta y anémica y con la cicatrices de haber sido mordida por las ratas”. De ahí la afirmación de Monseñor Fulton Sheen, el arzobispo norteamericano, comparando a Jane con “one of the living martyrs”.

Claro que no fueron sólo los sufrimientos de la cárcel los que minaron la belleza de Jane Anderson. Ya antes de la guerra civil, el alcohol y las drogas habían comenzado a echar a perder “su legendaria belleza”. (Continuará)
_______
*En otros pasajes el título nobiliario que se le supone a este señor es el de Marqués. En otro lugar se dice de este personaje que era “a gigolo and a professional gambler” (una especie de chulo y un tahur profesional)

sábado, agosto 30, 2008

Mrs. Jane Anderson de Cienfuegos, una activista del fascismo

La descripción que hacen mis amigos Jaime y Charo de la presunta ‘austriaca’ que salía a pasear con sus perros y con el cura Galán (llevando como acompañantes a dos chicos del poblado, uno de ellos, Jaime) coincide, en buena medida, con el aspecto que por esas fechas tenía la persona llamada Jane Anderson de Cienfuegos. Jaime y su esposa la recuerdan como una mujer alta, rubia y bien parecida: lo que diríamos una ‘mujer de bandera’, por más que ya frisaba en los cincuenta (dos fechas diferentes nos han llegado de su nacimiento, 1888 y 1893) Si elegimos la más favorable de esas fechas resulta que en 1942, año de los hechos, tenía 49 años.
Acontece que la Sra. Anderson residía en Extremadura por aquellos años y, concretamente, en la provincia de Cáceres. Hacia 1952 residía en Almoharín, con una familia que la cuidaba. Desde esa población recibí carta suya, que ya no conservo, pero de la que recuerdo varios párrafos. Verán: en el verano del 51, o quizás el 52, la Sra. Anderson estuvo en mi pueblo, Aceuchal, invitada por mi paisana Mahizflor. Yo por entonces era seminarista. Y visitaba con frecuencia a Mahizflor, que me tomaba por asesor religioso de sus lecturas (cargo que yo procuraba desempeñar lo mejor que sabía) Mahizflor me presentó a la exótica señora y recuerdo que, como en aquellas fechas yo hacía mis primeros pinitos con el inglés, intercambiamos unas palabras en este idioma. La señora Anderson debió percatarse enseguida de que yo era un pardillo en su inglés nativo y procuraba hablar lentamente, separando las palabras. Sólo recuerdo la pregunta suya:
­− With whom did you study (¿con quién estudió usted? –el inglés, se sobreentiende- Y mi contestación:
Alone. All by myself (Sólo. Por mi cuenta)
All by yourself? It’s astounding! (¿Por su cuenta? ¡Es asombroso!)

Por aquellos años yo tenía un ‘hobby’ en el dibujo. Y cuando la Sra. Anderson regresó a su residencia yo le escribí a la dirección que probablemente me facilitó Mahizflor, y que era: La Vega de Oro, ALMOHARÍN, Cáceres. Le envié una reproducción de un dibujo de Doré, una estampa romántica que representaba a unas damas remando en una barquichuela. A los pocos días recibí una carta suya de la que recuerdo las siguientes frases:

My esteemed friend: Your letter reached me today and gave me the greatest pleasure. It was indeed kind of you to send me such a charming gift for the holidays. Your pen captured very readily the fine irony and the fragile elegance of Gustav Doré, a task of much merit which establishes, beyond any doubt, your exceptional talent.
……………… (Con respecto a los autores en inglés que debería leer, me recomendaba:
Seek no other guidance than that of Shakespeare. He is the greatest of the Anglosaxons.

También se refería en su carta a que estaba trabajando en la redacción de un libro que iba a publicarse en América y cuyo título sería The Crusade (La Cruzada) Posiblemente se refería a lo que la jerarquía eclesiástica de la época llamó “cruzada”: el exterminio de los ‘rojos’ y de toda la ‘canalla marxista’.

Por entonces yo no sabía nada acerca de la personalidad de la Sra. Anderson. Después he conocido, a grandes rasgos, su biografía, verdaderamente novelesca.

Me tomo un respiro en este punto y procuraré seguir informándoles acerca de la apasionada vida de Dª Juanita (así parece que se la conocía en Almoharín) En el mundo exterior se la conocía por otros sobrenombres: The Nazi Georgia Peach (La Nazi, Melocotón de Georgia) y Lady Haw-Haw.

Dejemos el asunto para otro día.

martes, julio 29, 2008

INSÓLITO

Y, hablando de ordeñarse, es lo que vemos en el you-tube anexo, en el que una señora, camarera al parecer, va por las mesas de los clientes, obsequiando sorpresivamente a éstos con el néctar lácteo de sus pechos de parida. Por razones argumentales de peso, como son el hambre y la necesidad, vimos que la recordada directora de cine que fue Pilar Miró introdujo en su película “El crimen de Cuenca” una escena de gran impacto, en la que uno de los acusados, más bien acosado por el hambre, mamaba del pecho de su mujer, que por entonces amamantaba a su hijo. No recuerdo muy bien el argumento, pero sí lo patético de la escena.
En este caso no hay nada de patetismo. El hecho de que una joven señora vaya por las mesas de una cafetería añadiendo a las tazas de ¿café? de los clientes un poco de su propio jugo lácteo, más bien parece una extravagancia provocadora. Nadie, por educación, parece mostrar repulsa a la acción de la dama nodriza. Hay una cliente que hace el ademán de impedir a su ¿marido? que ingiera el líquido que la joven señora ha depositado liberalmente en la taza de él. A otros parecen habérseles despertado sus viejos hábitos, olvidados, de la lactancia. Todo resulta tan insólito, extravagante y surrealista.
La gente se queda atónita, incapaz de reaccionar. La sorpresa impide cualquier reacción.
Si la escena durara un poco más, probablemente brotaría algún que otro comentario jocoso:
− ¡Camarera! Mi café está muy negro. ¿Sería tan amable que me pusiese un chorrito más de su rica leche? Gracias.



Memoria de Aceuchal

Había muchas tradiciones en Aceuchal que no sé si con los años se habrán ido perdiendo. Aparte de las folklóricas (culinarias, festivas, etc.) las había de carácter costumbrista, social. Una de éstas era la de la cita diaria, al anochecer, de los enamorados. Dependiendo del grado de confianza, estas citas tenían lugar a la puerta de la casa de la novia, en el mejor de los casos o, lo más frecuente, en el recinto de la ermita de la Soledad, sitio común del encuentro de las parejas que aún no habían cogido confianza. Otro buen sitio de encuentro, particularmente los domingos, era el de Las Piedras, carretera arriba pasado el cuartel, en dirección de Almendralejo.
Esas piedras piporras saben mucho de lides amorosas y callan mucho también de lo que saben: “Si las piedras conversaran”… diríamos, modificando la vieja melodía del tanguero. Allí muchos paisanos se entregaban al amoroso ejercicio, un poco al resguardo, a la recacha, de las piedras y… de las distancias. No faltaban los mirones que se ocupaban de espiar a los demás, desatendiendo las propias obligaciones. Pero es que había cosas, y casos, que saltaban a la vista. Un día me llamó la atención mi entonces novia y hoy esposa de otro, sobre ciertos movimientos sospechosos que provenían de una pareja situada cien metros más allá. El faldón de la chaqueta del varón se movía de manera rítmica, perceptible desde lejos, y pudimos darnos cuenta de que ella tocaba la zambomba. Y otro día, al cruzarse la pareja con nosotros, mi novia, que era muy dada a la guasa y a la chunga, me comentó con un guiño:
─ Recuerdo florido.
Ciertas prácticas de tipo erótico eran corrientes en aquellos tiempos, siempre que no implicaran riesgo de embarazo. Hoy día supongo que los preservativos habrán facilitado mucho las cosas y habrán arrumbado las viejas prácticas. Pero, in illo tempore, era habitual que los mozos, al anochecer, acudieran a la cita puntualmente con la novia, tras una jornada de trabajo, las más veces, fatigoso. Y no era raro escuchar, como a mí me ocurrió en cierta ocasión, esta breve conversación entre dos mozos en una esquina:
− ¿A dónde se va?
A lo que el otro contestó, en el tono resignado del que tiene cierta obligación ineludible:
− ¡Onde va uno a : a ordeñase!
______


* Foto tomada de la web del Ayuntamiento de Aceuchal. Un grupo de piporros y piporras junto a la ¿Piedra El Librito?. Distingo a Campos (el del cigarro) y a Agustina, hoy marido y mujer. En la parte más alta reconozco a un tal Cipri, que vivía en la calle Postrera Baja. Un tipo fortachón al que yo le envidiaba la musculatura.En la parte derecha de la foto, (con cofia y delantal blancos) ¿no aparece Rosita, la de La Alberca, hermana de Antonio, el que casó con Aurora Ramos?. Conozco de vista a dos o tres personas más, de las que ahora no recuerdo los nombres.

sábado, julio 26, 2008

El amor y la labranza

La procreación humana es una actividad a la que, desde tiempo inmemorial, se le han encontrado semejanzas con la agricultura. El acto de depositar la semilla en la tierra nos lleva a considerar que ésta es la imagen de la mujer cuando recibe en su vientre el semen masculino. Las semejanzas entre una y otra actividad nos permiten establecer un paralelismo entre ambas, y los actos e instrumentos empleados en cada una de ellas tienen, en la otra, su correspondiente imagen analógica. Así el falo, o miembro viril, tiene como imagen la del azadón, o la reja del arado, que abre el surco de la tierra para en ella depositar esa simiente, que en el caso de la procreación llamamos semen. Esa secuencia de imágenes correspondientes a cada una de esas actividades nos permite ver a cada una de ellas como alegoría de la otra. De ahí que, por ejemplo, la palabra ‘surco’ admita, en su acepción figurada, el significado de “las partes pudendas de la mujer”[1]. La alegoría establece una analogía de proporcionalidad entre dos o más metáforas. En este caso, ‘surco’ es a ‘genitales femeninos’ como ‘arado’ es a ‘genitales masculinos’. De esta alegoría se obtienen otros tantos circunloquios, o perífrasis, para referirse, mediante un rodeo, a las partes pudendas, viriles o femeninas, evitando su mención directa. Recursos expresivos relacionados con estos últimos son los llamados eufemismos.
El resultado es que la agricultura queda ligada a la procreación humana por estos vínculos analógicos y esta ligazón constituye uno de los tópicos más arraigados de la tradición literaria universal. En el mundo clásico una de las más antiguas referencias que conocemos del tópico la encontramos en la Antígona de Sófocles. Creonte dialoga con Ismena, a cuya hermana repudia como nuera, y le dice que Antígona no es la única ‘tierra de labor’ adecuada a su hijo, porque

también pueden roturarse los campos de las demás
(v. 569)



En su poema De rerum natura Lucrecio equipara el coito al acto del laboreo que es la siembra, y advierte que no es bueno que la mujer mueva excesivamente los muslos en el acto, puesto que



Eicit enim sulcum recta regione viaque
vomeris atque locis avertit seminis ictum
[2]
(DRN, 4. 1272-3)

Boccaccio en su Decamerón (jornada 9ª, novela 10ª) cuenta cómo el truhán Gianni embauca a su compadre Pietro prometiéndole convertir en yegua a la mujer de éste, para que pueda disponer de un animal de carga más para el negocio que comparten. Hace que se desnude la mujer y se ponga a cuatro patas sobre el suelo, luego le va tocando las diversas partes del cuerpo, comenzando por la cabeza y acompañando cada uno de esos tocamientos con el ensalmo ‘haz que este miembro se convierta en el miembro correspondiente de una buena yegua’. Cuando llega al rabo, se levanta él la ropa y “cogiendo la ‘estaca’ y metiéndola rápidamente en el ‘surco’…dijo: “Y que esta ‘cola’ sea una buena cola de yegua”. El marido le interrumpe diciendo que no quiere que su yegua tenga cola y, en ese momento, el ensalmo pierde su efecto, pues no se cumplió la condición que había impuesto el autor del encantamiento y que era que el marido no hablase hasta que no terminara la operación.
Otro genio de la literatura universal, que incide en el tópico, es Shakespeare. En el soneto III aconseja a un hombre joven que se mire a un espejo y que memorice bien los rasgos de su rostro juvenil. Si quiere perpetuarlos, deberá engendrar hijos, pues esa es la única forma eficaz de conseguir el fin propuesto. Seguro que encontrará la pareja con quien realizar su propósito, porque



¿dónde está la mujer, por bella que sea,
cuyo seno virgen
[3] desdeñe tu marital cultivo?


(vv. 5-6, traducción de L. Astrana Marín)

En la tragedia del mismo autor titulada Antonio y Cleopatra (act. II, esc. II) se insiste en este aspecto agrícola del acto sexual. Agripa se refiere a Cleopatra con estas palabras:



¡Real cortesana! Forzó al gran César a acostar en su lecho su espada: él la labró y ella extrajo la cosecha.



(Traducción de L. Astrana Marín)


Los términos señalados en negrita tienen sentido metafórico. El primero de ellos, 'espada', está en sustitución del término real que es el 'miembro viril'. Congruente con esta metáfora, el órgano sexual femenino se llama 'vagina' (que en latín servía para designar la 'vaina', o funda de la espada) Los dos términos siguientes, 'labró' y 'cosecha' corresponden al campo semántico de la agricultura. César puso la 'simiente' en Cleopatra y ella recogió el fruto (Cesarión, o Tolomeo XV, fue el fruto de esa coyunda entre César y Cleopatra)

Mediante este intercambio semántico, “metáforas tales como ‘plantar’, ‘cavar’, ‘labrar’, ‘arar’ para el acto sexual, o ‘arado’, ‘azadón’, ’reja’, para el miembro viril y ‘huerto’, ’pegujar’,’viña’, ‘majuelo’, ‘surco’, ‘rastrojo’, ‘barbecho’, etc., para el sexo femenino, son tópicas”.[4]

Entre los autores de rango universal que han incorporado el tópico tenemos que mencionar a Walt Whitman, quien en su poema titulado “Song of myself” (segmento 24) incide en los símbolos femeninos ‘surco’ y ‘tierra’ junto al masculino de la ‘reja’ y el ‘arado’:

Surcos y tierra húmeda: eso eres tú; la reja firme y masculina del


arado, todo cuanto en mí se cultiva y se labra;eres mi sangre fecunda


y tus corrientes pálidas de leche las ordeñas en mi vida.



(Paráfrasis de León Felipe, traduciendo a Walt Whitman)





Dentro de esta línea tradicional del tópico, asimilado por la vía de la experiencia (no libresca) está el caso de Miguel Hernández, familiarizado con las tareas agrícolas desde su niñez. El poeta podía recrear el tópico a partir de sus propias vivencias. Así lo vemos con frecuencia a lo largo de sus escritos. El amor está en él asociado, de manera natural, a la experiencia cotidiana de las faenas agrícolas:



He poblado tu vientre de amor y sementera,
he prolongado el eco de sangre al que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.




(“Canción del esposo soldado”, de Viento del pueblo)



El poeta se ve a sí mismo como tierra propicia para el amor y recibe en su pecho las faenas penosas del agricultor:

En él se dio el amor a la labranza,
y mi alma de barbecho
hondamente ha surcado
de heridas sin remedio ni esperanza
por las ansias de muerte de su arado

(“Sino sangriento”, Poemas sueltos III, O.C. t. I, pág. 538)

El drama de la mujer célibe, que la sensibilidad de Lorca reflejó en su Doña Rosita la Soltera, o el lenguaje de las flores, o el drama de la mujer estéril (tierra infértil) de Yerma, los refleja Miguel Hernández, ocasionalmente, en las metáforas de la tierra sin arar. Miguel ve a la mujer soltera, aún fértil, como



Labradora que no encuentra yunta para su campo arar

Y en su poema “Vecino de la muerte” dedica su recuerdo, pleno de simpatía hacia aquellas mujeres que murieron célibes contra su propia voluntad:



Las niñas que expiraron de amor por la entrepierna
donde jamás tuvieron un arado y dos bueyes
.



El amor y la labranza, como acabamos de ver, comparten campos semánticos, en un recíproco intercambio de imágenes: los términos reales en uno de ellos funcionan como imágenes en el otro. Desde el punto de vista agrario, la vulva es surco y el miembro viril (“la herramienta del macho” que dijera el propio Miguel Hernández) es la reja (como parte) o el arado (como el todo) Y la tierra es mujer en cuyo vientre se deposita la semilla. Tierra madre y esposa. El hombre tiene vocación de semilla y anhela el regazo femenino donde perpetuarse mediante la procreación. La semilla está destinada a caer en la tierra y germinar. Lo expresa el poeta de manera inequívoca cuando solicita a la mujer ese elemento indispensable para llevar a cabo la siembra:



Dame tierra, mujer, dame hoyo, dame paz.




_____



[1] Cf. Lexicon Totius Latinitatis, de J. Facciolati y A. Forcellini: "sulcus ponitur pro pudendo muliebri".
[2] ‘la reja del arado echa fuera del surco / y desvía la semilla de su sitio’
[3] Literalmente ‘unear’d womb (vientre sin roturar). La explicación que ofrece la crítica textual de este pasaje es la siguiente: "as the plough enters into the soil so does the man enter into the woman and sowing it with seed (semen) leads to children as ploughing and sowing the lands lead to crops" (como el arado penetra en la tierra, así penetra el hombre en la mujer, y esta siembra de la semilla (o semen) da lugar al nacimiento de los hijos, como arar y sembrar la tierra dan lugar a la cosecha)
[4] Véase I. Arellano, “Un chiste de Coquin: el epigrama a Floro en El médico de su honra, de Calderón", publicado en las Actas del X Congreso de la AIH (1989), pág. 757 (el trabajo puede localizarse a través
de Google) En la página citada, la nota 10 a pie de página incorpora una cita tomada de la Poesía erótica del Siglo de Oro (Barcelona, Crítica, 1984) La cita dice:



Galán.- ¡Oh, quién fuera su hortelano!


−Dama.- Cuando lo fuera, ¿qué haría?




G.- No dejara en todo el día


el azadón de la mano
(vv. 12-15)




Donde la palabra ‘azadón’ tiene la consabida acepción sexual.

jueves, julio 03, 2008

La traducción del poema anterior




La Venus del espejo, por Velázquez



Para completar lo escrito en el blog sobre el poema que abre el libro 4º de las Odas de Horacio, voy a poner aquí una traducción propia, sin someterme estrictamente a ninguna estrofa concreta ni verso de los modelos que la métrica y la versificación española tienen catalogados.
En latín, el poema horaciano en cuestión está escrito en dísticos formados por un verso más largo (que es un asclepiadeo mayor, en este caso) y otro más corto (que es un gliconio o glicónico)







Después de cotejar algunas traducciones (Lorenzo Riber, Fernández Galiano, Vicente Cristóbal, etc.) pongo aquí mi personal versión del texto latino:

Intermissa Venus diu… (Hor. C. IV
, 1)
(Traducción con algunas variantes de ayer a hoy)

Después de larga tregua,
¿de nuevo vuelves contra mi tus armas?
¡oh, Venus, combativa!
Déjame, te lo ruego, te lo imploro:
Ya no soy el que era,
cuando la buena Cínara
era la reina de mis pensamientos.
Tú, la madre implacable
de los dulces deseos,
¡deja de someterme
a tus blandos preceptos!
Mira que estoy ya duro
para estos menesteres,
porque ando cerca ya del medio siglo. Vete
a donde te reclaman
los blandos ruegos de la gente joven.
Mucho más oportuna-
mente a la casa irás de Paulo Máximo,
tu pavón * en pomposa comitiva
de inmaculados cisnes; si es que buscas
corazones propicios a tus fuegos.
Pues él es noble y apuesto,
y no se corta haciendo la defensa
de los reos que temen por su suerte**;
y, mozo de mil mañas,
muy lejos llevará tus bélicas insignias.
Y cuando, prepotente,
menosprecie las dádivas de algún rival rumboso,
te hará marmórea estatua,
bajo dosel de cítrica madera,



en los predios vecinos
de los Albanos lagos.
Allí incienso abundante
por tu nariz aspirarás.
Y te deleitarás con los sonidos
de la lira y la flauta berecintias,
mezclados con canciones,
sin que falte tampoco la zampoña.
Dos veces en el día,
tu deidad alabando,
tiernos niños y niñas



la tierra golpearán con triple salto,
y con sus blancos pies



imitarán la danza de los Salios.***
A mí ya no me atrae
ni la moza ni el mozo,
ni la esperanza de una mutua entrega,
ni competir haciendo libaciones,
ni mis sienes ceñir de flores nuevas.

Pero, ay, Ligurino, ¿por qué,
por qué por mis mejillas



rueda, a veces, una furtiva lágrima?
¿Por qué mi lengua, tan locuaz de suyo,
cae, a veces, en mutismo vergonzoso?

En mis sueños nocturnos,
unas veces te apreso; otras, te sigo,
a ti que vas volando
por el Campo de Marte,
o por sobre las aguas, a ti, que eres conmigo
tan duro y tornadizo y cambiante
.

_____
* "Pavón de Venus es, cisne de Juno" (Góngora, Fabula de Polifemo y Galatea, v. 104)



** Parece deducirse, por este verso, que el oficio de este Paulo Máximo era el de abogado.



*** Los Salios, antiguos sacerdotes romanos, en sus procesiones ejecutaban saltos ('salire' = saltar)

miércoles, julio 02, 2008

Intermissa Venus diu...

El Nacimiento de Venus, de Sandro Boticelli




Hoy me despierto pensando en estos versos de Horacio, el poeta romano. Versos del comienzo de la oda primera del libro cuarto. Unos versos de humor agridulce, en los que el poeta, ya cincuentón, interpela a la diosa del placer sexual y del amor, que parece volver a la carga contra él, a tan ‘avanzada’ edad. ¡Horacio se consideraba viejo a los 50 años!
¿Otra vez mueves guerra, /contra mí y movilizas tus legiones/ después de larga tregua?/ ¡Oh,Venus, reina de los corazones!/¡Por favor, deja, deja / de acosarme con tus incitaciones! (Intermissa Venus diu / rursus bella moves? Parce, precor, precor)


En su apóstrofe a la diosa del amor, el poeta le pide que elija, para sus batallas, a personas más adecuadas para esas lides, como son, en general, los jóvenes. Y, concretamente, le sugiere que vaya, en su carroza tirada por cisnes, a casa de Paulo Máximo, el joven y exitoso abogado que está en la edad más propicia para recibirla con todos los honores. Porque, dice:

A mí no me apetece ya/ amor de hembra ni efebo, /y no tengo esperanza/ de ser correspondido,/ ni de competir bebiendo/ ni de ceñir mis sienes con flores nuevas…

Como puede deducirse, en aquellos tiempos se hacía a todo, al amor heterosexual y al homosexual, especialmente a través del trato con los efebos. Y parece que Horacio lo veía como la cosa más natural.

El poeta rechaza, pues, ‘a su edad’, las solicitaciones de Venus. Y, sin embargo, a pesar de todo lo dicho, viene a sincerarse confesando tener un amor de signo homosexual.

Pues, a pesar de pedir a la diosa del amor que se vaya con sus huestes a otra parte, después de rogarle que lo deje tranquilo y en paz, a pesar de todo...

-¿Por qué, Ligurino, una lágrima furtiva resbala por mis mejillas?¿Por qué mi palabrería cae, de pronto, en un profundo silencio? Todavía sueño contigo, sueño que te tengo cogido, o que voy tras ti volando por sobre las verdes praderas del Campo de Marte y por encima de las aguas te persigo, a ti, tan desdeñoso e inconstante…